Casa de los Swan

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Abro el armario y saco ropa sin mirar siquiera qué es lo que cojo. Estoy nerviosa... ¿y si está en peligro? ¿Y si no quiere que lo ayude? ¿Y si... me rechaza? Bueno, eso no era lo más importante, yo sólo tengo que hacer que salga de ahí, entregarme por él, yo sólo...

El móvil comienza a vibrar encima de la cama, inesperadamente. No hay casi nadie que me llame, salvo Jake. Lo cojo y observo la pantalla durante varios segundos. Es un número demasiado largo, empieza por 00, eso significa que es una llamada extranjera... Presiono el botón de descolgar, mientras pego el oído atentamente, tratando de escuchar otra cosa que no sean los latidos de mi corazón, aporreando mi pecho desbocados.

- Bella... - no puedo confundirme, no hay modo de que me equivoque, es su voz, y sólo la de él, la que hace que una lágrima descienda suavemente por mi mejilla.

Abro los ojos sobresaltada. Una noche más, una nueva mañana que me despierto con el mismo sueño, con el mismo recuerdo de aquel día... Ya han pasado 3 meses y sigue afectándome como la primera vez, como si todos lo días me rompieran el corazón de nuevo. Al menos ya no grito cuando tengo pesadillas.

Paso las manos por mi cara, arrastrando los restos de lágrimas con ellas. Trago saliva y me levanto, como un día cualquiera, todo debe continuar...

- ¡BELLA! - Charlie grita desde la cocina - ¡Ha llamado Jake!

- Ya bajo papá - contesto, más para mí, que para que él me escuche.

Coloco una sudadera por encima, y cojo el móvil. Ahora nunca me separo de él, quizás, algún día, me llame... Desciendo las escaleras con pesadez, hoy es uno de esos días que realmente no me apetece hacer nada.

- Sí que has dormido hoy, son casi las 11 - Charlie está apilando sus accesorios de pesca en la entrada, ha comenzado la temporada, y todas las mañanas va a ver si "pican".

- Dormir no implica descansar - contesto, un poco brusca.

Ambos nos miramos, y veo en sus ojos un cierto reproche, que no se atreve a decir en voz alta.

- Jacob te recogerá a las 5, dice que hay una película demasiado buena que no podeis perderos en el cine.

- Pero... - antes de que termine mi frase Charlie me interrumpe.

- Y también dice, que no pongas peros, que estás hecha una quejica. Si no estás lista a las 5, vendrá y te matará a cosquillas.

No puedo evitar sonreír. Creo que incluso me sonrojo porque le haya dicho eso a Charlie, pero ya no asombra que me conozca tanto, que sepa que iba a poner excusas. Ni me asombra que sepa exactamente cómo eliminarlas.

- Bueno, tú sigue con eso - dice abriendo la puerta de casa, supongo que refiriéndose a lo que hago siempre, pensar y pensar - Vendré para la comida. Ah, y no te olvides de lo de esta semana.

- Lo sé papá, no hace falta que me lo recuerdes - dejo mis pensamientos a un lado, eso me pone de mal humor - Sigo sin entender por qué tengo que ir yo...

- Bueno ya lo hemos hablado. Nos vemos después... cielo.

Nos miramos antes de que salga. Es una situación de esas extrañas, donde me dice algo cariñoso, y ambos nos cohibimos. No estoy acostumbrada a ese trato con mi padre, y creo que él tampoco.

Recojo un poco el estropicio que ha hecho Charlie para tratar de "comer" antes de ir, cuando suena el teléfono.

- Aló? Hola Querida, habla Nora.....

- Ah, sí, hola Nora. ¿Qué tal estás?

- Bien gracias y tú?

- Genial - miento con fingida emoción.

- Ohh que bueno.... Te llamo para avisar que el vuelo de Martín sale en 3 horas.....

- ¿Tres horas? No creía que llegase tan pronto... pero está bien, no te preocupes, yo iré a recojerlo en cuanto llegue.

- Ahh gracias mi
niña...

- No hay de qué Nora... bueno, nos vemos...

-Si, besos... chao! - cuelgo el teléfono.

Nora era familia lejana de Charlie. Nunca se veían, puesto que la señora vivía en Canadá, pero ambos seguían en contacto. Me enfadé un poco con Charlie cuando me dijo que vendría ese chico a casa, porque ni siquiera era hijo de Nora, osea no éramos familia, y no me gustaba demasiado tener un desconocido en casa, seguramente un niño malcriado que no tiene donde pasar las vacaciones... pero no quedó otra opción, Charlie le había ofrecido lugar en Forks, y yo debía mostrarme de acuerdo, tampoco quería ser maleducada.

Únicamente, había fastidiado mis planes de sábado... sin moverme de allí, vuelvo a descolgar el teléfono y marco el número de la casa de Billy.

- ¡Bella! - responde al segundo tono, con la misma alegría de siempre - Espero que no llames con excusas, no pienso hacerte ni caso quejica... - dice bromeando, aunque esta vez yo hablaba en serio.

- Te juro que sí iba a ir Jake... - no me gustaba darle plantón, no a él.

- ¿Qué pasa Bella?

- ¿Recuerdas que te dije que vendría a casa un conocido de una pariente de Charlie? - era difícil explicarlo, porque no era su hijo.

- Ah sí, el "chico" ese - recuerdo que cuando se lo conté, le hizo la misma o incluso menos gracia que a mí.

- Pues Charlie debió confundirse cuando venía... porque llega esta noche.

- ¿Hoy? Qué oportuno.

- Sí... y llegará después de que habíamos quedado, aún tengo que preparar la casa y todo, así que será mejor dejarlo para mañana.

- ¿Me lo prometes? - siento su cálida sonrisa a través del auricular, aunque no lo vea, y me sonrojo automáticamente.

- Te prometo que nos veremos mañana - sonrío - Adiós, Jake.

Cuelgo de nuevo. Tengo que limpiar un poco la casa, hacer la compra, y preparar unas sábanas para ponerle al sofá-cama. Espero que al chico ese... Martín, no le importe dormir allí, porque no hay otro lugar.

Limpio un poco el salón, recojo las revistas tiradas y paso un paño por las marcas de taza de café que hay en la mesa. Aún tengo bastante tiempo, así que decido subir a recoger un poco mi habitación. No creo que el chico tenga que entrar ahí, pero ni siquiera he hecho la cama.

Desde arriba escucho como llaman a la puerta. No podía ser Charlie, se habría dejado las llaves. Seguro sería Jake, como no podíamos ir al cine, vendría a ayudarme un rato. Bajo las escaleras a trompicones, pero cuando abro la puerta no me lo encuentro a él.

Un chico alto, guapo, vestido con traje, elegante diría. Y... aunque no hace sol, y no puedo ver su piel brillar, tiene la tez demasiado perfecta, sus rasgos, todo. Quizás me esté volviendo loca, pero juraría que es un vampiro.

Contesto hipnotizada lo que me dice, apenas doy crédito, hasta que dice una palabra que me pone en tensión. Vulturis. Siento cómo mi corazón late desbocado. Edward. Es por él. Había pasado algo. O... no sé. Siento cómo mi brazo pierde fuerza mientras sujeto la puerta.

Todo lo que me habían dicho de ellos, lo que él me había contado.... se acercaba a cualquier cosa, menos a alguien que quisiera ayudar. Pero no... tenía... mala cara... ¿no? No parecía malo... y bueno... aunque lo fuera, sería el único modo de saber de él... no tenía nada que perder.

- Esto... - reacciono por fin - pasa... - mi voz sale un poco temblorosa, trato de hacerme la fuerte, pero no sé si lo conseguiré.

Los Vulturis sabían lo mío con Edward, bueno, lo que había... ¿no? Ahora... se supone que seguía incumpliendo alguna de esas normas suyas?

El chico, entra en la casa mirando a ambos lados. Sonríe, aunque no sé por qué. Le indico que se siente en el sofá, y yo hago lo mismo, pero en la punta contaria. Sigo estando asustada.

Quiero hablar pero no me dan las palabras. Posiblemente si abro la boca su nombre será lo único que salga. Dejo que sea él quien empiece...

Es tímida y supongo que su querido Edward nos debe de haber puesto a parir. Gracias Cullen. Me siento en el sofá como ella me indica y se sienta en la otra punta. Parece querer hablar pero titubea, supongo que no sabe por dónde empezar.

-Mira, supongo que Edward no habrá dejado muy bien a mi familia... Pero tienes que saber que no somos tan malos como piensas. Sólo velamos por el bien de la raza ¿entiendes?-Asiente con la cabeza, ¿me tiene miedo?-Y bueno... yo quería que supieras que sé que es difícil por lo que estás pasando, así que sólo quiero que sepas que bueno me puedes preguntar lo que quieras.

-No lo entiendo... muy bien...

-Querem... Digo quiero que esto te sea más fácil y tal vez poder resolver dudas sobre nuestra especie, los Vulturis o... sobre él.-Y remarco esto último.

-Me... me estas diciendo... ¿que eres en plan... un diccionario de... vam... vampiros?

-Soy lo que quieres que sea, sólo quiero que entiendas que alejarte de él no es la única solución.-Ya lo había dicho si reaccionaba bien podría seguir por ese camino. Podría tantear su conversión y hacer que Edward entrará en razón.

Mis ojos se abren como platos con lo que dice. Puedo estar asustada, y ser torpe, pero no soy tonta. Otras soluciones, otras.... no puedo ser lo que realmente estoy pensando?

- Eh bueno... antes que nada... - aclaro un poco la garganta, debo hacer como que no tengo miedo - tú... ¿eres como él?

- ¿A qué te refieres?

- Me refiero si... también eres vegetariano.

Suelta una larga carcajada. No sé si reírme o asustarme.

- No... eso sólo lo hacen los Cullen. Pero tranquila, no he venido a comerte - su sonrisa se ensancha más.

E involuntariamente mi cuerpo se mueve unos centímetros más lejos de él, como un cambio de postura incómoda. Realmente ahora, entendía cuándo me decían que me gustaba meterme en la boca del lobo, o en la del vampiro, en este caso.

- Bueno y... - no sabía cuánto tiempo llevaba ya aguantando esta pregunta, pero no podía dejarla dentro por más tiempo - ¿Cómo está... él?

Se me pone un nudo en la garganta, y siento que de un momento a otro mis ojos se poblarán de lágrimas, pero no quiero hacerlo. No ahora.

Le asusta mi dieta, le intimida mi presencia y ese no es el camino que quiero que tomen las cosas. Quiero su confianza, no su miedo.
Retiene las lágrimas cuando me pregunta por Edward. ¿Que le digo? ¿Que está bien? ¿Que se quiere ligar a mi ... a Nico? Sopeso pros y contras de decirle esto y opto por lo fácil.

-¿Quieres que te diga lo que quieres oír o la verdad?

-La verdad.-Y no duda al decirlo. No quiere seguir en una burbuja aislada.

-Lo cierto es que... se ha adaptado más o menos bien. Aunque a veces está algo... pensativo.

-¿No te ha dicho nada de mi?-Dice mientras dos pequeñas lagrimas corren por sus mejillas.

-Lo cierto es que... no hablo mucho con él.-Digo intentando quitarle hierro al asunto. No quería que se deprimiese, quería que viese posibilidades, esperanzas, salidas.-Pero nadie te ha preguntado como estás tu... ¿no quieres hablar de ello? Conmigo puedes... si quieres.-Le alcanzo un pañuelo de encima de la mesita y despacio le seco las lagrimas.

Veo que no quiere hacerme sentir mal. ¿Realmente le importará lo que me pase? Quizás me haya equivocado, y venga con buenas intenciones. Trato de relajar un poco mi postura, aunque el nudo en la garganta no me deja mucha comodidad.

Y no puedo evitar sentirme realmente estúpida, llorando ante un vampiro que podría intentar matarme, y tener ganas de desahogarme. Porque no podía hacerlo con nadie más, nadie más sabía, y con Jake... bueno, no hablábamos de Edward.

- Yo... estoy bien - digo mientras aliso una arruga de la telilla del sofá.

Nadie cuerdo se lo creería, pero debo hacer el intento. Cuando estás así, si te preguntan demasiado, te derrumbas en seguida.

- Eso no es lo que parece... - susurra.

Levanto la mirada y lo miro directamente a los ojos. No sé si hay algo oculto o no en ellos, pero por algún extraño motivo siento que puedo confiar.

- Bueno - las lágrimas ahora descienden una tras otra, pero no sollozo ni hago ruído al llorar - Hago lo que puedo. Estoy intentando... vivir. Ya sé que no soy nada para él ahora... es sólo que... es difícil.

No encuentro otras palabras para expresarme. No sé siquiera si podría llegar a entenderme.

- Bueno... espera. Ni siquiera sé cómo te llamas - suelto una pequeña risa nerviosa, estoy desahogándome con un desconocido del que no sé ni el nombre.

- Demetri - sonríe de nuevo, y realmente encandila, era cierto que los vampiros eran atrayentes, que lo que hacían te invitaba a... acercarte a ellos.

- Pues eso Demetri... ¿has estado alguna vez enamorado? - pregunto sin más, sólo si dice que sí, podría saber cómo me siento.

En realidad podría superarlo, podría olvidarle sola, sólo necesitaba tiempo, tiempo y conocer gente. Conocer que la inmortalidad la puedes pasar con quien quieres.

-Si, he estado enamorado... a mi manera.

-¿A tu manera?

-A veces creí que estaba enamorado y lo cierto es que era mentira... Me dolía y luego reparaba en que sólo era un deseo de tener lo prohibido. Pero si, sé por lo que estás pasando.

-¿Y como lo... superaste?

-Dejándome ayudar y dejando que alguien me mostrara las cosas con perspectivas diferentes, nuevas, unas que yo no podía ver. Tal vez eso sea lo que te haga falta... si me dices como estás de verdad.

-Tengo pesadillas.-Suelta de pronto.-Siento un agujero en el pecho, siento su vació.-Y rompe a llorar más de lo que lo estaba haciendo. Me acerco a ella despacio y la abrazo con delicadeza no quiero hacerle daño. Sus lagrimas mojan mi traje y parece haber olvidado que hasta hace unos minutos tenía voluntad para reprimir las cosas. Que hasta hace unos minutos no se dejaba ayudar.

-Lo siento.-Susurra entre hipidos.

-No tienes nada que sentir, ojalá yo pudiera llorar.-Le susurro al oído.

Siento de nuevo el abrazo del hielo, la sensación de frío cuando unos brazos me rodean, y sus palabras susurradas en mi oído, suenan como un cántico. Cierro los ojos, y su voz me consuela, siento el tacto alrededor de mí, y me siento cómoda.

Siento cómo poco a poco el llanto cesa, me calmo, y siento que él también siente algo, también tiene algo dentro que lo carcome. Me separo un poco de él, todavía con los ojos cerrados. No me había dado cuenta. Huele como él, huele a Edward... acerco un poco más mi cara par dejar que el olor penetre por mi nariz, su olor, olor a vampiro...

Cuando me doy cuenta de lo que estoy haciendo abro los ojos, y el rostro de Demetri está demasiado cerca, mirándome también. Siento cómo el calor empieza a subir por mis mejillas, y me levanto del sofá nerviosa para que no lo vea.

¿Cómo pude confundirlos? No, no eran tan parecidos, sólo... mmm...

- Espera tenía que recoger unas cosas... - digo nerviosa, no sé ni lo que digo, sólo empiezo a mover las cosas que había fregado hacia el cajón. Un par de sartenes, dos platos y un cuchillo.

Guardo todo apresuradamente, y noto cómo algo me pica en la mano. Levanto el dedo y cae una gota de sangre. He debido rozarme con la hija del cuchillo sin darme cuenta, y me he hecho un buen corte.

Siento una expiración profunda, y miro hacia el sofá. Demetri tiene los ojos cerrados, y mueve las aletas de la nariz, olisqueando...

Se sonroja y había olvidado lo bien que les sentaba eso a las mujeres, las vampiras no pueden sonrojarse. Se levanta ansiosa, nerviosa y guarda cuchillos y tenedores en el cajón. Hasta que algo interrumpe el latido acelerado de su corazón. Sangre. Huele exquisitamente. No puedo evitar analizarla, paladearla como si fuera un buen vino que tengo que catar. Cierro los ojos y me deleito con la imagen de su sangre corriendo por mi boca. Pero me detengo en mi fantasía.
Abro los ojos y la veo muerta de miedo, pálida incluso. Aterrada.
Me levanto lentamente, llevo siglos de autocontrol, yo tengo mucha más experiencia que Edward y estoy mejor saciado. He comido en Port Angeles a adrede.

-¿Dónde tienes el botiquín?-Pregunto sereno. Mirando sus ojos para no caer en el color de su sangre.

-Arr... Arriba en el baño.-Subo corriendo abriendo puertas, a la segunda encuentro el baño. Lo veo sobre una estantería, cojo gasas, agua oxigenada y vendas. Vuelvo junto a ella. Cojo su brazo despacio y paro la leve hemorragia con las gasas. Desinfecto la herida. Ella cierra los ojos y ahoga un gemido. Supongo que le duele. Le vendo el brazo despacio, con cuidado.

-Gracias.-Susurra.-¿Como lo has hecho?-Pregunta aún asombrada.

Lo que no sabe es que me ha tentado, que me he imaginado matandola.

-Tengo más años de los que crees preciosa.-Digo sonriendo. Y se sonroja.

Me asusto por nada, puede. Pero si a Edward le costaba mucho aguantarse, siendo un vampiro vegetariano, no entendía cómo él podía hacerlo. Estar tan cerca y no... bueno.

Me muerdo el labio mientras cura la herida, me está doliendo mucho, el agua oxigenada hace que la piel escueza.

- Ojalá pudiera decir lo mismo - digo aún presionando mi labio inferior.

- ¿No te gusta la sangre? - sonríe divertido.

- No mucho... me marea.

- Curioso...

Tuerzo un poco la cara y frunzo el ceño. Es extraño. Me cura como si nada, como si no le supusiese un esfuerzo, y no hace otra cosa que sonreír. ¿Acaso tiene un don, como el de Edward? ¿No sabrá lo que estoy pensando no?

- Bueno - rompo el nuevo silencio - ya lo estás comprobando. He aquí el bicho raro de Forks, le aterra la sangre, y le atraen los vampiros.

-Bueno ya lo estás comprobando. He aquí el bicho raro de Forks, le aterra la sangre, y le atraen los vampiros.-Suelto una carcajada.

-Si todas las rarezas del mundo fueran esas este mundo sería mucho más hermoso.-Se vuelve a sonrojar y lo cierto es que me encanta que lo haga.-Como cuando te sonrojas.-Su corazón late un poco más rápido.

-Oye... ¿No tendrás un don para poder hacer esto verdad?

-¿Me estás llamando tramposo?-Digo mirandola y arqueando una ceja. Se ríe tímidamente.-Tengo un don pero no es este, ni leer mentes.-Confirmo al ver que no esta muy al tanto de los dones posibles.

-¿Y cual es?

-Mi don es localizar a cualquier persona en mundo con sólo verla o olerla una vez.

-¿Enserio? ¿A si me has encontrado?

-Me temo que no preciosa, tu te me resistes.

¿Estará ella al tanto sobre su don? Tal vez no me toque a mi decírselo, tal vez ya lo sepa. Pero verla sonreír y que deje de lado su tristeza aunque sea un momento es tal vez más gratificante que probar su sangre.

No entiendo a qué se refiere. Muchas de las cosas que dice se me escapan, como si me perdiera chistes privados, o él viera algo donde yo no veo nada.

- ¿Qué quieres decir con eso? - pregunto curiosa.

- ¿No lo sabes?

- ¿Saber qué?

- Mmm..... parece que el Cullen no te contaba demasiadas cosas - dice moviéndose hasta el sofá de nuevo. Yo lo sigo, me siento a su lado.

Trato no hacer ninguna mueca cada vez que pronuncia su nombre, o su apellido, se supone que no debe importarme, aunque ya he demostrado que no es así.

- No... en realidad no me decía muchas cosas sobre nada. No quería... que yo me involucrase en su mundo.

Trato saliva. Porque esa era la realidad. Nunca me dejó participar de eso, entenderlo, saber de su mundo, conocerlo por mí misma. Sólo... se limitaba a protegerme, y a negarme todo. Y aún así, no entendía cómo podía ser capaz de quererlo tanto, hasta el punto de dolerme ya.

Así que Edward se cuidaba de mantenerla en una burbuja, sobre protegida. Si no sabes como es tu enemigo no puedes defenderte, primera norma.

-En fin... te lo explicaré yo... si quieres claro.

-Si, por favor.-Sonrió otra vez y empiezo con el sermón que nunca pensé contar a un humano. A un neófito si, pero a una humana no.

-Algunos vampiros nacen con dones, algunos los desarrollan desde su humanidad otros tras su transformación. Tu eres del primer caso.

-Quieres decir...¿Que tengo un don?

-Si y bastante útil por cierto. Tienes una especie de escudo mental, ningún poder que tenga que ver con la mente te afecta. Por eso yo no puedo localizarte ni Edward leer tu mente. Pero no se muy bien como funciona tu poder... siendo humana no puedes desarrollarlo del todo. Lo que no entiendo es porque Edward no te contaba esto, al fin de al cabo era sobre ti.

-Supongo que me ocultaba muchas cosas...

-Eh eh no hace falta ponerse triste, yo te las cuento.-Parece que hay un intento de sonrisa.-Bueno... que más. Tu sabes que un vampiro puede ser... vegetariano. Pero sabes... ¿si les sacia completamente?

-Bueno él solía venir a verme después de cazar...

-Ya bueno... lo cierto es que la sangre animal nos deja a medías. Aunque nunca la he probado. Es como si te calientan y luego te dejan con ganas de más, no se si me explico.

-Si... Si te explicas.-Dice ella como recordando algo que yo no sé. Al parecer ella también tiene sus propias bromas privadas.-Lo que no entiendo es porque tu has podido curarme y él ni siquiera puede... puede toc... estar conmigo más de la cuenta.

-Lo de la dieta influye, y bueno lo cierto es que yo tengo más años que el.

-¿Entonces tu podrías...-No acaba la frase, pero creo que se a que se refiere por que se ha sonrosado y antes me ha dado más pistas.

-Si, podría.-Vaya, vaya parece que el vegetariano dejaba las cosas a medio hacer. Ya decía yo que eso de ser vegetariano influía en el rendimiento en la cama...

Me siento totalmente incómoda. No debería hablar de esto con alguien que acabo de conocer, pero lo cierto es que me asombro... Para empezar yo... ¿tengo un don? Claro que sabía que Edward no podía leer mi mente, pero no creía que eso significara nada... o nada especial... Un don.... tenía algo que los demás no tenían... eso me alegraba.

Pero poco tiempo tenía para alegrarme... ¿decía que él si podía...? Trato de contener todo el color en otra zona que no sea mi cara, tenso la mandíbula esperando que haga efecto, y así poder hablar.

- Bueno, pero con una humana supongo es diferente, no es como si... - no me deja terminar la frase.

- Sí podría - vuelve a admitir, y su sonrisa pícara hace que me sonroje de nuevo.

Y no lo entiendo. ¿Por qué entonces Edward no... podía? Si los vampiros podían, él también debería... quizás la cuestión no era que no pudiese, sino que realmente no quería... No tengo por qué asombrarme, siempre supe que era demasiado poco para él, apenas tenía pecho, estaba bastante delgada, y mi cara no era de lo mejor... quizás un vampiro necesitaba mucho más que eso, para poder...

Paso la mano por mi frente, frotándola. Llevo demasiado tiempo sin hablar de él, de nosotros, de lo que fue, y soltarlo todo de golpe no sé si me hace demasiado bien. Sé que después estaré peor, pero al menos sabré más, y tendré a qué atenerme.

- Bueno, en realidad no importa - finjo para cambiar de tema - yo ya... me voy sintiendo mejor. Tengo amigos, estoy bien.

Me estoy aguantando la carcajada, aguántate, aguántate. Piensa en blanco, piensa en blanco. Pero no puedo volver a reafirmarme en que si podría. Y tanto que podría, de echo después ni se acordaría del vegetariano y su impotencia o que se yo después de eso.
Pero creo que ella se lo toma mal, como si se sintiera inferior, como si Edward fuera demasiado. Y eso me saca de quicio. Me cambia de tema pero esto al Cullen no se la dejo pasar.

-Bueno, en realidad no importa yo ya... me voy sintiendo mejor. Tengo amigos, estoy bien.-Tomo su barbilla tras que me diga eso.

-Te voy a decir una cosa y quiero que me escuches ¿vale?

-Ajah.-Dice algo avergonzada por mi cercanía.

-No pienses ni por un segundo que no estás a su altura. Ese no sabe ver lo bueno ni aunque se lo restrieguen.-Digo sonriendole con algo de picaresca, tal vez mi frase si tenga un doble sentido. Se sonroja más que las otras veces y su corazón late desbocado. Debería soltarla, pero oír su corazón y sentir su respiración tan cerca es... agradable incluso atrayente. Demasiado.

Toma mi cara y me siento extraña, incómoda, no dejo de recordar que acabo de conocerlo, y que sigue siendo un Vulturi. No puedo evitar ponerme nerviosa, y más con lo que dice...

Pero él tampoco entiende... si viera a Edward como yo lo veo, en toda su perfección, en sus labios, en sus palabras, en su calor... me entendería...

Trago saliva y me separo un poco de él, quizás no se había dado cuenta, pero estaba muy cerca de mí, demasiado. Eso me ponía nerviosa, me recordaba a él, su cercanía, y sobre todo el olor... ahora entendía por qué me había dicho, que todo lo que había en los vampiros te invitaba a ir hacia ellos...

Trato que mi corazón se calme un poco. Si Jake supiera, que hay un vampiro en mi casa, no sé qué haría... rezo para que no entre de un lugar a otro. No quiero que le pase nada, ellos no deben saber de los hombres-lobo.

- Bueno.... y ahora que ha pasado un rato... ¿puedes decirme qué es exactamente lo que has venido a hacer? Digo, buscarme a mí...

Jugar con los humanos es gracioso, divertido. Tan inocentes, tan crédulos... Edward en el fondo tiene razón no son capaces de ver más allá de lo evidente, debería convertirla.

- Bueno.... y ahora que ha pasado un rato... ¿puedes decirme qué es exactamente lo que has venido a hacer? Digo, buscarme a mí...

-Por poder podría. ¿Pero no es más divertido adivinarlo?-Me mira con cara de pocos amigos, está claro que no está para bromas...-Lo cierto es que creo que ya sabes porque estoy aquí.

-¿A si...?-Pregunta extrañada.

-Sabes que Edward no cumplió las normas, sabes que tenía un plazo y ahora que no está... no queremos que el plazo no se cumpla. Eso... conllevaría... consecuencias.

Traga saliva, tiene miedo y no es para menos. Puedo ser amable pero también la puedo desangrar en menos de lo que ella tardaría en dar una bocanada de aire. Pero no quiero matarla quiero hacerla dudar, que desconfié de Edward y que luego el lo vea en mi mente. Que sepa que ella accedería a que la convirtiera... pero primero tengo que asustarla un poco... sólo un poco.

-¿Que clase de consecuencias?-Pregunta tal vez envalentada. Me situó detrás de ella muy rápido, se gira asustada, pero yo estoy sentado sobre la encimera y sonrío divertido.

-No creo que sea agradable de escuchar Isabella... Tal vez... no se tal vez podría haber otras soluciones si Edward no accediera...

Y ahora vuelvo a darme cuenta, que no debía dejar que se me fuera la cabeza. Aunque pareciese amable, no debo fiarme. Y trato de entender lo que me dice, pero no sé si quiero darme cuenta...

- ¿Puede pasarle algo a Edward? - pregunto frunciendo el ceño.

- Depende... ¿qué estarías dispuesta a hacer?

Pienso bien la respuesta. Creo que estoy cometiendo bastantes estupideces esta noche....

- Edward nunca ha querido convertirme... - comento como si nada.

- Ya veo... ¿pero tú quieres ser una de nosotros?

No sé si se refiere a ser una Vulturi, o a ser un vampiro. No creo que quisiera ser de esa guardia, pero un vampiro.... pienso en Jake, si él supiera, no podía hacerle eso, sería su enemiga... Pero es lo que siempre he querido. Claro que, siempre lo había querido, porque lo tenía a él, quería una existencia infinita, pero sólo si podía compartirla con Edward. ¿De qué me servirían cientos de años, para pasarlos a solas? Él había dejado claro que no me quería...

- No lo sé... Edward... bueno. ¿Qué sentido tiene ser un vampiro si no estoy con él?

Duda, no termino mis frases no las concreto. Tengo que saber por dónde asaltarla.

-Bueno... tal vez él cambiara de idea o... tal vez no te cuente... todo.

-¿Que quieres decir?

-Quiero decir... que tal vez sepas menos de lo que crees. Si está contigo corres peligro, admite que eres un poco suicida... Pero si te deja aquí, sola, corres el mismo peligro. ¿No has pensado en que se aleja porque piensa que es lo mejor? No creo que un vampiro se acercara a una humana por capricho y luego la abandonara... Por lo menos yo no.

-Estás diciendo que quizás... ¿él me quiere?

-Estoy diciendo que tal vez... si viera lo que puede pasar... te cuente más cosas.

Parece pensar en lo que digo, seguramente la confundiré más... pero tal vez caiga en la cuenta de que puedo cumplir su sueño de ser inmortal. Siempre y cuando colabore más de lo que lo hace su familia.

Y ya no sé en qué pensar. Me gustaría creer que tiene razón, que aún cabe una posibilidad, por remota que sea... pero no creo que sea posible. ¿Y si me convierto, soy vampira, inmortal, voy por él... y ya no le intereso? Quedaría destrozada, y no podría volver a atrás, me había dicho que la conversión no era algo que se pudiera deshacer. ¿Estaría dispuesta a cambiar mi vida, a arriesgarlo todo, a cambio de una ínfima oportunidad? Aún... no lo sabía...

- No estoy... segura... - susurro.

- No tienes por qué decidirlo ahora.

Y pienso. Se supone ambos están juntos en Italia, que aunque no se hablen mucho, sí deben tener cómo ponerse en contacto, no? Recuerdo todas las veces que llamé a su antiguo móvil, sin respuesta. Las veces que rellamé al número extranjero, sin conseguir nada tampoco. Pero él.... sí debía tener cómo.... y si veía que era otra persona quien llamaba, quizás sí...

- Necesito que lo llames. Bueno, que me dejes llamarlo, escucharlo, tú debes tener su número - sueno decidida, no quiero acobardarme en esto.

Esta claro que no ha dado resultado, que necesitaré algo más que tentarla... Llamarle, no. Demasiado arriesgado.

-Lo siento pero eso no puedo concedértelo.

-Vaya pues no eres el genio de la lampara.

-JA que graciosa, Isabella no puedo hacer eso, no estoy autorizado. Lo siento.-Baja la cabeza y pierde algo de brillo en los ojos... De verdad que no entiendo el afán de Edward por no convertirla...

-¿Y entonces para que estás aquí si no puedo saber nada de él...?

-Bueno tal vez no te des cuenta de que... estás embrujada por tu vampiro. ¿No has pensado en que estás tan loca por él porque no conoces otra cosa?-Pregunto poniéndome en cuclillas frente a ella, mientras sigue sentada en le sofá.

-¿De que... hablas?

-Por favor no me vengas ahora con que no me entiendes...-Digo clavando mi mirada en la suya, si esto no da resultado tendré que esperar a que Cullen me facilite su siguiente movimiento. Me acerco un poco más a ella y noto como se agita, es tan divertido que sonrío otra vez.
Caerá, los humanos siempre sucumben a nosotros estén o no estén enamorados...

-Bah, estás deseando que lo haga, estás deseando que te demuestre que él no es tan especial...

Vuelve a ponerse de nuevo, cerca, en situación comprometida. Y ahora veo que lo hace para tentarme, para... ¿demostrar algo? No termino de entenderlo, pero le enseñaré que no es así, que Edward no es cualquiera... aunque no puedo negar que me recuerda a él, su olor, su tez perfecta, el color blanquecino. Pero no, no es el mismo...

- Creo que te estás confundiendo... - me apoyo un poco más hacia atrás en el sofá, trato que mi corazón no se lance demasiado, sé que ellos pueden escuchar esas cosas.

- A mí me da que sí... y quizás veas las cosas de otro modo. Si supieras que hay miles de vampiros en el mundo, no tienes por qué quedarte con ese... - sigue demasiado cerca, y no me gusta, pero a la vez es como un imán que me impide salir corriendo.

Quizás se trate de eso. Quizás lo hayan enviado para comprobar si soy digna de guardar el secreto, si puedo mantenerme fiel a Edward, aunque ni siquiera estemos juntos. O si puedo caer con cualquiera. Si esa es su misión, demostraré que no importa a cuantos kilómetros de distancia estemos, ni importa que no me quiera... porque siempre será él.

- Puede que haya miles... pero creo que eres tú quién no te das cuenta de algo. No amo a los vampiros, solamente quiero a uno. Y ese... es Edward.

Me estoy empezando a cabrear, esto empieza a ser cargante. Y que me nieguen las cosas no me gusta. Me importa una mierda si quiere a Edward o no lo que yo quiero es que Edward se sienta traicionado que vea que ella corre peligro si no la convierte. Que no es suficiente eso de borrón y cuenta nueva. Los Vulturis no damos segundas oportunidades y él está rebosando mi paciencia.
Me levanto de golpe, tal vez he sido un poco brusco.

-¿Quieres llamarlo no? ¿Quieres oír su voz y como te dice te amo y te echo de menos no? Muy bien... Haz lo que quieras.-Cojo el móvil y busco su teléfono en la memoria. Se lo entrego.-Toma, pero atente a las consecuencias Isabella Swan.-Tal vez te sorprendas. Nico está con él y espero que en ese momento también.-Sólo tienes que apretar ese botón.

-¿Contestará?

-Si no contesta es que está muerto o ocupado.-Digo rotundo, no puede no contestarme al móvil, es su obligación.