Centro Comercial de Forks

- Ya casi estamos... - digo girando hacia la derecha, y aproximándome al parking del centro comercial.

- ¿Ya? Pero si tu Chevy no pasa los... - mira de reojo y después mira hacia la ventanilla, sin terminar su frase - ¡Qué bien que hayamos llegado! - exclama de manera un tanto teatral.

En el fondo sin sus bromas, no era él mismo, tampoco me molestaba, sólo que a veces se pasaba. Pensé aún en cuando me vio en ropa interior...

- ¿Qué pasa que te pones roja? - dice Martin abriendo la puerta del copiloto cuando aparcamos.

- Nada... pensaba en cosas.

Me mira como cuando está a punto de hacer una broma pesada, pero de nuevo se lo piensa y hace con los dedos como si cerrara su boca con cremallera. Sonrío y bajo del coche.

- ¿Es bastante pequeño no? - pregunta una vez que nos acercamos a la entrada.

- Sí... yo también lo pensaba, en Phoenix todo es mucho más grande. Pero es mejor que nada - contesto entrando al centro comercial, y dirigiéndonos hacia la taquilla de los cines.

- ¿Eres de Phoenix?

- Si, mi madre vive allí. Yo vine a pasar una temporada con Charlie.

- Y al final te quedaste, ¿me equivoco? - asiento con la cabeza - Y hasta puedo imaginar por qué lo hiciste... - mira hacia el frente y se sumerge en sus pensamientos - Quedarte en un lugar que no es tu casa, sólo por esperanzas, porque puedas estar con alguien...

- Oye, si piensas quedarte en mi casa hasta que uses bastón, puedes ir cambiando de idea eh - ahora soy yo la que bromeo.

- No tranquila, no me quedaré tanto - dice más serio.

Pero en el fondo, no quiero que se vaya, me hace bien que esté allí.

- Bueno, quitando que me sacas de quicio y me espías, no está tan mal que te quedes... - trato de no sonrojarme al ser sincera - Por mí puedes estar bastante tiempo.

Sonríe, y parece que va a decir algo, pero antes de que lo haga pido las entradas para el Rito en la taquilla. Cuando voy a pagar Martin me hace a un lado y saca su billetera, pagando ambos tickets.

- ¿Por qué hiciste eso? - pregunto cuando ya viene con las entradas.

- Los novios son los que pagan.

- Pero no eres mi novio - respondo arqueando una ceja.

- Pero sí soy tu amigo gay. Ellos también pagan - hago una mueca y le hago caso.

- Entonces a mí me toca invitarte a las palomitas - digo moviéndonos hasta el puesto de palomitas.

- Y si pagamos mitad y mitad? - digo mientras caminamos hacia las maravillosas palomitas.. - Es que yo como palomitas como por mil personas..
- Deja de bromear.. - dice abriendo su bolso - y no. Yo pago.
- Vamos no seas porfiada...
- Mira - para en seco y me mira rudamente - Compraré palomitas para millones de acuerdo? No insistas.
Bajo la cabeza apenado, me saco la chaqueta de cuero, el aire acondicionado me hace sentir calor de pronto.
- Okey.. Después no te lamentes que por mi culpa no tienes dinero para la gasolina de tu autoootoote!
Río y ella me mira con esa cara de "No te metas con mi auto".

Compra las palomitas, y de las más grandes sólo para molestarme, amo las palomitas por sobre todas las cosas. Dos bebidas..
- Has visto que compraste el combo pareja?
Mira hacia el letrero con las ofertas y promociones mientras paga... se ríe.
- Quizás sea el destino.. Las palomitas han hablado!!!! - digo exagerado.
- Idiota.. - dice riendose y entregandome una bebida. Se queda con las palomitas ella y las abraza con todo afán de posesión..

- Te pareces a Golum.. - murmuro cuando ibamos buscando la sala.
- Qué es eso?
- El mono feo del Señor de los Anillos? Ese que dice.. "mi tesoro.. mi tesoro" y toma el anillo del mal y lo quere para él, sólo para él.. Es igual de acaparador que tú... - río mientras le robo palomitas.

Bueno, quizás así pueda hacerte chantaje. Si te portas bien, te doy palomitas, sino no... - digo sonriendo.

- ¿Pero no quedaste que tú pagabas pero eran para mí?

- ¬¬ Son para los dos... come las que quieras - mete la mano en la caja y se lleva un puñado a la boca, algunas caen por fuera - Martin! Pero déjame algunas, no seas animal.

Se ríe, mostrando algún resto de palomitas entre los dientes, y yo suelto una gran carcajada.

- ¿Por qué te ríes tanto? - pregunta mirándome.

- Nada nada... tú también te ves lindo hoy - con palomitas incluídas.

- ¿Yo? Siempre - se coloca el cuello de la camisa, lo hacía demasiado.

- Bueno vamos ya... - digo mientras él le entrega los tickets al chico de la entrada a la sala, que nos indica que nuestra sala es la 2.

- Oye... ¿realmente crees que dará miedo esta peli? - pregunto mientras bajamos hacia la nuestra.

- Espero que sí. ¿No irás a llorar de pánico no? - se burla.

- No ¬¬. Prefiero que sean de terror, pero tampoco que se pasen...

- Bueno yo te protejo tranquila -de nuevo riéndose de mí, en momentos así no me arrepentía de haberle abierto al grifo cuando se duchaba.... lo usaría como práctica diaria.

Entramos a la sala, las luces están entornadas, en 5 minutos comenzará la película. La sala desciende hacia el fondo, bajamos los pequeños escalones para buscar nuestras butacas.

- 12b y 13..... - digo mientras bajo mirando el ticket, con las palomitas en la otra mano, hasta que sin querer tropiezo en un escalón y me voy hacia delante.

Rápido en reflejos, Martin se gira justo cuando voy a caer, y me sujeta por la cintura, manteniéndome en pie.

- Gracias... - las luces empiezan a bajar la intensidad y lo agradezco, debo estar como un tomate, y la gente me está mirando.

- Lo hice por las palomitas.... - me suelto y antes de que diga nada me dice que es broma, como siempre.

A pesar de que esté con tristeza, tiene pinta de que es fuerte superficialmente, no tanta, sino como una nena normal. Pero me equivoco, y cada minuto que pasa lo corroboro más, siempre se tropiesa o le pasa algo...

Ahora se encuentra morada de la verguenza, mientras siento un par de risas en la sala...
- Algún problema? Son muy perfectos que nunca tropiezan? Tarados. - murmuro fuerte y claro.

Bella se sienta aún avergonzada y yo ya quiero que alguien diga algo.
- Olvidalo ya.. - dice susurrando.
- Odio la gente que se cree perfecta! - dico enojado.
- Pero si tú te crees perfecto!! - ríe moviendo las cabritas.
- Es que yo lo soy, no me creo... - me río mientras le robo un poco. - Me gusta que no te importe mucho lo que piense los demás. - suelto.
- Ah si? Eso es un piropo? - susurra bajito, la pelicula comenzaba.
- Como lo quieras ver.. - sonrío - Tengo un don para los piropos!
Me mira sonriendo y se come un par de palomitas.

Todo oscuro, lleno de parejas, y yo me siento un tanto hiperquinético, la película era claramente de terror, había leído la reseña y visto la sinopsis en Canadá.
Odio las películas de exorcismos, suelen.. causarme un cierto rechazo las películas de terror extremo, pero como soy hombre, no debo decir nada.

La película comienza con un "basado en hechos reales" y Martin no deja de moverse en su asiento. Matt, el protagonista, era un estudiante norteamericano que se prepara para el sacerdocio, aunque no cree demasiado en las posesiones; para recuperar su fe acude a la escuela de exorcismos de El Vaticano, y ahí empieza a verse cara a cara con las fuerzas demoníacas.

- ¿Te pasa algo? - le susurro a Martin en el oído.

- No... es sólo que... me duele un pie - se mueve un poco más y levanta un pie. Lo miro haciendo una mueca rara, hasta ahora no le había dolido nada.

Miro de nuevo hacia la película, está interesante, ahora el sacerdote va a entrar a la habitación de una chica que dicen que lleva meses poseída. Voy a meter la mano para coger palomitas, y me encuentro con la mano de Martin. La aparto y dejo que él coja, pero cuando la levanta me hace una pequeña caricia que me produce escalofríos. Me da la sensación de que no está muy pendiente de la película, quizás no le gusten las de terror...

Cojo unas cuantas palomitas y las llevo a la boca, con tan mala suerte que se me cae una. Bajo la cabeza. Oh, genial. Martin parece que no se ha dado cuenta. Meto la mano por el escote y recupero la palomita perdida. Siempre me pasaban estas cosas.

De pronto en la peli la chica se pone a gritar con una cara más fea que el mismo demonio.

- Mierda - dice Martin.

- En serio... ¿qué pasa? ¿Tienes miedo? - susurro divertida, aunque por su cara igual iba en serio.

- No crees que está aburrida? - digo tratando de no mirar la pantalla.
- No.. - come palomitas..
- Creo que alguien me llama!! - le digo, me levanto y salgo de la sala.
No ando con móvil, pero necesitaba salir de la sala, no me gustó para nada la película.

Voy al baño, mojo mi cara y voy donde venden las palomitas.
- Tiene chocolate?
- Claro.
Me siento en una banca que está al frente de la confiteria y comienzo a comer el chocolate. A la película le faltaba una media hora, Bella tendrá que salir cuando termine...

Dice que alguien lo llama y se va. ¿Pero cómo lo van a llamar si había dejado el teléfono apagado? ¿Por telepatía? Espero cinco minutos por si ha ido al baño, y vuelve. Miro hacia atrás y nadie más se mueve. Decido salir también, llevándome las palomitas y las bebidas. Procuro no caerme, está todo a oscuras y cualquier tropezón me pondría en el suelo ahora.

Atravieso las puertas, y lo veo al fondo, sentado en un banco comiendo una chocolatina. ¿Le pasaría algo? No estaría así porque le daba miedo... ¿no?

Me acerco hasta donde está y me siento a su lado.

- ¿Me das un poco? - le pregunto señalando el chocolate, y extiendo la mano para que me dé un trocito.

Martin sonríe, y acerca la chocolatina en mi boca, en lugar de darme un pedazo. Muerdo un poco y pongo la mano debajo, casi se me cae. Sonreímos los dos.

- ¿Por qué no me dijiste que no te gustaban las películas de terror? - pregunto mirándolo.

- Porque pensé que sería mejor ver eso a una romántica... - da un nuevo mordisco y mira al frente.

- Pero podrías haberme dicho.... has pagado para nada. Si ya lo sabía yo, es lo que tiene venir al cine con un amigo gay... - trato de sacarle una sonrisa.

Me río sonoramente y ella me acompaña. Me gusta que aunque me conosca tan poco logre saber con qué hacerme reir.

- Lo lamento... Te veias interesada..
- No te preocupes.. - me roba más chocolate. - Siempre comes chocolate cuando tienes miedo..?
La miro, pero su cara no dice que se está burlando de mi.
- A veces.. - digo de verdad - Otras me oculto debajo de las sábanas y grito Noraaa Noraaa el cuco me va a comer!!!! - digo no de verdad..
Empieza a reir y la paso el brazo por encima de su hombro.
- Me asusta que no puedas hablar serio nunca... - dice tratando de no reir.
- Si puedo, pero trato de evitarlo.. Ninguno de los dos necesita eso no? Además, no lo hago así como superficial, te hago reir por que me gusta, no por que sienta que lo deba hacer por obligación.

Seguimos un rato ahí, comiendo palomitas, chocolatina, y tomando bebida.

Siento que algo le pasa, pero no termina de decírmelo... yo sólo trato de no pensar en lo que me pase a mí también. Saco mi móvil y lo miro, vacío. Nada de Jake, por supuesto, nada de Edward... nunca más volverí a llamarme, después de lo que oí...

- ¿Estás bien? - pregunta mirándome.

- ¿Y tú? - nos miramos por unos segundos y nos echamos a reír.

- Tienes chocolate en los dientes! - digo riéndome aún más, él se pasa la lengua y pone mala cara, pero termina por reírse también.

- Mientes.. - dice aún pasando la lengua.

Quedamos riendo un rato más, hasta que ambos quedamos en silencio. Y no sé si deba preguntarlo o no, si es lo mejor para él. No sé si quiero hacerlo, porque quizás eso provoque que quiera volver a Canadá, pero no puedo ser tan egoísta...

- Martin... he pensado... es temprano. ¿Quieres que vayamos hasta La Push, la reserva? Ya sabes....

Me atraganto y ella un poco asustada me golpea la espalda..

- Que vayamos donde?! - exclamo parandome rapidamente.
Deja las cosas en el asiento, se levanta y me mira.
- A ver.. ya sabes.. a Marie.
Mierda, tengo un mal, pésimo presentimiento de esto.
- Quizás..
- Martin - me mira dulcemente - Creo que será mejor que vayamos hoy.. No quieres saber..
- Si quiero - corto. Ella se veía triste y yo no logro entender por qué.
- Entonces..
- Es que.. creo que no irá bien..
Me mira, y no sabe que decir.
- Bueno, vamos. Tengo que ser hombre. - tomo aire como si tomara valor. - Terminemos con esto.
Tomo las cosas, las palomitas, le doy el chocolate, y camino fuera del cine. Quiero un cigarrillo.

Camina a paso firme, aunque siento que cree que va hacia el matadero. Pero esta vez no puedo hacer nada por él, debe tratar de solucionar sus cosas, así como yo lo intenté... la esperanza era lo último que se perdía.

- Ey espérame - corro hacia él, que ha salido del centro y se dirige a mi coche.

Veo cómo aprieta las manos nervioso, ansioso diría.

- Martin... todo estará bien, ¿vale? - trato de infundirle un poco de ánimo.

- Ajá... - pero su mente ya está perdida.

Me imagino, va a encontrarse con la persona que quiere... si yo estuviese camino hacia Edward, sabiendo que él estaría allí, no podría pensar en otra cosa... así que creo que el silencio en estos momentos es lo mejor.

Llegamos a la camioneta, entramos y enciendo el motor, le dedico una pequeña sonrisa de lado, y tomo rumbo hacia La Push. Me gustaría haber podido avisar a Jake, quedarme con él mientras Martin hablaba con Marie... pero no podría ser. Lo esperaría en el coche.

Viajamos casi todo el camino en silencio, ni siquiera la radio sonaba, pero no me resultaba incómodo. Creo que él lo necesitaba, y al fin y al cabo yo también. Veo cómo suelta un suspiro cuando lee el cartel de entrada a LA PUSH.

CONTINÚA EN LA CASA DE LOS CALL