Palazzo dei Priori

Hemos tenido una pequeña charla entre hermanos. Cayo no parece del todo convencido de aceptar a algún Cullen entre nosotros, tras la mala y reprochable experiencia de Edward. Insiste en que todos deberían ser castigados y/o sacrificados. Marco se mantiene más neutro. Pero estoy seguro que los planes a seguir deben ser otros. Isabella podría ofrecernos mucho, muchísimo. Y la pequeña Alice, otra de los Cullen, más de lo mismo.

Salgo de la sala de tronos y busco a Jane en uno de los gimnasios de entrenamiento. Con su roce puedo ver cuánto odia a Isabella, aunque sus temores van más allá de lo que pensaba. Simplemente no quiere que Bella se convierta, para que no pase a ser mi favorita. Le aclaro que ella siempre será mi mano derecha, mi niña endemoniada, pero siempre que se comporte como es debido, sabe que no tolero comportamientos desobedientes.

Vuelvo hacia uno de mis cuartos, la habitación principal, y la veo de espaldas a mí, mirando a través del ventanal. Al sentir mi presencia se gira, regalándome toda su belleza.



- Cara mia.... - ladeo su cabeza dejando la melena a un lado, y paso dos dedos por el camino de su yugular, donde latía la sangre cuando la conocí. Bajo mis labios y clavo suavemente los colmillos en su piel, sin llegar a succionar ponzoña - Tienes que conocer a la joven Isabella, es todo un prodigio de humanidad.

- Tengo muchas ganas de conocerla - clava sus ojos en los míos, dejándome ver la profunda admiración y amor que siente hacia mí. La cicatriz de su cuello ya se ha cerrado.

- Esta noche podrás querida... en un par de horas. Recuerda no ponerte demasiado espléndida, no debemos dejar que la invitada de honor palidezca ante tu aparición.

-Verás yo no pasaba el mejor de los momentos con Chelsea cuando apareció Jasper... Y bueno tuve una misión y eso sumado a dos vampiras guapas y a mi terror al compromiso pues... Estaba confundido. Mientras Chelsea se besaba con Jasper en el jardín de mi propia "casa"...

-¿Cómo?

-Se hicieron amigos, y sintieron algo.

-¿Un cullen y un Vulturi?

-Ajah. Lo mejor es que Carlisle, Esme y Alice estaban en palacio para pedir la liberación de Jasper.

-¿Lo capturaron en la boda de Tanya no?

-Si. Bueno pues Alice vio como se besaban y le dio un ultimatum a Jasper.

-Ahí quería partirles la cara a los dos. Tenía un negocio cerca de Milán y coincidí con Alice. Se sentía mal y bueno... Hubiera habido más de un beso si Jasper no hubiera aparecido.

-¿Espera besaste a Alice?

-te sorprende ehh? Jajaja tu futura familia no es tan perfecta.-Digo sonriendo, se ha quedado con el bocado en aire.-Bella que babeas-Digo cojiendo el tenedor y poniendolo delante de su boca.

Me resulta casi imposible creer lo que dice, no tiene sentido eso que ha contado de Jasper y Alice. Quizás fue hace mucho tiempo, quizás hubiera algo más que se escapa. Pero ahora ellos estaban siempre unidos, felices, no veía que pudiese ser de otro modo.

- Supongo que aunque sean vampiros también tienen sus más y sus menos - excuso.

Demetri tuerce una sonrisa, y me mira de ese modo que hace la gente cuando piensa "Bella, eres un bicho raro".

- A veces me sorprende que hables de vampiros con total naturalidad, como si siempre hubiesen existido para ti - dice sincero.

- Son personas normales, simplemente que tienen que beber... sangre, en vez de comer pizza - digo terminando lo de mi plato - Supongo que estoy acostumbrada, porque me niego a que ellos salgan de mi vida.

- Y eso nos trae aquí - apoya su brazo sobre la mesa de mármol y se acerca mirándome - tu incansable búsqueda de la muerte y tus relaciones con seres inmortales, te han traído a la boca del lobo, ¿no es así?

- Al menos el lobo me da de comer - digo totalmente seria, y aparto el plato hacia delante en señal de que he terminado.

Demetri suelta una carcajada y menea la cabeza, seguramente pensando que soy "imposible", nada del otro mundo. Deja el plato en uno de los fregaderos y se vuelve hacia mí.

- ¿Supongo que ahora deberás ir a vestirte para tu gran gala no? - ni siquiera trata de ocultar ese tono sarcástico en su voz, sabiendo que lo de ponerme vestidos y arreglarme me trae de cabeza.

- Si estoy obligada -asiento.

Es sorprendente. Nunca había conocido a una humana que considere nuestra condición como al pausible, o siquiera posible. Era fascinante, me hubiera encantado leerle la mente ahora mismo. Empezaba a entender que le fascinaba de los Cullen. No sólo su naturaleza perfecta, eso lo teníamos todos, si no una admiración de su alimentación... Ellos eran los raros de nuestra raza como ella parecía sentirse de la suya. Dios los crea y ellos se juntan... Pero seguía siendo algo realmente increible.

-Pues supongo que nos veremos en la fiesta.

-Supongo.-Dice torciendo el gesto.

-Ni que yo fuera el más malo de los malos...-Digo sonriendo.

-Si bueno, me da que sigues teniendo esa parte mala.

-Te da bien... Sacas lo mejor de mi Isabella.-Digo con algo de sorna.

- Bueno, al menos hago algo bien - respondo levantándome de la silla - Y al menos estoy a salvo con tu parte buena.

- De momento - se ríe, y no sé con qué intención, trato de decirle a los escalofríos que no aparezcan en esas situaciones, pero no suele funcionar.

- Entonces hasta esta noche - saludo con la mano, un gesto algo imbécil, y aprieto los labios, algo muy típico en mí.

Me doy la vuelta y salgo de la cocina. Doy un paso hacia la izquierda, y me quedo pensando.... ¿por dónde diablos vinimos? Miro las paredes y todo me parece igual. Doy un par de pasos más, pero tengo la sensación de que no debo ir en este sentido. Vuelvo sobre mi propio camino y al voltearme me encuentro a Demetri con los brazos cruzados, apoyado en el marco de la puerta y reprimiendo una carcajada.

- Sin comentarios - le pido - ¿Me acompañas a mi habitación por favor?

-En esta situación es cuando me tengo que hacer de rogar.-Digo aguantando una carcajada.

-Oh vamos... Por favor llevame a mi habitación.

-¿Quién el vampiro más simpático del mundo mundial?-Digo con una sonrisa.

-Tu te lo tienes muy creido.

-No, yo soy realista.-Le guiño un ojo pero no me muevo.

-Se lo diré a... Aro, le diré que no me has acompañado.

-Primero tendrías que encontrarle y no desmayarte del miedo.-Y me rio. Me da miedo hasta a mi.-Anda vamos.-Digo empezando a caminar.

Sigo sus pasos por los largos pasillos, trato de quedarme con los detalles, los cuadros, los adornos, pero cada uno es distinto y a la vez todos encajan entre sí, haciendo que no sepa distinguir un lugar de otro. Demetri parece absolutamente feliz de que sea torpe y con poco sentido de la orientación, es más, casi diría que le causa gracia mi personalidad. Y a quien no.

- Esta es - digo al llegar a la puerta, que es la única que reconozco.

- Vaya, has sabido ubicarte - responde con sorna.

- Iba a decirte que gracias por la comida y acompañarme... aunque supongo que tienes suficiente recompensa en burlarte de mi humanidad - cruzo los brazos en señal de indignación, aunque en realidad sí agradezco que haya estado conmigo, es lo más parecido a un "anfitrión" que voy a tener aquí.

- No te lo tomes como algo personal - me mira fijamente, y no puedo evitar reparar en los llameantes ojos escarlata, pienso en cuándo sería la última vez que ha ido de caza, y un escalofrío recorre mi espina dorsal - Pero eres muy graciosa. Nos vemos esta noche - y con una sonrisa encantadora trata de compensar la balanza a su favor, galán versus cazador, amable versus despiadado.

Entro en el cuarto y cierro la puerta tras de mí. Paso el pestillo, aunque dudo que fuera a impedirle a alguien entrar si así lo quisiera. Camino hasta la cama, donde ahora yace tendido un vestido negro y rojo, larguísimo, y unas sandalias negras cuyo tacón era más alto que cualquiera de mis dedos.

- Oh no - exclamo y siento cómo el color se va de mi cara.

Me quedo pegado a su puerta sólo para oir el "oh no"

-No te quejaras, lo he escogido yo!-Y me rio. Pagaría por ver su cara ahora mismo. La oigo refunfuñar pero no me quedo a escucharla tengo que cazar y luego vestirme. La fiesta debe estar a punto de empezar. Aunque dudo que en esta me lo pase tan bien.. Se me escapa una sonrisa, es inevitable. Pero Nicola y Heidi estan desaparecidas... Creo que de misión, por lo menos Nico. Y Heidi debe tener la regla porque hace días que no me cruzo con ella.

Y luego los hombres somos los malos de la película.

Cruzo los pasillos, me cruzo con algún guardia se inclinan levemente y me dejan pasar. Al fin y al cabo aunque los Maestros vuelvan a ejercer sigo siendo su segundo al mando. Lo cual tiene sus ventajas.
Llego hasta las mazmorras donde encerrados cuales perros hay varios humanos. Algunos gimen en un rincón, otros se agarran desesperados a los barrotes y otros simplemente rezan. La escena sin duda es peculiar, para algunos macabra incluso.
Huelo y ... Una respiración desenfrenada capta mi atención. Una mujer de unos 50 esta sentada, su melena negra le cubre la cara y sus ojos, grises, resaltan en la penumbra. Es preciosa. Supongo que tener 300 años ayuda a ver a mujeres de 50 como mujeres jóvenes.
La obligo a desvestirse, recorro su cuerpo despacio y aún más despacio la mato. Porque lo bueno se hace esperar.
Satisfecho vuelvo a mi habitación donde me doy una ducha y me visto para la fiesta. Mis ojos de ese color vino brillan. Tengo muchas ganas de ver a Isabella con un vestido sin querer comermela. Y más aún de ver a Edward mientras le pido un baile a su novia. Y aún más de ver a Alice, creo que hay pocas vegetarianas con clase. Además los localizo sobre el océano atlántico ahora mismo. En unas horas sabré dónde estan aunque lo puedo adivinar.

Hoy será una noche para la posteridad.

Espero un rato prudente, para asegurarme de que Demetri no presenciará más malos ratos de "moda". Finalmente termino por meterme a la ducha, quitándome la suciedad del viaje y retrasando el momento de la cena. Me pongo la ropa interior, que por desgracia también da el cante, ya que es la que traje conmigo, y hacía tiempo Alice había cambiado todas mis prendas por lencería de encaje. Dejo la toalla sobre la cama y miro varias veces el vestido.

- Vamos Bella... tú puedes.

No es que no supiera ponerme un vestido, ni supiera cómo se maquillan las chicas, es que simplemente no era lo mío, no me interesaba. Bajo la cremallera del vestido y me lo coloco por encima, volviéndola a cerrar. Me giro hacia el espejo, y veo que la parte de la espalda sólo consiste en una tira de tela que pasa por el centro. También me fijo que por los laterales tiene aberturas que suben casi hasta la cintura. Y casi lo peor, sobre la cama había también un par de sandalias de tacón altísimas. Cojo una de ellas y la miro dándole varias vueltas. Yo no podría caminar recto con algo así; bueno, ni recto ni torcido, no podría caminar simplemente. Cojo mis zapatillas y me las pongo bajo el vestido, después me miro al espejo.

- Genial - murmuro al ver que yendo en plano, el vestido me hace de alfombra, no podría dar un paso sin pisarlo y tropezar.

Me quito las zapatillas y las lanzo a un rincón. Estoy bastante agobiada ya. Decido arreglarme, y sufrir con el calzado cuando esté lista. La habitación incluye un tocador, y sobre él hay un montón de cosméticos y perfumes. No soy experta en esto tampoco, así que cojo una barra de labios, simple, que no destaque, y paso el carmín sobre mi boca. Después con un lápiz negro perfil mis ojos, y listo. No quería atreverme a usar sombras o algo así, seguramente no saldría nada bueno de eso.

Pienso en Alice, imagino todo lo que ella podría hacerme, lo que le gustaría peinarme. Pero ahora no está aquí, ni siquiera sé qué estoy haciendo yo. Cepillo el pelo, algo despeinado por dejarlo secar al aire, y después lo moldeo un poco con los dedos. No sé hacer trenzas elaboradas ni recogidos elegantes, así que me limito a atar varios mechones a la parte de atrás de mi cabeza con horquillas, informal.

Esto era lo máximo que podía hacer, y ya estaba lista, sólo quedaban los zapatos. Y como por arte de magia, como si alguien me hubiera escuchado, veo bajo la cama otra caja, al tirar de ella veo que hay otras sandalias, con la mitad de tacón que las anteriores, y mucho más cómodas. Algo era algo. Me calzo y practico un poco sobre la moqueta de la habitación, hasta que me convenzo de no parecer un pato mareado, y camino hacia la puerta para salir. Puedo notar los nervios a flor de piel, no puedo evitar sentir que no tengo escapatoria. Quizás quisieran vestirme de gala para matarme.

Temblorosa salgo del cuarto, y bajo mis pies se extiende una infinita alfombra roja de terciopelo.

Al final del pasillo, un guardia vestido de traje me esperaba, y sin más indicaciones me pidió que lo siguiera. Todo el camino que recorría estaba marcado por una alfombra roja, supongo que para que no me perdiera si me quedaba sola, o quizás para procurar entorpecer menos mis andares haciéndome pisar sobre suelo sin losas.

Continuamos bajando, caminando y torciendo a la derecha, luego a la izquierda, y bajando un piso más. Trato de guardar en mi memoria el recorrido, aunque seguramente más tarde no me sirva de nada. Finalmente llegamos a un gran portón de madera, algo como roble, bordeado de ornamenta dorada... no, dorada no, de oro. El guardia se hace a un lado tras dar dos golpes en la puerta, y siento cómo mi cara va palideciendo al escuchar el ruído en la sala contigua, e imaginándome que todos centrarán su vista en mi al entrar.

El gran portón se abre, y mis ojos vislumbran un festín de colores y adornos, se escucha una música de fondo, agradable pero con el nivel adecuado para permitir mantener una conversación. En seguida mis ojos captan más personas de las que me gustaría, veinte, treinta, no estoy segura. Ni siquiera sé quienes son, o no la mayoría, ya que además esta noche van desprovistos de sus capas negras, las mismas que esa misma mañana me habían provocado escalofríos.

La música se baja de pronto, y entre la gente distingo a Aro, Cayo y Marco; el primero se acerca a mí a paso lento, mientras todos los demás de la sala, tal como había previsto, fijan su vista en mí. Me quedo plantada en el sitio, puede que por el pánico, por vergüenza, o para evitar tropezarme y hacer el ridículo más grande de la noche.

Todo está en su lugar. La fiesta ha sido decentemente preparada en apenas dos horas. Copas de plata llenan la estancia, en manos de sus invitados. La mayoría son guardias, lo más preciados y de confianza, que también se merecen un descanso, a propósito también de conocer a Isabella, que espero sea su futura compañera. Además, he invitado a algunos amigos, vampiros importantes y leales, que querían acudir al evento. Todos lucen atuendo de fiesta, y yo no iba a ser menos, hemos dejado a un lado las túnicas, aunque la insignia Vulturi sigue presente en nuestros colgantes.



Todo ha sido cuidadosamente seleccionado, incluso el vestido de Isabella, en los tonos que deben representar su vida. El rojo, la sangre, y el negro, la oscuridad. Tal como había planeado.

Y al abrirse el portón, las suaves notas musicales descienden su volumen hasta ser sólo un susurro, así como los murmurios de los presentes, que acallan su voz ante la llegada de la humana. Y pálida cuál pared blanca, casi semejando una de los nuestros, luce su piel más bonita aún, con el atuendo que se le ha regalado. Y no necesito más voces ni más señales, todo indica que Isabella será una vampira extraordinaria.

- Bienvenida, querida - me acerco a ella y ofrezco mi mano, que toma algo dudosa, ofreciéndome de nuevo toda una oleada de pensamientos habidos y por haber, sin duda, una mente maravillosa - Este es tu lugar. Prestadme todos atención - doy un paso hacia delante tirando de ella, mirando a los invitados - Os presento a Isabella Swan, nuestra invitada de honor.

Después de pasar unas cuantas calles más, por fin llegamos al Palazzo.



- Vaya.. esto sigue igual - digo con sarcasmo.

- Preferiría no tener que volver aquí nunca más..

- ¿Crees que la fiesta habrá empezado?

- Pronto lo sabremos..

Isabella entra en la sala, como si fuese un fantasma, con sábana incluida, y vestida con un vestido rojo y negro. Esta muy guapa aunque se la nota incómoda. Para que luego se queje de que yo soy antipático y molesto. Que poco conoce el llamar la atención.

Aro como siempre anuncia con un discursito que bella es invitada de honor. Pero algo capta mi atención. Rastreo a Alice y Edward, los tengo localizados desde que Bella esta en Volterra. A toda la familia Cullen en realidad. Pero... Estan en Volterra.

En cuanto Aro vuelve a sentarse indicándole a Bella que beba algo. Me acerco prudentemente.

-Maestro, los hermanos Cullen estan aquí.-Le doy la mano para que pueda ver dónde se situan del mapa.

-Oh! Esto será maravilloso.-Se levanta y vuelve a pedir silencio.-Damas, caballeros, en breves reciberemos a dos invitados muy especiales.

-Espero que al menos tengan la desfachatez de venir de etiqueta.-Oigo susurrar a Marco.

Me acerco a Isabella cogiendola de la mano y haciendola girar aunque casi se cae.

-Estas muy guapa Bella.-Digo sonriendo encantadoramente.

Llegamos sin ningún problema con los dos bajo mi don, cuando llegamos al palazio parecía que había una fiesta? no lograba entender...

-Llévenlos al calabozo...-Le dije a Corin y Leo, tenia que dar el informe a mi amo.

Así que comen se a buscarlo, pregunte a uno de los guardias y me dijo que estaba en el gran salón con todos los invitados.... al caminar por los pasillos y pude sentir el olor de los cullen? estaba bien esto?

Cuando entre en el gran salón se había armado una gran fiesta y ahí estaba isabella junto a Demitri , no estaba vestida para la ocacion, Trate de llegar rapido al amo.

-Amo..-Salude haciendo una reverencia

- Alice, no es que sea una fiesta de mi agrado - le pongo mala cara mientras ella continua sacando ropa nueva de la maleta..

- Sea lo que sea Edward - recalca mi nombre, riñendome - la presencia importa demasiado.. mucho mas frente a los Vulturis.

La ultima palabra me provoca un leve escalofrío así como también una oleada de calor me invade. Me pregunto que estará sucediendo dentro.. como estará Bella. También pienso en que debería estar enojado con ella por haber venido sin decir.. pero es algo que efectivamente no es discutible.. no podría enojarme en lo absoluto con Bella, nunca, jamas.. mucho menos estando en peligro.. en estos momentos solo puedo estar enojado conmigo mismo por el peligro que corre ahora mismo.

- Tierra llamando a Edward - escucho la voz cantarina de mi hermana y vuelvo en si. Parpadeo un par de veces, solo por puro habito y cojo de mala gana las prendas de ropa..

- Eres imposible - espeto y me largo tras un arbusto.

- Por lo menos pudimos ir a un hotel antes.... - me hecha en cara en plan de broma mientras ella se va a otro arbusto a cambiar su vestimenta.

- No hay tiempo Alice... - le reprocho mientras quito la camisa usada y me coloco la nueva - te lo tomas todo demasiado a la ligera - bufo - no se como puedes estar tan tranquila.

- Lo estoy porque se que todo ira bien - me asegura, y no se porque motivo le creo.. tal vez porque se trata de ella. - ahora vistete y procura quedar irresistiblemente guapo..

Retiro mis pantalones de jeans y coloco los del traje de vestir. Chaleco y posteriormente cambio los zapatos.



Recojo la ropa usada y la guardo en la maleta. Alice tarda unas cuantos minutos de mas y termina por salir, con una sonrisa dibujada en su rostro...

- ¿Que tal luzco? - y da una vuelta...



- Como siempre - bromeo.

- ¿Como siempre? - me mira mal..

- Estas hermosa hermana - le aseguro - pero por favor entremos ya - pido - tengo que asegurarme de una vez por todas que Bella esta bien.

- Estas muy guapa Bella.- me dice Demetri mientras me hace girar sobre un pie, haciéndome perder mi poco agraciado sentido del equilibrio.

- Tú tampoco estás mal - bromeo, miro alrededor y veo que los demás también han vuelto a lo que estaban haciendo, aunque algunos siguen mirándome.

- ¿Bailas? - pregunta sonriendo, la típica sonrisa vampíricamente encantadora.

Aprieto los labios y ladeo la cabeza en señal de incomodidad.

- No sé bailar normalmente - respondo esperando que entienda mi poca capacidad.

- Normalmente... - su mano sigue cogiendo la mía y hace amago de moverse - Pero esta no es una situación normal.

- Lo sé - admito seriamente- Es peor, llevo tacones.

Veo como suelta una carcajada, puede que la mayor que le haya visto hasta ahora.

- Bueno tú verás, si prefieres abrir el baile con Aro o conmigo - suelta mi mano y levanta una ceja, adivinando su victoria.

Porque no me imagino agarrada al "jefe" Vulturi, con sus ojos mirándome tan de cerca... mi baile sería un escalofrío continuo, algo así como un palo zarandeado bruscamente. Tomo la mano de Demetri y me pongo en posición de baile.

- Vale, pero no me muevas mucho - digo bajito.

Dejo que Demetri se acerque a Isabella para introducirla en la fiesta, parece que con él se siente más cómoda. Mientras tanto pronto capto nuevas presencias, varios de mis guardias han llegado a Palazzo, aunque cuento 3 olores conocidos y 2 por conocer, en mis cálculos falta uno de los míos. Entonces Chelsea entra al lugar, no sabría de la fiesta de Isabella, y puedo intuir que está deseando asearse y ponerse un vestido para la ocasión.

- Amo... - me saluda inclinando la cabeza.

Tomo su mano y la beso. No me gusta, para nada. No es el primer encuentro con esos licántropos, sé que Cayo se pondrá muy nervioso con este asunto. Robert era uno de los nuestros, un tanto prepotente a veces, pero buen guardia. Nadie mataba a un Vulturi sin pagarlo con su sangre, y ellos no iban a ser menos. Parecía que los viajes a la vieja Península Olympic iban a ser una costumbre en las próximas semanas.

Aunque obviamente algo bueno podríamos sacar de esta "excursión", o malo, de momento ese "algo" se quedaría en el calabozo por esta noche, no quería estropear la fiesta.

- Lamento lo ocurrido, quizás no deberías haberte implicado tanto estando en minoría - murmuro bajito, es obvio que su conducta no ha sido de lo más ejemplar.

- Lo lamento amo - vuelve a bajar la cabeza.

- Está bien, hablaremos de ésto mañana. Ve a cambiarte para la fiesta, y asegúrate que les lleven comida a nuestros nuevos inquilinos.

Consigo sacarla a bailar aunque mientras lo hago sigo centrado en mi don. Edward y Alice estan cada vez más cerca. Por suerte un vámpiro puede estar a varias cosas a la vez. Porque con Isabella es difícilque no acabe en el suelo. Esta chica atrae mucho a la gravedad...

-Ya, porfavor... Se me da fatal.-Sonrío pero no le hago caso. Cada me pilla más el ritmo. Ademas una humana bailando es adorable. Como cuando la hago girar y se le acelera el corazón. Es tan encantador.

-Cuando tengas sueño me lo dices.-Le susurro bajito.

-No, estoy bien además no creo que pueda dormir aquí.

-En el peor de los casos me puedo quedar vigilando.-Me mira mal.

-Fuera de la habitación claro esta.-Y sonrío. Hace mucho que no veo dormir a un humano.

Asentí estaba consciente que las cosas no las había hecho de la mejor manera, había perdido a uno de los nuestros... No me encontraba de las mejores ganas pero tenia que obedecer y participar en la fiesta...

Así que fui al calabozo, ahí me esperaban Leo y Corin, les informe sobre la fiesta y se emocionaron, era la primera fiesta para Leo y a corin le gustaban mucho las fiestas, se fueron a cambiar para la ocacion, me quede ahi y ordene a los guardias que les dieran de comer a los invitados.

Luego me dirigí a mi habitación para ver los daños y darme un aspecto mejor del que tenia, tome una ducha rápida, y me dirigí a mi armario, a ver que es lo que ponía, luego de unos cuantos minutos todo estaba listo, arreglada totalmente lo único que me preocupaba eran mis dedos que pasaría con ellos?.
me vi al espejo para ver como había quedado




Perfecto, ahora a la fiesta

EN EL CALABOSO...

Me sentía tan aturdida que no comprendía nada, lo único que logre reconocer era a Nahuel, que él aún estaba tirado en el piso sin reaccionar, me quede en shock al mirarlo.

-Eh, venga Nahuel, levántate- intento decir, pero mi voz se quiebra varias veces- Nahuel, vamos levántate…

Sigo sin obtener respuesta de parte suya, levanto un poco la cabeza y veo rejas, ¿DÓNDE ESTAMOS? ¿Qué paso? Todo era tan negro y escalofriante.

-¿Camila?- al fin logro escucharlo pero su voz es muy débil- ¿Dónde estamos?- me mira intentando reconocer el lugar.

Ambos nos paramos y solo entra la luz por las barritas que nos encerraban, y de estas habían muchas, por ende estábamos en un calabozo, y la confusión aún seguía presente. Nos acercamos aún más para poder reconocer el lugar o bueno intentarlo, y observamos a varios guardias alistándose y conversar entre ellos.

-Esa tipa… – suelo decir con voz baja recordando a la chica con la que estábamos discutiendo, tenían el mismo color de ojos que ella.

-Cam, juro que si esta vez te metiste en problemas, nadie te matará- intenta sacar una sonrisa- TE MATARÉ YO

Se da media vuelta y se sienta en una de las esquinas que tiene nuestro acogedor calabozo.

-¿No harás nada?- pregunto, mirándolo fijamente a los ojos, pero estos me evitan

-No, tú lo causaste, ahora tú soluciónalo

Lo miro con un poco de tristeza, pero tiene razón. Ahora pienso simplemente en cómo sacarnos de aquí. Veo a algunos guardias acercándose con un poco de comida.

-Aliméntense – nos dice fríamente mientras nos pasa la comida por las barritas, mientras que Nahuel simplemente baja la cabeza.

Nos cambiamos detrás de unos arbustos, ya que Edward no estaba para cuentos, y mucho menos ir a un hotel. Lo único que quería era ver que Bella estaba sana y salva. Difícil de creer con todos los vampiros que hay ahí dentro..

Una vez que ambos estábamos vestidos con ropa formal, nos dirigimos hacia el palazzo. Supongo que ya habrían sentido nuestro olor, nuestra presencia.. Sobretodo Demetri. Tan pronto llegamos ya había dos guardias esperándonos..

- Síganme por favor - dice uno de los guardias. Efectivamente, ya estaban al tanto de nuestra presencia.

Edward y yo nos miramos. Él estaba algo preocupado, pero al fin y al cabo yo sabía que todo saldría bien. Cojemos nuestras maletas y seguimos a los guardias. Nos llevaron por un subterráneo, y después de girar 5 veces a la derecha y 2 a la izquierda, llegamos ante una gran puerta. Al otro lado se escuchaba música, risas, de todo un poco. Los guardias nos tomaron las maletas y abrieron las puertas. Todos se quedaron mirándonos. Lo primero que hizo Edward fue buscar a Bella con la mirada mientras que yo localizaba a Aro.

Edward como era de esperar entra en la sala guiado por dos guardias junto a su hermana. Instantaneamente busca a Bella con la mirada, que seguía bailando aunque paro en cuanto Edward entra.
A Isabella se le enciende la mirada, aunque se la ve preocupada. Y Edward mira horrorizado la scena. Agarro a Bella porque sé que saldra corriendo hacía el en cuanto reacciona.

-Bella por favor, no te muevas.-Le susurro flojito.

Toda la sala se detiene en cuanto lo veo entrar, o al menos sí lo hace para mí. No debería estar aquí, ni él ni Alice. Se supone había venido para salvarle, para que no tuviera que enfrentarse a los Vulturis, pero ahora iba a ser peor.

- Bella, por favor, no te muevas - susurra Demetri sujetándome.

Edward no deja de mirarnos, frunce el ceño como cada vez que escruta los pensamientos ajenos, y hay algo que no le gusta.

- Por qué - murmuro inmóvil, aún no puedo reaccionar.

- Deben darles la bienvenida - susurra, y señalando con la cabeza veo como Aro camina hacia ellos, más bien se desliza diría, con una gran sonrisa pintada en su rostro pálido.

- Me has engañado - murmuro - Dijiste que él no tendría que venir.

- Y yo no lo he llamado - responde girándome - Debías contar con las visiones de tu cuñadita.

Y las visitas no tardan en hacerse esperar. Una menuda Alice Cullen aparece junto a su hermano postizo, el ya no tan bienvenido Edward. Su huida repentina de nuestras filas había sido todo un deshonor para los Vulturis, pero las cuentas las arreglaríamos más tarde. Ahora estábamos en una fiesta. En honor a su novia humana, por supuesto.

Me acerco sonriente hacia ellos dos, que están rodeados de varios de mis guardias. De nuevo la música baja el volumen y la sala acalla esperando que hable.

- Bienvenidos a nuestro humilde hogar - exclamo levantando las palmas de las manos en círculo - Aunque algunos ya habeis estado - mando la indirecta para Edward.

- Gracias Aro - responde adecuada la pequeña Alice.

Extiendo la palma de mi mano hacia la Cullen, con una sonrisa, mitad fingida. Espero calmadamente que me ofrezca la suya.

-

Aro extiende su mano hacia mi. No quiero que lea mis pensamientos, no me gusta eso.. Pero si no le doy mi mano... empeoraría la situación, ¿cierto? Acerqué mi mano hacia la de él, sigilosamente, avanzando milímetro por milímetro con cautela, hasta que la punta de mis dedos tocan la palma de su mano que estaba extendida hacia mi. Me toma la mano con sus dos manos y cierra los ojos.



Un escalofrío me atraviesa la espalada de arriba abajo. Aro puede leer todos mis pensamientos? Incluso los que yo no quiero? Mierda cállate Alice, no pienses más.

- Interesante. - dice soltando mi mano.

Se gira hacia Edward, lo mira directamente a los ojos y dice irónicamente:

- Vaya Edward, cuanto tiempo sin verte.. Tu estancia en Forks ha sido agradable espero, ¿no?