Palazzo dei Priori

Alec vuelve con nosotros, mientras Adrien ha empezado a despedazar los cuerpos de sus amigos, aparentemente sin piedad alguna. No hay rastro de remordimientos ni sentimiento alguno hacia ellos. Todo funciona correctamente.

La puerta lateral se abre, dejando paso a mi hermano.

- Me buscabas hermano - dice con la mirada perdida, puedo apostar a que se ha pasado la tarde ojeando fotografías de Didyme.

- Así es. Marcus, te presento a nuestro posible próximo guardia, Adrien.

El vampiro se acerca tras terminar con los cuerpos, reducidos a una montaña de pedazos.

- ¿Cuál es su don? - pregunta mirándolo de reojo.

Le explico lo sucedido, al haz de luz que salió de sus manos en mi dirección, las posibilidades si practicaba su poder. Marco tiende su mano hacia mí, y enseguida la tomo.

- Bien - sonrío soltándola - Jane querida, ordena a una doncella que acomode a Adrien en su nueva habitación, y muéstrale el Palazzo y las salas de entrenamiento.

- Sí, Amo - tras una pequeña inclinación de cabeza mi pequeña se retira junto con Adrien, ella se encargará de instruirle en lo básico, y mañana mismo empezará a entrenarse como guardia.

- Eso es todo, podeis continuar con vuestros quehaceres - digo juntando las manos - Chelsea querida, en diez minutos en mi despacho.

La reunion ya habia terminado, todos volvian a sus labores habituales. El mio desde ahora seria entrenar al nuevo guardia Adrien, caminaba altiva por los pasillos del castillo, mis pasos y los de mi compañero apenas resonaban, por fin llegamos a la zona de habitaciones, en este sector ya quedaban pocos cuartos, si seguiamos tan bien con las nuevas incorporaciones habria que habilitar mas torres.
La doncella se acerco, sumisa pregunto en que podia ayudarnos

- dele al señor una habitacion y procure que tenga todo lo que necesite

- como desee señorita Jane - con una inclinacion se retiro para volver poco despues - Aqui estan sus llave señor

- Adrien, me llamo Adrien señorita...

- La "señorita" ya se retira. - intervengo

Obiamente obedecio al instante y se marcho, ya conocia mi caracter, y sabia de sobra que no me gustaba que se quedara cuando no se lo solicitaba.

- Bueno Adrien, supongo que desea cambiarse, su nuevo atuendo esta sobre la cama y en el placard tiene mas cosas. Volvere dentro de un momento.

Despues de eso me marche enseguida, le daria al menos una hora para que se habitue al cambio antes de comenzar con él

Salgo de la sala emocionado, estoy seguro de que ha sido una buena incorporación. Más tarde trataré de sacar toda la información posible, cada vez estamos más cerca de él.

Cierro la puerta del despacho y espero a que Chelsea llegue para darle las instrucciones necesarias, rmientras repaso algunos informes. No me gusta que contravengan mis decisiones, los Vulturis no somos fáciles de engañar, y este asunto ha llegado demasiado lejos. Los días están contados

Ya todos habian salido del salon , fantastico quizas el amo me llamaba por una mision, y como me encantan las misiones sonrrei... di instrucciones a los guardias para que terminar el trabajo de quemar el resto de los cuerpos que quedaba, me limitaba a salir cuando me cruze con Alec..

-Hola..- Dice sonriendome

-Hola..-Le respondo coqueteando un poco.

-Quizas podamos hablar, te parece?..-

-Quizas despues el amo me espera..- Digo saliendo de ahi y dejando atras.

Llego al despacho, estaba por anunciar mi llegando cuando escuche...

-Pasa querida..-Ordena, abro la puerta, y ahi estaba mi amo, sentando en su escritorio, siempre se veia como un rey tenia una realeza unica, y a mi me encantaba servirlo.

-Amo..- Hago una reverencia, el toma mi mano y la besa, me pide que me siente, y m da todas las instrucciones que tenia para mi

-Querida confio en ti, sabes que los errores no me gustan, quiero un trabajo impecable, tu vuelo sale hoy mismo...- Dice mientras me da las ultimas palabras, hago una reverencia de despedida y salgo de ahi.

Adrien ya habia tenido tiempo mas que suficiente para habituarse a su habitacion, haci que me aproxime por el pasillo hasta el nuevo cuarto asignado. Golpeo y espero, no mucho, apenas un segundo por que su voz retumba y se hace oir para que pase.
- Podriamos em... - corto abruptamente y doy la vuelta para no verlo, aun le faltaba algo importante para completar su atuendo ...
- Al menos termina antes de dejar pasar a una mujer - el sonrie despreocupado, yo doy la vuelta, si lo pensaba mejor no tenia por que privarme del espectaculo, pero él, estaria habituado a estas escenas ? daba lo mismo, no importaba su pasado pero si su futuro

- Jane verdad ?

- Haci es, venia a informarte que podriamos comenzar el entrenamiento ya mismo.

- Ok, pero antes no podriamos salir un rato...

- No te preocupes, que Heidi nos traera lo que necesitas, siempre es haci... hace una mueca

- Vamos entonces - pero suena como resignado, que pena pero debia acostumbrarse

Chelsea sale, y yo arreglo los últimos detalles para las misiones activas. Un par de guardias en Alemania, liquidando un aquelarre problemático creciente, otro grupo en Indonesia, el siempre conflictivo Brasil. Pero no había demasiados problemas. La resistencia siempre se centraba en un único punto. La Península Olympic.

- Amo - tras llamar a la puerta, una de mis secretarias entra en el despacho - Tengo el número que necesita.

Me entrega una tarjeta, y tras la correspondiente reverencia vuelve por donde ha venido. Marco el número y espero a que respondan.

- ¿Diga? - ya no cabe duda, esa voz dulce femenina puedo reconocerla todavía - ¿Quién es?

Espero en silencio unos segundos, sonriendo. Podría responder, pero al escucharme enseguida colgaría y cambiaría de localización. Cuelgo el teléfono, pronto mandaré a algunos guardias a Francia, alguien de confianza, es una misión muy delicada.

Me levanto y miro a través de la ventana. Me parece ver a Chelsea alejándose hacia el hangar privado. El teléfono vibra en el bolsillo de mi chaqueta, lo cojo al instante sabiendo quien es.

- Partimos hacia allá - anuncia Demetri.

- Perfecto - cuelgo y vuelvo a sonreír. ¿Podría ser aún más maravilloso este día? Pronto nos conoceremos, Isabella.

Caminamos a lo largo de pasillos antiguos, oscuros y lúgubres. Sigo a Demetri y a las otras dos guardias, que en un momento desaparecen por un lateral. Demetri me indica que siga con él, y me adelanto un par de pasos para poder estar a su altura.

- ¿Puedo preguntarte algo? - murmuro.

- Puedes intentarlo - responde sin mirarme.

- ¿Qué va a pasar conmigo?

Justo llegamos hasta una gran puerta de madera, que me hacía sentir insignificante. Demetri toca con los nudillos y acto seguido las puertas comienzan a abrirse, con un sonoro chirrido.

- Pronto lo sabrás - sonríe de modo malicioso, y ambos entramos.

Era una sala inmensa, con columnas de mármol que llegaban hasta el alto techo, y un suelo enlosado que parecía más caro que mi casa entera. Al fondo había un escalón, con tres hombres sentados en una especie de tronos reales. A sus costados había un par de guardias más. Caminamos hasta el centro de la sala, donde Demetri me indica que me pare. Contengo el aliento y miro alrededor, sintiéndome demasiado pequeña, sola ante la nada.

- Isabella Swan - el hombre del asiento del centro, el que debía ser Aro, se dirige a mí - Bienvenida a nuestro humilde hogar - junta las palmas de las manos, y un escalofrío recorre mi espina dorsal.

Lo que el maestro y mucho de nosotros esperaba al fin ha llegado. Tenemos ante nosotros una valiosa pero frágil humana.. una chiquilla que últimamente no ha hecho mas que infringir nuestra ley.. o tal vez no es ella quien lo hace, pero es la razón por la que los Cullen, en especial Edward, nos deja el libre camino para hacerlos añicos.

El maestro se acerca a la humana... mantengo la respiración ya que su olor invade toda la estancia.. y ¿porque negarlo? es delicioso, embriagador, irresistible.. dulce, sobre todo dulce.

Me mantengo a los costados de la silla del Amo, no se que planea puesto que últimamente no me habla de sus planes, pero él sabe que para cualquier cosa que me necesite siempre estaré.

Observo a la chica entrar, y nada más hacerlo inspiro el aire de la sala. Ahora entendía por qué el joven Cullen estaba tan loco por ella, su olor era delicioso, podría comprobar como todos mis guardias se revolvían en su sitio, aguantándose las ganas de probar esa dulce sangre. Pero eso no iba a ocurrir, no aún. No estaba en mis planes.

Se acerca, a paso temblorosa, pero puedo ver que decidida a todas las consecuencias. Según tenía entendido Demetri no había tenido que utilizar la fuerza con ella. ¿Cómo podría un humano arriesgarse, sabiendo que su existencia incumple una de nuestras normas, a venir hasta aquí por propia voluntad?

- Isabella Swan, bienvenida a nuestro humilde hogar - murmuro con una sonrisa mientras junto las palmas de mis manos.

- Eh..gracias - dubida mirando a un lado y al otro.

- Supongo que habrás oído hablar de mí, mi nombre es Aro Vulturi, y estos son mis hermanos, Caius y Marcus - señalo con la mano a ambos.

Mientras hablo, Demetri se acerca hasta el trono con normalidad, y tras hacer una pequeña reverencia con la cabeza, se sitúa a mi lado, colocando su mano sobre mi hombro, y permitiéndome así ver todo lo ocurrido.

- Interesante - froto una mano con la otra, y me levanto, para bajar hasta su altura - Verás querida, no sé si sabes exactamente por qué estás aquí, qué pretendes con tu visita. Pero tu situación es algo complicada. ¿Sabes? A mis hermanos y a mí, no conseguía entrarnos en la cabeza cómo un humano podría saber nuestro secreto, y continuar con vida tanto tiempo.

- Jane.. - escucho murmurar la voz de Alec, y giro la vista, observando que mi pequeña diablilla está también ahora en la sala.

- Querida... ¿qué estás haciendo? - levanto una ceja y observo con curiosidad, conozco perfectamente ese gesto, ese fuego en sus ojos cuando ejecerce su don sobre alguien. Miro de nuevo a Isabella, que frunce el ceño y aprieta la boca, sin comprender nada de lo que ocurre. Pero estaba seguro, ella es el blanco del don de Jane, y aún así, continuaba de pie, sin inmutarse.

Todos los presentes se revuelven y miran inquietos a una niña que está al fondo de la sala, con el pelo recogido y rubio. Quiero preguntar qué es lo que pasa, pero todo es demasiado surrealista, no me atrevo a hacer nada sin que me den pie a ello.

- Jane... - vuelve a decir el chico que está al lado de la niña.

- ¿Por qué no puedo? - responde ella mirándome con odio, algo que no entendía, no la conocía de nada.

- Isabella, ¿te encuentras bien? - Aro ladea la cabeza serio y me observa interrogante.

- S..si - murmuro apretando los labios, no sé si estar "bien" es lo más acorde a la situación, pero siento que estoy perdiéndome algo.

Entonces la niña gruñe echa una furia, y lo único que puedo ver es un manchón negro dirigiéndose a mí, y un segundo después sentirme zarandeada y encontrarme unos metros más allá. Observo que Demetri sujeta mi brazo, y el chico que nombraba a la niña, Jane, la sujeta ahora por atrás, impidiendo que venga hacia mí, o eso parece.

Miro a Demetri tratando de comprender algo, es el único a quien "conozco" aquí.



- Alec, llévate a tu hermana y vuelve en seguida. No es momento de juegos ni de arrebatos - dice Aro muy serio - Jane, hablaremos más tarde.

Los dos más jóvenes se retiran en seguida, de nuevo la niña me dedica una mirada de odio.

- Es muy interesante, aún no puedo creerlo - prosigue Aro, acercándose a mí, Demetri suelta mi brazo y yo lo froto. Aunque Edward es un vampiro, el tacto de Demetri me resulta mucho más frío - Me pregunto si es sólo cosa de Jane, o te ha sucedido alguna otra vez.

- Pero ella todavía es humana - comenta Demetri, que tiene cara de incrédulo también.

- Eso lo hace todavía más interesante - Aro ahora sonríe.

Parecía que la osadía y poco aprecio de los Cullen por su vida, tenía algún fundamento. Había contado nuestro secreto a una humana, pero no era una humana cualquiera. Tenía un don, y bastante poderoso si ya se mostraba desde la humanidad. Tendría que comprobar si tampoco funcionaba con Alec, pero lo haría más tarde. Esta era la ocasión perfecta, la joya para mi colección, el momento que había estado esperando. Su muerte ya no interesaba ahora, no era el objetivo. Ella debía ser de las nuestras, y a poder ser, Alice o Edward deberían incluirse en la ecuación. Pero no debía hacerlo por las malas, o tendría que acabar con toda la familia Cullen.

- ¿No es un día maravilloso? - inspiro con fuerza, y el olor de Bella penetra mis fosas nasales; dulce, muy dulce.

Rápidamente trazo la estrategia a seguir. Bella ya no puede salir de aquí, sin nuestro consentimiento. Tendríamos que hacer entrar a los Cullen, no tendrían otra opción.

- Isabella... quizás no nos hayamos presentado debidamente, ¿no crees? - sonrío avanzando hacia ella, que se mueve nerviosa - Es tradición cuando llegan invitados a la Casa Vulturi, saludar con un beso a su amo.

Veo cómo su boca se abre y negando con la cabeza reprocha.

- No pienso besarle.

Felix y Alec, que está de nuevo en la sala, avanzan hacia ella; les indico con la mano que esperen.

- Oh vamos, no me tomes por un pervertido. Es un simple beso en la mejilla. Estoy seguro de que eso ayudará mucho en tu situación, y en la de tu querido novio - sonrío amablemente, o eso es lo que trato, espero que no salga mi malicia a relucir.

Quedo atónita con lo que dice. No consigo entender, o captar la intención, ni siquiera la diversión que pueda ver en esto. ¿Y si me acercaba y me mordía? Venir hasta aquí no habría servido de nada. Pero no tenía más opciones, todos me miraban expectantes. Doy un paso hacia delante, y después otro, trago saliva y extiendo mis labios hacia la mejilla de... Aro Vulturi. Sólo pienso en lo que ha dicho, que eso ayudará en la situación de Edward, aunque no lograba ver cómo. Su piel es más pálida de lo habitual, casi traslúcida, como un viejo papel transparente conservado durante muchísimos años. Cuando mis labios lo rozan un escalofrío horrendo recorre todo mi cuerpo, y me separo al instante tratando de aguantar mi repulsión.

- Perfecto - vuelve a sonreír, y regresa hacia los tronos, donde sus hermanos no dejan de observar cada cosa que hago. No se han pronunciado, pero uno de ellos también siento que me mira raro, no puedo distinguir por qué - Alec te acompañará a tu habitación, allí tendrás todo lo necesario.

Frunco el ceño de nuevo. No entendía nada.

- Pero y... - Edward, su asunto, qué haría con eso, quiero decir todo pero no me deja hablar.

- Todo a su tiempo, Isabella. Esta noche daremos una cena en tu honor. Alec - inclina la cabeza hacia el otro chico, y da el tema por zanjado.

El Maestro me pide que acompañe a la chica a su habitación, a la que ya le ha avisado a una de las doncellas que prepare. Paso por su lado sin molestarme por tomarla de un brazo o de la mano, puesto que tiene claro que se hace lo que Maestro ordena.

Se abren las puertas del gran salón y salimos, la humana sigue mis pasos y las puertas se vuelven a cerrar..

- Magnifico - escucho la voz de Aro - esta chiquilla es magnifica.

Rió bajito por el comentario. El Maestro siempre se trae algo entre manos.. y siempre son planes perfectos. Me detengo y dejo que la chica camine por delante... recorro su cuerpo de arriba a abajo y no puedo evitar imaginarla bañada en sangre, en su sangre.... dulce, exquisita, fresca...

- ¿A donde me llevaras? - su voz irrumpe mis buenos pensamientos.

- Ya has escuchado - respondo con frialdad - a tu habitación, siéntete privilegiada de tenes un hogar dentro de Palazzo, Aro no lo otorga a cualquiera...

Sigo al chico, Alec, creo que se llama, por unos pasillos interminables. Creo que aunque quisiera escapar de aquí, no lo lograría sin perderme. Mientras caminamos, uno de mis dos pies izquierdos tropieza con una alfombra granate, haciéndome perder el equilibrio momentáneamente. Siento cómo me ruborizo pero sigo adelante como si nada ocurriera. Entonces Alec se detiene.

- Este es tu cuarto. Una doncella te proporcionará lo que necesites, sólo tienes que apretar el timbre junto a la cama.

- Eh, gracias - se suponía que debía agradecer la cordialidad? en realidad creo que cada uno de los que aquí "vivían" estaban reprimiendo sus ganas de matarme, o comerme, que sería lo mismo.

- Sabes, no lo entiendo - dice poniendo mal gesto.

- Eh.. yo tampoco - no tenía ni idea de a qué se refería.

- Tienes trato de exclusividad en Volterra, y un aquelarre entero te protege cuando no eres más que una humana. A mi hermana no le ha gustado mucho lo que has hecho.

- Tu hermana... - trato de ordenar la información, pero es demasiado a la vez - ¿Es Jane? - y qué se suponía que había hecho?

- ¿Acaso no notas el parecido? - inquiero con sarcasmo y antes que responda continuo - es mi hermana, mi gemela.. y esta muy cabreada en estos momentos.

- ¿Por que? - pregunta confundida..

- No entiende porque fuiste inmune a su don. Nadie nunca lo ha sido...

Se mantiene callada durante unos minutos y luego alza la mirada y me mira.

- ¿Cual es su don?..

- ¿Edward no te lo ha dicho? - ella niega con la cabeza - averígualo por ti misma Bella..

- No te cuesta nada decirlo..

- No puedo seguir hablando contigo, ni siquiera se porque lo hago - me río - hueles demasiado bien y eres irresistible.. tengo que controlarme - digo mas para mi - al Maestro no le gustara saber que me he comido a su nueva y preciada joya.

-¿Desean algo más Maestros?-Digo inclinando levemente la cabeza.

-No Demetri puedes retirarte.-Asevera Marco.

-Descansa hijo mio.-Dice Aro sonriendo-Has hecho un buen trabajo.

Salgo de la sala de tronos y camino tranquilamente por los pasillos hasta que oigo a Alec. Con su tono arrogante... Menos mal que se supone que los vampiros no pasan la edad del pavo.

-Alec ya me encargo yo.-Digo apoyándome en el marco de la puerta.

-Si, será mejor... Si no se quedará sin sangre...

-Alec, suficiente. No la asustes.-Digo severo.-Ve con Jane de caza o algo.-Refunfuña y sale de la habitación.

-Isabella ¿Puedo pasar?-Digo finjiendo tocar a la puerta.

-Creo que en estos momentos hasta tu me serás familiar.

-¿No te gusta mi casa?

-Bueno... Es demasiado.. Grande.-Dice en un susurro.

-Me esperaba algo peor.-Digo riendo.

-Esto se parece más a una casa de vampiros...

-Si, pero no hay ataúdes.

-¿Y mazmorras?-Susurra.

-Emm ¿Pasapalabra?-Bella se rie un poco.-Bueno ¿Necesitas algo? Quizás comer algo..

Me quedo pensando en lo que dice. ¿Comer algo? Mis tripas rugían desde hacía rato, pero no iba a comer ni hacer nada al respecto, como si estuviera en un hotel. Quizás... podrían envenenarme la comida, o darme sangre, o no sé... mil cosas horrendas pasaban por mi mente. Aún no sabía a qué atenerme aquí, todo era demasiado nuevo, y no sabía por donde seguir.

- No gracias, estoy bien - miento - Pero sí quería preguntarte algo - me siento en la cama para calmarme un poco.

- Lo que quieras - dice apoyando su espalda en uno de los armarios que hay enfrente a la cama.

- Esto... - giro la cabeza y miro a un lateral, donde hay un gran ventanal; ¿cómo era posible si estábamos bajo tierra? Pensé en todos los humanos que habían llegado hasta aquí, y no habían sobrevivido, quizás esta habitación misma había sido ocupada por uno de ellos - He venido aquí por Edward, no quiero que le pase nada, por eso accedí a venir a Volterra contigo. Pero... Aro, no me ha dicho nada, no sé qué quiere de mí, qué se supone que deba hacer... - parecía ridículo, contarle esto a uno de ellos, pero al menos era el único que conocía de hacía más de unas horas.

-Lo siento Isabella no puedo decirte que planes tienen para ti.

-¿No te los han dicho?

-Aún no... Pero si Aro ha dicho que no le haría daño a Edward me supongo que no lo hará... De momento.

-¿De momento?

-Hasta que tenga que hacerlo para conseguir lo que quiere...

-No parece sorprenderte que no vaya a cumplir su palabra...-Murmura.

-Hee tenido algunos problemas con Aro en el pasado.

-¿Qué te paso?

-Si comes algo te lo cuento, porque me duele la cabeza de oír tus tripas.-Digo sonriendo.

Me levanto de la cama y llevo mis manos hasta los bolsillos traseros. Mi pie izquierdo, o uno de ellos, se curva ligeramente rozando el suelo, señal de nerviosismo, o prueba de lo patética que era en algunas situaciones.

- Es que yo.. Bueno, ya sé que dije que estoy dispuesta a salvar a Edward, hacer lo que sea. Pero aún no quiero tener que tomar... sangre - casi susurro la última palabra, y bajo la cabeza mientras lo hago.

- Pues me temo que tendrás que hacerlo, debes morder a un humano - dice muy serio abriendo la puerta.

Siento cómo el estómago se me cierra y una náusea sube hacia el esófago. Sólo de pensar en el olor a hierro y sal, de ver el líquido rojo espeso de otra persona... Cierro los ojos pensando en no marearme, lo cual requiere un gran esfuerzo en estos momentos.

- Bella era una broma - escucho como dice, absolutamente normal, como si fuera tan evidente que lo era - Hay otros humanos en Palazzo a parte de ti. ¿Vamos?

Abro los ojos y me dan ganas de estrangularlo, lo haría si no supiera que posiblemente, bueno, mejor dicho, certeramente, yo sería la que acabaría sin vida.

- Y puedo andar por ahí sin problema? - pregunto avanzando hacia el pasillo - quiero decir... ¿si me quedo sola, puede que alguno de vosotros intente comerme?

-Me temo que no. Aro ha dado ordenes explicitas, lo único que veran serán caras de deseo Bella.-Digo sonriendo.

-Ohh...-Dice sonrojándose.

-Tranquila no lo decía por tu elegancia al andar.-Se le acelera el pulso.

-Siento no ser vampira ehhh

-Contigo es imposible hacer bromas eh

-La verdad es que no tengo ninguna de las dos cosas..-Dice agachando la cabeza, parece recordar algo. Bajamos hasta la cocina y abro la puerta. Hay varias cocineras y vampiros.

-Fuera.-Digo seco.

-No es por nada pero si echas a las cocineras no veo que voy a comer.-Dice Bella sentándose.

-Voy a cocinar yo. ¿Qué quieres comer, solomillo sangriento?-Digo riendo y abriendo la nevera. Mientras noto como Isabella me mira incredula.

Me quedo inmóvil unos segundos, quizás minutos. Demetri iba a cocinar, para mí. Estaba a punto de girarme y buscar la cámara oculta. No sabía si realmente eran buenas intenciones, o si había algo más. Es decir... vino a Forks, lo conocí, parecía mejor de lo que me habían hablado los Vulturis. Me besó. Logró entenderme. Y después vino a por Edward... pedía mi conversión. No sabía en qué punto fiarme y en dónde no.

- Solomillo estaría bien, pero pasado, muy pasado - añado, no me gusta ver ni un gramo de carne de color rojo, no soporto la sangre, en ninguno de los sentidos.

Entonces alguien llama a la puerta de la cocina, cuando miro entra una chica, joven y pálida, con la cabeza gacha.

- El Amo me manda a decir que su vestido está listo sobre su cama, señorita Swan - dice sin mirarme.

- Eh - miro a Demetri y de nuevo a la chica, que parecía ser... ¿del servicio? - ¿Qué vestido?

- Su ropa para la gala de esta noche, en su honor.

- Hmmm - es lo único que puedo decir, frunciendo el ceño.

No podía ser. Con Alice, sí, entendía que pudiese hacerme pasar por esos malos tragos, obligarme a vestirme como una chica femenina, incluso tratar que me pusiera tacones. Pero aquí, sola, en Volterra. ¿Se suponía que debía hacerlo? Y además... ¿hacerlo yo misma?

En algún momento que no me di cuenta, la chica se había ido, y Demetri me miraba con gesto divertido.

-¿No te gustan los vestidos eh? Si quieres puedo pedirle a Jane que te ayude.

-No gracias...

-Bueno entonces ¿Te ayudo yo a vestirte?-Digo sonriendole.

-No gracias, creo que podré solita.

-Bueno había que intentarlo.-Digo alzando los hombros y poniendo el solomillo en la plancha.-¿Con qué quieres el solomillo?

-¿Con patatas fritas?-Dice flojito.

-Estos americanos... Menos mal que tenéis mujeres bonitas porque lo que se dice gusto para la comida ninguno.

-No se si tomarmelo como un halago o como un insulto a mi país.

-Hay que ver la parte positiva de las cosas la mia bella Isabella.-Digo pelando las patatas rápidamente y poniendolas a freír mientras le añado un par de ajos, y algo de pimiento. Cojo dos copas y un vino de la bodega. Ánima negra, vino mallorquín, delicioso. Sirvo un poco en cada copa y se la tiendo a Bella.

-No bebo...

-No estarás embarazada ¿No?

-Noo!

-Pues entonces no tienes excusa para no probar este vino. Chin chin Isabella por... ¿Por qué brindamos?

-No veo razón alguna para brindar.

-Me lo imaginaba... Podemos brindar por la feminidad de las sudaderas. Los vestidos no tienen nada que hacer contra eso.-Digo guiñandole un ojo. Y enseguida vuelvo al solomillo y las patatas.

Es ridículo. Quitando que estoy "presa" en la fortaleza de la realeza vampírica, que mi vida pende de un hilo, y que mi cocinero es un vampiro sanguinario, casi podría decir que estoy cómoda, pasando una tarde cualquiera fuera de mi ciudad.

Llevo la copa hasta los labios, el olor del vino me desagrada por completo, aunque éste seguro que es de buena calidad. Igualmente, no sabría distinguir entre uno bueno y uno del supermercado.

Veo cómo Demetri apaga el fuego y quita las patatas de la sartén.

- ¿Y tú desde cuándo cocinas? - pregunto levantándome del taburete, sería útil buscando algún plato o cubierto pero no tengo idea dónde están las cosas.

- Más bien, hace cuánto que no lo hago - responde con media sonrisa - Tienes el honor de tenerme de chef personal ésta noche. Listo - termina sirviéndome él la comida en un plato, junto a un tenedor y cuchillo.

- Gracias - tiro del plato hacia mí y cojo el tenedor, lo cierto es que tengo hambre, pero aún sigo sintiéndome extraña al comer en aquel lugar.

Pincho una patata y me la llevo a la boca. Mastico y asiento mientras lo miro.

- Están ricas. Aunque esto es un poco incómodo - digo apretando los labios, no me gustaba que me mirasen comer, aunque no podía evitar que me recordase a él - Serviría de ayuda que tú también comieses algo.

Y tan pronto como lo digo me doy cuenta que tengo el don de la oportunidad, de preguntar o decir cosas absolutamente fuera de lugar, de manera inconsciente, claro.

-Dudo que quieras ser mi comida.-Digo sonriendo-No he comido porque pensé que no te sentirías cómoda si yo cenaba.

-Ya... Mi don de la oportunidad...

-Lo imginaba, si me tomo un café ¿Te vale?

-Si... Supongo.-Me preparo un café y me siento frente a Bella-¿crees que estarán bien en Forks?

-La verdad ni idea. Creo que Chelsea estaba encargada de esa misión.-Digo con una mueca.

-¿No te cae bien?

-Bueno... Digamos que algunas mujeres me tienen cierta manía.

-Porque no me extraña, pero no se puedes ser así como... Simpático.-Dice bajito.

-Ya bueno o encantador, caballeroso, puedo ser todo lo que tu me pidas. El problema es que a veces tengo debilidad por otras mujeres y soy algo celoso.

-¿Tu? ¿Celoso?

-Si bueno casi me cargo a tu futuro hermano Jasper, dos veces.-Digo riendo.

-¿Qué paso?

-¿Enserio te interesa o es para que no te mire fijamente mientras comes?

- Un poco de las dos partes - asiento y acto seguido llevo un trozo de solomillo a la boca.

Lo cierto es que sí estaba intrigada, o al menos... curiosa. ¿Cuándo se habían conocido Alice y Demetri? Por cómo hablaba, era como si... como si en algún momento ellos hubiesen tenido algo. Pero no podía ser, Alice, cantarina y alegre como siempre, estaba demasiado unida a Jasper, o eso es lo que siempre me había parecido, y lo que Edward me contaba. Demetri debía estar equivocado. Quizás fuesen fantasías suyas, o quizás pretendiese alardear de conquistas inconclusas?

- Pues bien... - empieza a decir.