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Miér Dic 21, 2011 11:41 am
Autor: Disclaimer: los personajes pertenecen a Stephanie Meyer y la historia es de pattyrose, yo solo la traduzco.



buenoooo esta historia esta super! es un poco larga, pero vale la pena leerla :)


trata de que Edward Cullen un millolnario excentrico, jefe de una de las mejores compañias publicitarias de New York tendra un gran cambio cuando conozca a las dos personas que se volveran las mas importantes en su vida, Bella y Maddie cambiaran todo de el.... pero sera suficiente para ellas ¿?

Bueno algo asi va xD

el link para quien lo quiera leer de corrido
http://www.fanfiction.net/s/7175732/1/Ese_es_quien_soy
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Miér Dic 21, 2011 11:41 am
Capítulo 1 - Primeras impresiones

Las primeras impresiones son una constante en la sociedad. Sin embargo, su producto, el período que prueba o refuta su validez no lo es, las buenos son agradables y de larga duración, las malas largas y difíciles de refutar.- Diego Velázquez

(EPOV)

"¡Shhh. Jesús, no grites!". Susurré al oído de Lauren. Sus gemidos estaban sonando muy fuertes. Yo tenía entre mis manos su blanqueado y corto cabello, tratando de comunicarle que necesitaba que se callase justo ahora, pero eso parecía hacerle trabajar más. Rodé los ojos en la poca luz de la sala de conferencias cerrada.

La verdad sea dicha, yo estaba teniendo dificultades para ver por qué demonios estaba tan entusiasmada. Quiero decir, por el amor de Dios, los dos estábamos todavía completamente vestidos. Por supuesto, ella había estado insinuando querer estar conmigo a solas en esta sala desde hace meses, pero iba a tener que callarse o ambos estaríamos llenos de mierda si nos atrapaban.

"¡Lo siento!", ella se rió en voz baja, con sus manos torpes trabajando en los botones de mi camisa y con un entusiasmo casi divertido. Tuve que presionar mis labios para no reírme en voz alta. Suspirando, incliné mi cabeza contra la pared y la dejé continuar con su trabajo. Cuando sus manos llegaron al último botón, me miró triunfalmente y la recompensé con la sonrisa que sabía que volvía a todas locas. Aturdida, buscó a tientas el botón, e incapaz de abrirlo, finalmente se dio por vencida. Puso sus brazos alrededor de mi cuello y atacó con avidez mis labios.

"Oh Dios, Edward", gimió, echándome la cabeza hacia adelante. "¡No puedo creer que este aquí contigo!". Con entusiasmo me empujó contra la pared con un golpe fuerte.

La cogí por las muñecas y quité sus brazos de mí. "En serio necesitas calmarte o los dos estaremos jodidos", susurré.

"Bueno ¡esa es la idea!", ella se rió de nuevo, poniendo sus brazos alrededor de mí una vez más. Sus labios me dieron besos descuidados por toda la cara. Le sonreí y me di por vencido, dejando mis labios en los suyos. Ella estaba en lo cierto, después de todo. Esa era la idea básica aquí.

'¿Qué diablos estoy haciendo aquí?'. Me pregunté, durante un breve momento de claridad. Emmett me castraría si se enterara de que estoy encerrado con llave en una de nuestras salas de conferencias con una empleada. Como uno de los propietarios de los Cullen, Cullen y Whitlock, o CCW para abreviar, la agencia de publicidad de más rápido crecimiento, como propiedad privada, en la costa este, había ciertas normas que se esperaba que obedeciéramos y ciertas reglas a seguir. O al menos eso me recordaban constantemente Emmett y Jasper. Yo estaba bastante seguro de que un polvo rápido con una de las artistas gráficas de la agencia en una sala de conferencias, cerrada, no entraba en una de esas normas.

Pero maldita sea, ¿qué se supone que debo hacer? Desde hacía meses, Lauren saltaba sobre mí cada vez que le daba una de mis sonrisas. Ella me daba su mirada de por-favor-hazme-tuya-ahora desde el otro lado de la mesa de conferencias durante las reuniones, se agachaba y recogía objetos invisibles cada vez que me veía llegar. Maldita sea, últimamente chocaba contra mi "accidentalmente" y ponía sus pechos contra mi pecho. Quiero decir, mierda, eso era mucho para que un hombre la evitara y no acabara mirándola como una fiera gatita.

En todo caso, yo estaba haciéndole a ella y a la agencia un favor. La chica, obviamente, sólo tenía una cosa en su mente cuando llegaba a trabajar todos los días. Dejando que finalmente estuviera conmigo, tal vez dejaría de insinuarse tanto y conseguiría que su culo volviera al trabajo.

'Sí, buena suerte cuando Em y Jazz te vean de esa manera', esa pequeña parte de mi cerebro estaba actualmente resoplando en mis pantalones. Me colgarían de mis pelotas por esto. Suspiré y cerré los ojos, mientras que Lauren continuaba con su servicio. ¿Toda esta mierda en serio valía la pena?

Lauren debió de confundir mi suspiro como algún maldito signo de ánimo o alguna mierda. Sus manos se movieron a mi hebilla del cinturón, y la pequeña parte de mi cerebro que quedaba en mi cabeza dio un rápido viaje al sur. Una sonrisa torcida se formó en mis labios.

Oh, sí. Esto iba a valer la pena.

Pero Lauren con su destreza o con su exceso de afán por mantenerse jugando con sus dedos, tocó la hebilla, y con los dedos la tiró sin tener en cuenta el ruidoso tintineo del metal.

"Shh", le susurré al oído, haciéndola temblar y que se pusiera más nerviosa.

Rodé los ojos y sonreí. Su exceso de entusiasmo nos iba a reventar increíblemente.

Y justo cuando estaba pensando en eso, un ligero golpe en la puerta limpió la sonrisa de mi cara. Forcejeé con las manos de Lauren y ella se detuvo al instante, y aunque aquí estaba oscuro como el infierno, yo estaba seguro de que la mirada de horror en su rostro reflejaba exactamente la mía.

"¡Mierda!". Susurré ásperamente en su pelo, poniendo mis manos en sus hombros para mantenerla quieta. "¡Te dije que te mantuvieras callada!".

Le tapé la boca con la mano y esperé, sin atreverme a respirar. Después de unos segundos de silencio, suspiré de alivio y rápidamente comencé a ponerme mi camisa y a ajustarme el cinturón. Incluso en la oscuridad, pude ver la sonrisa demasiado molesta de Lauren, como si acabara de arrebatarle una galleta de sus manos. Le lancé una mirada que decía: '¿Cuál es tu maldito problema?"

La chica tenía definitivamente narices. ¿Estaba tratando de meter su culo desempleado en este tipo de mercado de trabajo? Ella trabajaba en el departamento de Rosalie, y Rose echaría su culo ansioso a la calle en un latido de corazón si alguna vez se enterara de esto. Y conociendo a Rose, no dudaría un segundo en decírselo a su esposo Emmett. Ese traidor pronto olvidaría quien los presentó.

Con el ceño fruncido, estaba demasiado ansiosa ajustándose la ropa y alisándose su pelo corto, teñido de rubio.

Y entonces se oyó otra vez.

Knock, Knock, Knock.

Tres pequeños golpes, como el sonido de los pequeños guijarros raspando la puerta.

"¡Shiiit!". Susurré nervioso pasándome una mano por el pelo.

De repente, una voz dulce y melosa, habló. "¿Hola? ¿Quién etá ahí?".

Era la voz de una niña, una muy pequeña.

¿Qué demonios hacia una niña pequeña en nuestras oficinas?

Fruncí el ceño, mirando a Lauren. Pero en lugar de mirarme tan confundida como yo estaba, Lauren llevaba una sonrisa molesta en su rostro.

Knock, Knock, Knock.

Una vez más.

Si no hubiéramos estado a veintidós pisos de altura, podría haber considerado seriamente saltar por la ventana.

"¿Hola? Me he dejado a mi muñeca Angie ahí", dijo tímidamente con un hilo de voz. "¿Puedo entá a recogéla, po favó? La echo de menos".

Mi ceño se profundizó. Y mi confusión creció. De repente Lauren rodó los ojos y se chupó los dientes, antes de caminar hacia la puerta. Tan pronto como me di cuenta de lo que estaba a punto de hacer, la cogí por el brazo para detenerla.

"¡Relájate!", susurró antes de girar la manivela de la puerta. "Es la niña de la chica nueva. Yo me ocuparé de ella".

Antes de que pudiera protestar, la luz de fuera de la sala entró a raudales, cegándome momentáneamente. Me apreté contra la pared, tratando de hacerme invisible a quien estuviera fuera.

"¡Hola Macie!". Lauren susurró en una voz asquerosamente dulce. "¿Qué puedo hacer por ti?"

"Eh, hola señoita", respondió la niña con timidez. "Me he dejado mi muñeca aquí. ¿Puedo recogela, po favo?". Su tono de súplica casi me rompió el corazón, lo que fue una sorpresa, porque yo ni siquiera había sido consciente de esa mierda.

Su peculiar ruego me hizo revisar rápidamente la habitación, y mis ojos cayeron en una pequeña muñeca de trapo con dos coletas, justo en el centro de la mesa de la sala de conferencias. Era curioso cómo se había vuelto completamente desapercibida mientras que Lauren me tenía contra la pared.

Pero Lauren ya estaba respondiendo a la niña.

"No hay ninguna muñeca aquí, cariño. Lo siento. Ahora corre y ves a jugar con el enfriador de agua. Hay algunas tazas allí donde se puede verter el agua y bebértela. ¿No suena divertido?", ronroneó.

La niña se quedó en silencio durante unos tres segundos. "¿Po favo?", suplicó en un susurro. "¿Puedo conseguí a Angie? La echo de menos, y ella debe etá asustada". Su pequeña voz se agrietaba al final.

Y sentí como si mi corazón se agrietara con eso.

Pero no tenía tiempo para examinar el significado de eso, porque al parecer la bruja sin corazón de la puerta no hacía nada.

Lauren suspiró, molesta. "Mira, ya te lo he dicho. No hay ninguna muñeca aquí. Ahora corre y-"

Ella no tuvo la oportunidad de terminar la frase. En dos zancadas rápidas cogí la muñeca de la mesa y mirando a Lauren con una mirada que le decía la palabra que mi madre me había enseñado a no decir nunca a una mujer, pasé de ella y me arrodillé delante de la pequeña niña con la voz de un ángel.

Con una sonrisa de ánimo, le tendí la pequeña muñeca de trapo, mirándola a los ojos.

Sus enormes ojos marrón chocolate estaban fijos en los míos, mirándome momentáneamente. Yo nunca había visto una cara tan pequeña con unos ojos tan grandes y expresivos. Algo se cerró en mi pecho.

Pero una vez más, no tenía tiempo para examinar lo que eso significaba, porque más rápido de lo que yo podría haber imaginado que se movería una pequeña como ella, me cogió su muñeca y comenzó a correr.

Salí de la sala de conferencias con los ojos fijos en la pequeña corriendo a toda velocidad.

"Hey. ¡Espera!". La llamé, necesitando encontrar a quien pertenecía la niña.

Entonces ocurrieron dos cosas a la vez.

Una morena que nunca había visto antes, de pronto giró la esquina con el alivio coloreando su rostro pálido cuando vio a la niña. Pero antes, mis ojos y mi mente tuvieron tiempo suficiente para registrar completamente la escena, fuera de mi periferia, vi a Rosalie salir desde el pasillo opuesto. Cerré los ojos y maldije en voz baja.

¡Mierda!

Iba a tener que actuar con cuidado. Yo todavía estaba de pie delante de la sala de conferencias. Lauren estaba detrás de mí, justo en la puerta. Mi oficina estaba un piso por encima, entre las oficinas de Emmett y Jasper, y no había realmente ninguna razón para que yo estuviera en este piso ahora mismo. Frustrado me pasé una mano por mi pelo desordenado, preocupado por lo bien quieto que me había quedado en la sala de conferencias.

Yo estaba jodido. Y no en la forma en la que hubiera estado hace un par de minutos.

Pero la mañana, ya loca, se hizo aún más loca. Mis ojos se fijaron en la niña - que se había dado la vuelta cuando yo la había llamado - y cuando sus ojos se clavaron en mí otra vez, una gran sonrisa iluminó su pequeño rostro, como si acabara de ganar un día de compras en la FAO Schwartz o algo así.

Pero eso no era ni siquiera lo loco. Lo loco fue mi reacción a esa sonrisa. Esa... esa cosa dentro de mi pecho apretando con fuerza otra vez, y juro que la sentí crecer dos tamaños, como si hubiera llevado una bolsa llena de regalos a los ciudadanos de Whoville o alguna mierda. Ni siquiera podía eliminar la amplia sonrisa que cubría mi rostro en respuesta, independientemente del hecho de que Rosalie estaba ahora a pocos metros de mí, con las manos en las caderas y mirándome con recelo. Al igual que un director del puto Alcatraz.

Yo no le hice caso, por el momento, mientras yo estudiaba la niña. Era sin duda una belleza. Pequeña, diría que no tenía más de cinco años, con una cara como una muñeca de porcelana. Su cabello largo y castaño fluía casi hasta la cintura. Sus grandes ojos castaños parecían mezclas de chocolate derretido, y su pequeña nariz se volvía ligeramente hacia arriba, como un querubín. De repente me dieron extrañas ganas de proteger a esa niña, mantenerla a salvo de todo y de todos los que alguna vez quisieran meterse con ella.

De repente, ella corrió de nuevo a mí y se detuvo a pocos centímetros de distancia.

"¡Lo siento, señó! Me he olvidado de dale las gacias. Pero mi mamá estaba buscándome y yo no quería enfadála. ¡Gacias!", exclamó, mirándome mucho más feliz que hace tan sólo unos segundos.

"De nada", me reí entre dientes, haciendo caso omiso a la forma en la que los ojos de Rosalie me perforaban un agujero en mi cerebro. En ese momento, no podría importarme menos el asqueroso dolor que sabía que me esperaría.

El angelito abrazó a su muñeca y le dio un suave beso en la cabeza, mirándome a través de sus largas y oscuras pestañas. En ese momento, la morena llegó.

"Maddie", suspiró ella, aliviada y con un ligero reproche en su tono. "Te dije que te quedaras en mi mesa mientras iba a la sala de fotocopias. Casi se me da un ataque al corazón". Ella se arrodilló y abrazó a la niña.

"Tenía que ir a po Angie, mamá", explicó la niña, con su voz ahogada contra el cabello de su madre. Me di cuenta de que tenía el pelo del tono exacto al de su hija. "El buen hombe la encontó po mí".

"¿Lo hizo?", preguntó la morena, tirando de su hija lo suficientemente lejos para que pudiera mirar a su pequeña cara. "¿Se lo has agradecido?"

"Uhuh", contestó ella con dulzura, pero miró hacia mí. "¡Muchas gacias señó!", repitió ella.

"Llámame Edward", me animé, sorprendido por la suavidad de mi propia voz. Yo no recordaba haber usado ese tono. "Señor es mi padre", agregué, y entonces me arrepentí de inmediato. Podría haberla escuchado llamarme 'señó' todo el día.

La niña se echó a reír.

"Gacias, Edwood", se corrigió.

Mi boca se convirtió en una sonrisa. Yo podría escucharla llamarme Edwood todo el día.

Y entonces mi sonrisa despareció ya que Rosalie decidió abrir su boca.

"Edward. Emmett me dijo que estabas de vuelta de tu viaje de negocios. ¿Qué estás haciendo en este piso?". Ella miró deliberadamente hacia mí, arqueando una ceja de forma perfecta y luego buscando detrás de mí a Lauren. Tuve la suerte de echar un rápido vistazo hacia atrás y casi encogerme por la expresión, obviamente culpable, de Lauren, como alguien que se había tragado un canario.

De todos modos no había diferencia. Había muchos nombres que me gustaban para llamar a mi cuñada Rose, pero "estúpida" no era uno de ellos. Ella había visto a Lauren moviéndose no muy sutil delante de mí en varias ocasiones, y podía ver las ruedas moviéndose en su cabeza. Dudé por sólo una fracción de segundo antes de que girara su cara.

"Tuve una reunión con Lauren esta mañana sobre la cuenta de Wheat a Bits", mentí en las mejores condiciones, pero no pude evitar que la irritación se filtrara en mi voz. Rosalie tenía una curiosa manera de olvidar quién era quién mandaba aquí. Era cierto que ella estaba casada con mi hermano Emmett, y que, combinado con su innegable talento y sus grandes tetas le daban tanto poder como tenía. Pero mierda, ¿podía matarla para que por lo menos fingiera cual era mi cargo frente al resto de los empleados? Quiero decir, maldita sea, era mi apellido el que estaba en la placa de la planta baja de la Agencia, en el vestíbulo del edificio.

Pero creo que era de ella también, por el matrimonio. Aunque ella era una de esas mujeres con separación silábica, como Rosalie Hale-Cullen.

Y fiel a su carácter, hoy Rosalie no estaba de humor para decepcionarme.

"¿En serio?", ella preguntó, arqueando la ceja increíblemente alto.

Siempre me había preguntado cómo las mujeres hacían eso.

Ella se cruzó de brazos frente a ella. "Bueno, Lauren trabaja para mí, ¿cómo es que yo no sabía nada de esa reunión?"

Oh, sí. Ella estaba hirviendo.

Y siendo el gilipollas que a menudo me acusaban de ser (principalmente Rose) la dejé llegar a mí, y respondí con la peor respuesta posible que podría haber dado.

"Porque yo soy el jefe, y no tengo que aclarar mis reuniones contigo".

Me arrepentí de las palabras tan pronto como salieron de mi boca. Sin embargo, la morena seguía de rodillas delante de su hija, y yo podía sentir sus ojos en mí. Y por alguna extraña razón, no quería parecer un gilipollas delante de ella.

Las cejas arqueadas de Rose no podían estar más altas, estaban casi a la derecha de su frente. No importaban Emmett y Jasper. Rosalie iba a castrarme ella misma. Y probablemente aquí, delante de la pequeña princesa y su mamá.

Pero Rosalie era siempre profesional, no importaba con qué. Sus ojos brillaron de ira, pero no dijo nada. Lo que no me dio ningún alivio en absoluto. Sabía por experiencia que eso sólo significaba que estaba esperando su momento, y que yo iba a recibir el jodido escarmiento en un futuro no muy lejano. Tragué saliva, pero por lo demás mantuve la cara en blanco. Ella era como esos perros rabiosos, no podías mostrar ningún temor o bien irían a matarte.

"Mmm", Rose dijo finalmente antes de centrar su irritación en la dirección de Lauren. "¿Están los retoques que te envié ya listos?", ella gritó. Lauren saltó por el tono de Rosalie y tuve que reprimir mi risa. La bruja demasiado ansiosa lo merecía, después de la forma en la que ella había hablado con la pequeña princesa.

"Um... todavía no", respondió Lauren con timidez. Sí, ahora ella era tímida. "Eran los siguientes en mi lista de tareas pendientes".

Rosalie sonrió. "Sí. Estoy segura de que eran los siguientes en tu lista de tareas pendientes", dijo arrastrando las palabras, mirándonos a mí y a Lauren. "Asegúrate de tenerlos en mi escritorio antes del mediodía", exigió. Lauren asintió con la cabeza de forma rápida y rápidamente regresó a su mesa.

Rosalie volvió la mirada hacia mí. La miré de nuevo desafiante, negándome a ser el primero en apartar la mirada. Pero luego oí la dulce voz de ruiseñor, y sin pensarlo dos veces, mi atención se volvió hacia la pequeña princesa, con curiosidad por lo que ella decía, que prevalecía sobre todo lo demás en este momento.

"Mamá", preguntó ella, sus grandes ojos castaños miraban suplicantes a la guapa morena delante de ella, "¿puedo í contigo a la habitación de las fotocopias? Quieo hacé una copia de mi mano de nuevo".

La madre de la princesa se puso de pie rápidamente y cogió a la niña de la mano. Sus ojos se posaron un instante en Rosalie y en mí, antes de girar a su niña y tratar de caminar lo más rápido posible sin llegar a arrastrar a la niña. Alguien le había dado al parecer la nota sobre salir corriendo cuando Rose aparecía.

"Um, tal vez más tarde bebé. Mamá tiene que terminar algún trabajo primero", le susurró a la niña mientras ella le tiraba de la mano.

Y yo también tenía que correr a hacer algo para tratar de alejarme de Rosalie antes de que ella realmente se rebajara y me insultara. Pero por alguna razón, me congelé en mi lugar y no podía apartar la mirada de la niña y de su mamá.

"Bella, ¿puedo hablar contigo un momento por favor?", Rose le dijo en voz alta. Su voz era autoritaria, pero el veneno que había tenido hace sólo unos momentos se había ido. Sin embargo, me di cuenta, por el tono, de que quería tener unas palabras con la madre de la niña, Bella.

Bella. Me gustaba la forma en la que el nombre fluía en mi mente.

Bella se detuvo en seco a petición de Rosalie. Con su espalda todavía para nosotros, ella respiró hondo antes de darse la vuelta con una mirada de derrota en su pálido rostro.

Y una vez más, tuve esa sensación extraña y abrumadora que había tenido hace tan sólo unos minutos con la pequeña princesa. El deseo de permanecer y proteger, pero esta vez se dirigía hacia su mamá.

¿Qué demonios estaba pasando conmigo hoy?

Aproveché cuando Bella se acercó a Rose y con cautela le di una buena mirada.

Ella y su hija compartían una sorprendente similitud. Las dos tenían el mismo cabello castaño y largo, pero cuando el de la niña era liso, el de Bella era ondulado, grueso y brillante. Tenían los mismos sorprendentes ojos marrones, un suave marrón cálido que me hacía pensar en el chocolate, en las noches cálidas y en una sensación general de satisfacción.

¿Qué demonios?

La complexión de Bella era más delgada que la de su hija, sin embargo tenía un brillo saludable. Y cuando llegó a nosotros y se puso delante de Rose con ansiedad, me di cuenta de lo hermosa que era. No tenía la belleza en su cara, como Rose. Era una belleza más natural, una belleza que no necesitaba toneladas de maquillaje para destacar. Una belleza que a veces no se apreciaba plenamente hasta que estaba justo en frente de ti.

Bueno, estaba justo en frente de mí ahora.

Rose miró primero a la niña, que se aferraba con fuerza a la mano de su mamá.

"Hey Maddie", comenzó con una voz suave que nunca había oído en los diez años que la conocía, "¿sabías que puedes ver casi todo el Central Park desde las ventanas de allí?", señaló a una serie de ventanas a unos metros de nosotros. Los ojos de Maddie se abrieron de sorpresa y sacudió la cabeza. "¡Bueno, puedes ir! Y también verás mucho de Manhattan, y edificios súper altos, y si miras bien, incluso podrás ver New Jersey al otro lado del río", agregó Rose en un tono hipnótico. "¿Por qué no te vas a echar un vistazo y luego me dices lo que ves?", la convenció.

Maddie se volvió hacia su madre con emoción. "¿Puedo mamá?", declaró, mirando a su madre con esos grandes ojos marrones.

Su madre asintió con la cabeza en señal de aprobación. "Claro, adelante", la alentó. Maddie se dio media vuelta y saltó alegremente hacia las ventanas, mientras que los tres nos quedábamos sonriendo por su forma de retirarse.

Tan pronto como ella estuvo fuera del alcance para oírnos, Rose se volvió a Bella y frunció los labios.

"Bella, esta es la segunda vez esta semana", empezó a decir, pero Bella no la miraba.

"Lo sé Rosalie, lo sé. Lo siento mucho. Estoy haciendo mi mejor esfuerzo para que alguien la cuide".

Me preguntaba cuál era el problema.

"¿No debería estar en la escuela o algo así?". Pensé en voz alta.

Los ojos de Bella volaron hacia mí tan pronto como dije las palabras, y me lanzó una mirada que me sorprendió. Me dijo claramente "metete en tus asuntos, maldito idiota". Pero ella no dijo nada y se volvió hacia Rose.

"Ella no se ha adaptado bien a los dos últimos pre-escolares que he probado. No está acostumbrada a todo ese alboroto. Cuando volvía a casa tenía una niñera, y aunque eran sólo por unas pocas horas cada día, no se acostumbra a estar lejos de mí durante tanto tiempo, o con tanta gente".

Rose suspiró. "Bella, te compadezco, realmente lo hago".

Le miré y sonreí. ¿Cómo diablos podía compadecerse con algo como eso? Por lo que yo sabía, no tenía hijos, y si los tenía, había descuidado mencionárselo a mi hermano cuando se casaron.

Rose, o bien no vio mi sonrisa o decidió ignorarla. "Maddie es muy dulce, y ella no molesta en absoluto cuando está aquí. Es que si sigo dejando que puedas traerla, otros por aquí van a querer traer a sus hijos también. Y con los clientes entrando y saliendo todo el tiempo, ¿cómo verían tener tantos niños corriendo alrededor de esta oficina?"

Me reí. "Hey tal vez podamos cambiar el nombre de la Agencia de Cullen, Cullen y Whitlock a guardería Centro", bromeé.

Esta vez las dos me miraron abiertamente. Y mientras yo estaba acostumbrado a que Rose me fulminara con la mirada, el enfado de Bella me hizo desear que el suelo se abriera y me tragara entero.

Rose se burló de mí. "Bella, en caso de que no lo sepas, este señor... aquí". Rodé mis ojos por su tono sarcástico. "Es mi cuñado, Edward Cullen, uno de los co-propietarios de la agencia. Ha estado fuera por un par de semanas, por lo que no has tenido la oportunidad de reunirte con él todavía. No suele pasar tanto tiempo en este piso", ella sonrió, "así que probablemente no vas a estar con él demasiado, sino es que hay algunas reuniones con clientes o conferencias. Conferencias Oficiales", agregó en voz baja, sólo para que yo lo escuchara." Edward, ella es nuestra nueva artista gráfica, Isabella Swan. La llamamos Bella".

Bella se volvió hacia mí a regañadientes. Sus mejillas repentinamente se pusieron de un color carmesí asombroso, pero su expresión era impasible, con los labios dibujados en una línea estrecha. Ella se negó a mirarme a los ojos mientras murmuraba un cortés, pero superficial: "¿Cómo está usted?".

En ese momento, yo sabía que ella lo sabía. Había descubierto lo que había estado a punto de hacer en la sala de conferencias hace unos minutos, y el comentario poco sutil de Rosalie hace unos segundos probablemente lo había confirmado. Por alguna razón, sentí mi propia cara inundándose de vergüenza y, por extraño que pareciera... de culpa.

Yo le respondí con nerviosismo. "Mucho gusto". No podía entender por qué su evidente disgusto me molestaba tanto.

"De todos modos", Rose interrumpió, y por una vez me sentí agradecido por su interrupción, "como te decía, tienes que buscar-"

"¿Qué edad tiene?". Le pregunté, ganando un suspiro de exasperación de Rosalie y otra mirada de Bella.

"¿Perdona?". Bella me preguntó con el ceño fruncido.

"Maddie. Um... su hija", le aclaré. No estaba seguro de si le gustaría que me refiriera a su hija por su nombre. "¿Qué edad tiene?", repetí.

"Ella tiene cuatro", Bella respondió lentamente, entornando los ojos hacia mí con recelo. "¿Por qué?"

"Um... bueno yo estaba pensando", y mientras hablaba me estaba odiando, porque nunca decía: 'Um', 'Um', en lo que a mi respectaba, era una sílaba reservada para los idiotas y la gente que no tenía nada importante que decir.

Pero maldita sea, eso no era exactamente lo que yo sentía ahora.

"¿Tiene que estar en la escuela?". Le pregunté.

Bella entrecerró los ojos hacia mí aun más, pero no respondió.

Rosalie por otro lado me habló en una voz exasperada. "Edward, ella no puede venir aquí todos los días, simplemente no estamos preparados para cuidar de los niños". Volvió todo su cuerpo directamente hacia mí y me lanzó una mirada que claramente decía: '¡Sé que estás tratando de echar un polvo aquí, así que para esta mierda!"

No hice caso de su implicación y seguí hablando, con mis ojos ahora en Rosalie.

"Porque si ella no tiene que estar en la escuela todavía, Rosalie tal vez pueda conseguirle una niñera". Le ofrecí.

Bella respondió con rapidez en un tono molesto. "No puedo encontrar a alguien en quien pueda confiar".

"Rose, ¿la agencia no tiene una lista de los cuidadores de los niños de nuestros trabajadores?". Yo no estaba muy familiarizado con eso, pero había oído hablar de algo así un par de veces en la oficina.

Rose me miró con recelo por una fracción de segundo antes de volver su atención a Bella.

"En realidad, tiene razón Bella. Mantenemos una lista de los cuidadores de los niños de nuestros trabajadores, para así ayudar a nuestros empleados con sus familias. Todos esos cuidadores de los niños tienen totalmente verificados sus credenciales por nuestro Departamento de Recursos Humanos. Recursos Humanos asegura que las personas que cuidan de los niños se mantienen al día con todas sus RCP y otros cursos relacionados con el cuidado de niños, e incluso elaboran una lista de referencias de nuestros propios empleados, para cada cuidador".

Los grandes ojos marrones de Bella se hicieron aún más amplios, con sorpresa. "Yo... yo no sabía nada de eso", balbuceó, mirando entre Rose y yo.

"¿Por qué no subes a recursos humanos y lo miras?". Sugerí suavemente, temeroso de que ella me disparara otra mirada de muerte.

"Um... sí, creo que lo haré. Gracias por la información. Iré en mi hora del almuerzo", murmuró tímidamente. Esa increíble sombra de rojo se cruzó de nuevo en sus mejillas mientras hablaba, y entonces apartó la mirada de mí rápidamente y miró hacia abajo, al suelo. Tenía la imperiosa necesidad de levantarle la barbilla para que yo pudiera ver cuánto tiempo se quedaba ese color en sus mejillas.

En ese momento, también decidí que la palabra 'Um' no podría ser reservada sólo para idiotas y gente que no tenía nada importante que decir. Porque era obvio, con sólo mirar a Bella Swan, que era cualquier cosa menos una idiota, y me encontraba muy intrigado por saber lo que tenía que decir, de cualquier cosa.

"Realmente Bella", intervino Rosalie, "es todavía muy temprano, y será un día lento. ¿Por qué no te diriges allí ahora, ya que podrías tardar un rato en arreglarlo todo y en ponerte en contacto con las referencias que quieres para tu hija?".

La cara de Bella se iluminó con gratitud. Ella dejó escapar un suspiro de alivio. "Gracias Rosalie. Estoy muy ansiosa por echar un vistazo a esa lista ahora", confirmó ella.

"No me lo agradezcas Bella", rió Rose en un tono que iba a ser intimidante, pero me di cuenta de que ella no estaba poniendo tanto esfuerzo en eso como solía poner. "Sólo quiero que todo este asunto acabe lo antes posible. Necesito saber que cuando estás aquí tu mente está cien por cien centrada en el trabajo", terminó, en un tono serio.

"Voy a tratar de ocuparme de eso de inmediato, Rosalie. Te lo prometo", afirmó Bella.

Se dio la vuelta para irse, lista para ir a por su pequeña niña a la ventana, pero luego se detuvo por una fracción de segundo antes de seguir. Sus ojos marrones se enfocaron en mí, y esa cosa dentro de mí dio un salto asustándome.

¿Qué demonios ha sido eso?

"Gracias de nuevo... Edward", dijo ella en voz baja mientras sus mejillas se ponían rojas de nuevo. Un extraño calor me recorrió al oír mi nombre en sus labios.

"De nada... Bella", me las arreglé para responderle, con mi voz tan baja como la de ella.

Por el rabillo de mi ojo, pude ver que Rosalie me miraba con curiosidad, pero yo mantuve los ojos en Bella. Era un espectáculo mucho más agradable que mi molesta cuñada y compañera de trabajo.

Bella se alejó de mí rápidamente. "Maddie cariño, tenemos que subir para una cosa. Vamos", dijo ella con voz suave.

"¿Quieres decir que subiemos en el acensó?". Maddie preguntó emocionada, saltando de nuevo hacia su madre.

"Sí, cariño". Bella respondió, acercando su mano a Maddie para que pudiera cogerla.

"¡Sii! Me encanta el acensó", Maddie exclamó.

Mientras que pasaba por delante de nosotros con su mano firmemente cogida a la de su mamá, ella se dirigió a nosotros con cortesía. "Adiós señoita Wosalie. Adiós señó Edwood".

Rose le sonrió y yo me reí con ganas. "Es sólo Edward, princesa. ¿Y puedo llamarte Maddie?". Pregunté, mirando entre ella y Bella. Bella le dio a su hija una sonrisa y asintió con la cabeza.

"Sii. Es mi nombe".Respondió Maddie con un encogimiento de hombros, como si yo hubiera hecho la pregunta más estúpida. Todos nos reímos.

"Está bien. Nos vemos", exclamó mientras su madre la llevaba al ascensor.

Las vi desaparecer a través de las puertas de los ascensores, y luego me volví hacia Rosalie.

Ella me miraba de nuevo con esa mirada extraña y curiosa.

"¿Qué?"

Rose pareció debatir por un par de segundos si debía responder, lo que de por sí era extraño, debido a que Rose no debatía si hablaba o no.

"Ni siquiera pienses en ello", finalmente dejó escapar en voz baja. "Ella no es tu tipo".

Solté un bufido. "En primer lugar, no sé de qué demonios estás hablando. Y en segundo lugar, ¿qué sabes tú de cuál es mi tipo?"

Rose se chupó los dientes y frunció los labios, dándome una mirada que decía '¿En serio?'

"Sabes muy bien de qué demonios estoy hablando. No creas que no te he visto mirar su culo mientras ella se iba". Me reí culpable y comencé a caminar. En realidad era un culo muy bonito. "Y en base a tus actividades de esta mañana", continuó, "tu tipo, al parecer, ha sido reducido a cualquier cosa que tenga una vagina dispuesta a estar entre tus piernas".

Me detuve en seco y me volví para mirarla. "En serio, tienes que ser la mujer más grosera que he conocido".

Rose sonrió y se acercó más, burlándose de mí. "De todos modos, confía en mí, no podrías manejar a alguien como Isabella Swan".

Fruncí el ceño, mirándola con una mirada que por lo general intimidaba al más duro de los hombres. Pero Rosalie sólo se acercó más, dándome su propia mirada intimidante.

"Confía en mí, querida cuñada, no tienes ni idea de lo que puedo y no puedo manejar". Ella me miró y me dio una sonrisa firme, completamente imperturbable. Me di la vuelta, comencé a caminar de nuevo, y ella llegó a mi lado, cambiando a su modo de jefa de nuevo. Suspiré y seguí mirando al frente.

"Entonces, ¿qué diablos ha sido lo de la sala de conferencias?", dijo entre dientes, volviéndose hacia mí mientras caminábamos. Me estremecí ligeramente y gemí internamente. Estaba esperando que estúpidamente se hubiera olvidado de eso. Seguí caminando sin contestar, esperando que a ella abandonara. Pero entonces caminó junto a mí, negándose a dejarme escapar.

"Eso no era nada", por fin respondí en voz baja y uniforme.

"¡Y una mierda!", dijo entre dientes, bajando aún más la voz. "¿Cuál es tu maldito problema, Edward? ¿Sabes lo peligrosa que esa pequeña tontería podría haber sido? ¿Tienes alguna idea de lo que podría haber sucedido si cualquiera que no fuera la niña os hubiera encontrado allí?"

"Maddie no ha visto nada", susurré de nuevo. Por alguna razón, pensar que la niña me podría haber visto con Lauren me revolvía el estómago. Y luego, por alguna razón desconocida, me imaginé a su madre allí de pie, fuera de esa puerta, cuando salíamos. De repente sentí como náuseas.

"¡Ese no es el punto!". Rosalie continuó. "¡Ese pequeño truco tuyo podría habernos metido a todos en un gran problema!"

"¿Sabes?, ¡eres una maldita hipócrita!". Le respondí a la defensiva a pesar de que sabía que ella tenía razón. "¿Crees que no sé qué está pasando en realidad cuando tú y tu marido cerráis la puerta para vuestras reuniones de diez minutos?"

Rose sonrió. "Eso es diferente, Edward, y lo sabes. Solo lo hacemos cuando el resto de los empleados se han ido a casa, después de sus horas. Sabes, no importa, Emmett nunca pondría en riesgo la reputación de la agencia de esa manera".

Una vez más, yo sabía que ella tenía razón. Pero sabiendo eso aún me hacía sentir más mierda. Porque eso es lo que casi había hecho. Casi puse en riesgo la reputación de la compañía por un pedazo de culo. Y todos habíamos trabajado muy duro para llegar a donde estábamos para que se fuera todo así de golpe.

"¿Cuándo vas a crecer, Edward?". Rosalie me amonestó mientras nos dirigíamos a su oficina. "¿Cuándo vas a darte cuenta de que ya no eres un joven chico de fraternidad? Tienes veintiocho años, por el amor de Dios. Manejas una de las diez mejores agencias de magazines de la década. Perteneces a una de las familias más poderosas y eres muy respetado en la costa este. Sin embargo, parece que no puedes mantener tu nombre fuera de los titulares y de los tabloides. ¿Cuándo vas a conseguir por fin sentar la cabeza y darte cuenta de tu potencial?"

Entramos en su oficina y cerró la puerta detrás de nosotros, caminando hacia su escritorio y sentándose como toda una reina en su sillón de cuero negro.

¿Por qué la había seguido hasta aquí? ¿Por qué me sometía a eso? Me podría haber ido solo al piso de arriba, a mi propia oficina y salvarme de esta irritación.

Aparte de eso, aunque Rose fuera como un dolor en el culo, aunque ella y yo discutiéramos y argumentáramos, en el fondo - tan en el fondo que rara vez me lo reconocería a mí mismo, y mucho menos a nadie - realmente quería y respetaba a mi cuñada. Y a pesar de que ella estaba desgarrándome un nuevo agujero en este momento, yo sabía que lo merecía.

Pero nunca reconocería eso ante ella.

Me senté en una de sus sillas de invitados y me puse las manos detrás de mi cabeza, entrelazando los dedos.

"¿Sabes lo mucho que suenas como mi padre en este momento?". Me burlaba de ella. "Para alguien que sólo tiene veintisiete años, suenas más como una de cincuenta", la incité.

Sus ojos brillaron y frunció los labios, moviendo la cabeza hacia mí con saña. "Eres un verdadero idiota. Estoy tratando de darte un consejo y estás siendo un idiota. ¿Cuándo por fin vas a empezar a pensar con la cabeza que tienes sobre los hombros en lugar de con lo que tienes entre las piernas?"

Me burlaba de ella. "Jesús, ahora veo por qué tú y Emmett empezasteis a salir. Debéis ser las dos personas más vulgares que he conocido".

Ella soltó un bufido muy poco femenino. "Oh, sí... y tú eres el santo patrón de la decencia", se rió.

Me tuve que reír con ella por eso. Yo no había sido el niño de oro para los paparazzi en los últimos años a cambio de nada. Estaba en las páginas de chismes de unos y otros tabloides y en revistas, al menos un par de veces a la semana. Y aunque la mitad de las cosas que publicaban eran una mierda total, no podía importarme menos. De todos modos no era asunto de nadie cómo vivía mi vida. Y todas las chicas a las que se les tomaron fotos conmigo en los últimos años no parecieron prestarle atención a eso. Claro, de vez en cuando, con alguna de mis locas hazañas me ganaba una reprimenda de cualquiera de mis padres o de uno de mis hermanos, pero bueno, yo era joven y libre y no tenía a nadie más a quien responder. Y por mucho que a Rosalie le gustara decir lo contrario, yo había trabajado duro para ayudar a llevar a esta agencia a donde estábamos hoy, y todos lo sabían. Puse mi corazón y mi alma en esta empresa, y merecía mis distracciones.
Pensando en eso, llegué a pensar en mi siguiente pregunta.

"¿Qué me dices acerca de la nueva artista gráfica, cuándo empieza?"

Rosalie me miró entrecerrando los ojos antes de contestar. "Ella comenzó hace un par de semanas, unos días después de que te fueras a tu última aventura".

"¿Cuál es su experiencia? ¿De dónde viene?". Pensé en empezar con lo básico.

Rose inspeccionaba sus bien cuidadas uñas mientras hablaba. "Ella se ha trasladado desde el noroeste. Asistió a la Universidad de Washington. Este es su primer puesto en una agencia de publicidad, pero sus diseños me impresionaron. ¿Algo más?"

Le fulminé con la mirada. "¿Casada?"

Rose suspiró dramáticamente, inspeccionando sus uñas. "Divorciada. Con una niña, obviamente".

Yo me chupé los dientes. "Mierda, realmente me vas a hacer arrastrarte la información de tu boca, ¿verdad?"

Rose miró hacia mí, ahora con un destello de ira en sus ojos. "Mira, te he dicho todo lo que estoy obligada a conocer como su jefa. Incluso más". Ella se inclinó sobre su escritorio. "¿Qué vamos a hacer ahora, jefe?", dijo entre dientes la última palabra con sarcasmo: "Porque tengo verdadero trabajo que hacer ahora".

Esa era su venganza por el incidente de ser el "jefe" frente a Lauren y Bella. Sabía que no iba a conseguir nada más de ella ahora. La fulminé con la mirada por unos segundos, pero ella simplemente me sonrió con malicia. Frustrado, me puse de pie y salí de su oficina, cerrando la puerta detrás de mí y marchándome hacia los ascensores.

Bel-la

El nombre resonaba en mi cabeza, se repetía como un estribillo. Los grandes ojos castaños me habían intrigado, lo que era una maldición. Pero cuando pulsé con impaciencia el botón 'subir', del ascensor, me di cuenta de que no importaba que Rose se negara a darme más información sobre la nueva artista gráfica. Había reunido toda la información que yo realmente necesitaba esta mañana.

Ella tenía una hija. Maddie.

Por supuesto, la niña era la más hermosa y dulce que jamás había visto. Pero ella aún era una niña.

Maldita sea.

Lo último que necesitaba era involucrarme con alguien con una niña. Simplemente no era propicio para mi estilo de vida. Me gustaba la fiesta, beber, e ir y venir como quisiera. Yo no era el tipo que dejaba que alguien le atara, ¡que Dios me ayude!, no me comprometía a nadie. Sólo la idea me hacía estremecer. Y yo estaba bastante seguro de que una niña era el más grande amarre de todos.

De ninguna manera.

Isabella Swan, sus grandes ojos marrones, sus mejillas ruborizándose y el cabello ondulado estaban definitivamente en mi lista de no entrometerse con alguien así. Y aunque una parte de mí tenía una urgencia inexplicable por averiguar toda la información que pudiera sobre ella, no iba a permitirlo. Ella no era lo que necesitaba en mi vida.

Entonces me reí entre dientes para mí mismo cuando me acordé de esas miradas infectadas que me había arrojado antes. Yo estaba bastante seguro de que Isabella Swan no tenía ningún deseo de llegar a conocerme bien.

Y eso estaba bien por mí. Era una agencia bastante grande, donde nuestros caminos no tenían que cruzarse con mucha frecuencia. Los dos estábamos en pisos diferentes, y ella informaba a Rose, no a mí.

"Sólo mantente alejado de ella", me dije mientras subía en el ascensor hasta mi piso.

Cuando volví a mi oficina, me senté en mi silla de cuero. Me giré para mirar fuera de mis ventanas, a la ciudad exterior, a Nueva York. La ciudad que nunca duerme. Si podías dormir aquí, lo harías en cualquier lugar.

El brillante cielo azul era muy claro hoy, ni una nube se veía a kilómetros. El calor irradiado por las ventanas en esta mañana de finales de agosto debería estar de un color amarillo brillante. Sin embargo, cuando levanté la vista, no era el cielo azul, o el sol amarillo lo que vi, eran dos orbes marrón cálido - expectantes de secretos por descubrir - que me estaban llenando de un inexplicable calor que corría por mis entrañas. Me saturaron con un ardiente calor que nunca antes había sentido.

¿Qué. Mierda?
Ethan Koffman
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Jue Dic 22, 2011 3:33 pm
Capítulo 2 - No siempre es lo que parece

Las cosas no siempre son lo que parecen; la primera aparición engaña a muchos. - Fedro (poeta romano).

(BPOV)


Maddie y yo estábamos sentadas en el suave sofá de piel, de color negro, en la sala de espera del Departamento de Recursos Humanos. Veía a mi hija hablar en voz baja a su inseparable muñeca de trapo, Angie.

"Pero Angie, yo me he ido sólo un poco de tiempo. Además, el buen hombe te ha cuidado bien. Te ha potegido de esa mala mujé".

Incliné mi cabeza y la miré con curiosidad. Podía sentir las líneas de preocupación arrugadas en su frente. "Cariño, ¿de qué buen hombre y mala mujer hablas?"

Mi hija me miró inocentemente con esos grandes ojos marrones igual a los míos, sin embargo, estaba llenos de una dulzura y confianza que yo no volvería a poseer. "El buen hombe es ese que nos hemos encontado abajo, mamá", respondió de manera casual, y luego su rostro se arrugó en un pequeño y lindo ceño fruncido, "y la mala mujé es la señora que estaba en esa habitación con él".

Me mordí el labio, tratando de mantener el improperio que estaba en la punta de mi lengua. Esperaba que Maddie no se hubiera dado cuenta de que el Sr. Cullen y Lauren se había encerrado en la sala de conferencias juntos, pero como de costumbre, mi hija había estado muy atenta. Por supuesto, teniendo sólo cuatro años, no tenía ni idea de lo que había presenciado, y definitivamente no la iba a iluminar. Ella no necesitaba saber el tipo de comportamiento que tenían los adultos sin moral. Yo la protegería de eso para el resto de mi vida si pudiera. Una parte de mí pensaba en lo irónico que era querer mantenerla alejada de ese tipo de conocimiento, que era el que nos tenía aquí, en esta ciudad, en lugar de en casa en Forks. Sin embargo, cuando pensé en eso también me pregunté qué era lo que le había llevado a llamar al Sr. Edward Cullen, un «hombre bueno», mientras que Lauren se llevaba el título de «mala mujer». Yo personalmente pensaba que los dos eran asquerosas piezas de mierda.

No es que él no fuera una, si no lo fuera sería el más perfecto hombre en el que había puesto los ojos. Santo infierno, las imágenes de él en los periódicos y revistas no le hacían justicia. No es que yo hubiera ido alguna vez a comprar una de esas revistas o a leer uno de los artículos sobre él. Pero eran muy difíciles de evitar. Su rostro aparecía en periódicos y revistas de chismes con bastante regularidad. Y en base a la sonrisa torcida que casi siempre tenía en su cara, le gustaba muchísimo la atención. Engreído y estúpido.

Pero cuando hace unos minutos di la vuelta a la esquina de abajo, en busca de mi Maddie, y me enfrenté cara a cara con uno de los dueños de la Agencia que no había conocido aún, la impresión inicial que recibí de él había sido completamente diferente. Tenía a Angie, la muñeca de Maddie, en su brazo extendido mientras miraba hacia abajo con dulzura a mi hija, y mi corazón se detuvo momentáneamente. Tanto por el alivio por haber encontrado a Maddie, a pesar de que sólo había estado lejos de mi vista durante un par de minutos y sabía que tenía que estar en algún lugar cercano, como por la vista de ese hermoso hombre mirando hacia abajo a mi hija, con una expresión de total inocencia y desconcierto.

Durante un momento me sorprendió que un hombre como ese, que nunca había conocido antes a Maddie en su vida, pudiera mirarla con más asombro y emoción que su propio padre. Yo sentí que mis ojos se ampliaban con el shock. Pero antes de que pudiera hacer un cara o cruz de la escena delante de mí, me di cuenta de que Lauren, una de las otras artistas gráficas en nuestro departamento, estaba asomando la cabeza con culpabilidad por la pequeña sala de conferencias. Cuando miré entre ella y el Sr. Cullen, sus acciones se habían convertido en obvias para mí. El pelo de Lauren era un desastre de lo despeinado que estaba, muy diferente al corte de pelo que llevaba tan cuidadosamente peinado antes de ese "deporte" por la mañana. La falda era desigual y los dos primeros botones de su blusa estaban desabrochados. Y la camisa de Edward Cullen era un desastre de lo arrugada que estaba, su pantalón todo arrugado y su pelo apuntando en cincuenta direcciones diferentes. Muy a diferencia del mujeriego impecablemente vestido que adornaba las columnas de chismes. Tuve que resoplar por fastidio.

Y como si la ropa no hubiera sido suficiente, la mirada de horror que cruzó el rostro de Edward Cullen cuando Rosalie apareció detrás de él, confirmó completamente mis sospechas. Él estaba totalmente arruinado, y lo sabía. Sin embargo, en lugar de actuar arrepentido por haber sido pillado con las manos en la masa, trató de jugar a "yo soy el jefe" con Rosalie. Si no hubiera sido en realidad el jefe y yo no hubiera tenido miedo porque Rose me había pillado aquí con Maddie de nuevo, me hubiera reído en voz alta cuando Rose le dio una mirada de "voy a colgarte de tus bolas cuando estemos solos", después de que él fuera astuto con ella. "Bien por su culo sucio", me dije a mí misma.

Pero aparte de ser o no ser dueña de la agencia, yo no había sido capaz de suprimir la mirada de "cállate la boca y metete en tus propios asuntos" que le di cuando pensaba que me iba a dar problemas con Maddie . No era la persona más inteligente en los negocios, pero más o menos sabía la jerarquía en esta agencia. Edward Cullen, junto con su hermano mayor, Emmett, y su amigo de la universidad, Jasper Whitlock, habían comenzado esta agencia hace cinco años. En los últimos cinco años, se había convertido en una de las cinco mejores agencias de marketing del noreste, y una de las diez primeras en el país. Todas las publicaciones comerciales acreditaban el éxito de la agencia por el inmenso trabajo duro, por la dedicación y por el talento que los tres hombres poseían en diferentes aspectos de la cadena de comercialización.

Sin embargo, Rosalie Hale-Cullen, la esposa de Emmett desde hace tres años, había llegado a trabajar a la agencia de propiedad privada hace un par de años. El campo de comercialización que teníamos inmediatamente la aclamó como un valioso activo para la empresa, y su gran talento y duro trabajo hicieron que la agencia ganara algunas cuentas mayores y muy importantes. Hoy en día, Rosalie Hale-Cullen era tan jefa en la empresa como los hermanos Cullen y el Sr. Whitlock. Fue ella la que me contrató hace un par de semanas. Y como tal, y sabiendo que su palabra era tan importante en este organismo como la de los tres hombres cuyos nombres aparecían en la placa del vestíbulo, yo estaba segura de que era a ella a quien yo tenía que responder, no a ese hombre delante de mí, que acababa de restregarse con una de sus empleadas y que ahora tenía las narices de preguntarme por qué traía a mi hija al trabajo.

Así que me tomó completamente por sorpresa cuando él me informó de la lista de cuidadores de niños que había aquí, en recursos humanos. Y eso me confundió de nuevo. ¿Por qué este hombre egoísta, inmoral y arrogante se preocuparía por mis problemas con mi niña? ¿Y por qué se veía muy nervioso y confundido? ¿Tendría algo que decirme o preguntarme? ¿Y por qué tenía esa imperiosa necesidad de tocarlo, poner mi mano en su brazo y darle un apretón agradecida cuando en voz baja me sugirió que fuera a Recursos Humanos?

Negué con la cabeza, tratando de aclararme y centrarme en lo que yo había venido a hacer, ver si por fin podía encontrar a alguien a quien pudiera confiar mi bebé durante las horas de trabajo. Tuve que dejar de pensar en Edward Cullen. Independientemente de lo útil que había sido diciéndome lo de la lista de cuidadores, el hecho era que él era un obvio jugador, y más que eso, mi jefe. Era exactamente la clase de persona que no necesitaba en mi vida. Ese hombre, literalmente, podría tener a cualquier mujer en este planeta. Y por lo que había oído y leído, y ahora visto por mí misma, él no iba más allá para tratar de hacer precisamente eso. Estábamos en dos mundos diferentes, y cuando podría tener caviar, la única razón por la que comería huevos sería para experimentar. Y yo no era el experimento de nadie. Me reí de mí misma, porque era en Edward freaki Cullen en quien estaba pensando. Él no tenía necesidad de tratar con huevos. La única razón por la que probablemente había pensado en la lista era para asegurarse de que, como una de sus empleadas, yo trabajaba en mi potencial sin tener que preocuparme acerca de lo que mi niña estaba haciendo todo el día.

Miré de nuevo a Maddie. Mi pequeña Maddie. Todavía no estaba segura de si había tomado la decisión correcta para nosotras, para ella, por traernos a esta gran ciudad donde no conocíamos a nadie. Pero Forks era... insoportable. Echaba de menos a mi padre. Echaba de menos a Jake... pero hasta eso se había puesto tan difícil...

"Sra. Swan, aquí está la lista que necesita", dijo una voz desde detrás de donde estábamos sentadas, sacándome de mi ensoñación. La Sra. Cope, la Gerente de Recursos Humanos, me entregó la lista de Cuidadores de Niños bien investigados. Rápidamente salté entre los presentes y me puse de pie para coger la lista, sujetándola con reverencia y esperanza de que este trabajo pudiera finalmente tener la respuesta para una noche de sueño tranquilo. Una paz que había eludido desde que llegué por primera vez a Nueva York hace poco más de dos semanas, para trabajar como artista gráfica en esta agencia, un trabajo que después de dos entrevistas iniciales con los CCW en Seattle, Rosalie voló hasta donde estaba para hacerme una entrevista.

Y aquí de pie, casi seis semanas después de esa entrevista, yo todavía no sabía cómo me las había arreglado para impresionar a una mujer bastante difícil de convencer para que me contratara, una mujer acabada de salir de la universidad, unos años mayor que la mayoría de graduados de mi clase, sin experiencia real en el campo, y que le costaría a la compañía los costes de traslado. Me gradué siendo de las mejores de mi clase, eso era cierto, pero yo estaba segura de que Rosalie hubiera encontrado a alguien mejor cualificado que yo en esta gran ciudad. En todas estas semanas, todavía no estaba segura de lo que la había poseído para ir a contratar a alguien al otro lado del país, en lugar de en su propia ciudad.

"Gracias, señora Cope". Le sonreí a la mujer antes de sentarme al lado de mi hija para tomar conocimiento de la lista. Di una rápida mirada a través de ella y me di cuenta de que había alrededor de 30 nombres en la lista, algunos de ellos eran nombres de personas, mientras que otros eran nombres de centros de cuidado infantil, guarderías, etc.

Antes de mudarme a Nueva York, la vieja amiga de mi padre, Sue Clearwater, se ocupaba de Maddie mientras me iba a trabajar y a la escuela en Port Angeles. Entre mi padre y yo fuimos capaces de hacer malabarismos con nuestros horarios de manera que uno de nosotros estaba con ella la mayor parte del día. Así que Maddie no estaba acostumbrada a estar rodeada de un grupo de niños. Sabía que era algo a lo que tendría que acostumbrarse a la larga, ella sería a partir del año próximo de primaria, pero este traslado a Nueva York había sido traumático y había alterado su pequeña mente, para empezar, echándola a un montón de otros niños que hacían todo aún más difícil para que ella se adaptase.

Pero al mismo tiempo, yo no conocía a nadie aquí. No podía confiar lo suficiente en nadie como para que cuidara de ella mientras yo estaba en el trabajo. Esta lista era como un regalo del cielo. La agencia había puesto su confianza y su reputación en los nombres de esta lista. Al lado de cada nombre, como Rosalie había mencionado, estaban los nombres y lo números telefónicos de los empleados de la agencia que habían confiado a sus hijos a estas personas, y a los que yo podía llamar para pedir referencias. Mientras mis ojos recorrieron la lista, pude sentir mis músculos tensos descansando ligeramente, por primera vez en semanas, como si tuviera la esperanza de que fuera a encontrar alguien de confianza en esta lista.

Mis ojos se detuvieron en un nombre. Sue Collins.

Era el mismo nombre de quien cuidó a Maddie por primera vez en Forks. Pero fue su dirección lo que me llamó la atención. Parecía que se encontraba a pocas manzanas de nuestro apartamento en Brooklyn, en un barrio pequeño llamado Dumbo, lugar que la agencia había sido capaz de encontrar y que yo me podía permitir. Al lado del nombre de Sue había una larga lista de contactos y números de la agencia, lo que significaba que podía llamar en este momento y tener opiniones sobre Sue.

"Mamá, ¿podemos volvé a bajá a tu mesa ahoa?". Maddie preguntó en voz baja. Había estado sentada pacientemente junto a mí mientras yo miraba la lista.

"Sólo unos minutos, bebé, y luego nos vamos hacia abajo", le susurré mientras sacaba mi teléfono móvil y empezaba a marcar la primera referencia en la lista. Mi mesa no era muy privada, tenía a gente a ambos lados de mí, y yo realmente no los quería escuchándome hacer esas llamadas de teléfono. Nadie más, aparte de Maddie y yo, estábamos aquí, en el área de espera de recursos humanos, por lo que tendría más privacidad haciendo las llamadas telefónicas desde aquí.

Maddie no respondió, pero sus ojos marrones registraban un poco su decepción, y ella miró hacia abajo y empezó a hablarle bajito a su muñeca otra vez. Inmediatamente me sentí culpable. Mi pobre hija no tenía que estar sentada en una aburrida oficina todo el día. Ella debía estar al aire libre en alguna parte, divirtiéndose con los niños de su edad. Por milésima vez, me cuestioné mi decisión de movernos a Nueva York. Ella podría haber estado corriendo en el aire fresco de la playa ahora mismo, con Sue Clearwater y su nieta, en lugar de atrapada dentro de estas cuatro paredes...

La primera referencia contestó. Era otra mujer que trabajaba para la empresa y que había llevado a su hijo con Sue Collins durante dos años antes de empezar la primaria. Ella sólo decía cosas maravillosas acerca de Sue. Hablé con ella durante unos cinco minutos antes de llamar a la referencia siguiente. Era un hombre, cuya hija había ido a Sue Collin hace unos 4 años, cuando la agencia todavía era muy nueva. Una vez más, tenía grandes elogios para Sue. Era responsable, solidaria y digna de confianza. No era del tipo que mantenía a los niños en el hogar frente a una televisión todo el día, se los llevaba al parque, al zoológico, comían fuera. Llamé a la siguiente referencia. Esta mujer me informó que Sue todavía se hacía cargo de su hija de diez años de edad, después de la escuela. El autobús escolar dejaba a la niña frente a la casa de Sue y la niña se quedaba allí hasta que uno de sus padres la recogía.

Estaba empezando a sentirme más ligera, como si un gran peso se estuviera lentamente despegando de mi pecho. Llamé a unas cuantas referencias más. Algunos no tenían a sus hijos ya con Sue porque tenían edad suficiente para estar en la escuela todo el día. Algunos todavía tenían a sus hijos con Sue a tiempo parcial, un par de días a la semana o durante toda la semana, antes de la escuela, después de la escuela, todos los horarios variados. Pero había una cosa en la que todos estuvieron de acuerdo, Sue Collins era Mary Poppins personificada.

Después de aproximadamente media hora de llamadas de teléfono, colgué con la última referencia y marqué el número de Sue Collins, sentía como si mi corazón estuviera listo para saltar fuera de mi pecho por la anticipación.

"¿Hola?", oí una voz de mujer fuerte pero suave, al otro lado.

Crucé los dedos y continué

Cuarenta y cinco minutos más tarde, Maddie y yo estábamos de vuelta al ascensor, dirigiéndonos hacia fuera del edificio y de regreso a Brooklyn, a nuestro propio vecindario. Yo había tenido una llamada telefónica agradable con Sue Collins, e íbamos de camino a su encuentro. No sentí nada, pero hubo buenas vibraciones que emanaron de ella en nuestra llamada telefónica, y accedió a reunirse con nosotras inmediatamente después de que yo le explicara que nos habíamos mudado aquí desde Washington y Maddie tenía tiempos difíciles. Sonaba realmente simpática, y le pregunté si podía cuidar a Maddie en la actualidad. Después de años de experiencia, aún continuaba, por lo que ella sabía que conocería a más niños si ellos prosperaban con su cuidado.

Corrí a la oficina de Rosalie, sabiendo muy bien que podía ser despedida por hacer precisamente eso. Pero al infierno, en este punto, si no encontraba a alguien de confianza y capaz de cuidar a Maddie por mí tendría que dejar todo al final de la semana y volver a Forks con la cola entre las piernas, ya no tenía básicamente opciones en este punto. Por suerte, después de explicarle la situación a Rosalie, arrastrarme un poco y prometerle trabajar en mi hora del almuerzo por el resto de la semana, estuvo de acuerdo en dejarme salir temprano.

Por desgracia, el ascensor decidió subir un piso, en lugar de ir hacia abajo. Resoplé y rodé los ojos, deseosa de ponerme en marcha. Cuando las puertas comenzaron a cerrarse de nuevo, pulsé el botón de 'bajar' con impaciencia, con ganas de estar en el vestíbulo y llegar a Brooklyn. Pero antes de que las puertas se cerraran completamente, dos manos fuertes aparecieron y consiguieron abrir las puertas.

Edward freaki Cullen.

No tenía ni idea de por qué mi corazón se detuvo mientras él caminaba hacia el ascensor. Mi pulso se aceleró y sentí la sangre en mi cara. Mis manos se sentían sudorosas de repente, y yo esperaba que Maddie no se diera cuenta mientras sostenía mi mano con fuerza.

Los ojos de Edward se encontraron de inmediato con los míos. Dio un paso rápido y las puertas se cerraron detrás de él, atrapándonos a los tres aquí.

"Bella", suspiró, sonando como un suspiro de alivio o algo así, como si hubiera tenido la esperanza de toparse conmigo otra vez durante toda la mañana.

"Edward", me las arreglé para responderle con una voz débil. Una gran y gloriosa sonrisa torcida se formó en sus perfectos labios, tomándome por sorpresa. Parpadeé dos veces, como una idiota mareada, y tardé un par de segundos en darme cuenta de que probablemente debería ofrecerle al menos una pequeña sonrisa de vuelta, o tal vez incluso llamarle formalmente, 'Sr. Cullen', a pesar de que todos los demás eran llamados por sus primeros nombres en la oficina. Sería cortés hacerlo, por lo menos. Mientras le miraba, su sonrisa vaciló un poco. Me di cuenta de que probablemente me parecía a un venado atrapado en unos faros, y que yo estaba reaccionando exactamente como una asombrada rubia tonta. Aparté la vista de inmediato, tratando de averiguar por qué estaba teniendo este efecto en mí, y prometiéndome que él nunca lo sabría.

"¡Edwood!". Oí a Maddie exclamar feliz y cuando miré a mi hija llevaba una sonrisa alegre. Eso me puso feliz y melancólica al mismo tiempo, yo no había visto una sonrisa despreocupada en su rostro en mucho tiempo. Los ojos marrones de mi bebé brillaban hacia él expectante.

"¡Maddie!", Edward respondió, su voz la entusiasmó cuando se vieron. Me preguntaba de nuevo la extraña reacción que ambos parecían tener el uno con el otro. Se puso de pie frente a mí y a Maddie, de espaldas a las puertas del ascensor. "¿A dónde vas?", le preguntó en un tono genuinamente interesado. Por el rabillo de mis ojos, me centré intensamente en mi hija, y vi como él miraba hacia mí un instante antes de volver a ver a Maddie.

"¡Vamos a Brootlyn!". Maddie respondió alegremente. "¡Para vé a mi nueva nana!", continuó.

"¡Ah, la lista parece haber ayudado!", exclamó manteniendo los ojos en Maddie. Después de un par de segundos, me preguntaba si él estaba esperando a que yo dijera algo. De cualquier manera, ya era demasiado tarde para responder.

Los ojos de Edward se acercaron a mí. "¿Así que te vas a escondidas antes de tiempo, eh?", me preguntó. Cuando le miré, tenía una ceja arqueada, como si estuviera esperando a que yo le contara un pequeño secreto.

Sus cejas arqueadas y el hecho de que acababa de acusarme de irme furtivamente, me irritó. Él me había golpeado un nervio así que le respondí con rapidez y firmeza. "No, no estoy saliendo a hurtadillas. He hablado con Rosalie y ella sabe muy bien que me voy temprano. Voy a recuperar las horas durante la semana. Yo no me voy furtivamente".

Tan pronto como las palabras salieron de mi boca, yo quería patearme. No sólo había sonado culpable y a la defensiva, sino que estaba segura de que había hecho un poco más de hincapié del que pretendía en el "yo" de mi última frase. Sentí que mi rostro ardía.

Edward me miró con una expresión indescifrable para finalmente hablar. "Sólo estaba bromeando, Bella. No he querido dar a entender nada". 'A diferencia de lo que tú acabas de hacer', terminé por él en mi mente. Mis mejillas ardían por la humillación. Había acusado a uno de los propietarios de la agencia en la que trabajaba de escaquearse. Perfecto.

Afortunadamente, volvió su atención a Maddie. "Así que Brooklyn, ¿eh? Tengo una hermana que vive en Brooklyn", le dijo a Maddie con una voz suave y aterciopelada. Me mordí el labio y miré fijamente a la pared del ascensor.

Por supuesto. ¿Cómo podía haberlo olvidado? ¡Por supuesto que sería el hermano de Alice Cullen!

Alice Cullen habían entrado como un ciclón a través de las puertas del Departamento de Arte de la CCW dos días después de que yo hubiera empezado a trabajar aquí. Ella había entrado a la oficina de Rosalie, sin previo aviso y sin llamar. Yo estaba sentada frente a Rosalie en una reunión informal, y ella casi me cegó con esa brillante sonrisa que me había disparado antes de ir corriendo hasta Rosalie y exclamar con voz dulce y emocionada:

"¡Barney hace descuentos dos veces al año! ¡Coge tu bolso y vámonos!"

Rose rodó los ojos hacia Alice antes de volverse hacia mí. "Por favor, disculpa a mi grosera cuñada, Alice Cullen. Como es la única de los hermanos Cullen sin una participación en esta empresa se olvida de cómo funciona esto".

"Sí, lo que sea", Alice respondió con impaciencia, saltando arriba y abajo delante de Rosalie. "¡Di lo que quieras, pero coge tu bolso y vámonos! ¿Sabes las cosas que hay si vas la primera?", ella se quejó. Y aunque odiaba a los llorones, algo de ella me hizo sonreír de forma automática.

"Alice", añadió Rose en un tono exasperado, "¿no ves que estoy en medio de una reunión? No puedo ir ahora".

Alice se volvió hacia mí, y su rostro se iluminó con dulzura, sus ojos verdes brillaban con la energía apenas contenida. "¡Pues tráela con nosotras! ¡Podéis hacer vuestra reunión en el probador! ¿Te gusta ir de compras, no?", me preguntó, pero sonaba más como una excusa.

"Um...", murmuré, mirando rápidamente entre Rosalie y su cuñada, y sin saber qué responder. La verdad era que odiaba ir de compras, pero tenía la sensación de que no disuadiría a Alice Cullen para no ir a su pequeña excursión. No es que yo pensara que Rosalie pensara en la idea de una reunión en Barney por un segundo.

Sorprendentemente, Rosalie me miró directamente a mí, como esperando mi respuesta a si debíamos continuar con la reunión mientras tratábamos con faldas de cuero de 800 $ y blusas de seda de 500 $.

Esa fue mi primera pista de que los Cullen tenían definitivamente una elegancia propia.

"Uh, si quieres podemos continuar con esta reunión más tarde, Rosalie. Tendré los proyectos de dibujos listos para cuando..."

Rosalie se volvió hacia Alice con una sonrisa en su rostro. "Alice, Barney tendrá que esperar hasta después del trabajo". Ella se volvió hacia mí. "Bella, creo que tienes un buen control sobre lo que estoy buscando. Empieza a trabajar en los bocetos y les echaré un vistazo esta tarde".

Y con eso me levanté para salir, viendo como Alice Cullen miraba a Rose con una mueca triste en su rostro. Su rostro se iluminó de repente otra vez y se volvió a mirarme una vez más.

"Oye, ¿tú eres la nueva artista gráfica? ¡Rosalie te mencionó! ¡Eres la chica nueva de Washington!", me sonrió con entusiasmo.

"Uh, sí. Soy Isabella Swan. Bella, para abreviar", le aclaré en voz baja.

"¡Bella! ¡Es un nombre hermoso!", exclamó. "Así que, ¿cómo has estado en esta empresa hasta ahora? ¿Te está tratando bien Rosalie?", sus ojos parpadearon hacia Rosalie de forma rápida y ella le dio una juguetona y burlona sonrisa. "¿Te gusta Nueva York? ¿Es muy diferente de Washington? ¿Dónde vives?". Ella iba pregunta tras pregunta, no me dio la oportunidad de responder a ninguna, hasta que llegó a la última y esperó en silencio mis respuestas.

Yo no estaba muy segura de que responder a la primera. "CCW es maravillosa hasta el momento, gracias. La ciudad de Nueva York parece bonita, pero realmente no he tenido la oportunidad de ver mucho hasta ahora. Es muy diferente de donde yo crecí".

"¿Qué quieres decir con que no has tenido la oportunidad de ver la ciudad?", exclamó ella sorprendida. "¿Dónde vives?"

"Vivo en Brooklyn, ¿en el barrio de Dumbo?". Le aclaré. "Sí, justo-"

Ella me cortó de nuevo. "Tú estás bromeando". Ella miró hacia mí y hacia Rose de nuevo. "Rose, ¿por qué no me dijiste que estaba viviendo en Dumbo?", preguntó con incredulidad. Rosalie sólo frunció los labios y rodó los ojos de nuevo. Ella murmuró algo incoherente, pero sonaba como: "…Bella...buen comienzo...ofrécele…tu loco culo".

Alice se volvió hacia mí. "Bella", se puso una mano en el pecho antes de continuar, "¡Yo vivo también en Dumbo! ¡Con mi novio Jasper! ¡Tenemos un lindo loft por el río!", continuó con una enorme y feliz sonrisa en su rostro. Yo le devolví la sonrisa. Su sonrisa era definitivamente contagiosa.

A pesar de que sólo había estado aquí durante dos días, ya conocía a Jasper Whitlock, uno de los propietarios y sabía que estaba comprometido con Alice Cullen, la hermana de Emmet y Edward Cullen, los otros dos propietarios de la empresa. Al parecer la mayoría de los empleados de esta agencia, al mismo tiempo que trabajaban duro y se dedicaban a su trabajo, también conocían la vida personal de los Cullen. Y mientras yo no estaba escuchando ningún chisme, algunos de ellos se abrían paso a mis oídos cuando me sentaba en mi mesa, o mientras caminaba por los pasillos, o en los ascensores, o en el baño de mujeres, etc.

Alice estaba caminando hacia mi mesa, charlando con entusiasmo, cuando descubrimos que vivíamos bastante cerca la una de la otra. Estaba tan llena de energía como un átomo a punto de explotar. Sin embargo, inmediatamente sentí una agradable conexión con ella, sintiendo como si hubiera encontrado a alguien con la que podría conectar en esta gran y exigente ciudad. Eso me hizo sentir extrañamente contenta de saber que vivía tan cerca. Ella entró en mi despachito e inmediatamente vio la imagen que tenía de Maddie en el pequeño marco de 5x7.

"¡Oh. Dios. Mío! ¿Esta es tu hija?", gritó, levantando la imagen para admirarla. Yo asentí con la cabeza con orgullo.

"¡Ella es un absoluto ángel! ¿Cómo se llama?"

"Maddie. Abreviatura de Madisen", le respondí en voz baja.

"Madisen. Igual que la Avenida Madison", Alice se rió.

Me encogí de hombros. "Supongo. Excepto que tiene una «e» al final en lugar de una «o »".

"Es un nombre tan lindo. Le va perfectamente. Ella es adorable".

"Gracias", suspiré con evidente orgullo en mi voz.

Yo había visto a Alice mirar rápidamente mi mano izquierda, antes de volver a la imagen de Maddie. "Así que, ¿estás casada?", preguntó tratando de fingir indiferencia.

"No, divorciada", murmuré.

"Oh. Lo siento", respondió en un tono más moderado.

Y por alguna razón, la mirada honesta en sus ojos me hizo contestar de una manera que nunca hubiera esperado, sobre todo con alguien que era prácticamente una desconocida. "No lo sientas. Estoy segura de haber hecho bien".

Los ojos de Alice registraron su sorpresa por mi respuesta inesperada. Y de la nada, pasé de la risa calmada a sentir ardor por las lágrimas que querían salir con fuerza por mi arrebato.

La risa de Alice finalmente se calmó y me miró con brillo en sus ojos. "Bella Swan", declaró. "Creo que este es el comienzo de una hermosa amistad".

Así que estas dos última semanas, Alice iba a la oficina un par de veces a la semana, y después de visitar a Jasper, llegaba a nuestro piso y emocionada nos daba un rápido saludo a Rosalie y a mí. Vi que ella y Rosalie eran buenas amigas. Cada vez era más obvio que los Cullen eran una familia muy unida. Emmett venía a nuestro piso un par de veces al día para ver a Rosalie. Era un hombre grande, musculoso y guapo, y tenía una risa contagiosa que se oía en todo el piso cuando estaba aquí. Yo lo conocí en la oficina de Rose durante mi primer día aquí, y había sido muy cortés. Sus ojos verdes eran iguales a los de su hermana, y ambos tenían el mismo brillo perverso en sus ojos.

Conocí a Jasper el mismo día que conocí a Alice. Ella había venido a decir adiós antes de irse y había arrastrado a su prometido abajo con ella. Y aunque él no era un Cullen, no podía dejar de notar cuán atractivo era también. Era alto y rubio, con los ojos tan azules como el cielo, y una disposición que de inmediato te daba tranquilidad. Él se disculpó por no haberse presentado antes, pero dijo que había tenido algunos asuntos urgentes que tratar, y cuando habló noté el leve acento sureño que tenía, y me hizo sonreír.

Así fue como me di cuenta de que los hermanos Cullen, así como sus parejas, tenían las personalidades más increíbles que jamás había conocido, y de inmediato pude ver por qué la gente era tan amable con el clan Cullen. Me encontré a mí misma preguntándome si el último de los hermanos Cullen que yo aún no conocía, Edward Cullen, que estaba en la actualidad lejos en un viaje de negocios, sería tan asombroso como el resto de su familia.

Y en mi primer encuentro con él, él al parecer, estaba metido en una pequeña sala de conferencias con una de mis compañeras de trabajo. Esa no era una gran personalidad.

Me rompí de nuevo, en el presente, por la respuesta de mi hija por el comentario de Edward sobre su hermana.

"¿En seio? ¡Vivimos en Brootlyn también! ¿Vedad mamá?". Maddie tiró de mi brazo a la espera de la confirmación, y Edward miró hacia mí.

"Sí, cariño". Le contesté en voz baja, manteniendo mis ojos en ella.

Maddie volvió su atención de nuevo a su nuevo héroe. "Mamá tiene una amiga que vive en Brootlyn como nosotas. Ella es muy bonita. ¡Me compó un helado el oto día cuando estaba hambienta!"

Afortunadamente, el ascensor llegó al vestíbulo cuando Maddie terminó de hablar. Cuando las puertas se abrieron de golpe, dejé escapar un suspiro que ni siquiera me había dado cuenta de que había estado reteniendo. Edward salió primero y extendió su brazo para mantener abierta la puerta del ascensor.

"Gracias", murmuré cuando salí con Maddie.

"¿A dónde vas Edwood?". Maddie le preguntó mientras caminábamos por el vestíbulo, con Edward al otro lado de ella.

"Oh, voy a por una taza de café", respondió suavemente.

"Mamá toma café a veces. ¿No, mamá?". Maddie preguntó al tiempo que tiraba de mi brazo de nuevo.

"A veces", estuve de acuerdo, manteniendo los ojos hacia adelante y centrándome en mis pasos. Yo siempre había estado más o menos en el lado de los torpes, y aunque a los 25 había superado finalmente mi torpeza, todavía tropezaba de vez en cuando, y quería asegurarme de que este no era uno de esos casos.

Edward miró por encima de mí. "¿Quieres una taza de-"

"No, gracias". Le respondí rápidamente, ni siquiera dándole la oportunidad de terminar la frase. Me encogí internamente por mi mala educación evidente, pero no quería pensar que él pensara que delante de mi hija me iba con cualquier extraño que me ofrecía una taza de café. Lo último que necesitaba era que Edward Cullen pensara que era una de sus nuevas conquistas.

Edward simplemente asintió con la cabeza y desvió la mirada de mí a medida que finalmente salíamos del edificio. Era un día caluroso de finales de agosto, se había quitado su chaqueta por sus escaleras y se había aflojado la corbata. Le miré rápidamente, mientras que paseábamos por las concurridas calles de Manhattan, viendo como el sol brillaba en sus ojos verde esmeralda. Jesús, María y José, que guapo era. Su cuerpo era perfecto, tan perfecto que parecía estar cincelado en piedra. Su mandíbula era casi perfectamente cuadrada, y yo observaba, casi hipnotizada, como la nuez se balanceaba arriba y abajo cuando tragaba, pareciendo un poco nervioso por alguna razón.

Me di cuenta de que no llevaba la misma ropa que había estado usando anteriormente. Esos pantalones, que eran oscuros como los que llevaba esta mañana, le quedaban bien, y su camisa blanca estaba inmaculada, sin una arruga en ella. Tenía el pelo todavía rebelde, pero cuando le vi pasar su mano rápidamente a través de él, me di cuenta que era la mano quien lo ponía de esa manera, en lugar de otra persona. Por alguna razón, ese descubrimiento trajo consigo una sensación de alivio. No es que con eso tuviera alguna diferencia en mi vida. Por alguna razón inexplicable, esa idea me había llenado también de una súbita punzada de tristeza. Pero yo tenía una y sólo una prioridad en mi vida, la niña que ahora mismo estaba aferrándose con fuerza a mi mano. Y yo no quería ni necesitaba nada más.

Edward volvió los ojos de nuevo hacia Maddie, pero antes de que ella volviera a mirar hacia él me pareció ver una cierta confusión en sus ojos. Sin embargo, tan pronto como volvió a mirar a Edward, eso pareció desaparecer y la mirada de asombro que había visto antes había vuelto. Él le dio una sonrisa enorme y deslumbrante, y ella se rió hacia él, completamente tomada.

"Bueno princesa Maddie, ha sido realmente increíble conocerte a ti y a tu mamá". Lanzó una rápida mirada hacia mí y yo le di una pequeña y rápida sonrisa. Maddie siguió riéndose. "¿Prometes que vas a venir a visitarnos de nuevo pronto?", preguntó él con esperanza.

"Si mi mamá me deja", respondió Maddie. Ella pensó por un momento antes de continuar con su voz emocionada. "¿Puedes vení a visitanos a Brootlyn? ¿Puedo enseñáte mis juguetes, y la caña de pescá que mi abuelo Chalie me hizo, y el atapa sueños que el tío Jake nos hizo a mí y a mi mamá?". Los ojos de Edward parpadearon rápidamente hacia mí antes de sonreír de vuelta a Maddie - "y podemos pintá juntos, y mamá te puede enseñá sus pintuas, y podemos sé amigos pa siempe", dijo esperanzada.

Mi boca se quedó abierta en un silencio estupefacto. Mi tímida hija de cuatro años acababa de invitar a un perfecto extraño a nuestra casa, y lo que es más, en una sola frase se abrió a él más de lo que se había abierto a nadie, ni siquiera a los profesores de los dos pre-escolares que habían tratado con ella hasta el momento, excepto tal vez a su hermana Alice, desde que habíamos llegado a esta ciudad. Ella no había mencionado a mi padre o a Jake a nadie desde que habíamos llegado aquí, mantenerlos a ellos y a sus recuerdos era un secreto que ella no estaba dispuesta a compartir con nadie.

Edward también pareció sorprenderse por la invitación de Maddie, y como no estaba seguro de cómo responderle, miró hacia mí rápidamente.

"Um, Maddie, cariño, Edward está muy ocupado, mi amor. Estoy segura de que le encantaría venir a ver tus juguetes, pero-", podía ver el rostro de Maddie empezando a caer, y las comisuras de su pequeña boca cayendo hacia abajo.

"Te diré una cosa", empezó Edward, cortándome y mirándome mientras hablaba, "¿por qué no traes esa caña de pescar y ese atrapa sueños la próxima vez que vengas, y te aseguras de que tu mamá te trae hasta mi oficina para que puedas mostrármelo y decirme todo acerca de ellos?". Miró hacia abajo a Maddie y continuó con una sonrisa fácil. "Y yo tengo toneladas y toneladas de papel ahí, podemos hacer todos los dibujos que quieras. ¿Qué te parece?".

Maddie me miró expectante, y le sonreí suavemente, asintiendo con la cabeza para hacerle saber que la sugerencia de Edward sonaba bien. Ella sonrió tímidamente al principio, pero luego, sus ojos brillaron y su sonrisa creció. Ella miró a Edward con entusiasmo.

"¿Pometes que vas a dibujá conmigo? ¿Y pometes sé mi amigo pa siempe?"

Edward lentamente se arrodilló a su nivel. Él la miró con curiosidad por un par de segundos y sus ojos se estrecharon con confusión de nuevo, como si estuviera tratando de averiguar algo dentro de él mismo. "Me comprometo a dibujar contigo todo lo que quieras, y prometo ser tu amigo por el tiempo que quieres mi amistad".

Y como un relámpago, antes de que pudiera detenerla, Maddie echó sus brazos sobre los hombros de Edward, cogiéndonos a los dos por sorpresa. Pude ver los ojos de Edward ampliarse en estado de shock, pero luego, poco a poco, puso sus fuertes brazos alrededor de ella con suavidad, y rápidamente me miró, como si temiera haber hecho algo mal.

Y honestamente, en circunstancias normales, no habría sido demasiado feliz con que un hombre al que acababa de conocer abrazara a mi hija. Pero... todo lo que podía hacer era mirarles, completamente anonadada, porque a diferencia de Edward, yo sabía que esto era realmente increíble. Maddie había estado encerrada dentro de sí misma desde que habíamos dejado Forks, sin saber donde encajar ahora, sin saber en quién confiar, y en una mañana, ella se había abierto, y su corazón parecía ser de nada menos que de Edward Cullen.

¿Qué estaba pasando aquí?

Maddie poco a poco se alejó de Edward con una gran y satisfecha sonrisa en su rostro. "¡Adiós Edwood, nos vemos ponto!", exclamó ahora apaciguada.

Edward se rió entre dientes ligeramente. "Adiós princesa", se rió. Su rostro se puso serio de repente, y miró hacia mí.

"¿Vais a coger el metro para ir a casa?", preguntó con atención.

"Um, sí".

Pareció debatir algo por un segundo antes de volverse a Maddie con una mirada firme.

"Sólo asegúrate de mantener tu mano cogida a la de tu mamá en el tren", parecía realmente preocupado.

Maddie se rió. "¡Eso es lo que dice mamá!", confirmó. Edward se rió entre dientes y se levantó. Él me miró y en sus ojos se podía leer que estaba pensando algo. Me dio una de esas sonrisas torcidas a las que estaba tan acostumbrada a ver en las portadas de las revistas, pero aquí, en persona, yo no podía dejar de pensar que parecía mucho más real, mucho más real de lo que parecía en esas revistas.

"Que tengáis un feliz regreso a casa". Su voz era sincera. "Y buena suerte con la niñera. Espero que todo salga bien".

La intensidad de su suave voz me confundió, y todo lo que pude decir fue un simple "gracias" antes de girarnos y alejarnos, sintiendo sus ojos en mí todo el camino hasta la estación de metro.

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Ethan Koffman
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Mar Dic 27, 2011 8:26 pm
Capítulo 3 - Evitar estrictamente

(EPOV)

No había hablado con Bella en dos semanas, no desde la semi-conversación que tuvimos en el ascensor el día que la conocí, el día en el que había ido a conocer a la nueva niñera de su hija, la pequeña Maddie. Tal como lo había planeado, me quedé alejado de ella después de ese día, evitando el piso 22 en la medida de lo posible, manteniéndome ocupado en mi oficina. Pero el hecho es que trabajábamos en la misma empresa y estábamos obligados a tener que interactuar, sobre todo teniendo en cuenta que era, técnicamente, su jefe.

Así que aunque yo no había hablado realmente con ella estas dos últimas semanas, nuestros caminos se habían cruzado. Rosalie la había metido en un par de nuestras grandes cuentas - ya que parecía estar muy contenta con el trabajo de Bella - y nos había juntado en un par de reuniones para planificar la estrategia sobre cómo ofrecer un producto superior a los clientes.

Desde que Rosalie era la Directora Creativa de la Agencia, Em, y Jazz y yo la dejábamos hacer parte de las reuniones con Bella; era ella quien tenía que dar a Bella el OK antes de que su trabajo llegara a alguno de nuestros escritorios. A pesar de que yo era el jefe Comercial y de Producción, era Rose quien estaba a cargo del equipo creativo, mi trabajo consistía en asegurarme de que todas las ideas que se le ocurrían a Rose y a su equipo salieran a la luz del día, por así decirlo. Como jefe de planificación de cuentas, el trabajo de Emmett era asegurarse de los puntos de vista del cliente y de que sus necesidades estuvieran bien representadas por nuestra agencia, y como jefe de los medios de comunicación, el trabajo de Jasper era organizar el calendario y la programación de nuestra campaña publicitaria.

Em y Jasper, por supuesto, ponían su granito de arena en estas reuniones, pero yo permanecía silencioso, evitando mirar directamente a Bella a menos que fuera absolutamente necesario; dirigiendo cualquier comentario o pregunta a Rose. No es que yo no quisiera oír su voz. Por el contrario, mis ojos estaban en otro lugar mientras ella hablaba, pero mis oídos y mi mente siempre estaban extrañamente atentos a cada sílaba que salía de su boca. Pero debido a que en nuestro último encuentro había sido claramente evidente que Bella se había dado cuenta de lo que había sucedido, o lo que casi había pasado, con Lauren en la sala de conferencias, claramente no era su persona favorita en la oficina. Además, cada vez que la miraba, el mundo de repente giraba sobre su eje, y tenía la extraña sensación de que me estaba cayendo. Mi ritmo cardíaco se aceleraba como un pesado caballo de carreras, mi pulso se aceleraba inexplicablemente, mi boca se secaba, mis manos comenzaban a sudar, y me sentía extrañamente mareado, como si me hubiera metido algún tipo de droga o algo raro.

Y no es que el sentimiento fuera del todo desagradable. Definitivamente no lo era. Pero era el sentimiento más mierda que había tenido en mi vida. Yo no sabía qué hacer con él, y no estaba acostumbrado a no saber qué hacer con las cosas. Me di cuenta de que ella evitaba mirarme y hablarme igual, o más, que yo a ella. Yo no quería hacerla sentir incómoda, cuando obviamente me odiaba. Así que continué con la política de evitación estricta en la medida de lo posible.

Pero me gustaría verla. Yo a veces la veía por las mañanas cuando entraba de forma rápida, mirando hacia el frente y no mirando a nadie de su alrededor. Se cruzaba el vestíbulo hasta nuestros ascensores mientras yo me sentaba con una taza de café y leía el periódico antes de ir arriba. Me reía y movía la cabeza, la chica era demasiado evidente para la ciudad. Ella no prestaba atención a su entorno, se centraba exclusivamente en subir al piso de arriba y en iniciar su jornada de trabajo.

Sin embargo era extraño. A veces podía con mis nervios el ver lo inconsciente que ella era. Cualquiera podría llegar hasta ella y cogerla por sorpresa. La idea me ponía incómodo mientras yo estaba sentado allí, mirándola con un apretado nudo formándose en mi pecho. Ella estaba sola en la ciudad, sin nadie que se ocupara de ella o de la pequeña Maddie. Eso me molestaba...

Pero a veces me preguntaba si realmente era tan inconsciente como parecía. Un par de veces, mientras yo la miraba esperando el ascensor, le veía de pronto una mirada perpleja en su cara. Y luego, lentamente, ella se daba la vuelta y sus ojos se empezaban a mover, como si buscara a alguien, o como si algo le dijera que estaba siendo vigilada. Yo me escondía rápidamente detrás de mi diario mientras escaneaba la zona, sabiendo lo que ella pensaba de mí, y sin querer añadir 'chico loco y acosador' a su lista de mis malas acciones.

Mis pies querían seguirla al ascensor esos días. Me preguntaba cómo sería estar atrapado de nuevo dentro de ese pequeño sitio con ella por unos pocos segundos, el tiempo suficiente para obtener respuestas a todas las preguntas que me moría de ganas de hacerle, pero era demasiado gallina para eso.

Las cosas parecían ir bien con la niñera. Me enteré - después de otra maldita reunión con Rosalie - que Bella había llegado al trabajo mucho más relajada el día después de reunirse con la niñera. Por alguna razón, saber eso me relajó demasiado. Porque si Bella estaba relajada, significaba que Maddie era feliz, y tan extraño como era, eso parecía importarme. Rosalie me miró con curiosidad mientras yo dejaba escapar un suspiro de alivio por la noticia, y luego sacudió la cabeza y salió de mi oficina.

A veces, al final de la jornada de trabajo, me sentaba abajo, en el vestíbulo, y echaba un vistazo a Bella cuando se iba a su casa, salía corriendo del edificio aún más rápido de lo que podía. Ansiosa, estaba seguro, por llegar a casa con Maddie. Un par de veces que había salido detrás de ella, me pregunté si ella aceptaría que la llevara a casa. La idea de que necesitara viajar en el metro lleno de gente - con todo tipo de extraños, sudorosos y sospechoso personajes - me irritaba. Pero luego me acordaba de mi política de evitación estricta, y del hecho de que probablemente me dispararía una mirada de 'mantén tu pene lejos de mí', como la que me había puesto en el pasillo y en el ascensor ese día.

Así que sí, habíamos hecho un buen trabajo al evitarnos entre nosotros por el último par de semanas. Y aquí estaba ahora, en la esquina de mi gran oficina, mirando por las ventanas el horizonte de Manhattan, el sol alto en el cielo y el resplandor brillante del rascacielos de Park Avenue. Con la genial vista que tenía desde mi oficina, no era capaz de ver más allá de las dos orbes marrón chocolate que habían estado bloqueando mi punto de vista durante las últimas dos semanas.

La puerta de mi despacho se abrió bruscamente y apareció Emmett como un tornado enorme, su voz ronca y alta me sacó de mi trance con esos ojos marrones.

"Oye hermano, ¿tiene las muestras de impresión de la cuenta de EverSoft Cream? Johnson me ha estado llamando toda la mañana preguntándome por ellas, aunque yo le dije que las muestras no estarían listas hasta mañana". Se dejó caer en la silla de invitados, poniéndose cómodo. "Pero tengo que quitármelo de encima", continuó, juntando las manos como si estuviera a punto de orar, "así que por favor dime que están listas, así no tendré que pelear con ese dolor de culo a través del teléfono".

Lo miré fijamente durante unos segundos, a pesar de que lo había oído con claridad. Mi mente todavía no estaba dispuesta a dejar ir esos hipnóticos ojos marrones. Emmett me devolvió la mirada, esperando una respuesta. Una vez que se dio cuenta de que no estaba atento, llegó con su enorme brazo y chasqueó los dedos dos veces en frente de mi cara.

"¡Hey! ¿Hola? Tierra llamando a Edward, ¿has escuchado lo que te he dicho?".

Parpadeé un par de veces y sacudí la cabeza con rapidez, obligando a mi mente a concentrarse en Emmett. "Sí Emmett, te he oído. Y sí, las muestras están listas. Voy a enviárselas a Johnson yo mismo".

"¡Biennnn!", Emmett sonrió. "¡Bien!". Se echó hacia atrás feliz y satisfecho. Me miró de nuevo por unos segundos, con una mirada perpleja en su rostro.

"Hey, hombre, Ed, ¿estás bien? Parece que estas un poco distraído últimamente. ¿Algo en tu mente?", preguntó con cierta preocupación.

Fruncí mis cejas y sacudí la cabeza. Emmett y yo siempre habíamos tenido una buena relación, y por lo general no tenía ningún problema abriéndome con él acerca de las mujeres que conocía, o de cualquier persona que me llamara la atención. Él por lo general sacudía su cabeza y se reía, llamándome bastardo afortunado o algo, aunque ambos sabíamos que él ya no tenía ganas de jugar en ese campo. Él y Rosalie estaban locamente enamorados el uno del otro, enfatizando en la parte loca.

Pero eso no era esto. Yo realmente no había conocido a nadie recientemente, al menos no en la forma que utilizaba para conocer mujeres. Y eso que sentía, esa fuerza - no tenía otra manera de describirlo - era demasiado confusa como para ponerla en palabras. Demasiado complicada. Demasiado mala e imposible por cómo me sentía presionado. Una parte de mí mantenía la esperanza de que tal vez si ignoraba lo suficiente la voz de mis confusos sentimientos, finalmente podría desaparecer. Y de todos modos, aunque yo hubiera querido, no podría haber expresado mis sentimientos en voz alta porque no tenía ni puta idea de lo que estaba pasando conmigo. Tomé una respiración profunda y dejé salir el aire antes de contestar a mi hermano.

"Estoy cansado, supongo", mentí en cierto modo.

Emmett se echó a reír, porque no parecía del todo convencido por mi respuesta. "Sí, supongo que yo estaría demasiado cansado si viviera la fiesta de tu resistente vida". Me volví a darle una sonrisa antes de volver la atención hacia la ventana.

"Entonces, ¿quién es la señorita con suerte esta semana?", continuó en voz más baja, pero parecía que había algo más que quería hacer. "No he estado al tanto con los chismes. ¿Qué has hecho últimamente?". Yo apreté los labios y rodé los ojos, manteniéndolos en las ventanas.

"Em, es mejor que no te creas esa mierda de ahí", le reprendí.

Se rió con ganas. "Bueno, es la única manera de mantenerme al día contigo últimamente, hombre. Estos últimos meses de tu vida han sido un torbellino de actividad, las chicas van y vienen como si fueras una maldita puerta giratoria. Y entonces te vas a Europa sin apenas decirnos una palabra a ninguno de nosotros, que por cierto, asustaste sin fin a mamá y a papá. Jasper y yo pasamos un infierno reorganizando tus reuniones y las cuentas en el último momento", terminó, en un tono más acusatorio.

Me lo tenía totalmente merecido. Sabía que esto llegaría, lo estaba esperando. El "viaje de negocios" que había hecho a finales del mes pasado no había sido nada pero… me marché para Londres de repente, con la excusa de investigar posibles clientes en el extranjero. Pero la verdad era que en los últimos meses algo no estaba bien. Empecé a sentir como... ni siquiera lo sabía. Como que me faltaba algo. Como que tenía que hacer algo, o buscar algo. Y aunque estaba constantemente rodeado por mujeres hermosas, aunque tenía dinero suficiente para comprar lo que quisiera, aunque tenía la suerte de tener una gran familia, simplemente no era suficiente.

Así que Emmett tenía razón: los últimos meses había salido de fiesta más de lo habitual. Pero curiosamente, todas las fiestas y las mujeres me hacían crecer el vacío aún más. Así que agregaba largos días y noches de trabajo a eso. Me quedaba en la oficina hasta las nueve o las diez de la noche, y luego iba de cabeza a un club o algo así hasta las primeras horas de la mañana. Pero nada de eso funcionaba, podía sentir el vacío cada vez más grande, como si hubiera algún tipo de agujero dentro de mí, comiéndome. El mes pasado fue tan insoportable que tuve que escapar. Reservé un vuelo a Londres sin avisar a mi familia y estuve fuera durante tres semanas. Y aunque la distancia había ayudado a calmarme - por lo menos el agujero no se sentía como si fuera más hondo - aun volvía con el vacío, con la sensación de que algo faltaba.

Mirando hacia atrás, eso era probablemente por lo que había sido tan listo para encerrarme en una sala de conferencias con Lauren ese día, para ver si tal vez la emoción de poder ser pillado llenaba ese vacío. No funcionó, por supuesto. Y ahora cada vez que recordaba ese incidente me sentía muy disgustado conmigo mismo. Y había conseguido también disgustarla a ella en el proceso, aunque no sabía por qué me preocupaba por eso.

Sin embargo, por extraño que pareciera, ese día había sido también la primera vez en meses que no había sentido el vacío, pero no por el incidente de la sala de conferencias. Fue después cuando el vacío pareció curarse. Fue la vez que vi a las dos bellezas de pelo castaño que estaban esperando fuera, una dulce e inocente, y la otra intensa y misteriosa. El vacío había sido sustituido ahora por el hambre, hambre distinta de la que yo estaba acostumbrado a sentir. Era un hambre de conocer todo lo relacionado con Bella Swan. Pero Bella Swan era fruto prohibido, de modo que el hambre tendría que continuar hasta que me muriera.

Y ella odiaba mis malditas tripas de todos modos.

Finalmente me volví hacia mi hermano. "Emmett, realmente lo siento. No debería haberme ido de esa manera. Fue muy irresponsable de mi parte".

Emmett frunció los labios antes de estallar en una sonrisa de nuevo. Mi hermano mayor… su enorme tamaño y sus músculos eran suficientes para asustar a Schwarzenegger, pero nunca podía quedarse molesto por ninguno de nosotros durante más de dos minutos. "¡Pff! ¡No te preocupes por eso!", él me tranquilizó. "Rose era la que más molesta estaba". Rodé mis ojos de nuevo. Por supuesto, ella era la más molesta. "Se suponía que viajarías a Seattle. Ella no estaba muy emocionada por tener que volar hasta allí para entrevistar a los posibles nuevos trabajadores. Tuviste la maldita suerte de que encontró a Bella Swan o de lo contrario te hubiera quitado la cabeza si el viaje hubiera sido en vano".

Al mencionar el nombre de Bella mi ritmo cardiaco se aceleró y amplié mis ojos.

"¿Así que Rose parece estar feliz con su nueva empleada hasta ahora,eh?". Pregunté, tratando de parecer casual.

Emmett soltó un bufido. "¿Feliz? ¿Estás bromeando? Ella está orgullosa de haberla encontrado. Sabes lo difícil de complacer que es mi Rosie. Bueno, yo sé lo difícil que es de complacer", añadió con una risita. Me aparté de él y rodé mis ojos de nuevo por sus enfermas insinuaciones, pero luego me volví hacia él. Yo no quería impedir el giro que nuestra conversación había tomado ahora: "pero Bella Swan está haciendo un gran trabajo. Rose ya la ha puesto en las cuentas de Wheat a Bits y EverSoft, y sabes que está orgullosa y contenta. Ella sólo ha estado aquí un mes, pero Rose confía en ella para darle ese trabajoy yo confió en Rose. Si ella piensa que Bella puede manejarlo, entonces eso es suficiente para mí".

Asentí con la cabeza rápidamente. "Sí, estoy seguro de que puede manejarlo", estuve de acuerdo con énfasis.

Emmett me miró con curiosidad. "¿De verdad? Tenía la impresión de que tenías algunas reservas con respecto a Bella. Me he dado cuenta de que realmente no interactúas con ella demasiado, sobre todo durante el par de reuniones en las que Rose la ha incluido".

Me quedé mirando hacia adelante, tratando de averiguar qué decir para evitar la mirada sospechosa de Emmett. "Uh, no. He estado muy impresionado con ella y con su trabajo. Ella parece una chica tranquila, no lo sé realmente..."

Emmett me cortó antes de que pudiera encontrar la manera de terminar. "Bueno, sí, es como si tuviera una especie de estaca clavada en sí misma. Ella se divorció y al parecer tiene una niña, supongo que vino a la ciudad para empezar de nuevo o algo así. Pero es muy tranquila, sabe cuándo hablar y cuando tener los pies en la tierra, esa es una de las razones por las que ha sido capaz de impresionar a Rose. Sabes que Rose no tiene ningún respeto por los pelotas o los imbéciles sin carácter".

Me reí, sabiendo muy bien que la única manera de ganarse el respeto de Rosalie era enfrentarse a ella. "Rose me habló de un par de casos de cuando Bella se negó a cambiar sus diseños a causa de algunas críticas de Lauren o James".

La idea de que alguien con el talento mediocre como Lauren, o el "sin carácter" de James - el otro artista gráfico que trabajaba en el departamento de Rosalie - tuvieran el descaro de criticar el trabajo de Bella me molestaba totalmente. El hecho de que no la mirara directamente durante nuestras reuniones no significaba que no viera su trabajo. No se podía negar que era muy talentosa. Sus diseños eran atrevidos, frescos y parecía tener una comprensión casi instintiva de lo que los clientes estaban buscando. No era de extrañar que ella hubiera sido capaz de impresionar a Rosalie tan a fondo en tan poco tiempo.

Sin embargo, ¿los otros dos imbéciles tenían las pelotas de criticarla? Tuve que luchar contra el impulso casi irresistible de ir allí y ponerlos en el paro en ese momento.

"¡Bella incluso se mantuvo firme con Rosie un par de veces!", Emmett continuó, riendo. "Sobre todo cuando no estaba de acuerdo con las modificaciones de Rose en su trabajo. ¡Y la mierda es que la chica tenía razón! Los chicos de Wheat-a-Bits amaron los diseños originales de Bella. Pensaba que Rose mataría a la chica por no estar de acuerdo con ella, pero estuvo absolutamente encantada con ella. Sabes que ella se atribuye totalmente el mérito de la contratación", rió entre dientes. "Aunque conoces a mi Rosie, ella nunca admitiría estar impresionada".

Imaginar a Bella enfrentarse a Rosalie y estar en lo correcto traía una gran sonrisa a mi cara, y yo no podía dejar de reír. Rose no estaba acostumbrada a estar equivocada. Sin embargo, ella era lo suficientemente profesional como para no dejarla marchar, siempre y cuando el cliente estuviera contento.

"Parece de ese tipo de jóvenes que se divorcian pronto, ¿alguna idea de lo que ocurrió?". Me aventuré, esperando que mi extrema curiosidad no fuera demasiado obvia.

Su rostro registró sorpresa por empezar a preguntar cosas más personales. Pero luego se encogió de hombros y meneó la cabeza. "No tengo ni idea, pero le oí a Rosie que-"

Antes de que Emmett pudiera continuar, la puerta de mi oficina se abrió de nuevo y entró mi hermana Alice, mareada y nerviosa como siempre.

"¡Estáis aquí los dos!", exclamó. "Tenía la esperanza de que os encontraría a los dos aquí". Ella se acercó a cada uno de nosotros y nos dio un rápido beso en las mejillas antes de echarse en el pequeño sofá de cuero negro que había junto a la ventana. "¿Habéis olvidado qué día es hoy?", susurró con complicidad.

"¿Miércoles?", ambos respondimos al mismo tiempo.

Alice frunció los labios con ira y nos miró. "¡No, idiotas! ¡Es 30 de agosto!", continuamos mirándola fijamente. "¡El cumpleaños de Jasper!", anunció exasperada. Miró a la puerta antes de continuar en voz baja. "Vendréis esta noche ¿no?", suplicó.

Me reí de mi hermana pequeña, viendo como estaba sentada allí, completamente inflamada. Su pelo corto de punta sobresalía por todos sitios, estaba peor que el mío. "Alice, lo haces cada año. Cada año nos recuerdas que es el cumpleaños de Jasper, y cada año haces una fiesta para él. ¿Hemos faltado alguna vez?". Pregunté con una ceja levantada y una sonrisa.
Ella me sacó la lengua, mirándome con los ojos entrecerrados. "Bueno, yo sólo quería estar segura". Ella me miró fijamente antes de continuar. "Es muy importante que vengas este año".

"¿Y eso por qué?", le pregunté.

Alice parecía luchar por una respuesta. "Bueno, es sólo que... he hecho algunos cambios en el loft y me gustaría que los vieras", concluyó ella.

"¿Y qué?", Emmett preguntó. "Todos hemos visto antes tu loft. ¿Qué diferente podría verse?", Alice se volvió a mirarlo ahora, entrecerrando los ojos aún más, hasta que eran sólo dos pequeñas ranuras.

"Simplemente hazlo. ¿De acuerdo?", dijo entre dientes. Ella se volvió hacia mí. "Pero entonces tu vienes, ¿no, Edward?", repitió ella.

Durante los últimos tres años que Alice y Jasper habían estado juntos, ella celebraba una fiesta sorpresa, no tan sorpresa, para él en su cumpleaños. Y yo había ido todos los años sin quejarme menos este año, que sinceramente, no me sentía como para ir. Pensar en estar allí, solo, rodeado por decenas de gente conocida y no conocida, no era exactamente algo que me llamara hacer esa noche.

"Alice, yo no lo sé". Me pasé los dedos por el pelo y me recosté en la silla. La cara de Alice cayó por la decepción.

"Edward, por favor. ¡Vamos! Tienes que venir este año," declaró ella otra vez.

Suspiré. "Alice, tú sabes que yo suelo ser el primero para una fiesta, pero en serio, no creo que esta noche pueda. Estoy muy cansado". Intenté usar la misma excusa que había utilizado con Emmett hace apenas un rato.

La cara, por lo general suave, de Alice se endureció. "¡Sí, supongo que yo también estaría demasiado cansada si estuviera enrollándome con brujas como Tanya hasta altas horas de la mañana!", escupió.

Me reí de ella. "Siempre te lo digo, no creas todo lo que lees en las páginas de cotilleos. Están llenas de mierda".

"Había una foto, Edward", exclamó ella con sequedad.

Me reí de nuevo. "Alice, eso no significa nada. Esa imagen era probablemente de hace meses. No he visto a Tanya en las últimas semanas", confirmé. Alice siempre había odiado a mi ex novia Tanya.

"¿No es una calumnia o una difamación o algo, si publican una imagen con un subtítulo que dice que te vieron con ella ayer por lo noche, si no es cierto?". Ella arqueó una ceja, no del todo convencida.

"En realidad es difamación", le aclaré, "si la persona que está siendo difamada tiene el tiempo o la paciencia para hacer algo al respecto". Me encogí de hombros. "Pero no me importa lo que quieran decir o publicar, y ellos lo saben. ¿A quién diablos le importa si ellos quieren decir que ayer pasé la noche con Tanya? No me molesta, y estoy seguro como el infierno de que Tanya no se molestará", agregué, guiñándole un ojo.

Alice me miró, frunciendo los labios en señal de desaprobación. "Bueno, deberías cuidarte, hermano mayor. Uno de estos días van a decir algo que tú no quieres en esas páginas y estarás realmente jodido", concluyó ella, sorprendiéndonos a Emmett y a mí con su maldición. No era muy común en Alice, sólo lo soltaba cuando estaba muy molesta, como cuando Tanya estaba involucrada.

"Si, bueno, cuando llegue ese día, les demandaré".

"Para entonces puede que sea demasiado tarde para demandar", agregó Alice en un tono de advertencia, como si ya pudiera ver el futuro. Ella siempre había tenido una extraña manera de predecir las cosas, pero ahora estaba empezando darme miedo.

"Bueno mira, iré esta noche si olvidas todo lo de las páginas de cotilleos", Alice rebotó hacia arriba y hacia abajo en su asiento y aplaudió con alegría.

"¡Sí! Ahora que me acuerdo, comienza a las 8:00 pm. ¡Tratad de llegar a tiempo, por favor!", ella se quejó.

"Sí, sí, lo que sea". Le dije. "Ahora bien, ¿podríais salir ya de mi oficina? Tengo trabajo que hacer".

"¡Muy bien!", Alice resopló, fingiendo indignación. "Voy a bajar las escaleras y asomarme a ver a Rosalie rápidamente antes de ir a ver a Jasper", murmuró ella, de pie.

Emmett se dio la vuelta hacia ella antes de salir de mi oficina, "Creo que ella está en una reunión con Bella en este momento. Por cierto", continuó, "¿has invitado a B-"

"¡Emmett!", Alice gritó, interrumpiéndolo antes de que fuera capaz de terminar lo que estaba a punto de decir. "Um, creo que oigo sonar el teléfono en tu oficina. Será mejor que te des prisa, podría ser alguien importante", gritó, empujándolo hacia la puerta con su pequeño cuerpo, extrañamente fuerte.

Salí del trabajo temprano esa tarde, después de completar lo que se estaba convirtiendo en mi rutina: esconderme detrás de mi periódico en un tranquilo rincón en la entrada y ver a Bella Swan entrar, mirándola intrigante como nunca. No se podía negar que era una belleza, su pelo largo y castaño se balanceaba suavemente hacia atrás y hacia adelante mientras ella entraba rápidamente con la frente arrugada por la concentración. Pero lo que hacía que su belleza se destacara era la forma modesta de comportarse, no había aires falsos, ni andares sexy o ropa reveladora. Si llevaba algún tipo de maquillaje era mínimo, al menos eso es lo que yo había visto el primer día que habíamos hablado y las pocas veces que le había dado un rápido vistazo a su dirección. Ella era completamente natural y refrescante, sin embargo, no había ninguna otra mujer en cien metros a la redonda más vergonzosa que ella. Y basándome en las miradas que muchos monos de aquí le habían dado cuando pasaba – ella completamente ajena a que todos la miraban a su paso - no era el único hombre que pensaba así. Y una vez más me encontraba con ella sacándome otro instinto en mí, tenía la necesidad de ir a cada hombre que la miraba y golpearle para alejarle de ella, por cómo la miraban.

Aspiré en voz baja mientras estaba de pie detrás de mi periódico. Si esta hambre extraña no se apagaba, y pronto, Bella Swan iba a darme la muerte.

Abrí la puerta de mi apartamento del este del Central Park y me metí en mi habitación, dejando caer mi maletín en mi cama sin hacer y dirigiéndome directamente al cuarto de baño. Yo necesitaba una ducha, una muy fría. Era una noche caliente y pegajosa de verano, y yo había empezado a sudar sólo por la caminata desde el garaje hasta mi edificio. Mi camisa se aferraba incómoda a mi pecho y empezaba a temer el tener que salir con este calor otra vez, esta noche. Me arrepentía de haberle prometido a Alice que iba a presentarme en su pequeña fiesta. Yo hubiera preferido más quedarme en casa esta noche, a solas, con un par de cervezas y con mis sueños sobre una determinada morena.

Me reí de mí mismo, dándome cuenta de lo raro que sonaba. Hacía unas semanas la idea de quedarme aquí, solo, después del trabajo, no hubiera sonado atractiva. Sin embargo, durante el último par de semanas era básicamente en eso en lo que se había convertido mi rutina. Ir a trabajar y regresar a casa, salir a pasear por el parque durante un par de horas, sentarme junto al lago por un tiempo, escuchar mi iPod y pensar, o volver a casa, darme un baño y luego sentarme frente a la televisión y pensar. Siempre pensando. Y siempre sobre lo mismo, sobre la misma persona...

A veces me gustaría coger el ascensor e ir hacia abajo unos cuantos pisos, para pasar el rato con Emmett y Rosalie - vivían en el mismo edificio - sólo para romper la monotonía. Sin embargo, esas visitas eran siempre rápidas. Rosalie, por lo general, se molestaba si Em y yo jugábamos a los videojuegos por mucho tiempo y empezábamos a ignorarla. Y si la dejábamos jugar, nos daba una paliza y entonces ella y Emmett se acababan gritando. Era inevitable que eso diera lugar a que los dos se arrojaran sus mandos y Emmett cogiera a Rose y la echara al sofá debajo de él. Era algo raro, una especie de juego previo para ellos. Entonces, como de costumbre, yo me iba antes de que todo se volviera aún más caliente, y me echaran completamente. Esos dos no tenían auto-control.

Después de mi ducha, me puse unos pantalones y una camiseta, y me decidí a holgazanear un rato antes de prepararme para la fiesta de Alice y Jasper. Encendí el televisor en mi cuarto y me acosté en mi cama, esperando que el actual episodio de 'Friends ' me distrajera lo suficiente como para que mi mente alejara a esos ojos color marrón suave que me perseguían por todas partes. Sí, algo difícil.

Mis ojos recorrieron la habitación y se encontraron con el contestador automático del teléfono de mi mesa de noche, la molesta luz roja parpadeaba por un mensaje. Pulsé el botón de reproducción y escuché los diferentes mensajes, algunos de unos molestos agentes de publicidad, mi madre recordándome que apenas me había visto desde mi regreso de Londres, Emmett preguntándome si quería irme con ellos a la casa de Alice ("no gracias", pensé, lo último que necesitaba era ver a esos dos tentándose entre sí y dándose miradas el uno al otro durante todo el camino hasta Brooklyn) y, a continuación, el último mensaje, de Tanya.

"Querido Edward, no te he visto o escuchado en mucho tiempo. ¿Dónde te estás escondiendo? Llámame para que podamos… reunirnos", se rió. "Te echo de menos, cariño. Llámame. Pronto". Click.

Ah, Tanya. Siempre lista. Siempre para cualquier cosa. La última persona que quería o necesitaba ver ahora mismo. Tanya tenía dificultades para comprender lo que quería decir "hemos roto". Ella todavía me llamaba por lo menos un par de veces a la semana, aunque por lo general era mi contestador automático a quien hablaba. Cuando yo iba de fiesta en fiesta hasta hace unos meses, ella se aseguraba de presentarse donde quiera que yo estuviera, siempre tratando de meterse en mi casa una vez que yo estaba lo suficientemente harto como para irme de donde estábamos. Y a pesar de que le había dejado claro que no quería estar con ella nunca más, seguía actuando como si fuera mi novia cuando estábamos en el mismo lugar, mirando a cualquier otra chica que se atrevía a acercarse. La mayoría de las veces, sólo me reía. No me podría importar menos si se las arreglaba para asustar a una chica u otra, siempre había más dispuestas a desafiar su ira. Ninguna de ellas me importaba realmente, de todos modos. Y mientras todos tuviéramos claro eso, no había ningún problema.

Así que mi reacción inicial a su mensaje fue presionar el botón de borrar e ignorar, que era lo que había estado haciendo durante las últimas semanas desde que había regresado de Londres. Ella había estado enfadada como el infierno porque no la había invitado a mi viaje, y las página de cotilleos habían anunciado que desde que yo estaba fuera de Londres haciendo cosas, Tanya Denali, la famosa heredera de la cadena de hoteles de clase alta, Denali, había decidido vengarse de su "novio" enrollándose con un hombre diferente cada noche. Si la historia era cierta o no, realmente no cambiaba nada en mí, aunque yo sospechaba que ella había creado esa historia. No sería la primera vez que ella misma había puesto su propio nombre como parte de un titular escandaloso. Tanya era muy astuta y le encantaba ser el centro de atención. Y de cualquier manera, a mi no me importaba.

Me volví hacia el televisor, viendo como Phoebe trataba de explicar al resto de la banda porque Rachel era la langosta de Ross. Y de alguna manera, por supuesto, esa conversación ridícula entre personajes de ficción en la televisión me hizo pensar en Bella. Maldita sea.

Todo me hacía pensar en ella. Me pasé la mano por el pelo, frustrado. Habían pasado dos semanas desde que había puesto por primera vez mis ojos en ella. ¿Cuánto tiempo tardaría en irse esta extraña fascinación? ¿Qué diablos tenía que hacer para sacarla finalmente de mi mente?

La respuesta pareció tan clara de repente que me pregunté por qué no se me había ocurrido antes. Necesitaba una distracción. Yo necesitaba algo, o más bien a alguien, para alejar a Bella Swan de mi mente. Y de repente tuve claro quién era ese alguien que siempre estaba lista y dispuesta a ayudar a distraerme.

Tanya.

Cogí el teléfono y marqué su número rápidamente, antes de que alguna otra parte de mí, esa parte que en el fondo yo sospechaba que era probablemente la única parte racional de mí en este momento, me convenciera para no hacerlo. Tanya lo cogió en el segundo toque.

"¿Querido Edward?", respiraba seductora.

"Tanya. ¿Cómo estás?". Le respondí, sacudiendo lentamente la cabeza y riéndome de mí mismo, pensando que lo que estaba haciendo en realidad era para pegarme. Un error de mierda.

"Cariño. Te he echado de menos. ¿Por qué no me llamaste?", preguntó ella, aligerando su raro acento cada vez más, como hacía cada vez que trataba de ser linda.

"He estado muy ocupado. Y he tenido... muchas cosas en mi mente últimamente". Era cierto.

"Edward, trabajas muy duro. Sabes lo que dicen, tanto trabajo y nada de juegos hacen que Eddie sea un niño aburrido". Ella se rió de su broma. Rodé los ojos y sonreí.

"¿Qué haces esta noche, Edward? ¿Por qué no vienes a buscarme? Podemos salir y divertirnos". No le respondí, y después de unos segundos, agregó en voz baja, gutural. "O podría ir allí y podríamos…quedarnos en tu casa".

"En realidad, me voy a casa de Alice en un rato. Ella ha montado una fiesta de cumpleaños para Jasper".

"Oh", fue todo lo que Tanya respondió, pero podía imaginar su desprecio por el otro extremo. Alice y Tanya nunca había hecho buenas migas. De hecho, nadie en mi familia había sido realmente afectuoso con Tanya.

Estaba a punto de dejar las cosas así, pero entonces recordé el propósito de mi llamada telefónica, distraerme. Necesitaba que mi mente alejara a Bella, y no podía soportar la idea de pasar otra noche soñando con una chica con la que apenas había hablado y que obviamente no me gustaba. Las palabras salieron de mi boca antes de que yo hubiera tenido la oportunidad de realmente pensarlas.

"¿Quieres venir conmigo a casa de Alice y Jasper?". Le aclaré.

"Me encantaría ir contigo a cualquier lugar, querido, ya lo sabes", respiró Tanya por el teléfono sugestivamente.

No hice caso de su pequeña pista y continué. "¿Entones voy a recogerte a las 8:00 pm?"

Ella se echó a reír. "Eso suena bien. Te estaré esperando", cantó.

Pulsé el botón para colgar el teléfono, pero mi mano y el teléfono se mantuvieron en el aire, ya que finalmente había puesto en duda la sensatez de lo que acababa de hacer. Yo no quería llevar a Tanya, pero el hecho era que yo le había pedido que viniera a la fiesta de mi hermana. No había ninguna razón para que ella esperara nada más allá de eso.

Excepto que yo conocía a Tanya. Ella no habría esperado algo si la hubiera invitado a la iglesia. Respiré, pellizcándome el puente de la nariz y preguntándome en qué clase de mierda me había metido. Bueno, una cosa era segura, yo estaría completamente distraído esa noche.

Detuve mi Audi negro en frente del loft de Tanya exactamente a las 8:00 pm. Salí del coche y me acerqué a tocar su puerta para hacerle saber que estaba aquí. Yo sabía que no debía tratar de subir las escaleras.

"¿Edward?", Tanya preguntó por el altavoz.

"Sí, Tanya. ¿Estás lista?"

"Lo estaré en un minuto", confirmó ella.

Volví a mi coche a esperar. Después de unos minutos la vi salir de su edificio con un corto y ceñido vestido negro que se aferraba a ella con fuerza. Me levanté para abrir la puerta del coche para ella.

"Edward, todavía tan puntual, ¿no?", me dijo, dándome un suave y prolongado beso en la mejilla.

"En realidad, Alice me quería allí a las ocho, por lo que estamos llegando ya tarde", respondí mientras mantenía la puerta abierta para ella.

"Oh, eso está muy mal", comenzó, y luego hizo una pausa antes de subir en el coche. Se volvió a mirarme a los ojos. "Yo iba a preguntarte si querías ir arriba y... tomar una copa antes de que empezáramos nuestro camino".

"Tengo que conducir Tanya", respondí sosteniendo su mirada.

"Siempre podemos tomar un taxi... después", sugirió en voz baja.

"Llegamos tarde, Tanya. Será mejor que nos vayamos ya", le contesté, sujetandole la puerta. Me miró fijamente durante unos segundos antes de sonreír y darse la vuelta para entrar en el coche.

El loft de Alice y Jasper se encontraba en Brooklyn, en el lado del río Hudson, en una antigua zona. Hace apenas 10 años, toda el área donde Alice y Jasper estaban viviendo no era mejor que una zona de guerra, con quemados y abandonados edificios, y basura por el barrio, los narcotraficantes hacían negocios y todo tipo de actividades ilegales en las esquinas. Con el tiempo, alguien descubrió finalmente el potencial de esa zona, situada en el río, con una impresionante vista del horizonte de Manhattan y con un viaje rápido y fácil a la ciudad. Hoy en día, el área era una zona de lofts de alto precio, tiendas esparcidas por donde antes vendían drogas, y pintorescos cafés ocupando los espacios donde los edificios quemados solían estar.

Una vez que Jasper y Alice se había decidido a comprar un lugar juntos, Alice había comenzado inicialmente a buscar en Manhattan, cerca de donde vivíamos Emmett y yo. No había manera de que se fuera a Long Island, donde nuestros padres vivían. Pero un día, fue a visitar a un amigo a Brooklyn, uno que había conocido mientras estaba de gira en París, y se había enamorado inmediatamente del área, Dumbo, que estaba bajo el puente de Manhattan y Brooklyn. Era moderno, al igual que ella. Jasper, que no le importaba donde vivir mientras estuviera con ella, lo había aceptado con facilidad, y en un par de meses encontraron el loft donde vivían ahora.

Coincidentemente, fue en ese mismo período de tiempo cuando ella encontró el espacio perfecto para su estudio de baile, en un viejo edificio abandonado a pocas manzanas de su loft. Al igual que todo lo relacionado con mi hermana, era como si hubiera sido destinado a ser eso.

Mientras Tanya y yo caminabamos hacia el piso de Alice, Tanya miró a su alrededor con desprecio.

"¿Cómo puede tu hermana vivir aquí? ¡La zona es muy bohemia, sin clase!", se burlaba.

Me reí, sabiendo muy bien cómo de echada a perder estaba Tanya. Por lo que a ella le preocupaba, Nueva York consistía únicamente en una ciudad, Manhattan, e incluso se limitaba un poco al Central Park.

"En realidad creo que es bastante agradable", yo no estaba de acuerdo con ella. "Yo podría despertarme viendo estas vistas todas las mañanas", le dije, señalando al horizonte de Manhattan, al otro lado del río.

"¡Uf!", Tanya continuó, no convencida. "¿Tú vivirías aquí, entre todos estos bárbaros?"

Asentí con la cabeza.

"No lo creo", me desafió. Estábamos subiendo por el ascensor ahora. Ella puso una mano firme sobre mi hombro y me lanzó una mirada desafiante, "Edward Cullen, mírate, tú y yo somos los mismos. Ricos, mimados y codiciosos. Y no hay absolutamente nada de malo en eso".

La fulminé con la mirada pero no respondí aunque no estaba de acuerdo, pero ahora no estaba seguro de si podría rebatirle. Las puertas del ascensor se abrieron y salimos rápidamente.

A medida que nos acercábamos al loft de Alice, podía escuchar la música sonando en el interior, así como los sonidos de la gente riéndose. De repente me sentí contento de haber invitado a Tanya, después de todo, por lo menos me daría una excusa para dejar la fiesta antes de tiempo si me cansaba de hablar con todos los que Alice y Jasper habían invitado. Por un segundo, antes de que Jasper abriera la puerta, me pregunté quién exactamente, además de los habituales, habían sido invitados este año.

Jasper me dio una sencilla sonrisa cuando abrió la puerta, pero al mirar a Tanya no pudo ocultar la sorpresa en su rostro al verla conmigo. Y como un caballero del sur, rápidamente se recuperó y saludó cordialmente a Tanya.

"Tanya. ¿Cómo estás? Por favor entrad".

"Querido Jasper. Es tan bueno verte de nuevo", afirmó mientras le daba un beso en el aire.

Jasper sonrió por eso, antes de volverse hacia mí.

"Edward, Alice está esperándote". Él me dio una sonrisa desconcertada antes de mirar entre Tanya y yo rápidamente. "Será mejor que vayas a buscarla y hacerle saber que estas aquí antes de que envíe un equipo de búsqueda para hacerlo". Rodé los ojos y escaneé la gran sala de estar para buscar a mi hermana. Vi a Emmett y a Rosalie de pie a un lado con nuestro padre y algunos otros conocidos. Los ojos de mi padre se encontraron con los míos y sonrió, asintiendo con la cabeza en señal de saludo. Sin embargo, su sonrisa cayó rápidamente tan pronto como vio a Tanya a mi lado. Por una fracción de segundo vi decepción en sus ojos, pero él le dio un caballeroso saludo antes de volver con Rose.

Emmett tenía una cerveza en la mano y se reía en voz alta, y me di cuenta de que no era su primera cerveza de la noche. Las manos de Rosalie estaban vacías, y supuse que ella conduciría esa noche. En el otro lado estaban unas cuantas personas a las que conocíamos, amigos de Jasper y algunos con los que yo había ido a la universidad, así como algunas otras personas que no conocía. Vi a algunas personas del trabajo alrededor de la sala también, hablando el uno con el otro agradablemente, así como otros aprovechando la barra libre que Alice había reservado para la noche. Uno de los chicos era James Smyth, un artista gráfico del departamento de Rosalie. Le vi pedir una copa en la barra, preguntándome qué estaba haciendo aquí. El chico siempre tomaba el camino equivocado. Pero mis pensamientos fueron interrumpidos cuando una pequeña pero fuerte mano me cogiera del brazo por la espalda, apretando tan fuerte que si yo no hubiera sabido que era la manera de cogerme Alice de cuando estaba muy enfadada conmigo, me hubiera caído balanceándome.

"¡Ay! Mierda Alice. ¿Qué demonios te pasa?". La espeté.

Miré a mi anormalmente fuerte hermana pequeña. Ella me miraba con los ojos entrecerrados y en sus labios se dibujaba una línea estrecha, todo su cuerpo destilaba irritación. Ella respiró hondo antes de hablar, como si fuera a soltar su furia.

"Edward. ¡Llegas tarde!", me acusó.

"Sí, tuve que parar a recoger a Tanya. ¡Maldita sea! ¡Mierda! Creo que me has dejado una marca", gemí, frotándome el brazo.

Alice ignoró mis quejas y le dio una mirada de muerte a Tanya. "Tanya", dijo ella con los labios fruncidos, "no esperaba verte esta noche", dijo ella, mirando entre nosotros dos.

"¡Alice, querida!". Tanya comenzó. Ella hizo un movimiento para acercarse Alice y darle un beso en el 'aire', pero al ver más cerca a Alice y ver su ceño fruncido, pareció pensárselo mejor, y se mantuvo congelada en su lugar. "¡Simplemente me encanta tu loft! ¡Es tan... chic!", ella se ofreció. "Y el barrio es simplemente adorable, tan...diferente".

Alice continuó mirándola antes de responder. "¿En serio? Pensaba que lo odiabas, no que en realidad lo encontrabas bárbaro. Después de todo, no todo el mundo que hay por aquí es tan rico y malcriado como tú".

Los ojos de Tanya se abrieron en estado de shock por la acusación de mi hermana, ella me miró con los ojos llenos de culpa, como si yo le hubiera dicho a Alice de alguna manera, exactamente lo que Tanya había dicho en la planta baja y en el ascensor. No sabía cómo, pero Alice siempre había tenido un don raro y misterioso de saber las cosas, como si las viera pasar o algo así. Era extraño, pero nuestra familia utilizaba esa palabra para Alice.

Mis labios temblaron por el esfuerzo de no echarme a reír.

"Me gustaría que me hubieras dicho que traías una cita esta noche, Edward", susurró Alice en voz baja.

Le sonreí burlonamente a mi hermana. "No sabía que necesitaba tu permiso". Yo esperaba que ella me sonriera o me sacara la lengua, como solía hacer cuando me burlaba de ella, pero su rostro seguía siendo una máscara estoica, estaba enfadada. Me confundí por un momento por su extrema irritación. Quiero decir, yo sabía que no era muy feliz con Tanya por ahí, pero qué demonios.

Alice volvió a respirar profundamente antes de dirigirse a mí de nuevo. "Me tengo que ir. Me pondré al día con vosotros más tarde". Su tono sonó como una advertencia. Ella se volteó para irse, pero luego se detuvo y se volvió hacia nosotros otra vez, forzando una sonrisa cuando se dirigió a Tanya. "Tanya, ¿por qué no te sirves tu misma una copa en la barra?", sugirió, con su voz extrañamente dulce ahora. "Y Edward, ¿por qué no vas a buscar a mamá? Ella ha estado esperándote, dice que apenas te ha visto desde que regresaste". Ella me sonrió con dulzura, poniéndome inmediatamente en estado de alerta. "Creo que está por el balcón del dormitorio", me dijo con las manos entrelazadas detrás de la espalda mientras ella se alejaba con elegancia. La miré inquisitivamente antes de asentir. Ella se alejó riendo.

Me volví a Tanya. "Tanya, voy a ir a buscar a mi madre. Ella probablemente no esté muy feliz conmigo ya que no la he visto mucho últimamente", le advertí, sabiendo que era mejor si yo hablaba con mi madre a solas antes de que me viera con Tanya. A pesar de que Esme Cullen no era tan directa como Alice, quería compartir unos momentos agradables con ella antes de que sus ojos se nublaran con la misma desilusión que mi padre tuvo cuando me vio con Tanya.

Tanya sonrió agradablemente. "¿Te gustaría tomar una copa?"

"No, gracias. Estoy bien. Vuelvo en unos minutos". Añadí con la esperanza de que captara la indirecta y no viniera a buscarme.

Mientras me dirigía al dormitorio, me preguntaba cómo iba a salir de la situación que había creado esta noche con Tanya. Había sido evidente durante el camino hasta aquí y por la forma en la que actuaba y hablaba, esperaba que la noche durara más allá de esta fiesta. Y hace unos meses, ella podría haber tenido razón, pero yo ya estaba enfermo y cansado de jugar a estos juegos con ella, y con cualquiera. A pesar de que sólo la había invitado a la fiesta de mi hermana, sabía cómo era Tanya, y sabía lo ella haría. En primer lugar había sido un idiota por llamarla, y ahora iba a tener que dejarle claro que eso no era lo que yo quería. Suspiré, entrando en la habitación de Alice, sabiendo que Tanya me haría pasar un mal rato cuando la dejara en su casa esta noche.

Me quedé inmóvil un momento, casi muerto mientras miraba por el balcón.

La reconocería a kilómetros de distancia, hubiera sabido que era ella con los ojos cerrados. Su embriagador y único olor flotaba en la brisa de la noche y llegaba hasta mi nariz haciéndome cerrar momentáneamente los ojos mientras bebía ese paradisíaco olor. Ella estaba de espaldas a mí, de pie junto a la barandilla del balcón, mirando por encima el horizonte de la ciudad justo al otro lado del río. Su pelo caía en cascada suavemente por su espalda, agitándose suavemente con la brisa del verano, y los bordes de su falda ondeaban suavemente hacia adelante y hacia atrás.

Bella Swan.

Mi corazón se detuvo durante tres segundos, antes de recuperarme. Sentí que se me aceleraba el pulso.

¿Bella Swan? ¿Qué demonios estaba haciendo ella aquí?

Ethan Koffman
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Miér Ene 11, 2012 6:02 pm
Capítulo 4 – Acosador

(EPOV)

Como una visión soñada inconscientemente, sin que yo siquiera fuera consciente de que esto era lo que quería o lo que necesitaba, Bella Swan estaba de pie en medio del balcón de Alice y Jasper.

¿Qué demonios?

¿Qué estaba haciendo aquí?

Sin pensar conscientemente, mis piernas se fueron en su dirección. En el fondo de mi mente - mientras observaba su esbelta forma de pie, completamente relajada, mientras ella miraba la puesta de sol sobre los rascacielos espumosos - yo sabía que mi política de evitarla estrictamente se había ido por la ventana. Porque estando el horizonte de la ciudad o no, sol poniéndose o no, yo nunca había visto un espectáculo tan hermoso en mi vida.

Ella no me oyó acercarme cuando entré en el balcón. Siempre tan consciente de su entorno.

"Bonita vista", murmuré. No me refería a la línea del horizonte, pero ella no tenía por qué saberlo.

Saltó, derramando el vino tinto de la copa que llevaba. Sus ojos se abrieron como platos cuando me vio. Nos miramos el uno al otro lo que pareció una eternidad hasta que ella negó con la cabeza rápidamente y miró hacia abajo al suelo del balcón, al vino derramado.

"¡Maldita sea, la que he liado!", se quejó.

"No. No te preocupes por eso". Me volví y miré la habitación de Alice. Al ver un juego de toallas en el tocador, crucé la habitación para coger una. Me acerqué de nuevo al balcón con rapidez y me arrodillé para secar el suelo.

"Dame, quiero hacer eso", insistió Bella, de rodillas frente a mí. "Es mi desastre".

"Ya lo tengo", le aseguré, y rápidamente sequé lo derramado. Levanté la vista hacia donde ella estaba arrodillada junto a mí, y mis ojos fueron directamente a los suyos. Le sonreí como un impotente idiota. Después de lo que pareció como una especie de debate, me ofreció una sonrisa vacilante a cambio.

A diferencia de sus días de menos maquillaje en la oficina, llevaba un lápiz labial de color rojo esa noche.

Jesús, Señor Todopoderoso.

Rojo.

Me tomé todo el poder que tenía para obligarme a mirar a otro lado de esos labios rojos rubí y mantener los ojos en los de ella.

"Gracias", susurró ella, con una sonrisa vacilante.

"¿Por qué?". Pregunté confundido. ¿Había pensado lo de sus labios en voz alta?

"Por limpiar el vino, Alice podría haberme matado". Su sonrisa se relajó.

"Ah", sacudí la cabeza, sintiéndome como un idiota. "No te preocupes por eso. Estoy seguro de que ni siquiera se habría dado cuenta", mentí. Esa pequeña diablillo se daba cuenta cuando uno de sus vasos estaba dos milímetros fuera del posavasos.

Nos quedamos en silencio, estando todavía de rodillas sobre una pierna. Justo detrás de Bella, la puesta de sol se fue más allá de los altos edificios y bajó hacia el río, con un color naranja y una neblina de color rosa en el cielo, iluminando el río y todo a su alrededor en una luz resplandeciente y celestial. Cuando Bella se arrodilló frente a mí, los rayos del sol rebotaron en su cabello, haciéndolo parecer como un halo brillante y glorioso rodeado de un marco. Parecía absolutamente impresionante. Tuve que reprimir un grito de asombro.

Después de unos segundos, me di cuenta de que tenía que decir algo antes de que ella agregara 'bicho raro embobado' a su lista de mis malas acciones.

Me aclaré la garganta. "¿Cómo estás Bella?". Me las arreglé para salir de ese momento.

"Estoy bien, gracias", respondió ella en voz baja. Luego un incómodo silencio. "¿Y tú?"

Sonreí. "Bastante bien". Y tú y tus labios de color rojo rubí podéis estar agradecidos por ello.

De repente me di cuenta de que estábamos todavía de rodillas en el suelo. "Ven, déjame ayudarte", le ofrecí, poniendo una mano para ayudarla a levantarse. Ella miró la mano una fracción de segundo antes de tomarla. Fuegos artificiales estallaron dentro de mí cuando su pequeña mano tocó la mía, enviando una descarga de calor por todo mi cuerpo y por un momento dejándome impactado. Miré a Bella con los ojos muy abiertos, y me di cuenta de que sus ojos marrón chocolate se habían ampliado, y en sus mejillas había una sombra tentadora de color rojo que alcanzaba casi a sus labios de color rojo rubí, e infinitamente era más impresionante que el color creado por el sol poniente que nos rodeaba.

Ninguno de los dos dijo nada cuando nos pusimos de pie y, a regañadientes, le solté la mano. Yo seguía mirándola a su pesar, no podía mirar hacia otro lado.

Finalmente encontré mi voz de nuevo. "Estoy sorprendido de verte aquí. No sabía que Jasper te había invitado".

Su rubor creció y se apartó de mí, mirando al río de nuevo. "En realidad, Alice me invitó".

"¿Alice?". Pregunté, confundido. "¿Conoces a mi hermana Alice?"

Ella se volvió hacia mí, mordiéndose su labio. Yo reprimí un gemido, obligándome a apartar la mirada de sus labios otra vez. "Sí. Quiero decir, bueno, en cierto modo la conocí a través de Rosalie, cuando llegó de visita a la oficina, y nosotras teníamos una reunión".

"Oh". Todavía estaba un poco confundido. "Alice no me mencionó que te conocía, o que estarías aquí esta noche", le dije pensando en voz alta.

Bella me miró arrugando la frente, por alguna razón, y luego se volvió a mirar la ciudad. Nos quedamos en silencio otra vez durante unos segundos, y me pregunté por milésima vez desde que la había conocido hace un par de semanas, lo que estaba pensando. Cuando se hizo evidente que no iba a hablar de nuevo, rompí el silencio.

"¿Cómo está Maddie?". Yo me había estado preguntando cómo estaba su niña durante días, recordando sus brazos pequeños y calientes alrededor de mi cuello mientras me pedía que fuera su amigo para siempre.

La cara de Bella se iluminó. Ella se volvió hacia mí, y esta vez, con una amplia sonrisa adornada en su hermoso rostro. "Ella está muy bien, gracias", respondió en un tono más ligero. "La lista que sugeriste fue un regalo del cielo. Hemos encontrado a una niñera maravillosa, y sólo a unas pocas manzanas de donde vivimos. Maddie no ha sido tan feliz en meses. Cada mañana se despierta preguntando si ella va a ir a casa de Sue. Los dos últimos fines de semana"- se rió -"ella estuvo realmente decepcionada cuando le dije que no era un día para ir a casa de Sue". Ella frunció el ceño, pero la sonrisa todavía estaba en sus labios, obviamente ofendida por la afición de Maddie por su nueva niñera. "Ella está allí ahora", añadió. "Sue también se ha estado llevando muy bien con Maddie en el último par de semanas".

Me reí. "No es difícil ver por qué".

Bella sonrió. "Alice seguía insistiendo en que viniera esta noche. Con el tiempo cedí y le pregunté a Sue si podía cuidar de Maddie. Realmente es un poco extraño. No he estado sin ella tanto tiempo...", se interrumpió.

Escuchando a Bella, de repente me di cuenta de que ésta era la más larga conversación que ella y yo habíamos tenido nunca. Me reí de mí mismo internamente. Esto era así de ridículo. ¿Cómo era posible que alguien con quien había compartido apenas diez palabras antes, tuviera tal intenso efecto en mí?

"Estoy muy contento de escuchar que Maddie está portándose bien. Ella es una niña hermosa", le dije con sinceridad.

La cara de Bella se iluminó aún más. "Gracias", sonrió.

"¿Crees que vas a poder traerla a la oficina pronto?". Yo estaba esperando que ella honestamente lo hiciera. "Ella me debe una seria sesión de dibujo. Estoy hablando de crayones, marcadores, pinturas con dedos, ¡buenas obras!".

Bella se rió de buena gana, echando la cabeza hacia atrás y casi me hace derretirme en mi sitio. Si ver su sonrisa era ampliamente fascinante, escuchar su risa era como escuchar a los coros del cielo.

Jesús, esta mujer sin duda iba a ser mi muerte.

"Sí. Lo sé", ella estuvo de acuerdo. "Ella no lo ha olvidado. Cada vez que pinta algo en casa, me dice que lo va a pintar de nuevo con su amigo Edward cuando ella lo vea".

"¿Quieres decir Edwood?". Bromeé, recordando la manera en la que la linda y pequeña Maddie me llamaba.

Bella se rió. "Sí. Edwood", ella estuvo de acuerdo. Los dos nos reímos, ella tenía una de esas risas contagiosas con la que no podías evitar reírte.

"En serio", le dije una vez que nuestras risas comenzaron a apagarse, "traerla pronto. Me encantaría volver a verla". Me sentía un extraño en el interior, un desconocido, pensando en la dulce cara de Maddie.

Bella me miró con curiosidad de repente, con sus cejas juntas en el centro, como si estuviera tratando de leer algo en mis ojos. "Sí. Creo que a ella le gustaría también", finalmente respondió en voz baja.

Nos quedamos en silencio otra vez. Ambos nos volvimos hacia el balcón, sin saber qué decir a continuación.

"Así que... ¿vives cerca de aquí, entonces?". Le pregunté. Me acordé de que Maddie había mencionado que vivía en 'Brootlyn'.

"No muy lejos", respondió Bella. Tenía la esperanza de que se explicara más, pero después de unos momentos, era evidente que no lo haría.

Seguimos contemplando la vista que teníamos ante nosotros, a pesar de que hubiera sido mucho más feliz mirando abiertamente la vista a mi lado. Sin embargo, la miraba por el rabillo de mi ojo. Llevaba un vestido negro sencillo, pero pegado justamente a su forma delgada, mostrando suficientemente sus delicadas curvas, pero no tan apretado como para no dejar nada a la imaginación. Llevaba el pelo suelto en cascada por la espalda y yo me encontraba cogiéndome a la barandilla del balcón con fuerza, mis nudillos se ponían blancos mientras luchaba para evitar ese impulso, casi irresistible, de acercarme y tocarla. Ella hubiera pensado seriamente que yo era un enfermo hijo de puta si de repente pasara los dedos por su oscuro cabello, un buen cabello. Me sujeté al balcón aún más.

"Es una hermosa vista ¿no?". Pregunté de nuevo, tratando de distraer la atención de su cabello.

Ella suspiró, pero mantuvo los ojos mirando el río. "Sí, lo es", estuvo de acuerdo, finalmente. "Es diferente de donde yo crecí, pero igual de hermosa, a su manera".

"¿Con qué tipo de vista creciste?". Utilicé la excusa de que me había hablado para darme la vuelta y hacerle frente de nuevo.

Ella suspiró de nuevo antes de contestar. "Crecí en Washington. En un pequeño pueblo llamado Forks, probablemente nunca has oído hablar de él", se rió mirándome rápidamente

Me reí. "Um, no. No puedo decir que lo haya oído".

Ella se echó a reír también. "No pensé que lo hubieras oído. De todos modos"-continuó- "Forks tiene la distinción de ser el más lluvioso pueblo de los EEUU continentales".

Levanté las cejas, sorprendido.

"También está rodeado por un montón de hermosas y majestuosas montañas". Ella respiró hondo, con los ojos en una lejana mirada. "Así que en un día típico de Forks, al salir de mi casa y mirar hacia arriba, en lugar de ver edificios altos, rascacielos, y el sol brillante, veía montañas profundas y de un verde intenso, casi ocultas debajo de una manta gruesa de nubes grises y blancas que cubrían el más alto de los árboles de hoja perenne, que se levantaban con elegancia en la mañana gris, como si se hubieran negado a desaparecer y hubieran ganado una batalla durante la noche con la oscuridad y las montañas", su voz se convirtió en un susurro, casi fascinante, "las montañas parecían llegar hasta el cielo. Las constantes nubes generalmente ocultaban sus picos, pero también les daba un aire de Olimpia. A veces me imaginaba que los dioses se escondían allá arriba en algún lugar, velando por nosotros, y me preguntaba si... ", su voz se apagó. De repente, ella parpadeó un par de veces, como si estuviera sacudiendo algunos recuerdos muy lejos de su memoria. "Bueno, es realmente muy hermoso de una manera que no se puede apreciar hasta que no lo ves", terminó con nostalgia.

La miré con la boca abierta. No tenía idea de cómo responder a lo que ella acababa de decir. La pasión con la que acababa de describir su ciudad natal me abrumó, pero también me llenó de nuevas preguntas. Como por qué estaba aquí, tan lejos de una casa que obviamente echaba de menos. No es que yo no estuviera agradeciendo a los ocultos dioses Olímpicos de la montaña que estuviera aquí.

"Pero esto es bastante bonito también", añadió bruscamente, sacándome de mi estupor. La simplicidad de la declaración me hizo reír, y ella se rió en voz baja conmigo.

"Sí. No hay montañas, sin embargo", añadí en tono de disculpa.

"No, no hay montañas", ella estuvo de acuerdo.

"¿Así que por lo menos verás el río desde donde tú vives ahora, no?". Le pregunté. Me sentía como si ella se mereciera algún tipo de compensación por haber perdido la vista que había descrito cuando se mudó aquí. Por alguna razón, yo realmente quería que le gustara vivir en Nueva York.

Ella se rió, dándome una sonrisa pícara antes de volver al río. "No", movió su cabeza, como si estuviera a punto de decir algo muy esclarecedor. Su voz era fuerte y seria. "Donde yo vivo ahora, cuando camino a mi ventana de la sala de estar y miro, veo un letrero amarillo de neón que brilla intensamente y que anuncia que el Restaurante de la dinastía Ming, está disponible para comer ahí" -hizo una pausa, dándome una sonrisa traviesa- "o para llevar".

Nos reímos fuerte.

"Así que ese es mi criterio, cortesía de la CCW". Tan pronto como las palabras salieron de mi boca su rostro se distorsionó de horror.

"¡Oh, no quería decir eso!", añadió rápidamente. "¡Me encanta mi apartamento! Está cerca de todo, del metro, de Sue, de Alice".

Fruncí el ceño al principio, confundido, hasta que me di cuenta de que pensaba que me había ofendido de alguna manera. Pero eso estaba en la parte posterior de mi mente, porque todo lo que podía sentir era una preocupación inmediata de que ella y Maddie vivieran ahora en un apartamento debajo de los estándares que se merecían.

"¿Es malo Bella? Puedo llamar a la señora Cope, de personal, en este momento y que empiece a buscar algo más adecuado". Yo tenía mi teléfono en la mano, buscando en la lista el número privado de la señora Cope.

Bella se volvió muy agitada, y su mirada de horror creció. "¡No, no! ¡Por favor, no hagas eso! Está bien. ¡Sólo era una broma! Por favor, olvida lo que he dicho. Mi apartamento es perfecto. ¡De verdad! Y el alquiler es asequible", continuó.

Estreché mis ojos, con mi preocupación creciendo de forma exponencial. ¿Una renta asequible era el factor decisivo para que ella estuviera aquí? Yo definitivamente tendría que estudiar eso más. "Bella", comencé, pero antes de que pudiera decir nada más, fuimos interrumpidos por una voz suave y cálida detrás de nosotros.

"Aquí estás, Edward. Alice me dijo que habías llegado", Esme se acercó a mí con una sonrisa suave y apacible y puso sus brazos alrededor de mí cuando me volví a saludarla. La abracé.

"Hey mama". Esme se apartó un poco para mirarme. Cuando ella me dio un vistazo, yo la estudié también. Tuve que admitir que a pesar de que ella era mi madre, que se veía tan hermosa como siempre. Su pelo largo, de color bronce, de un tono más claro que el mío, estaba recogido en un moño. Ella me dio una suave sonrisa, con sus ojos verdes parpadeando mientras me examinaba de arriba a abajo, y aunque la sonrisa estaba llena de amor, ella también se las arregló para arrojar algo de reproche, de la única manera que una madre podía.

"Te has mantenido bien escondido estas últimas semanas, Edward", advirtió ella con suavidad. "Yo estaba empezando a preocuparme".

"He estado muy ocupado, mamá", traté de explicarle, pero el cerco de sus labios me dijo que no estaba creyéndome.

"Sí, estoy segura de que lo has estado", dijo ella, bajando sus manos para coger las mías. "Tenemos que ponernos al día". Ella sonrió y sus ojos brillaron por el sol poniente. Se volvió rápidamente para mirar a Bella, que estaba a un lado, mirándonos en silencio.

"Bella, ¿Edward te mantiene aun en la empresa, no?", preguntó ella, dejando de lado una de mis manos para poner su mano en el brazo de Bella. Fruncí mis cejas, confundido por la amabilidad en ese gesto, como si ya se conocieran.

"Um", tartamudeó Bella, devolviendo la sonrisa a mi madre, "sí", respondió ella en voz baja, mordiéndose su labio otra vez.

"Ah, bien entonces. Siento haberte dejado aquí sola, pero tenía que ir a saludar a algunas personas antes, para que no se diga que Esme Cullen tiene malos modales", se rió, soltando la otra mano y presionándose suavemente el pecho.

"No, eso está bien", Bella le aseguró rápidamente. "Sólo estaba admirando la puesta de sol sobre el horizonte". Yo la observaba de cerca mientras hablaba. Continuaba mordiéndose el labio, y una vez más, me distraje un momento por esa acción. Pero desde el rabillo del ojo pude ver que Esme me miraba con curiosidad, antes de mirar rápidamente a Bella. Su cabeza podría estar hecha de vidrio por la claridad con la que le veía las ruedas que comenzaban a girar en esa cabeza bien cuidada.

Inmediatamente, traté de componer mis funciones en una especie de expresión vacía y sin sentido, pero estaba casi seguro de que era demasiado tarde. Ninguna mujer había sido capaz de leerme como mi madre podía, nunca dejaría que una mujer se acercara lo suficiente para intentarlo.

"Edward, Rosalie y Emmett me han dicho que has sido un verdadero hallazgo para la Agencia", la cara de Bella se ruborizó. "Y Alice y Jasper están completamente enamorados de ti y de tu niña pequeña". Hizo una pausa antes de entrelazar su brazo libre con el mío, cogiéndonos a Bella y a mí, y haciendo que estuviéramos uno enfrente del otro. Casi le sonreí por su obviedad.

"¿Qué piensas de ella?". Esme era muy directa.

Ambos hablamos a la vez.

"Um, en realidad no..."

"Creo que..."

La sonrisa de Esme se ensanchó mientras miraba de Bella a mí. Olía a una victoria rápida y fácil.

"Edward querido. He estado esperándote". Sorprendidos, nos dirigimos hacia el dormitorio en la dirección de donde venía la voz. Tanya rápidamente se acercó a mí, deslizando su brazo por mí con libertad. Mi madre estaba sonriendo amplia y triunfantemente sólo un par de segundos antes de que apareciera Tanya, y entones rápidamente quitó su brazo de mí, como si tuviera miedo de que se le pegaran los piojos de Tanya sólo por estar conectada físicamente a mí mientras Tanya me cogía.

"Tanya. No sabía que estabas aquí". Las comisuras de la boca de mi madre se contrajeron en desacuerdo antes de que ella se tranquilizara y pusiera su cara en blanco. Esme Cullen se habían planteado mantener la compostura por encima de todo. Sólo aquellos de nosotros más cercanos a ella podíamos saber cuando estaba muy molesta. Juntó las manos delante de ella. "¿Cómo has estado?".

"Querida Esme. He estado bien, gracias". Tanya miró rápidamente a Bella, que seguía de pie frente a mí con Esme a su otro lado. Mirándola de arriba a abajo, rápidamente se apretó a mi lado y puso su otro brazo para aferrarse a mí, incluso más estrictamente. Ella volvió a mirar a Esme y le ofreció una sonrisa falsa. "Incluso mejor, ahora que Edward ha regresado de sus vacaciones en el extranjero".

"Yo no estaba de vacaciones, Tanya", aclaré.

"Por supuesto que no", miró hacia mí, haciendo un mohín. "Porque yo no estaba allí contigo".

Apreté los labios y suspiré, con ganas de recordarle cómo estaban las cosas entre nosotros. Pero aquí y ahora no era el momento ni el lugar para entrar en eso con ella. La pondría en su sitio - de nuevo - después.

Me volví para hacer frente a Bella, dolorosamente consciente de que la cortesía común dictaba que ahora tenía que presentarle a la bruja que colgaba de mí, y realmente no quería. Bella nos miraba con los ojos fríos, inexpresivos. Me aclaré la garganta con nerviosismo. "Uh Tanya, esta es-"

"Edward", Tanya me cortó, tirándome del brazo y arrastrándome hasta el borde del balcón. "¡Tenías razón! ¡Esta vista es hermosa! Es casi tan hermosa como la vista del Central Park de la ventana de tu dormitorio. No me resultaría difícil vernos despertar también con esto".

"Uh", empecé a hablar, sin tener ni idea de qué decir. ¿De qué mierda estaba hablando? Claro que, como el infierno, no recordaba haber usado el pronombre "nosotros" cuando yo había mencionado antes el despertar con la vista del río.

Detrás de mí, mi madre se aclaró la garganta. Cuando me volví, me di cuenta, por su expresión, que estaba claramente molesta por la forma grosera y de mierda con la que Tanya había actuado. Bella sólo parecía calmada e ilegible, lo que me estaba poniendo asquerosamente nervioso.

"Edward, voy a llevar a Bella a presentarle a tu padre". Ella puso su mano suavemente en el brazo de Bella otra vez. "Hablaremos más tarde", confirmó, dándole a Tanya una mirada dura antes de mover los ojos decepcionados de nuevo hacia mí.

Cuando las dos mujeres se dieron la vuelta, le robé una última mirada a Bella, ofreciéndole una pequeña sonrisa. Ella me miró sin expresión antes de volverse para salir. Las oí hablar mientras se alejaban lentamente.

"Esme, me encantaría conocer al padre de Alice, pero realmente debo irme. Le prometí a la niñera que recogería a mi hija a las nueve y media. Ella no está acostumbrada a estar sola hasta más de las nueve, y no quiero que ésta sea una noche así". Oí un bufido calmado procedente de Tanya, cuya espalda estaba aún frente al río.

"Por supuesto, Bella", mi madre le dijo suavemente, acariciando el brazo de Bella. Esme me dio una rápida mirada hacia atrás al salir de la habitación. "Te veré más tarde, Edward".

Suspiré profundamente cuando las mujeres salieron de la habitación, y me volví hacia Tanya. Hablé con ella en voz baja, quería que supiera que yo no había encontrado su comportamiento divertido o bonito. "Tanya, has sido muy grosera".

"¿Con qué he sido grosera?", ronroneó, volviéndose hacia mí y colocando ambas palmas de sus manos en mi pecho. Ella hizo un mohín con sus labios, tratando de ser sexy, pero eso no me hizo nada. Su vestido era demasiado corto y apretado y su lápiz de labios rojo hacía su mirada cachonda. Una vez más me preguntaba en qué demonios había estado pensando para llamarla esta noche.

Apreté los labios, con un torrente de improperios, todos dirigidos de mis pulmones a mi lengua, pero me detuve antes de llamarme por la única palabra que había sido prohibida por Esme para llamar a una mujer. Por mucho que se lo mereciera, yo sólo quería llevarla a su casa y esperar no saber de ella nunca más. Tanya podría ser una pequeña bruja vengativa. Sería mejor que al salir de aquí, le hiciera saber que esta era la última vez que ella y yo íbamos a ninguna parte juntos, y eso sería todo. Yo no quería empezar nada más, sólo argumentaría que esta noche era completamente necesaria. "Simplemente... lo olvidaré".

Ella me sonrió seductoramente. Rodé los ojos y me aparté de ella, mirando hacia el horizonte. Finalmente, ella se volvió también, hablando una y otra vez durante unos minutos más sobre las diferencias entre Manhattan y Brooklyn o alguna mierda. Me giré, cerrando los ojos. Detrás de mis párpados, todo lo que podía ver era la luz del sol poniente, iluminando a Bella Swan como un ángel.

Después de unos cinco minutos, no pude escuchar más la molesta voz de Tanya. Me sentí inquieto, como si algún imán invisible me estuviera tirando en otra dirección.

"Voy a volver a unirme a la fiesta", le expliqué a Tanya, llevándome a mí mismo lejos del balcón y alejándome sin esperar una respuesta de ella.

"Iré contigo", respondió, agarrándose a la parte inferior de mi camisa y tirando de ella. Rodé los ojos y seguí caminando.

Cuando llegamos a la fiesta, recorrí la habitación rápidamente. Bella estaba en el centro de la sala con mi familia, con un chal de punto envuelto alrededor de sus hombros. Estaba enfrente de mi padre, quien estaba sonriendo dulcemente por algo que ella había dicho. Incluso desde esa distancia, me di cuenta de que él ya estaba completamente tomado por ella. Su boca se relajó en una sonrisa torcida, algo que yo había heredado de él, y sus ojos azules bailaban con una obvia aprobación. Sin detenerme a pensar, comencé a moverme en su dirección, Tanya me siguió.

Bella estaba de espaldas a mí mientras me acercaba, aún en una profunda conversación con mi padre. Alice fue la primera en verme. Ella frunció el ceño mientras miraba detrás de mí.

"Edward, Bella nos acaba de contar la divertida historia de su ciudad natal. Lástima que te perdieras todo". Su tono sonaba como si no fuera nada, pero era algo que yo había sentido perderme.

Bella se dio la vuelta rápidamente al oír a Alice. Cuando ella me vio, me disparó otra mirada fría y dura, que no me hubiera sacudido tanto si sus características no se hubieran transformado de inmediato en una sonrisa agradable y cálida, una vez que se volvió hacia mi padre y hacia el resto de mi familia.

Y aunque alguien con medio cerebro debería haber sabido qué hacer en ese momento, yo sólo traté de unirme. "Me encantaría escuchar tus historias", le ofrecí con suerte, llegando a su lado. Por desgracia, no lo había pensado bien, ya que Tanya, como un puto perrito faldero, aún estaba a mi lado.

Al verme a su lado, Bella se volvió hacia mí de nuevo y sus ojos eran aún más fríos ahora, si era humanamente posible. Yo reprimí un escalofrío, y no fue agradable. Su mirada clara me dijo: '¿Estás bromeando conmigo o estás fuera de tu maldita mente?', antes de que ella se volviera hacia Alice con una sonrisa enorme. ¿Qué demonios? ¿Por qué tenía que seguir haciendo eso?

"Aunque me encantaría quedarme y charlar con todos vosotros, realmente tengo que irme". Decepcionados gemidos salieron de las bocas de toda mi familia.

"Bella, ¿estás segura de que no necesitas llamar a un taxi?", Jasper preguntó justo detrás de Alice.

Bella miró a Jasper con gusto. "No, gracias Jasper. Sabes que estoy a pocas manzanas de distancia". -¿Lo sabía?- "Es una noche agradable, prefiero caminar".

Ella sacó su mano para estrechar la de mi padre y él la tomó amablemente. "Ha sido genial conocerte por fin, Bella. Alice no ha sido capaz de dejar de hablar de ti".

"Fue bueno conocerle también, Dr. Cullen", respondió Bella.

"Por favor, llámame Carlisle", mi padre insistió. "El Dr. Cullen es mi padre". Rodé los ojos. Vaya, y me preguntaba de dónde había sacado yo mi carácter.

"Carlisle entonces", acordó Bella, volviéndose hacia Esme.

"Ah Bella, no te olvides del almuerzo del domingo. Me muero por conocer a tu niña", exclamó Esme mientras Bella le daba un caluroso abrazo.

"No lo voy a olvidar", confirmó Bella, dirigiéndose ahora hacia Alice para darle un abrazo.

"Las recogeré temprano, mamá. ¡No te preocupes!". Alice sonrió.

Bella se volvió hacia Jasper y Emmet y les dio a cada uno una gran sonrisa y un caluroso abrazo. "Nos vemos en el trabajo", exclamó. "Y gracias de nuevo por haberme invitado. Lo he pasado muy bien".

Se volvió, dándome un rápido vistazo. Me pareció ver que miraba rápidamente a Tanya detrás de mí, antes de regresar rápidamente a mí por un breve momento. Todo el calor que había estado allí cuando ella dijo adiós a mi familia estaba ahora fuera de sus ojos. "Edward", dijo al partir, en un tono inexpresivo, y se alejó.

¿Qué. Demonios. Ha sido. Eso? Todo el mundo tenía su cálido abrazo, una sonrisa feliz y alegre, y a mí me decía una palabra. Una mierda de palabra. Sólo lo que me merecía.

Enfadado y confundido, pero sin romperme, le seguí hasta la puerta con los ojos. A través de la multitud, vi a James Smyth haciendo su camino hacia Bella. Ella se detuvo a pocos metros de la puerta, ajustándose su bolso y su chal. Una mirada en la cara de él me hizo saber exactamente cuáles eran sus intenciones. Tenía una copa de vino en cada mano, y cuando ella levantó la vista de su bolso, trató de darle una en la mano. Ella le dio una sonrisa de disculpa y le dijo algo. Él se inclinó y le susurró algo al oído, por lo que sus mejillas de color crema se pusieron de color rosa mientras él se iba hacia atrás. Ella sacudió la cabeza lentamente hacia él, diciendo algo en respuesta, antes de sonreír por última vez y caminar hacia la puerta.

Y sin pensar en lo que estaba haciendo, empecé a caminar hacia él, listo para golpear su cerebro de mierda. Gracias a Dios que había perdido finalmente a mi perrito faldero, sino hubiera ido en línea recta a la barra una vez que Bella se hubiera ido.

Cuando llegué a James, pude ver en sus ojos cómo seguía mirando a Bella marcharse, con su mirada intensamente en su culo. "Hijo de puta", apreté los dientes por mi enfado, chocando contra él con fuerza y haciendo que se derramara el vino blanco en la entrepierna de sus pantalones.

"Hey, mira por dónde vas-" comenzó, antes de mirarme. Su expresión cambió y forzó una sonrisa.

"Edward. Oh, hey hombre, no te preocupes por eso-", comenzó, sin ver mi mirada asesina y pensando que yo tenía intenciones de mierda de pedirle disculpas por haberle hecho eso.

"Tal vez si hubieras mantenido esos ojos de mierda en lo que estabas sosteniendo, esto no hubiera ocurrido", gruñí. Confundido, giró la cara antes de que su culo finalmente descubriera de lo que estaba hablando. Trató de disimular su mala cara con una sonrisa.

"Gracias por el consejo", murmuró.

"Te vendrá bien recordarlo", susurré, abriendo y cerrando los puños a los costados.

"¿Qué-"

Jasper vino detrás de mí y me dio una palmada en el hombro, girándose a mí alrededor antes de que pudiera golpear a James.

"Edward, he estado buscándote". Él me llevó lejos, su voz me sacó de mis urgencias homicidas.

Cuando estábamos a unos metros se volvió a mirarme. "¿Qué demonios ha sido todo eso?"

Tomé una respiración profunda, sintiéndome todavía agitado y listo para golpear a James. "Nada", mentí.

"Eso no se parecía a nada".

Negó con la cabeza. "Nunca me ha gustado ese tipo. ¿Qué diablos está haciendo aquí?"

Jasper se encogió de hombros. "No sé. Invité a algunas personas de la oficina. No sabía que tenías algo con él", se rió.

"Sí, bueno... ", yo no sabía qué más decir. Yo tampoco sabía que lo tenía con ese tío hasta esta noche.

"Parece haberse encaprichado de Bella Swan. Ha estado mirándola desde que llegó aquí, supongo que se le ha ido la suerte al irse ella temprano. Ha esperado demasiado tiempo para hacer su movimiento".

Mis fosas nasales se abrieron involuntariamente y mi mandíbula se tensó. Podía sentir mi respiración entrando fuerte y pesada.

Jasper me miró con curiosidad. "Hey, ¿estás bien?"

Asentí con la cabeza, incapaz de confiar en mí lo suficiente como para hablar. ¿Qué le decía de todos modos? La forma en la que había reaccionado era totalmente irracional. Yo no tenía ningún derecho sobre Bella, y no tenía derecho a enfadarme con cualquier otro hombre que estuviera interesado en ella. Pero eso no significaba que el ver lo que sucedía no me provocara algo en mi corazón.
Llegamos con el resto de mi familia. Miré a mi alrededor y Tanya estaba junto a la barra, manteniendo a algunos de los chicos entretenidos y atrayéndolos con cada palabra, tal y como a ella le gustaba. Y eso estaba bien para mí, porque la mantenía lo más lejos posible de mí.

Yo ahora estaba en un estado de ánimo de mierda. El resto de la fiesta transcurrió en una nebulosa. Mi madre y Alice apenas me dijeron una palabra, y mi padre me miraba con una tristeza en su rostro. El haber llevado a Tanya a esta fiesta volvió a confirmar para él lo que había pensado de mí durante años. Que yo era un total y completo inútil. Que la vida para mí era una gran fiesta. Había sido la oveja negra de la familia a sus ojos durante años.

Lo que fuera. De todos modos yo tenía otras cosas en las que pensar. Como por ejemplo, ¿cómo diablos podía pasar de mi política de evitarla estrictamente tan bien durante el último par de semanas, a casi pegar a un hombre de mierda por ofrecer a Bella una copa de vino y mirar su culo? Y además, ¿cómo Bella podía sonreír y compartir conmigo un minuto, y pegarme puñales al siguiente?

Y lo más importante, ¿por qué mierdas me preocupaba eso?

"Pensaba que habías roto con Tanya". La voz de mi padre era engañosamente suave cuando vino a sentarse a mi lado. Miré por encima de él. Estaba tratando de mantener a raya su decepción, pero la mostraba de todos modos. La ligera contracción en el borde de sus ojos le dio distancia. Tomé un trago de mi cerveza antes de responderle.

"Y lo hice".

Carlisle se quedó en silencio durante unos segundos. "Entonces, ¿qué está haciendo aquí contigo?"

"Necesitaba una distracción".

Otra larga pausa. Yo casi podía sentir el esfuerzo titánico para mantener su boca cerrada, para no decir las palabras que le quemaban en la punta de la lengua. Al final, debió haber sido demasiado esfuerzo. "¿Necesitabas una distracción? ¿Una distracción de qué exactamente? Tu vida entera es una gran distracción".

Suspiré, dejando la botella de cerveza en la mesa de café con un ruido sordo. "Jesús, ¿realmente vamos a hacer esto ahora?". Le pregunté en voz baja, mirando a mi padre a sus ojos profundos, de color azul. "¿Ahora? ¿En medio de la fiesta de tu hija y tu futuro cuñado?"

Mi padre contestó en voz baja, conociendo a mi mirada. "Yo no estoy haciendo nada aquí hijo". Él habló con esa voz de autoridad que utilizaba con el resto de sus colegas en el hospital. Por desgracia, parte del problema era que yo no era uno de sus colegas. "Simplemente no puedo dejar de preguntarme cuando finalmente vas a dejar esa vida atrás" - sus ojos se posaron en Tanya, quien tenía a varios hombres en la barra muy cerca de ella, incluido el pendejo de James - "y crecer".

Miré la botella de cerveza que estaba en la mesa de café de Alice, y la había manchado. Ella iba a levantar el infierno cuando se diera cuenta más tarde, pero para entonces ya me habría ido. Va a volver loco a Jasper con su mierda y yo estaba enfadado con ella también. Ella debería habérmelo dicho...

De todos modos, ese no era el asunto que nos ocupaba en este momento.

"En el caso de que no te hayas dado cuenta-", mi voz era baja, pero podía oírla como un grito. Nada, y quiero decir nada, me sacaba de quicio como el discurso de 'crecer' de mi padre. "He sido un niño grande durante mucho tiempo y ahora tengo mi propia casa, mi propio negocio, y yo no he tocado un maldito centavo del fondo fiduciario de la abuela en años. Puedo hacer mi propio camino y pagar mis cuentas". Tomé de nuevo la botella y bebí otro trago, antes de enfrentarme a él. "Yo soy un hombre, y lo siento si no soy el hombre que quieres que sea".

Mi padre se mantuvo constante, aunque la mirada no cambiaba. Había una razón por la que era el jefe de los cirujanos en el Nordeste. El hombre tenía los nervios de acero.

"Hay más aparte de ser un adulto, de ser un hombre de verdad, Edward, de pagar tus propias cuentas y de llevar tu propio negocio".

"¿Ah, sí? ¿Y qué es eso? ¿Por qué no me dices qué más tengo que hacer para agradarte y entonces tal vez podamos salvarnos de este pequeño discurso cada pocos meses? ¿Qué más, aparte de volver a la escuela de medicina, puedo hacer para hacerte feliz?".

Porque eso es de lo que se trataba todo esto. Él nunca me había perdonado por haber dejado la escuela de medicina. No importaba que yo fuera el único de sus tres hijos que alguna vez había manifestado su interés en seguir sus pasos alguna vez. No importaba que me hubiera graduado en Dartmouth entre los mejores de mi clase. No importaba que yo estuviera haciendo lo mismo que Emmett estaba haciendo, llevando la misma agencia. A Emmett le había dado su pleno apoyo. Pero cuando se trataba de mí, todo era diferente. Porque cuando Carlisle me miraba, lo único que veía era un fracaso. Había fracasado en llevar la clínica de los Cullen, y él nunca me perdonaría por ello.

"Edward, esto no tiene nada que ver con la escuela de medicina. Eso fue hace años", insistió. Apreté los labios y gruñí. Sí, claro. "Y no puedo decirte qué es lo que necesitas hacer para convertirte en el hombre que sabes que puedes ser. Eso es algo que tienes que averiguar por tu cuenta".

Dejé mi botella de nuevo con un golpe aún más fuerte, lo que llamó la atención de Alice desde donde estaba hablando con algunas personas que yo no reconocía. Sus ojos se estrecharon y me lanzó una mirada irritada al ver que la botella no tenía un posavasos. Sí, vete a la mierda también, le fulminé con la mirada. Ya había tenido suficiente en esta fiesta. Me puse de pie, mirando a mi padre, que parecía tan calmado y compuesto como siempre.

"Bueno, entonces creo que estas charlas de padre e hijo tienen que continuar, porque estoy totalmente perdido".

Me miró por un momento con aquellos fríos y azules ojos, antes de que algo como la frustración se filtrara en ellos. "Sé que lo estás. Ese es el problema".

"Hasta luego papá".

Siguió mirándome con esos ojos desalentados. "Adiós hijo".

Me acerqué a la barra donde Tanya estaba disfrutando. "Me voy Tanya. ¿Estás lista?". Si ella había decidido volver a casa con uno de estos pendejos, me ahorraría un montón de problemas.

Ella miró a su manada de seguidores en tono de disculpa. "Lo siento chicos. Tengo que irme". Decepcionado gemidos siguieron a su salida. Rodé los ojos mientras me alejaba. El problema con Tanya - bueno, uno de los problemas con Tanya - era que sus propias reglas no se aplicaban a ella. A pesar de que habíamos estado juntos, siempre le daba un ataque si yo miraba a otra chica. Pero ella nunca había tenido un problema arrojándose a cualquier hombre que le llamara la atención mientras yo estaba allí. Y la cosa era que nunca le había dado razones para ello.

Me acerqué a la cocina, donde había visto entrar antes a Esme, y la encontré allí ayudando a Alice a limpiar, poniendo los vasos en el lavavajillas y vaciando las bandejas a la basura. Esme sonrió cuando me vio, pero su sonrisa se apretó cuando vio a Tanya a mi lado.

"¿Mi Edward, te vas?", preguntó mientras se acercaba a tomar mis manos.

"Sí. Tengo que estar mañana en la oficina temprano".

"¿Vas a unirte a nosotros para la comida del domingo?", preguntó con ojos de esperanza. Yo no había oído hablar de ningún plan de comida, pero antes de que pudiera responder, Alice me cortó mientras estaba en la nevera, poniendo un poco de comida. Ni siquiera se molestó en mirarme mientras hablaba.

"No mamá. Estoy segura de que Edward tiene otras cosas que hacer. Simplemente no estará con nosotras el domingo. Puedes ponerte al día con Edward en otro momento". Ella murmuró algo en voz baja que no entendí. Su voz era impasible, pero tenía una evidente irritación.

Y yo había tenido suficiente de su actitud de mierda desde que llegué aquí. Me pide venir a su estúpida fiesta y entonces me trata como una mierda todo el tiempo.

La miré y continuaba poniendo las sobras en su refrigerador Subzero.

"Adiós a ti también, bruja mala".

Eso le hizo reaccionar. Alice se dio la vuelta con furia hacia mí. Ella era una de las pocas personas que sabían lo que realmente quería decir cuando llamaba a una mujer bruja. Después de todo habíamos sido educados por la misma mujer, aprendiendo las mismas reglas de comportamiento.

"¡Vete al infierno, imbécil!".

"¡Niños!", mi madre nos regañó.

"¡Será si vengo a otra estúpida fiesta de las tuyas otra vez!"

"¡Será si yo te invito la próxima vez!"

"¡Alice y Edward!", la voz de mi madre subió una octava. Ella respiró hondo antes de dirigirse a mí otra vez con la voz un poco más tranquila. "Edward, te llamaré durante la semana. Tal vez tú y yo podamos reunirnos en algún otro momento este fin de semana", se ofreció, tratando de mantener la paz.

"Claro mamá". Le dije a mi madre con una sonrisa torcida. Yo sabía que ella nos amaba. Detrás de ella, podía escuchar a Alice murmurando para sí misma en voz baja mientras seguía metiendo las cosas en su refrigerador repleto.

"Mira... un favor... otra vez... no... sé… qué... pretende..."

"¿Qué estás murmurando por allí, enana? ¿Tienes algo que decir?, ¡pues dilo!".

Alice se dio la vuelta.

"Bésame el cu-"

"¡Alice!", mi madre la reprendió. "¡Es suficiente!".

Sonreí a mi hermana triunfante. Yo siempre había sido el favorito de mamá. Alice frunció el ceño de nuevo. Después de un par de segundos, dejó caer el ceño fruncido, optando por una sonrisa malévola en su lugar. "Es realmente una pena que no te quieras reunir a nosotros el domingo, Edward. Mira, mientras estás en la cama por la mañana, con cansancio, y con las sobras frías y aburridas del desayuno",-sus ojos parpadeaban a propósito hacia Tanya- "todos vamos a estar disfrutando de una comida caliente y una fresca y cálida", - sus ojos fueron rápidamente a Tanya otra vez - "compañía".

Ahora era mi turno para fruncir el ceño. Lamentablemente, no podía pensar en devolverle algo inteligente. "No voy a tener las sobras del domingo, o cualquier otro día de la semana. Además no es asunto tuyo", le aclaré, sabiendo muy bien que no estábamos hablando de comida. "Así que no sé de qué demonios estás hablando".

"Lo que sea, Edward". Alice me dio la espalda otra vez, sin dejar de limpiar la cocina. "Disfruta el resto de la noche", exclamó, agitando su mano en el aire con desdén.

Antes de que le dijera algo de lo que me arrepentiría después, salí de la cocina, Tanya se arrastró detrás de mí. No era la estrella más brillante en el cielo, ella se había perdido por completo con las insinuaciones de Alice.

"¡Bruja egoísta!". Murmuré para mí mismo en el ascensor. Tanya me miró sin decir nada. Aunque no tenía ni idea de lo que Alice y yo habíamos estado hablando, ella sabía que no debía tratar de hablar conmigo ahora mismo.

Aunque si dejara de lado el cabreo que Alice y mi padre me habían provocado esta noche y fuera completamente honesto, hubiera sido capaz de admitir que tenían razón con lo de traer aquí a Tanya. Había sido un gran error, y lo reconocía desde que había dejado la invitación salir de mi boca.

Una vez estuvimos en mi coche y mi irritación comenzó a decaer, Tanya saltó encima de mí y comenzó a morder mi oreja, hablando sin cesar sobre todas las fiestas en las que había estado últimamente, con la misma mimada y superficial gente con la que habíamos estado dando vueltas durante años. Y honestamente, hasta hace unas semanas, me veía acudiendo a esas fiestas con esas mismas personas. Habría sido uno de ellos, sin lugar a dudas.

Salvo que ya no me sentía más como uno de ellos, y yo no quería ser como uno de ellos. Yo quería más. Necesitaba más.

¿Pero más de qué? Esa no era la pregunta del millón. ¿O lo era?

Nos detuvimos frente al edificio de Tanya en un tiempo récord. Había sido un poco liberal con las luces amarillas del semáforo, tratando de terminar la noche con Tanya lo más rápidamente posible. Tan pronto como apagué el motor, ella se volvió hacia mí con una inconfundible sonrisa seductora.

"Ven a tomar una copa Edward". No era una petición.

Tomé una respiración profunda, sabiendo muy bien que esta era mi maldita culpa, y me preparé para la rabieta de Tanya. "Tanya, quería darte las gracias por venir conmigo a la fiesta de esta noche, sobre todo en tan poco tiempo". Ella comenzó a acercarse a mí mientras yo hablaba, dejando una mano peligrosamente cerca de mi región inferior. Me aclaré la garganta, moviéndome incómodo en mi asiento y tratando de alejarme de esa mano. Tenía que hablar con rapidez, estaba empezando a calentarse el coche, y por una vez, no era en el buen sentido.

"Pero-", dije de nuevo, mi culo casi chocaba contra la puerta del lado del conductor. "Pero ambos sabemos que probablemente no ha sido una buena idea".

La mano de Tanya fue a parar a la derecha en mi entrepierna. Su otra mano se acercó a mi frente, donde jugando me apartó un mechón de pelo que había caído sobre mi cara. Podía sentir las gotas de sudor que se empezaban a formar en mi cabello. Ella me dio una sonrisa desconcertada. "¿Por qué no, querido?", me sopló en la cara.

Atrapado y sin poder moverme hacia atrás para abrir la puerta del coche y dejar que mi culo cayera fuera, cogí las dos manos de Tanya con cuidado y las coloqué sobre su regazo. Ella rodó los ojos, pero la sonrisa seductora permanecía en sus labios. Le miré a los ojos mientras hablaba, con ganas de ser lo más claro posible. "Debido a que tú y yo somos muy diferentes ahora, Tanya. Queremos cosas diferentes".

Ella se echó a reír, pero mantuvo la mirada. "Oh, yo no lo creo, querido. Creo que queremos exactamente lo mismo", ronroneó, llevando ambas manos a mi pelo.

Rodé los ojos. Le cogí los brazos de nuevo, los bajé y los coloqué firmemente en su regazo. "No Tanya. No", le aclaré. Recordé lo que me había dicho hace un rato. Que ella y yo éramos los mismos ricos y mimados, y que no había nada malo en ello. "No quiero seguir viviendo el día a día para nada más que la simple satisfacción. El dinero y el sexo", le hice una mueca, disgustado por lo que yo había dejado que mi vida llegara a ser. "Eso no es suficiente. Tiene que haber más en la vida aparte de eso".

Tanya soltó un bufido, con su impaciente sonrisa seductora. "Oh Edward. Últimamente te has convertido en un filósofo". Dejó caer la sonrisa por completo. "Quiero dejar las cosas claras para ti". Hablaba despacio, como si explicara algo obvio para alguien de cinco años de edad. "No hay nadie con más dinero que tú. Y esos son tus deseos. Por suerte para ti, estás en condiciones de cumplir cualquiera de esos deseos a tu antojo". Ella suspiró, exasperada por tener que aclarar algo tan evidente. "Eso es todo lo que es esta vida. Tenemos que estar agradecidos de que somos parte de los pocos privilegiados que pueden apreciar esta vida, y sacar el máximo provecho de ella".

Disgustado por su lógica retorcida, me di la vuelta, mirando hacia el parabrisas. En el reflejo de la noche, parecía firme y cansado. "Lo siento Tanya, pero yo no lo creo. Me niego a creer eso. Me niego a seguir viviendo de esa manera".

Tanya soltó una carcajada, como si le hubiera dicho la más divertida broma. Mantuve mis ojos en el parabrisas. Su risa murió de repente, y por el rabillo de mi ojo, pude ver que ella me observaba con una ceja levantada, como si un nuevo pensamiento se hubiera metido bruscamente en ella.

"¿Qué es lo que realmente está pasando aquí, Edward?"

Yo no le respondí, estaba tratando de aclararme. Sólo quería sacarla de mi maldito coche ya.

Sus ojos se abrieron, como si hubiera descubierto algo que acaba de salir. "¿Es esa chica, no es cierto?"

Me sentí rígido. "¿Qué chica?"

"¡No te hagas el estúpido! ¡La chica de la fiesta de esta noche! A la que estabas mirando cuando te encontré en el balcón de tu hermana. ¿Quién es, es tu último sabor del mes?"

La irritación se filtró en mis venas por su cruda insinuación, pero traté de controlarme y no ceder a su obvio aguijón. Lo último que quería ahora era estirar ese argumento, añadiendo más leña al fuego. "En primer lugar, eso es asqueroso Tanya. En segundo lugar, no sé de qué demonios estás hablando".

Tanya estaba en silencio durante unos segundos, estudiando mi atención. Su mirada estaba empezando a ponerme incómodo, pero bruscamente, ella estalló en un ataque de risa de nuevo. "¡Espera un minuto! Estás pensando que podría ser algo más que el sabor del mes, ¿no?".

Yo no le respondí.

Comenzó a decir sin control. "¿Al tipo duro le molan las mamás? ¿Es eso en lo que estás en este momento?", ella se rió. "Oh querido, eres demasiado precioso a veces".

Con mi mandíbula apretada tuve que luchar contra la tentación de girarme y empujar su culo fuera de mi coche. Finalmente dejó de reírse y empezó a recoger su bolso y a enderezar su corta falda. Suspiré con alivio, pensando que por fin iba a sacar a esa mierda del coche sin decir una palabra, cuando su mano de repente salió disparada como un rayo y cayó con fuerza en mis testículos, apretándolos fuerte. Hice una mueca de dolor inimaginable.

"Después de que te la hayas tirado y te hayas cansado de jugar a las casitas, llámame. Tendremos una verdadera diversión".

Estaba muy enfurecido con sus palabras, pero me dolía demasiado como para ser capaz de hacer cualquier réplica coherente. Todo en lo que podía pensar era si era posible que los testículos se marchitarse y se cayeran, porque seguro que sentía como si fuera eso lo que me estaba sucediendo. Después de lo que parecieron horas, dejé mi cara contorsionada y me marché, abriendo la puerta y caminando lentamente, como si se hubieran reducido en gran medida mis posibilidades de procrear.

Luché para recuperar el aliento, y después de tomar más de unas cuantas respiraciones profundas, el dolor finalmente retrocedió lo suficiente para que pudiera subirme al coche. Me alejé, enfadado como el infierno y sólo queriendo meter mi culo en casa y meter mis bolas en un poco de agua helada. ¡Maldita bruja del infierno!

Maldita Alice y sus fiestas estúpidas. No debería haber sacado mi culo de casa esta noche.

Pero si no hubiera ido a la fiesta de Alice, no habría tenido la oportunidad de ver a Bella en un lugar distinto a la oficina. No hubiera tenido la oportunidad de verla con su hermoso vestido negro, con el pelo ondeando suavemente con la brisa del verano. No hubiera tenido la oportunidad de ver la puesta de sol detrás de ella mientras ella me hablaba de Maddie, de su ciudad natal, de su apartamento en Brooklyn. Había sido una conversación breve y sencilla, pero era la verdad, esos cinco minutos que he pasado hablando con ella han valido la pena aunque haya tenido que soportar la charla de mi padre, a Alice y a la bruja del infierno de Tanya, una y mil veces. Esos cinco minutos con Bella habían sido el punto culminante de mi día, y si fuera honesto, lo más destacado en los últimos meses.

"¿Qué diablos te pasa, hombre? Tienes que dejar de pensar de esa manera", murmuré para mí mismo, por lo que me desvié del puente de Brooklyn hacia la autopista de Gowanus. Mis ojos se abrieron, al darme cuenta, demasiado tarde, de lo que había hecho. "¡Mierda!". Grité, golpeando el volante con una mano. Perdido en mis pensamientos acerca de Bella, - una mujer que, obviamente, no quería tener nada que ver conmigo y en quien yo no tenía que pensar en primer lugar- había vagado de nuevo a Brooklyn en lugar de bajar el FDR hacia el Central Park West, donde vivía. "¡Maldita sea!". Gruñí, girando hacia abajo por la zona de Alice y buscando algún lugar para hacer un cambio de sentido de nuevo hacia el puente. En circunstancias normales, me hubiera detenido en la casa de Jasper y Alice durante unos minutos antes de regresar a la ciudad. Pero yo no quería ver a nadie de ese loft esta noche. No quería ver a nadie. Nadie, excepto tal vez a...

Bella.

Ella no vivía muy lejos de Alice. Me dijo lo que veía cuando se asomaba al balcón, y luego cuando se fue de allí le recordó a Jasper que estaba a sólo unas manzanas de distancia.

¿Pero a pocas manzanas en qué dirección?

Yo no tenía ni la maldita idea.

Jasper y Alice, obviamente, lo sabían. Pero Alice estaba en un grado A de bruja esta noche. De ninguna manera iba a preguntarle. Podría haber preguntado a Jasper, él podría haberme llevado al menos en la dirección correcta. Pero, ¿qué le digo? 'Hey Jasper, ¿puedes señalarme la dirección del apartamento de Bella Swan? Tengo que visitarla a las once de la noche de un miércoles para discutir uno de sus diseños'. Sí, claro, como si esa mierda colara.

Y maldita sea, ¿qué diablos iba a hacer aunque yo supiera dónde vivía? No había manera en el infierno de que alguna vez abriera la puerta para mí. ¿Y qué excusa iba a darle por llegar a su puerta? Probablemente llamaría a la policía o alguna mierda, y tendría que pasar la noche en la cárcel, cubriéndome el culo con las dos manos, un final perfecto para una noche perfecta. Podía ver los titulares de las revistas de cotilleos: el millonario y mujeriego Edward Cullen detenido por acosar a los empleados. Solté un bufido y sacudí la cabeza, vagando sin rumbo por las calles de Dumbo. Vi a gente, todavía con las camisetas sin mangas, pantalones cortos y chanclas, haciendo su camino a casa en un día de finales de semana, o vagando en los cafés que aún permanecían abiertos, aprovechando las últimas semanas de clima cálido, o algunos, como yo, andando por las calles sin un destino predeterminado, en busca de amigos, en busca de entretenimiento, en busca de amor...

Paré el coche tan pronto como la señal me llamó la atención. Al principio, yo no podía entender por qué el signo me parecía tan familiar. Yo sabía que nunca había estado allí, caray, a mi ni siquiera me gustaba tanto la comida china. Me senté en el coche, con mis cejas fruncidas y la cabeza inclinada hacia un lado, mirando el signo radiante y luminoso de neón que anunciaba con orgullo que el Restaurante de la dinastía Ming estaba disponible para el consumo allí o para llevar.

Ya la había encontrado.

O por lo menos, había encontrado su bloque.

Mis ojos se abrieron escaneando la zona clandestinamente, estudiando con cuidado a todas las mujeres de pelo castaño en la vecindad. Mi corazón se sentía como si estuviera a punto de saltar de mi pecho cada vez que veía a alguien con el menor parecido a Bella, hasta que finalmente el sentido común me golpeó y me acordé de que eran las once en punto de la noche del miércoles. Que Bella probablemente estaría arriba, en su apartamento, en su casa con la pequeña Maddie, viendo la televisión o algo así, o cómodamente metida en su propia cama por la noche.

Dios, yo era un puto perdedor.

Pero mierda, puesto que ya había llegado tan lejos, y ya estaba más allá de negar que era un enfermo acosador de madres, mis ojos volvieron al signo del restaurante de la dinastía Ming. ¿Qué era lo que había dicho sobre el signo? Ella podía verlo desde la ventana de su sala de estar.

Miré a través de la calle del restaurante. Eso significaba que tenía que vivir en uno de los edificios al otro lado de la calle, de lo contrario no sería capaz de ver la señal desde su ventana. Estudié cuidadosamente los edificios. Desde mi perspectiva, yo diría que había tres posibles casas desde donde se podía ver la señal amarilla con claridad desde su ventana. Mis ojos viajaron hacia arriba y hacia abajo por las ventanas de cada uno de los tres edificios, en busca de alguna señal, alguna pista, que me dijera qué ventana era la de Bella y la de la pequeña Maddie.

Aspiré a nuevo, completamente disgustado conmigo mismo. "In-mierda-creíble", murmuré, girando la llave para encender el coche y preparándome para salir de ahí antes de que hiciera algo realmente acosador, como tal vez salir del coche y leer los nombres de todos los buzones en cada uno de los edificios.

Hmm.

"¡Uf!". Hice una mueca, dándome cuenta de lo que estaba haciendo. "Eres realmente un enfermo-"

Un repentino destello de movimiento de una de las ventanas a través de la calle me llamó la atención. Con la mano aún en el contacto del coche, me volví y miré hacia donde había visto el movimiento.

Detrás de una de las ventanas con cortinas, en el segundo piso del edificio justo en el medio de la manzana, una figura esbelta se mantuvo parada; la parte superior de su cuerpo se inclinó ligeramente hacia delante como si hubiera estado caminando por allí y por alguna razón se hubiera detenido de repente. Yo no podía ver demasiado, solo una silueta y el pelo largo, la cortina de color era demasiado gruesa, proporcionando a la persona de detrás de ella la privacidad que se merecían en su vivienda.

Pero yo sabía que era Bella.

No por nada definido en su forma, no por las locas habilidades de espionaje, sólo porque... porque lo sentía, ¡maldita sea! En algún lugar muy dentro de mí, yo podía sentir que era Bella quien me estaba mirando. Sentía la misma aceleración en el ritmo cardíaco, la aceleración del pulso que siempre estaba presente cada vez que estaba cerca. Mis manos se dejaron caer a mi lado, y los lados de mi boca se volvieron en una enorme e involuntaria sonrisa.

Dios, era patético, y no podía importarme menos en ese punto. Yo estaba mirando a Bella, aunque detrás de una cortina cerrada, pero qué demonios, era algo.

Mi mente se inundó con preguntas. ¿Qué había estado ella a punto de hacer? ¿Por qué seguía levantada? ¿Estaba viendo la televisión? ¿Maddie todavía estaba levantada? ¿Bella estaba leyendo? ¿Qué tipo de libros leerá? ¿Le gustarán los clásicos o más la literatura moderna? ¿Había estado leyendo un libro con la luz encendida en la sala de estar, o en su cama? La idea de la cama de Bella hizo que mi mente tomara una nueva dirección. Me podía imaginar lo suave y cálido que me sentiría en esa cama, sintiendo el calor que emanaba de ella, como un calentador gigante, sintiendo el cosquilleo de su pelo en mi cara y mi mandíbula mientras ponía mis brazos alrededor de ella cuidándola y tirando de ella hacia mí, y haciéndole cosquillas en la cara con-

"Oye, viejo", una gran voz ronca de repente me sacó de mis pensamientos. "¿Qué te pasa? ¿No puedes leer las señales o algo así? Esta no es una zona para detenerse. ¡Muévete!". La policía golpeó el techo de mi coche dos veces con la palma de su mano antes de pasar por el lado, en busca de más violadores de las normas de nuestra ciudad. Suspiré profundamente irritado por haber sido alejado de las fantasías de mi yo acosador. Sólo en Nueva York todavía había policías de tránsito en este momento de la noche.

Tomé una última mirada a la pequeña ventana al paraíso que estaba cruzando la calle. La sombra de Bella se había alejado ya, tal vez de vuelta a su libro, tal vez de regreso a la TV o tal vez a la cama. Yo a regañadientes arranqué el coche para volver hacia el puente de Brooklyn, hacia mi apartamento grande, frío y solitario en el Central Park West. "Buenas noches, dulce Bella. Buenas noches pequeña Maddie", murmuré para mis adentros mientras conducía por las calles de la ciudad oscura con una enorme sonrisa estampada en mi rostro. Yo estaba tan eufórico por la pequeña muestra que había tenido de Bella, y por la paz que me dio el imaginarme que ella y Maddie, con seguridad, se acurrucaban en la cama por la noche, que ni siquiera podía sentirme culpable por tener ese acosador descarado en mí. Tampoco podía decir honestamente que no lo haría de nuevo, aunque fuera sólo para echar un vistazo a Bella caminando por la ventana cuando se dirigía a recoger un lápiz que Maddie había dejado en el suelo, o para servir la cena para ella y para Maddie, o para apagar una luz, o cualquiera de las otras miles de cosas que me podía imaginar que haría detrás de la cortina cerrada.

Me metí en mi solitaria cama esa noche, formulando otro plan para tratar el tema Bella.

Yo no era un idiota, y no estaba ciego. Sabía lo que todas las revistas y periódicos decían sobre mí. Por el hecho de que yo había heredado muchas de las características físicas de mi padre, así como su dinero, se asumía automáticamente que yo era, como los documentos decían, un vividor. Pero yo lo sabía mejor.

Yo era una falsificación. Un falso. Había pasado los últimos años viviendo una existencia egoísta y de reproche, sin preocuparme de nadie más que de mí, y de mi familia a veces, pero incluso ellos se habían quedado en el camino mientras yo seguía adelante con mis propios intereses egocéntricos. Pero sabía que eso no me haría ser una mejor persona. Porque aunque ahora me sentía como si estuviera empezando a despertar de una neblina larga y profunda en la que había estado viviendo durante años, aunque algo dentro me decía que había más por ahí, no tenía ni puta idea de lo que hacer a continuación. Yo estaba hecho una mierda, y sería aún más egoísta y egocéntrico de mi parte tratar de involucrar a alguien más en mi desorden.

Pero eso no significa que no podíamos al menos ser amigos, ¿verdad? Y Maddie. Podía ser un amigo para la pequeña Maddie también, si Bella me lo permitía.

Me reí sin humor en mi cama vacía, dando vueltas hacia el otro lado. Joder, yo ni siquiera sabía si ella aún quería ser mi amiga. Para todos los que conocía, yo no tenía interés en cualquier otra interacción más allá de la oficina. Esa idea me envió un dolor a través del órgano de mi cuerpo que yo estaba empezando a ver que aún funcionaba, y me encogí, solo en mi cama.

Tenía que convencerla de alguna manera para que fuera mi amiga. Era una locura esta necesidad que sentía de pronto. Pero no podía negármelo a mí mismo por más tiempo. Y tal vez, sólo tal vez, una vez que fuéramos amigos, me gustaría ser capaz de dar un suspiro de alivio y soltar este nudo dentro de mí, eso sería suficiente. Eso tenía que ser suficiente. Sonreí para mis adentros y cerré los ojos, con la sensación de que mi conciencia se alejaba en una nube de sueños de una morena de pie en un balcón con el sol poniente majestuosamente sobre ella
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Miér Ene 11, 2012 6:03 pm
Capítulo 5 – No quiero mirar en tus ojos

(BPOV)

Páginas de cotilleos:

06 de septiembre de 2010

Un Real Central Park.

Unas mujeres con suerte que salieron ayer a dar un paseo nocturno por el Central Park perdieron sus bragas de La Perla cuando vieron al guapo millonario Edward Cullen disfrutar mientras hacía ejercicio por toda la pista de atletismo del West Side. Aunque empapado en sudor y vestido con sudadera y zapatillas oscuras, al parecer todavía se veía lo suficientemente bueno para hacer que esas mujeres pararan y miraran, con la boca abierta, mientras él pasaba. Supongo que da un nuevo significado a las letras, Styx, '¡verano caliente a veces, en la ciudad!' "¡Podría mancharme de sudor en cualquier momento!", dijo una espectadora boquiabierta, después de que ella finalmente fuera capaz de cerrar la boca, dejar de babear y formar una frase coherente. Me pregunto ¿qué pensará de eso la novia y no novia Tanya Denali?...

"¡Uf!". Hice una mueca, volteando la página rápidamente. Era simplemente repugnante cómo se desperdiciaba el espacio editorial de estos periódicos. Peor aún era el vergonzoso desperdicio de los recursos utilizados para imprimir esta basura. Aparentemente no había nada más importante que ocurriera en esta ciudad que el seguimiento de cada paso de Edward Cullen. Con lo grande que Nueva York parecía ser, todavía parecía tener una mentalidad de pueblo pequeño, no demasiado diferente a Forks, supuse. Asquerosos vecinos que podían entrometerse en tus asuntos...

Quiero decir, realmente, ¿a quién le importaba si Edward corría por el Central Park cada maldita noche? ¿A quién le importaba si había sido visto en Long Island el pasado fin de semana tomando el yate de su familia para dar una vuelta? ¿Quien daba un grito si le había visto la noche del pasado miércoles, la noche de la fiesta de Alice y Jasper, recogiendo a su novia o no novia Tanya Denali para salir de noche?

Al parecer tú lo haces, una vocecita dentro de mí reprochó. Ugh. Cerré los ojos, poniendo mis manos en puños y pensando en la triste excusa de que un periódico estuviera ahora en mi escritorio. ¿Por qué tenía que leer esta basura? Tenía cosas mejores que hacer que leer acerca de la vida sórdida de Edward Cullen. Como acabar de preparar la reunión que teníamos con los jefes de EverSoft en cinco minutos. Yo estaba nerviosa como el infierno. No sólo porque tenía que dar una buena impresión y asegurarme de que EverSoft tenía un conocimiento muy bueno del mensaje que quería transmitir al mercado, sino porque Edward Cullen iba a estar allí.

Edward. Uf, solo pensar en su nombre me producía una sensación extraña, cosquillas en la boca del estómago, una especie de cruce entre la sensación que tienes al subir una empinada montaña rusa, llena de baches, y la sensación que tienes cuando has bebido demasiados vasos de ponche de frutas enriquecidas en tu baile de graduación. Era curioso cómo los sentimientos terminaban en el mismo resultado, con ganas de vomitar los sesos.

Desde ese incidente embarazoso en la casa de su hermana la semana pasada, cuando su cita o no cita Tanya Denali se había detenido justo delante de él para reclamar su parte, había hecho aún más esfuerzo por mantenerme alejada de Edward Cullen.

No porque yo tuviera miedo de la Sra. Denali. Pfft, resoplé por el pensamiento. Yo no era combatiente, pero al haber sido criada por un hombre la mayor parte de mi vida adulta, y encima al ser un jefe de policía, me había enseñado a defenderme, al menos físicamente. Yo podría con esa perra. Era alta, sí. Probablemente medía unos cinco o diez centímetros más que yo. Pero tenía la sensación de que no había estado con un montón de alborotados y adolescente Quileutes la mayor parte de su vida, como yo sí había estado. Y cuando tu mejor amigo era un descomunal gigante de metro noventa que había hecho su misión durante las últimas semanas, antes de que me mudara a la gran ciudad, de enseñarme a defenderme contra "gilipollas que se creen que eres blando simplemente porque eres de un pueblo pequeño", así, de alguna manera, una rubia de pocos centímetros más que yo no parecía demasiado trabajo para derribar.

Lo que fuera. De todos modos yo no tenía planes de derrotar a esa perra. No tenía planes, de hecho, de llegar a algún sitio cerca de ella o de su pequeño juguete. Me encogí de nuevo, recordando lo estúpidamente que yo había actuado la semana pasada en casa de Alice, cuando Edward fue al balcón. Culpé a la copa de vino tinto. Era la primera vez que había cualquier cantidad de alcohol en mi sistema, desde... bueno, desde el antes mencionado incidente del ponche de frutas.

Y no era difícil ver por qué. Habían sido sólo un par de sorbos, pero me había sentido bien al sentirme más como una adulta por un rato. Había pasado tanto tiempo desde que había ido a cualquier tipo de fiesta, que decidí vestirme para la fiesta, ponerme un poco de lápiz labial, y entonces ¿qué diablos haría un poco de vino cuando Alice me lo ofreció? Estúpida, estúpida, estúpida. Tan pronto como empecé a sentirme relajada y me fui al balcón, ¿quien entró en él? Nada menos que Edward Freaki Cullen.

Al parecer, dos sorbos de vino habían sido suficientes para escuchar los coros cantando aleluya tan pronto como puse los ojos en Edward, lo suficiente como para hacerme olvidar lo que había estado haciendo la primera vez que lo había conocido, así como todo lo demás que había oído y leído acerca de él. Dos sorbos de vino fueron todo lo que me convirtieron en una enorme y aduladora idiota, como las que nombraban en las páginas de cotilleos.

"Pero parecía tan diferente", pensé para mí misma por enésima vez desde aquella noche. Cuando caminó hacia el balcón, vestido informalmente con pantalones oscuros y una camisa blanca a rayas de manga corta, bien, mi cerebro ya se había conseguido poner aun más borroso. Dios, pensareis que yo nunca he visto los bíceps de un hombre antes, pero la cosa es que ni siquiera era eso. Quiero decir, no es que él no tuviera los más sexys brazos que había visto nunca, pero se estaban prácticamente asomando bajo su manga corta. Señor Todopoderoso, nunca hubiera adivinado lo que había debajo de esas camisas de negocios perfectamente blancas y almidonadas.

Pero fue más que eso: fue su cara... no... sus ojos, lo que más le hizo parecer tan diferente de la primera vez que lo vi. Yo no me había permitido a mí misma mirarlo de cerca durante el último par de semanas, él y yo parecíamos haber acordado evitarnos el uno al otro. Pero esa noche en la casa de Alice había parecido tan... inocente. Inocente y dulce y fresco y hermoso, inteligente y realmente emocionado de verme. Maldito vino.

Al parecer, dos sorbos de vino fueron los causantes de que me aflojara, me olvidara de nuestro acuerdo de evitación mutua, y le hablara de cosas privadas como Forks, y Maddie, cosas que no tenía que hablar con un desconocido. Un extraño y puto hombre engreído.

Fue realmente una bendición, seguí tratando de decirme a mí misma, cuando luego me cayó un jarro de agua fría al ver a su loca novia o no novia, Tanya Denali, salir al balcón, recordándome que el hombre con el que me había estado riendo ahí mismo como una niña de escuela, era Edward Cullen, el puto hombre extraordinario. También era técnicamente mi jefe, y su nombre aparecía en mi cheque, un cheque del que Maddie y yo dependíamos para sobrevivir.

¡Uf! ¿Qué había estado pensando? Me encogí de nuevo en mi pequeña oficina. Sólo Dios sabía cómo de tonta hubiera parecido si Edward hubiera llegado a entrar después de que se me hubiera derribado el vaso entero de vino. Probablemente sería un miembro no tan bien recibido del club no tan exclusivo de Edward Cullen. Una imagen de Edward y yo rodando desnudos en mi cama pasó por mi mente involuntariamente. Apreté los ojos cerrados, tratando desesperadamente de eliminar esa imagen y esperando a que la ola de indignación me golpeara. Por desgracia, todo lo que sentí fue una sensación extraña, profundas cosquillas en la boca del estómago de nuevo. "Por favor Dios, haz que sea una ola de náuseas", recé en silencio, porque estaba segura como el infierno de que eso me daría asco, y yo necesitaba que me diera eso. "Por favor Dios. Por favor, por favor, por favor..."

"Espero que estés rezando para que todo salga bien en la reunión con el cliente, y espero que seas una buena y cristiana mujer temerosa de Dios y que Dios quiera responder a tus oraciones, porque estamos fuera de tiempo. Vamos". Rosalie se situó en la entrada de mi despachito, mirándome tan hermosa y confiada como siempre, y con una sonrisa divertida en el rostro.

James y Lauren estaban con ella, ellos querían estar con nosotros esta mañana también. James me dio una amplia sonrisa, mientras que Lauren se quedaba a un lado, sonriendo. Ella y yo no nos llevábamos muy bien desde que yo había empezado a trabajar aquí. Por lo que fuera, no me importaba. A diferencia de ella, yo estaba aquí para una cosa y sólo una cosa... hacer mi trabajo.

Haciendo caso omiso de Lauren y de su sonrisa, sonreí débilmente a Rosalie y a James. "Sí Rose. Vamos". Me puse de pie, recogiendo mi ordenador portátil y mis papeles. Todos seguimos a Rosalie en silencio por los pasillos, hacia los ascensores que nos llevarían a la sala principal de conferencias de una planta de arriba, donde los jefes de EverSoft se reunirían con nosotros, así como Jasper, Emmett y, por supuesto, Edward.

Mis nervios crecieron a medida que salíamos de los ascensores a la planta vigésimo tercera. Rosalie, que había estado caminando por delante, se dio la vuelta para mirarnos, frunciendo los labios cuando me vio.

"James, Lauren, tengo que hablar con Bella. Esperarnos en la sala de conferencias", ordenó.

Una vez que estuvieron fuera de nuestro alcance, Rosalie se volvió hacia mí. "¿Cómo estás, Bella? Parece que vas a desmayarte o a vomitar sobre mí en cualquier momento. Y si es eso último, ten en cuenta que acabo de coger este traje de la tintorería. Así que asegúrate de que giras tu cabeza hacia Lauren si planeas vomitar".

Me reí débilmente. "Estoy un poco nerviosa".

Rosalie frunció el ceño y me miró. Luego puso una mano alentadora en mi antebrazo para hablarme en voz baja y firme. "Escúchame Bella, EverSoft es uno de nuestros mayores clientes. He trabajado duro en conseguir esta cuenta, y todos trabajamos muy duro para mantenerlos felices".

Aah... esa era la náusea por la que había estado orando antes.

Viendo mi cara, Rosalie rodó los ojos. "Lo que estoy tratando de decir es que si yo no creyera que no estás preparada para esto, no te hubiera pedido que nos acompañaras. Yo no pondría en peligro la cuenta por un enfrentamiento con un paleta de pueblo que no sabe lo que quiero"- se acercó más a mi oído -"sólo porque ella haya pasado a ser amiga de comidas para mí y mi familia". Ella se volvió y me guiñó un ojo de complicidad.

Conocía la forma de hablar de Rosalie, ella sólo me estaba felicitando, a pesar de que también me acababa de llamar paleta. Me había dado cuenta en las últimas semanas, que los cumplidos eran pocos y distantes entre nosotras cuando se trataba de Rose. Los tenías que tomar de cualquier forma que llegaran.

Tomando una respiración profunda, asentí con la cabeza y comencé a caminar hacia la sala de conferencias de nuevo.

"Un par de consejos de último minuto", murmuró mientras nos acercábamos a la sala de conferencias, "los hermanos Cartwright comenzaron el negocio de EverSoft hace veinticinco años, y como tal, están muy puestos en esto. Una vez que encuentran algo con lo que están satisfechos, no es probable que deseen cambiar. Ten eso en cuenta". Asentí con la cabeza rápidamente.

"Y una última cosa", Rosalie me susurró a toda prisa justo antes de entrar, volviéndose hacia mí y rápidamente abrochando un botón más de mi blusa. "Son unos pervertidos de mediana edad. Mantén las piernas cruzadas y tus tetas cubiertas".

Antes de que pudiera procesar la última parte, estábamos en la sala, y me di cuenta de que había problemas más grandes que testarudos hombres pervertidos de mediana edad.

Edward ya estaba allí de pie, entre Jasper y Emmett, y para todos los efectos, parecía que acabara de salir de un anuncio de Armani. Es decir, Jesús Señor Todopoderoso, era una campaña de publicidad andante. Los Armani no tendrían que conseguir más modelos en este mundo para que la gente comprara uno de sus trajes si era Edward el modelo. Ni siquiera hacía falta un experto en marketing para verlo.

Cada terminación nerviosa de mi cuerpo se estremeció, y en algún lugar en el fondo, los coros del Aleluya comenzaron a cantar otra vez mientras arrastraba involuntariamente mis ojos hasta su rostro. Pero me obligué a alejarlos antes de que pudiera encontrarme con los suyos. Tenía la sensación de que si seguía así, sería mi perdición.

'Es un puto hombre, un puto hombre, un puto hombre', repetí en mi cabeza para mantenerme conectada a la tierra. 'Bella, ¿qué pasa contigo?'. Me pregunté, tomando asiento junto a Rosalie. '¡Ese es tu físicamente bien dotado jefe, por el amor de Dios! ¡Consigue calmarte!

Por desgracia, el sentarme junto a Rosalie me puso enfrente de Edward, por lo que era más difícil de lo habitual evitar mirarle a los ojos. Respiré hondo y miré a Rosalie, que había comenzado a hablar.

"... para presentarle a Isabella Swan, caballero. Se incorporó a nuestra agencia hace unas semanas, y todos hemos quedado muy impresionados con su creatividad, así como con su dedicación para ofrecer un producto superior".

A través de mi visión periférica, pude ver a Jasper, a Emmet y a Edward asintiendo por las palabras de Rosalie. Ya podía sentir mis mejillas rojas.

"Ustedes, señores, han visto mucho de su trabajo ya, y estoy segura de que han quedado muy contentos. Le hemos pedido que nos acompañara hoy para que puedan poner cara a los productos que ustedes han estado recibiendo, y también para darle una oportunidad de intercambiar pensamientos e ideas con ella, ya que ella seguirá estando muy involucrada con su cuenta".

"Srta. Swan, es maravilloso conocerla". El menor de los hermanos Cartwright, John, que parecía estar en sus cincuenta años, se levantó y se acercó a mí para darme la mano. Yo giré en torno a la silla para darle la mano. Cuando la tomé, él la envolvió entre sus dos sudorosas palmas antes de dejar que sus ojos rápidamente miraran mis piernas. Sonreí con fuerza y quité la mano de la suya tan pronto como me fue posible, con cortesía. El hermano mayor Cartwright, Marcos, esperaba detrás de él, realizando el mismo apretón de manos, sólo que sus ojos recorrieron rápidamente mi pecho. Hombre, Rose no había hecho una broma. Estos dos tenían un caso grave de ojo desviado.

Detrás de mí, alguien se aclaró la garganta con fuerza. "Señores, por favor, tomen asiento para que podamos empezar". La voz, dolorosamente familiar, sonaba fuerte y molesta, como si algo le molestara. Di de nuevo la vuelta rápidamente, teniendo cuidado de evitar la mirada de él, y centrándome en cambio en Jasper y en Emmett, que estaban a su lado. Pude ver que Jasper lo miraba con una ligera desaprobación, como si hubiera notado también el tono extraño y fuerte que Edward había utilizado con los hermanos Cartwright.

Si hubo alguna deliberada brusquedad en el tono de Edward, los hermanos no parecieron darse cuenta mientras se sentaban de forma rápida y agradablemente en sus sitios. Los hermanos dedicaron su atención a Lauren en primer lugar, la principal artista en nuestra actual campaña de EverSoft.

La campaña en sí había sido más o menos la misma durante los dos últimos años, los hermanos Cartwright se resistían a cualquier tipo de cambio, como Rosalie había confirmado justo antes de la reunión. Y mientras estaba trabajando muy bien - las cifras de ventas se mantenían en un nivel consistente durante estos últimos dos años, según las cifras de Gannett - yo había encontrado la campaña bastante aburrida. Quiero decir, Cammy la Vaca era linda y todo eso, pero en serio, ¿vacas asociadas con la piel suave? Claro, la vaca era suave, pero no era piel humana.

Volví mi atención a Emmett, que estaba hablando con John Cartwright ahora. El resonante Emmett hablaba de manera amistosa, mientras yo daba miradas en las que, aunque sólo fueran por el rabillo del ojo, podía ver a Edward mirar mal a John Cartwright.

Wow. No había sido consciente de que Edward tenía una fuerte aversión por los hermanos Cartwright.

La fría mirada de Edward fue lo que me puso nerviosa, aunque sólo fuera a través de mi periferia. ¿Qué estaba haciendo? Era cierto, yo era la menos experimentada en la sala, pero estaba bastante segura de que estar con el ceño fruncido hacia uno de sus mayores clientes no se aceptaba como una práctica empresarial. Decidí volver los ojos a una dirección diferente. Lamentablemente, se me ocurrió dar una vuelta hacia Lauren, quien estaba abiertamente comiéndose con los ojos a Edward. Sostenía la pluma entre sus dedos índice y medio y en la mitad de la boca, lo que podría asumir que era un intento de mirada atractiva y tentadora, con una sonrisa cachonda pegada en su cara. Sin embargo, ella era obviamente ajena al hecho de que, a pesar de que Edward estaba demasiado ocupado frunciendo el ceño a nuestro cliente, Marcos Cartwright estaba mirándola clandestinamente con una ceja arqueada y una sonrisa torcida en su rostro. ¡Uf, asqueroso!

Me volví hacia Rosalie, que estaba hablando ahora.

"... todo lo que estoy diciendo señores, es que a pesar de que la actual campaña sigue con completa normalidad, no creo que estén demasiado complacidos. Todos sabemos lo rápido que cambia el mercado. Sería conveniente ser proactivo, en lugar de reactivo a los cambios".

Ah. Rosalie y yo pensábamos lo mismo sobre ese tema. No me había dado cuenta de que ella había estado pensando en Cammy la Vaca también.

Los hermanos Cartwright fruncieron el ceño y se golpearon la boca con su dedo índice, no del todo convencidos.

Todos nos volvimos hacia Lauren para ver cuales eran sus pensamientos, ya que era la principal artista de la campaña. Desafortunadamente, Lauren no pareció haber estado prestando demasiada atención, estando demasiado absorta en darle miradas lascivas a Edward mientras ella se metía el lápiz dentro y fuera de su boca lentamente. Después de un par de lentos segundos, por fin pareció darse cuenta de que todas las miradas estaban puestas en ella. Saltó por la sorpresa, dejando caer la pluma en su regazo. Oí un ruido sordo de Rosalie a mi otro lado.

"Um", comenzó Lauren, tratando de averiguar lo que habíamos estado discutiendo. "Creo que... si no está roto, entonces no hay necesidad de arreglarlo".

Rosalie dio un gruñido audible ese momento. Dando una dura mirada hacia Lauren, ella se volvió hacia los hermanos Cartwright. "¿Qué hay de esto? ¿Por qué no anotan algunas ideas? Podríamos presentárselas en un par de semanas. Si les gustan, podemos preparar unos bocetos más definidos, algún ejemplar hecho por James". Se volvió hacia James y él asintió con la cabeza y luego se volvió hacia los hermanos Cartwright. "Si no les gusta, ningún daño se hará. Continuaremos con Cammy. ¿Qué les parece?"

"No sé...", John Cartwright se quejó.

"Tengo una idea". Podía sentir arder mi cara roja mientras todo el mundo se volvía hacia mí, incluyendo Edward. Volvió el remolino de mariposas y la sensación de náuseas.

"¿En serio?". John Cartwright preguntó en tono intrigado.

Me mordí el labio nerviosamente. Rosalie me iba a matar si esta idea no funcionaba. Le dirigí una mirada antes de abrir mi gran boca, pero ya era demasiado tarde, todos los ojos estaban puestos en mí, y yo no podía huir. Me volví para hacer frente a los hermanos Cartwright.

"Bueno, Cammy es linda y todo eso, y Gannett ha demostrado que ella es un éxito entre los niños pequeños". Los hermanos Cartwright sonrieron agradablemente. "Pero…muchos estudios muestran que las compras de las familias se concentran cada vez más en las decisiones y gustos del mercado adolescente y preadolescente". Por el rabillo de mi ojo, pude ver a Rosalie arqueando una ceja de forma perfecta. "Las vacas lindas en realidad no se registran entre la multitud preadolescente".

"Lo dices tú", murmuró Lauren en mi otro lado.

"Deja que termine, Lauren", ordenó una voz fuerte desde el otro lado de la mesa. Mi corazón empezó a latir con fuerza en mi pecho, ya que adivinó quien había dicho eso. Pero no podía dejar que me afectara ahora mismo.

Seguí. "Um, tengo una hija de cuatro años. Cuando ella nació, me acuerdo de cambiar pañales y de pensar que no había nada más suave que el culito de un bebé".

Marcos Cartwright frunció el ceño, mirándome confundido.

"Bueno, ¿y si hubiera algo que le pusiera su piel tan suave como el culito de un bebé? ¿Qué pasa si EverSoft Cream fuera ese algo?"

Silencio total.

Bueno, ya era demasiado tarde para parar ahora. Bien podría ser despedida por algo así.

"La campaña podría centrarse en el culito de un bebé, sin rostro, nada más que distraiga. Tal vez en la línea de etiquetas se podría leer algo así como: 'Crema EverSoft. Para una piel más suave que el culito de un bebé'". Aun con las miradas vacías que recibí, continué." Creo que sería un verdadero éxito con los niños mayores de esa edad. Ya saben, algo diferente, nuevo, con un poco de color, sólo un poquito habitual. A los niños les gusta lo habitual".

Yo siempre había oído esa línea, el silencio era ensordecedor, pero no lo entendí realmente hasta ese momento. Por lo que parecieron años, nadie hablaba, nadie pestañeaba. Todo el mundo me seguía mirando como si hubiera perdido la cabeza. Justo cuando estaba a punto de empezar a reunir mis cosas y marcharme fuera del edificio, escuché el sonido más increíble. Era un sonido que había escuchado hace unos días, en el loft de Alice, y yo recordaba haber pensado entonces que sonaba como el canto coral más melodioso.

Edward se echó a reír. Muy fuerte.

"Eso... es en serio... la mejor idea que he escuchado en mucho tiempo. Piel tan suave como el culo de un bebé", se rió. Y, por último, dejé que mis ojos se encontraran con los suyos.

Él me miraba con humor con el color esmeralda de sus ojos brillantes. Cuando nuestros ojos se encontraron, él me dio una sonrisa asimétrica y un guiño rápido, por lo que mis ojos se ensancharon. Y luego, de repente, Emmett se unió a la risa estridente, su voz resonó en toda la sala de conferencias. Uno por uno, todos en la sala estallaron en carcajadas.

"Bella, ¿cómo diablos se te ocurrió eso?". Jasper preguntó entre risas. Me encogí de hombros, y él se rió más fuerte.

John Cartwright habló a través de sus rugidos. "¡Me encanta! ¡Es moderno! ¡Es genial! Eso será el gran acontecimiento en el mercado de la crema. ¡Póngase a trabajar en ello de inmediato!", dijo levantándose de la silla para irse.

"A ello vamos", le aseguró Rosalie. "Bella, voy a necesitar algunos bocetos para el final del día".

Asentí con la cabeza, completamente atónita por la reacción de todo el mundo y era incapaz de decir una palabra. Tuve la suerte de echar un vistazo a la dirección de Edward de nuevo.

Todavía estaba mirándome, una de las esquinas de su boca se volvió en una sonrisa asimétrica. Sus brillantes ojos brillaban de emoción y de algo más... ¿orgullo?

Y no pude evitar la sonrisa enorme que estalló fuera de mí a cambio, llena de gratitud, el alivio de que no iba a ser despedida después de todo, y... y alguna otra emoción que no podía descifrar en ese momento.

La reunión terminó con una nota alta, con todo el mundo satisfecho y entusiasmado con la dirección que la nueva campaña estaba tomando.

Me volví hacia Lauren, esperando que estuviera más emocionada por la nueva campaña que cualquier otra persona. Ella estaba mirándome. Parpadeé dos veces, sorprendida, pensé que estaría muy emocionada. Rosalie estaba constantemente recordándonos que mantener a los clientes felices era nuestro objetivo principal, independientemente del lugar de donde las ideas provenían. Cuando ella me miró fijamente con ira, sus ojos se fueron rápidamente hacia Edward. Instintivamente yo también le lancé una mirada rápida. Él seguía sonriéndome alegremente. Sorprendida, rápidamente desvié la mirada y me volví hacia Lauren. Su ceño se había ampliado, y ella se levantó y rápidamente les dio la mano a los hermanos Cartwright antes de salir. Fruncí el ceño. Las personas eran muy temperamentales por aquí.

Me puse de pie para estrechar también la mano de los hermanos Cartwright.

"Bella, estaremos de vuelta en dos semanas. Espero que tenga esa idea suya completamente pensada para entonces, con los bocetos finales del proyecto y la copia, los planes de distribución, los comerciales y los producción". Pidió Marcos Cartwright. A pesar de que estaba hablando de negocios, sus ojos se las arreglaron para pasear al sur de mí un par de veces.

De la nada, Edward se materializó a mi lado. Él se puso entre mí y los hermanos y les dio la mano a los hermanos Cartwright, lo que les obligó a dejar la mía. "Vamos a estar trabajando en ello", respondió con frialdad. "Y su nombre es Isabella". La ligereza había abandonado por completo su voz, teniendo ahora el tono frío y afilado de hace un rato. "Creo que ustedes, caballeros, conocen la forma de salir". Mis ojos se quedaron mirándole, sorprendida por su tono y lo que para mí era, al menos, un comentario obviamente despectivo. Tenía la mandíbula tensa y estaba rígido, completamente opuesto al hombre que se reía hace unos minutos. ¿Qué demonios? ¿Tenía algún tipo de complejo de Jekyll y Hyde por encima de todo lo demás?

Afortunadamente, los hermanos Cartwright eran demasiado estúpidos, o estaban demasiado eufóricos por tener una nueva campaña que no querían decir nada desagradable. "Eh, bueno entonces. Nos vemos pronto. Gracias por todo".

Emmett se acercó a nosotros de manera rápida, y le dio a Edward una mirada dura. "Gracias por venir", dijo Emmett, estrechando la mano de los hermanos.

Rosalie me señaló para que fuera con ella. Yo respiré hondo y di una larga mirada a la habitación. Mis ojos se encontraron automáticamente con Edward, que ahora estaba en un rincón con Emmett y Jasper, Jasper parecía que le leía la cartilla tan silenciosamente como le era posible mientras que Edward, mirando hacia abajo, asentía con la cabeza estoicamente. Sus ojos de repente se dispararon, bloqueándose en los míos y causando que mi estómago hiciera esa cosa rara de apretarme de nuevo. Y aunque podía ver a Jasper todavía con un gesto enfadado con él, los labios de Edward se curvaron en un lado, levantó las cejas y se encogió de hombros hacia mí, como si dijera: 'Oh, bien'.

Confundida por el número de veces que nuestros ojos se habían unido en la última hora - teniendo en cuenta el hecho de que no nos habíamos visto en días y que pensaba que teníamos un acuerdo tácito para evitar mirarnos- no tenía ni idea de cómo responderle. Así que a cambio le lancé una mirada en blanco, antes de darme la vuelta y volver con Rosalie.

Ella me estaba esperando junto a los ascensores. "Tengo algunas cosas que decirte. ¿Por qué no te reúnes conmigo en mi oficina en media hora para que podamos mirar bien las ideas de ese culo de bebé?"

"Por supuesto", asentí con un suspiro de alivio porque ella no me había despedido por no habérselo contado antes a ella.

Las puertas del ascensor se abrieron y entramos, pulsando el botón del piso vigésimo segundo.

"Y, por cierto", continuó una vez que estuvimos en movimiento, "la próxima vez que me tomes por sorpresa cuando estemos frente a uno de nuestros mayores clientes, te voy a meter en un agujero más grande que el que estoy preparando para Lauren".

Asentí con la cabeza en silencio. Las puertas del ascensor se abrieron y ella salió delante de mí.

"Buen trabajo, por cierto", dijo ella al final, andando sin mirar hacia atrás.

"Gracias", le murmuré mientras se iba. Por increíble que fuera, en las últimas semanas, Rosalie y yo nos habíamos convertido en amigas fuera de la oficina, gracias a nuestra mutua amistad con Alice, y ahora con Esme. Pero yo sabía que la amistad tenía un segundo plano una vez que estuviéramos en la oficina, lo que me hacía respectar a Rosalie aún más. Porque yo sabía dónde me encontraba con Rosalie, yo sabía que me había ganado todos los elogios o las críticas que había recibido de ella y que no tenía nada que ver con la forma en la que interactuábamos fuera de la oficina. Traté de recordar eso mientras caminaba de regreso a mi sitio después de ser amenazada con un nuevo agujero.

Cuando llegué a mi mesa, me tiré en mi silla, girando alrededor de mi escritorio y descansando mi cabeza en mis manos. La mañana había sido mentalmente agotadora, y el extraño comportamiento de Edward la había hecho aún más así. ¿Qué pasaba con el acto bipolar? ¿Y qué diablos pasaba con nuestro acuerdo tácito para evitar mirarnos? ¿Qué había sucedido para cambiar eso? Mis ojos se posaron en el periódico que había estado secretamente mirando esta mañana, todavía abierto por los titulares de cotilleos.

"Puede mancharme todo mi cuerpo de sudor en cualquier momento".

"Me pregunto ¿qué pensará de eso la novia o no novia Tanya Denali?..."

Pensé en la manera en la que Tanya Denali iba colgada de Edward en la fiesta de Alice, y en la manera en la que Lauren había estado chupando la pluma durante la reunión, mirando de reojo a Edward como si quisiera estar chupando otra cosa. Como si tal vez ya lo hubiera hecho.

¡Uf! Yo no podía pensar más en eso, y no quería. Necesitaba algo para despejar mi mente, algo que me relajara. Rose no me esperaba hasta dentro de veinticinco minutos. Eso me daba un montón de tiempo para correr hasta el Starbucks de la esquina a tomarme una taza de chocolate caliente.

Mmmm. Chocolate.

Cogí mi bolso del perchero y rápidamente salí corriendo de ahí, hacia los ascensores.

La cola en el Starbucks era larga, al parecer, el ser mitad de mañana era una hora punta para que la gente de la ciudad volviera a cargarse con un poco de cafeína. Mientras esperaba mi turno para pedir, pensé en mi Maddie. Yo quería que ella estuviera aquí conmigo ahora, ella y yo amábamos el chocolate caliente, sin importar el tiempo que hiciera fuera. Me preguntaba qué estaría haciendo en ese momento. Sonreí, sabiendo que Sue, probablemente, la habría llevado al parque o al zoo.

Miré mi reloj. Había estado en cola diez minutos y todavía había dos personas delante de mí. Suspiré impaciente.

Mi mente volvió a Maddie, recordando la gran taza de chocolate caliente con montones y montones de crema batida que Esme Cullen pidió para ella en el almuerzo del domingo pasado, cuando había descubierto lo mucho que Maddie amaba esa bebida en particular. Nos lo pasamos genial en la cafetería que Alice había escogido, a pocas manzanas de su loft, con la posibilidad de sentarnos al aire libre en el río Hudson.

Tuve curiosidad al ver lo rápido que Maddie se había hecho amiga de las mujeres Cullen, y viceversa. Esme especialmente la adulaba, y por una fracción de segundo sentí una punzada de tristeza al ver a Maddie sonreír tan fácilmente. Esme, aunque era una persona maravillosamente cálida que me había querido de inmediato, no había tenido relación con mi hija. Sin embargo, en una tarde, la trató con más calidez y ternura que cualquiera de sus abuelas le habían tratado nunca. A pesar de que Esme no tenia nietos, parecía muy a gusto con Maddie, jugando con ella, y pasando los dedos con cariño a través de su largo y oscuro cabello. Estando alrededor de las mujeres Cullen, Maddie no era esa niña tímida y un poco introvertida que había sido cuando había llegado a esta ciudad. Y luego, cuando ella conoció a Edward...

Mis pensamientos fueron interrumpidos por la joven mujer de la barra, que me miraba con impaciencia. "Disculpe señora, ¿está lista para pedir o qué? Porque tiene una larga fila detrás de usted".

"Oh, sí. Lo siento. Oh, por favor, ¿puede darme un vaso de chocolate caliente, sin crema batida y con leche descremada, por favor?". Hice mi pedido lo antes posible, ante las quejas ansiosas procedentes de la mujer detrás de mí. Por Dios, la gente en esta ciudad siempre tenía prisa.

La joven de la barra escuchó en silencio mi pedido dándome otra mirada. "Eso serán 3.87 $", confirmó con voz aburrida.

Rápidamente abrí el bolso para sacar mi billetera, cavando a través de las toneladas de papeles, lápices de colores, broches y pequeños anillos de plástico. Un sonido de unos dientes apretados hizo que aumentara mi ansiedad y me hiciera cavar más profundo. Mi cara empezó a arder, pero no importaba lo mucho que cavara, no podía encontrar mi billetera. "¡Mierda!". Dije casi en silencio a través de mis dientes, recordando ahora que había sacado mi billetera de mi bolso esta mañana para contribuir con cinco dólares para la tarta de cumpleaños de Sally, una de las secretarias de la oficina. Al parecer, me había olvidado de ponerla de nuevo en mi bolso. ¡Mierda!

"Vamos, señora, o paga o se va de la cola para que el resto puede pedir", se quejó alguien detrás de mí. Miré rápidamente a la joven de la barra, que estaba cerrando los ojos en señal de frustración por tener que esperarme. Como si ella pudiera estar en otro sitio pero estaba ahí en ese momento viendo si yo tenía mi dinero o no.

Justo cuando estaba a punto de decirle que cancelara mi pedido, oí otra voz detrás de mí, aunque ésta era mucho más amable que las otras, y tan suave como el terciopelo. "Julie, yo pagaré eso y cualquier otra cosa que ella ordene".

Tragué saliva antes de darme la vuelta. Allí estaba Edward, que me miraba con diversión en sus ojos. Caminó lentamente hacia la parte delantera de la cola, llegando a mi lado.

Negué con la cabeza rápidamente, sintiendo una sensación extraña en la boca del estómago. "No tienes que hacer eso. Voy a volver a bajar después".

"No seas ridícula Bella", respondió con una sonrisa en los labios. "Coge tu café". Se volvió hacia el mostrador, con los ojos explorando el mostrador lleno de galletas, brownies y todos los aperitivos indulgentes que había. "¿Pasteles?", preguntó, señalando con la cabeza hacia el mostrador.

Le miré, sacudiendo la cabeza con rapidez. "De verdad, Edward". Insistí. "No puedo dejarte-"

Él me interrumpió. "Por supuesto que puedes, y lo harás".

Escuchamos otro suspiro alto, claro e irritado por detrás de Edward. Él se rió entre dientes. "Vamos, que estás enfadando a la cola. La gente se impacienta por aquí cuando les impiden su café". Volvió su atención a la chica de la barra, que se había transformado por arte de magia en una persona completamente diferente en los últimos segundos.

"¿Lo de siempre, Sr. Cullen?", preguntó ella con dulzura.

"Sí, por favor". Señaló hacia un dulce pecaminosamente rico en el mostrador. "Y también voy a llevarme ese brownie de allí". Se volvió hacia mí con otra sonrisa torcida adornando su cara cuando él me pilló mirando a la joven quitar ese delicioso brownie del mostrador. "¿Seguro que no quieres uno?".

Y aunque el brownie se veía tan bien como el infierno, ya estaba pasando un rato suficientemente duro dejándolo pagar mi chocolate caliente. No había manera de que dejara que pagara eso también. Negué con la cabeza otra vez.

Se encogió de hombros. "Haz lo que quieras".

Sacó su billetera del bolsillo trasero y le entregó a la joven un billete de veinte. Todo eran sonrisas ahora, ella se lo cogió con entusiasmo. No perdí de vista cuando ella dejó que sus manos permanecieran sobre las suyas por una fracción de segundo más de lo necesario, mientras ella le entregaba su cambio.

"Aquí tiene, Sr. Cullen. ¡Que tenga un día maravilloso!", saltó, mirándolo con nostalgia.

"Gracias Julie. Tú también", respondió en un tono amistoso, evitando su mirada. "¿Nos apartamos?", preguntó, caminando conmigo hacia un lado para esperar nuestras bebidas.

Al final me obligué a mirarle. Mi estómago se contrajo aún más cuando le miré a esos ojos verdes. "Uh, gracias Edward, pero no puedo dejar que pagues mi chocolate caliente. Te pagaré tan pronto como llegue a las escaleras".

Rodó los ojos. "¿Quieres parar? Era sólo una taza de... ¿qué? ¿Chocolate caliente? ¿Ni siquiera café? No voy a aceptar tu dinero por eso. Esme me despellejaría vivo si alguna vez se enterara. Y tú no tendrías tu aperitivo". Se cogió un pedazo de su brownie y se lo metió en la boca, gimiendo en voz baja mientras lo saboreaba. "Mmmm". Mis ojos se abrieron. El ver a Edward Cullen gozando con ese brownie era demasiada tentación para que lo manejara una sola persona. Me obligué a mirar a otro lado.

El joven detrás del mostrador nos llamó y nos acercamos al mostrador de nuevo para recoger nuestras bebidas. Antes de llegar a la mía, me volví de nuevo a Edward. "Lo digo en serio. No puedo aceptarlo a menos que estés de acuerdo en que yo lo pague".

Edward frunció los labios en señal de desaprobación, respirando profundamente. Él me miró como si fuera una niña difícil. De pronto, volvió a sonreír, como si algo se le hubiera ocurrido. "Bien entonces, me puedes devolver el dinero. ¿Cuándo es un buen momento para que me pase por tu mesa a recoger mi dinero?". Sus ojos brillaban por la diversión.

"Pásate… cuando quieras".

Él se rió entre dientes. "Muy bien". Se volvió hacia el joven y se acercó a recoger las dos bebidas.

"Aquí tiene Sr. Cullen. Le he puesto cuatro de azúcar, como le gusta", le dijo el joven con impaciencia. Miró a Edward con un poco más de entusiasmo que el necesario al entregar las bebidas más caras, y al igual que la chica de la caja registradora, le tomó una fracción de segundo más de lo necesario dejarlo ir cuando Edward le tomó de las manos. Con los ojos intensamente en nuestras bebidas, Edward le dio las gracias.

"Gracias, Jim".

"Es muy bienvenido Sr. Cullen", brotó. "Cada vez que viene".

Oh hermano. Rodé los ojos. Al parecer, esa obsesión por Edward Cullen cruzaba todas las líneas de género.

Edward me dio mi chocolate caliente, y salimos del Starbucks.

"Entonces, ¿qué pasa con el chocolate caliente?", preguntó él, mientras nos dirigíamos de nuevo hacia la oficina. "¿Tienes frío? Estamos como a treinta grados ahora".

"No, no tengo frío". Le respondí. "Sólo necesitaba algo para calmar mis nervios después de esa reunión, y el chocolate caliente funciona mejor para mí". Eché un vistazo rápido a su taza de café. "Y el café también está caliente".

"Sí, lo está", estuvo de acuerdo con una sonrisa. "Pero es una bebida mucho más socialmente aceptable, especialmente desde que todavía estamos, técnicamente, en verano. ¿Quién bebe chocolate caliente en verano? Por aquí por lo menos, dejamos nuestro chocolate caliente para los meses de clima frío. Quiero decir, yo no sé cómo hacéis las cosas en Forks... ", bromeó. "Dime, ¿además de ser conocido como el lugar más lluvioso en el territorio continental de . es también la capital del chocolate caliente del país o algo así?". Le sonreí. Yo sabía que él estaba burlándose totalmente de mí sólo para ser un sabelotodo, pero parte de mí no podía evitar la sensación de placer que me había dado al ver que recordaba lo que le había dicho acerca de Forks.

Bueno, si él podía ser un listillo, yo también podía.

"Bueno, verás, el problema con tu hipótesis es que asumes que nosotros en Forks nos preocupamos de lo que se considera un comportamiento socialmente aceptable en la Costa Este". Él se rió entre dientes. "Pero, sin embargo, respondiendo a tu pregunta, no, Forks no es la capital del chocolate caliente del país. Aunque no seamos tan sofisticados como la que gente de la ciudad, no somos completos inadaptados sociales. La mayoría de las personas tienden a preferir el café. El chocolate caliente es sólo para mi hija y para mí. Te pido disculpas si lo encuentras raro".

Él soltó un bufido. "No, no encuentro ninguna de las dos cosas extrañas". Se volvió a sonreírme, levantando una ceja. "Intrigante, tal vez, pero definitivamente no es extraño". No respondí a eso. Nos quedamos en silencio otra vez mientras esperábamos al ascensor. "Así que Maddie también es una gran fan del chocolate caliente, ¿no?", preguntó con curiosidad. Una vez más, me sorprendió la facilidad y la comodidad con la que le hablaba de temas con los que yo todavía me sentía muy privada, incluso posesiva.

Pero aún más sorprendente era la forma en la que yo le contestaba. Con respuestas detalladas en lugar de cortas y directas. "Bueno, no es algo que le deje disfrutar todos los días, teniendo en cuenta el hecho de que ella tiene sólo cuatro años y no quiero que salte por las paredes todas las noches. Pero sí, le encanta el chocolate caliente. Las dos somos grandes fans del chocolate".

"¿En serio?", reflexionó, moviendo la cabeza arriba y abajo lentamente, como si estuviera teniendo en cuenta esa información. Me mordí el labio, preguntándome por qué me parecía tener la necesidad de elaborar mis respuestas con él, y por qué seguía actuando como si él me importara.

Cuando el ascensor llegó, puso su mano en la puerta para mantenerla abierta para mí mientras entraba. Las puertas se cerraron y me di cuenta de que éramos los únicos en el ascensor. Se cortó otro trozo de brownie y se lo puso en su boca. "Mmm, mmm, mmm. No sé cómo hacen esto tan suave y masticable". Yo le miraba, incapaz de mirar hacia otro lado esta vez. Se encontró con mi mirada, levantando una ceja cuando me sorprendió mirándolo. "¿Seguro que no quieres un pedazo?", me ofreció una vez más mientras se lo comía.

Tuve que presionar mis labios con fuerza durante un segundo para evitar decirle que sí. Sus labios temblaban. "No, gracias", mentí, sacudiendo la cabeza.

Levantó las cejas y se encogió de hombros, como diciendo, 'tú te lo pierdes'. "Bueno, la próxima vez que vea a Maddie, voy a comprarle una taza caliente de chocolate y un brownie grande. Tal vez ella los acepte con gracia, sin crear una gran pelea". Y allí estaba otra vez, hablando de mi hija como si fueran viejos amigos. "¿Le está permitido comer brownies?". Su voz sonaba casi esperanzada.

Yo le estudié cuidadosamente, pensando en esa extraña curiosidad que parecía tener con mi hija. Y aún más extraño era el hecho de que ella también parecía tener una fascinación extraña por él. Desde que lo había conocido ese día en la oficina, no había dejado de hablar de él. Uno pensaría que eran viejos amigos, en lugar de alguien que había conocido una sola vez y por un corto periodo de tiempo. Ella incluso le nombró un par de veces durante nuestro almuerzo con su familia, para mi vergüenza. Yo no quería que pensaran que iba por ahí hablando con ella sobre él.

"Sí, le está permitido comer brownies de vez en cuando", le contesté. "Pero tu madre y Alice ya le dieron este fin de semana suficientes. Me temo que tiene prohibido los dulces por un tiempo".

Levantó una ceja de nuevo. "Oh, es cierto, Alice y su almuerzo del domingo". Él frunció los labios y soltó un bufido. Su expresión me hizo preguntarme si me estaba perdiendo algo.

"Bien, entonces. Tal vez pueda conseguir algunos pasteles de arroz y zanahorias", bromeó. "¿Te parece saludable?".

Por una fracción de segundo, me debatí el decirle que no debía preocuparse por los bocadillos de mi hija, tal vez debería dar a Tanya Denali o a alguna de sus novias una llamada y pregúnteles qué tipo de bocadillos querían comer.

Me detuve antes de que las palabras pudieran extenderse. ¿De donde había venido ese pensamiento? Eso hubiera sido muy grosero. Por no hablar de algo más que un poco rencoroso. Una pequeña parte de mí se preguntaba por qué el pensar en él con Tanya, o con Lauren, o con el infierno, incluso con la chica de la barra del Starbucks, fuera hombre o mujer, me enfadaba tanto.

"Sí, supongo que es más saludable". 'Piensa en respuestas cortas, Bella', me dije. No había ninguna razón para que mantuviera una conversación con Edward no relacionada con el trabajo. Además, ¿cuáles eran las posibilidades de que viera a Maddie otra vez, o que alguna vez pintara con ella como le había prometido hace un par de semanas, o comprarle un chocolate caliente y un brownie en este caso?

Edward sonrió ampliamente por mi respuesta, como si estuviera contento con algo. Estuvimos de nuevo en silencio durante un par de segundos. "Esa ha sido una gran idea, por cierto". Sacudió la cabeza, señalando hacia la sala de conferencias por encima de nosotros. Miré hacia abajo, sintiéndome un poco avergonzada. "Estoy muy orgulloso de ti".

Mis ojos se fueron a él rápidamente. Sus palabras no me sorprendieron. Por supuesto que estaba orgulloso de que haya hecho que la agencia vaya bien. Pero las palabras habían sonado tan… honestas...tan... intensas.

Afortunadamente el ascensor llegó a mi piso. En cuanto se abrieron las puertas, le sonreí con cuidado. "Gracias Edward", murmuré, y salí antes de que pudiera decir nada a cambio.

"Ha sido un placer, Bella", gritó detrás de mí con una voz tan baja que no estaba segura de haberlo escuchado bien. Mientras las puertas se cerraban, me gritó una vez más: "Llámame cuando estés lista para pagar". Me quedé inmóvil por un segundo, antes de darme cuenta que había estado refiriéndose al dinero que le debía por el chocolate caliente.

Esa noche, después de conseguir meter a Maddie en la cama, me acurruqué en el sofá a leer un rato. Mi mente estaba demasiado encima de los acontecimientos del día como para dormir. Entre la reunión con los hermanos Cartwright y mi extraño encuentro con Edward, no podía concentrarme en una sola palabra. Cuando levanté la vista hacia el reloj, me di cuenta de que había estado sentada ahí durante media hora sin cambiar la página ni una vez. Seguía leyendo el mismo párrafo una y otra vez y todavía no tenía ni idea de qué iba el libro.

Justo cuando estaba a punto de dejar el libro y sacar mi ordenador portátil para trabajar un poco, sonó el teléfono. Salté rápidamente a cogerlo antes de que pudiera despertar a Maddie. Sonreí para mis adentros cuando vi el nombre en el identificador de llamadas.

"Hola", le sonreí al teléfono.

"Hola, tú", respondió Jake. "¿Estoy llamando demasiado tarde?". Su voz era un susurro, como si al hablar en voz alta por teléfono despertara a Maddie. Incluso un mes más tarde, Jake seguía teniendo problemas para recordar la diferencia horaria entre Washington y Nueva York.

Me reí en voz baja. "Bueno, si querías hablar con Maddie, ya está dormida".

"¡Maldita sea! Pero son sólo las 8:30 pm aquí", se quejó de Jake.

"Jake, son tres horas más aquí, no tres menos", le recordé con una sonrisa.

"¡Oh, maldita sea!", dijo de nuevo. "Sigo liándome con eso".

Me reí.

"Entonces, ¿por qué demonios sigues levantada?", me preguntó.

"No podía dormir. Demasiado pensativa como para hacerlo". Le respondí con honestidad.

"¿Qué te hace pensar?"

"Ah", soplé al teléfono, "sólo cosas del trabajo". Le expliqué vagamente. Nunca podría decirle a Jake la verdad acerca de lo que, o más bien de quien, mi mente pensaba. Simplemente no estábamos en ese punto, a pesar de que esperaba que con la distancia que había puesto entre nosotros lo estuviéramos algún día. Pero yo estaba segura de que si en este momento le dijera a Jake que un tipo me había atado todos los nudos en el interior, y que ese hombre resultaba ser nada menos que el famoso empresario Edward Cullen, estaría en el próximo avión a Nueva York para recoger mis cosas y llevarme de regreso a Forks lo más rápido de lo que podía decir "New York Minute", especialmente desde que había estado completamente en contra de mi mudanza a Nueva York.

"¿Qué es? ¿Te están haciendo trabajar muy duro? Sabes que no hay vergüenza en volver si no estás a gusto, Bella". Continuó rápidamente sin detenerse ni dejarme decir una palabra. "Tu trabajo todavía está aquí, esperándote. Sue Clearwater echa de menos a Maddie como una loca. Tu padre os echa de menos a las dos como un loco". Ahora se detuvo. "Y yo te echo de menos tanto como un loco".

Cerré los ojos, con una sensación de escozor por las lágrimas asomándose en las esquinas. "Nosotras también te echamos de menos Jake, pero todo está bien aquí". Traté de hacer que mi voz sonara bien. Por mucho que me encantara hablar con Jake cada par de días, también me mataba. Debido a que su voz me recordaba a Forks, a mi padre. Los extrañaba a todos terriblemente, pero yo no podía volver, por su propio bien, así como el de Maddie y el mío.

"Bella, ha estado desaparecido por más de un año, no creo que alguna vez vuelva". Jake continuó, con un tono de esperanza que se creía que era suficiente para convencerme en ese momento. A pesar de que pasábamos por la misma conversación casi cada vez que llamaba.

"Jake, sabes que ese no es el problema. Si se hubiera ido sin echar todo por la borda con él...". Me desvanecí. "pero no fue así. Con o sin él ahí, el lío estaba afectando a Maddie, y también a ti y a mi padre. Yo no podía dejar que eso continuara. No me importaba lo que todos pensaran de mí, o cómo me miraran, tú lo sabes. Pero yo no podía permitir que siguiera buscando a Maddie... o a ti".

"En primer lugar Bella, tienes que dejar de echarte la culpa por lo sucedido. Tú no hiciste ese lío, lo hizo él. No tenías más remedio que manejar las cosas de la manera que mejor os iba a ti y a Maddie". Durante todo este tiempo, todavía no estaba completamente convencida de eso, pero yo sabía que no había que discutir con Jake, por lo que sólo le permití continuar sin interrupción. "En segundo lugar, soy un niño grande, Bells. Ellos pueden decir y pensar lo que quieran, no me importa. Lo único que me importa es estar allí para ti y para Maddie".

Di una respiración profunda, dejando escapar el aire lentamente antes de responderle. "Sé que no te importa lo que digan o piensen, Jake. Esa es parte de la razón por la que tuve que abandonar".

Jake se quedó callado por un rato. "Así que supongo que eso significa que la ausencia no ha hecho que tu corazón esté más encariñado de mí, ¿no?", trató de hacer una broma, pero yo podía escuchar el dolor en su voz.

"Jake, sabes que te quiero. Pero..."

"Pero no de esa manera", terminó por mí. Yo no dije nada durante unos instantes. No sabía qué decir. Sabía que Jake todavía esperaba que algún día mis sentimientos por él se transformaran en algo diferente, en algo más. Pero yo sabía que nunca iba a suceder. Ya había sido demasiado duro verlo conducir por todo el mundo para protegerme. No era justo para él. Era una de las razones por las que me fui.

"Entonces, ¿cómo está Maddie con la niñera?". Suspiré con alivio, agradecida por el cambio de tema. Jake era mi mejor amigo desde hacía muchos años. Pero desde el divorcio, yo sabía que él había esperado que hubiera algo más entre nosotros. Eso hacía nuestras interacciones mucho más tensas. Yo anhelaba los días en los que estábamos sólo como dos amigos, sin preocupaciones, y esperaba que de alguna manera, esta separación trajera eso.

"Ella está realmente bien, Jake", le respondí con entusiasmo, tratando de traer de vuelta la ligereza a la conversación. "Ella está realmente muy feliz con ella. Deberías ver a Maddie", me reí, "ella es todo sonrisas ahora, y todas las pesadillas se han ido. Duerme con su atrapa sueños todas las noches". Yo casi podía sentir que él sonreía con orgullo a través del teléfono.

"Bueno, me alegro de que esté mejor". Jake había estado tan afectado como mi padre y como yo acerca de la reacción inicial de Maddie a nuestro cambio. "Aunque supongo que eso significa que va a ser aún más difícil convencerla de que os volváis a mudar". Gemí y se rió.

"Así que, ¿cuándo vamos a verte? ¿Sigues pensando en volver en Acción de Gracias?". Su voz era cautelosa. Él me hacía la misma pregunta cada vez que me llamaba, como si temiera que cambiara de opinión.

"Por supuesto, Jake, ¿dónde más iba a pasar Acción de Gracias?". Me imaginé a mi padre tratando de preparar una comida de Acción de Gracias por su cuenta. Lo podía ver ahora, abriendo el horno sólo para revelar un pavo tan quemado y seco que parecía una vieja pieza de cuero. Tal vez como una versión crujiente de Cammy la vaca. Nunca me había alejado de mi padre, había pasado muchos años solo después de que mi madre se divorciara de él y nos moviéramos a Phoenix. Cuando regresé por fin con él, y vi lo que pasaba en una comida en su casa, me sorprendió el que no se hubiera muerto de hambre. Además, ¿dónde más iba a pasar Acción de Gracias? ¿Aquí? ¿Con quién? Alice y yo nos habíamos hecho muy buenos amigas durante las últimas semanas, pero ella tenía su propia familia.

Involuntariamente, mi mente se fue a Edward. Me preguntaba cómo pasaría él su Acción de Gracias, con su familia, en su casa de Long Island, con Tanya Denali o con una de sus otras novias.

Sacudí la cabeza para despejarme y centrarme en mi conversación con Jake de nuevo. "¿Cómo está Charlie?". Le pregunté.

Aunque hablaba con Jake casi todos los días, mis llamadas a mi padre no eran tan a menudo. No porque no le echara de menos, yo estaba segura de que nos echaba de menos a mí y a Maddie más que nosotras a él, pero Charlie no era el hombre más locuaz. La mayoría de las llamadas a nuestro teléfono eran interrumpidas con largos momentos de silencio y de torpeza. Así que para evitar esos momentos tanto como fuera posible, seguíamos llamándonos sólo una vez por semana, lo que nos daba para hablar más.

"Está bien". Jake confirmó. "Ya sabes cómo es Forks. No hace mucho más que detener al conductor con exceso de velocidad y entregar una multa de tráfico de vez en cuando, pero Billy intenta mantenerle ocupado. Ellos pasan mucho tiempo viendo partidos, y todavía se van a pescar los fines de semana. Y he oído que Sue va a su casa todos los días y le lleva la cena y esas cosas".

Volví a suspirar, aliviada. Me sentía tan culpable por dejar a mi padre solo de nuevo, después de tantos años. Pero había llegado al punto en el que podía ver lo que le estaba haciendo la tensión al lidiar con los chismes. Mi padre, por lo general, era tranquilo y reservado, y yo había tenido miedo de que eso le causara algo malo en su salud, así como en su trabajo. Dejarlo había sido definitivamente la decisión correcta.

"¿Y cómo van los negocios en el garaje?". Le pregunté.

"Bueno, ya sabes, no puedo quejarme". Sabía que Jake no alardeaba de ello, pero era el mejor mecánico en cien millas a la redonda de Forks. El garaje de su casa solía estar bastante ocupado. Era donde yo había estado trabajando hasta que me mudé a Nueva York. Allí fue donde me encontré con él...

"Leah me está volviendo loco". Me reí, imaginando que Leah Clearwater, la hija de Sue Clearwater, se había apoderado de mi trabajo cuando me fui. A pesar de que era amiga de Jake, y mía también, Leah tenía una personalidad muy... abrasiva. Ella era difícil de calentar, por decir algo. "Nadie podría funcionar en esta oficina como tú lo hacías, Bells. ¡Y el sitio web! Es un lío, Leah no tiene ni idea de cómo funciona".

Yo me reí. "Mira, puedo echar un vistazo desde mi ordenador portátil y hacer los ajustes que necesites".

"Sí, pero ¿y qué pasa con todos los carteles y las promociones que utilizabas para atraer a la gente? ¡Aquí nadie puede hacer eso! ¡Vamos Bells, te necesito!", gimió.

"Tú no me necesitas", bromeé, "necesitas un grupo local de marketing para que haga tu publicidad y tus promociones".

"Eso no es cierto Bells". La voz de Jake era seria otra vez. "Te necesito".

Mi corazón se hundió. ¿Podría alguna vez superar esto? "Jake, algún día vas a conocer a alguien, y ella va a hacer volar tu mente. Y vas a preguntarte por qué perdiste tanto tiempo-"

"¿Contigo, Bells?". Él me interrumpió. "¿Has conocido a alguien ya? ¿Hay alguien en la gran ciudad que haga volar tu mente?

Y antes de que hubiera terminado su frase, mi pensamiento se dirigió a Edward otra vez, y viéndolo en el día de hoy, con su sonrisa torcida cuando se metía un pedazo de brownie de chocolate en la boca, sabiendo exactamente cómo me tentaba con toda su bondad y con el chocolate... y tal vez con algo más...

¡No! Me dije a mí misma, moviendo la cabeza como si Jake pudiera leer mis pensamientos a través del teléfono. Me podía imaginar lo que diría si pudiera leer mis pensamientos. Sería lo mismo que yo diría ahora. ¡No seas estúpida Bella! ¡Ni siquiera pienses en él de esa manera! ¡No dejaste Forks para terminar con el mismo tipo de problema en Nueva York! Yo sabía a lo que Edward estaba jugando. Era el mismo tipo de juego al que yo había jugado antes, el juego seguía siendo el mismo, solo que el jugador y el lugar eran diferentes.

"No he venido aquí para conocer a alguien, Jake. He venido para tener una vida mejor para Maddie y para mi, y para darte la oportunidad de que hagas una vida para ti".

Oí a Jake dejar escapar un suspiro de alivio al final, y yo cerré los ojos, deseando que aún no mantuviera la esperanza de algo que nunca pasaría.

"Entonces, ¿qué vas a hacer por tu cumpleaños la próxima semana?"

Me reí débilmente en ese momento. "¡Nada! No se le he dicho a nadie. Ni siquiera a mi amiga Alice de la que te hablado".

Jake se rió entre dientes. "No puedo creerlo. Nunca he conocido a nadie que odie la celebración de su cumpleaños tanto como tú. Por lo general las mujeres no comienzan a hacer caso omiso de su cumpleaños hasta que tienen veintinueve o algo así. Todavía te quedan tres años para eso".

Nos reímos juntos.

"Deberías por lo menos disfrutar de una cena agradable con Maddie o algo así".

Rodé los ojos. "Bueno, ella ha estado esperando dar un paseo en el ferry que cruza el río a esa zona conocida como El Puerto. Se supone que allí hay pequeñas tiendas y restaurantes y otras cosas. Tal vez vayamos allí", le dije pensativa.

"Chica lista", me dijo Jake. Hablamos durante otros cinco minutos más o menos antes de colgar con un tono más ligero de lo que había empezado. Agotada por el día y la hora, finalmente me fui a la cama.

Al día siguiente en el trabajo, puse cuatro dólares en un sobre de la oficina y lo mandé al despacho de Edward Cullen, Ejecutivo, departamento Comercial y de Producción, y lo firmó Isabella Swan, gráfica. Dentro del sobre con los cuatro dólares, puse una nota que simplemente decía 'Gracias', y lo puse en el buzón de salida, para ser recogido y entregado.

Mi llamada telefónica con Jake la noche anterior había servido para aclarar mi mente y acordarme de las cosas que había comenzado a olvidar. Ya no era una adolescente estúpida. Podía sentir mi atracción por Edward, y tenía la sensación de que él sentía una especie de atracción por mí. Pero yo nunca permitiría que eso sucediera. Yo no tenía ningún deseo de convertirme en una de las chicas de Edward Cullen. Ahora tenía que pensar en Maddie, y no podía permitirme el lujo de jugar al juego de hombres como Edward Cullen.

Esa tarde, mientras yo estaba trabajando en nuestra propuesta de los hermanos Cartwright, un nuevo mensaje apareció en mi correo. Hice clic en mi bandeja de entrada para ver lo que era.

De: Edward Cullen.

Asunto: Chocolate caliente.

Srta. Swan:

Gracias por compensarme por la taza de chocolate caliente que compré ayer para ti. Mientras estaba sentado en mi escritorio esta mañana, un usurero con el que suelo hacer negocios entró en mi oficina sin ser invitado, y me amenazó con romper todos los huesos de mi cuerpo a menos que inmediatamente le pagara los doscientos dólares que le debía de los últimos seis meses. Bueno, te puedes imaginar mi horror cuando abrí mi cartera y todo lo que tenía eran ciento noventa y seis dólares.

Por suerte para mí, justo en ese momento, vi tu sobre y lo abrí rápidamente, con la esperanza de que hubieras decidido devolverme el dinero de la taza de chocolate caliente que te había pagado de tan mala gana. El alivio que se apoderó de mi cuerpo cuando abrí el sobre y encontré los cuatro billetes de un dólar fue inimaginable, y estoy un poco avergonzado de admitir que, puede que me haya mojado los pantalones.

Así que gracias una vez más, Srta. Swan. No sé lo que hubiera hecho si no me hubieras devuelto los cuatro dólares con tanta rapidez. Te debo mi vida (o mis piernas, por lo menos), y tengo la intención de pagarte de alguna manera.

¿Qué tal un poco de chocolate caliente (y un brownie)?

Atentamente,

Edward A. Cullen

Ejecutivo

Cullen, Cullen y Whitlock Publicidad.

Departamento Comercial y de Producción.

(212) 555-8168

Sentada en mi escritorio, me reí tanto que creía que también había manchado mis pantalones.

Maldito listillo.
Ethan Koffman
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Miér Ene 11, 2012 6:06 pm
Intervalo- Cadena de correos electrónicos entre Edward y Bella

Edward Cullen
Miércoles, 07 de septiembre 2010 9:32 am
Asunto: ¿Chocolate caliente? ¿Brownie? ¿Café?
Para:Isabella Swan

Buenos días, Bella. Sólo quería hacerte saber que sigo sintiéndome muy agradecido por haberme salvado la vida. No he recibido una respuesta a mi correo de ayer, pero quería que supieras que mi oferta sigue en pie. Si el chocolate caliente no te interesa esta mañana (en caso de que hayas decidido unirte al lado oscuro con el resto de nosotros los neoyorquinos), me gustaría una taza de café en su lugar, y creo que podría gorronear lo suficiente para hacer que te tomaras tú también uno.

Y creo que ambos sabemos que te gustaría un brownie para acompañarlos.

¿Qué dices?

Atentamente,

Edward A. Cullen
Ejecutivo
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Departamento Comercial y de Producción
(212) 555-8168

… …

IsabellaSwan
Miércoles, 07 de septiembre 20109:57am
Asunto: Re: ¿Chocolate caliente? ¿Brownie? ¿Café?
Para:Edward Cullen

Estoy muy contenta de haberte ayudado. Odiaría que el usurero te hubiera golpeado hasta la muerte. ¿Quién iba a firmar mis cheques, entonces? Oh, espera, Jasper y Emmett todavía estarían alrededor...

De todos modos, estoy sinceramente feliz de que sobrevivieras a esa terrible experiencia. Por más que Alice se queje de ti, estoy segura de que te echaría de menos.

Gracias por la oferta de compensarme, pero no es realmente necesario. Yo ya tenía mi taza de chocolate caliente en casa esta mañana, antes de salir para el trabajo. Además, debes tener todas tus monedas a mano en caso de que alguien al que le has olvidado pagar, aparezca de repente...

Por último, en relación al brownie, me derrumbé ayer por la tarde y me compré uno de camino a casa. Por tanto, ya no comeré más brownies por lo menos en una semana.

Atentamente,

IsabellaSwan
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(212) 555-4121

PD - Tu cierre es al revés. Tú departamento debería ir antes que el nombre de la empresa.

… …

EdwardCullen
Miércoles, 07 de septiembre 201010:06
Re: ¿Chocolate caliente? ¿Brownie? ¿Café?
Para:Isabella Swan

Bella,

No debes preocuparte por tu sueldo. No es la primera vez que he sido amenazado con daños físicos debido a una razón u otra, así que he dejado en mi testamento que todos los empleados de CCW recibirán su salario de forma permanente, independientemente de la forma de mi muerte. Así que estás cubierta.

Me alegra saber que por lo menos mi hermana me echaría de menos si yo tuviera que irme. No sabes el número de veces que ella me ha colgado en los últimos días...

Si hoy es impensable pagarte por mi propia vida, entonces por favor, déjame hacerlo mañana. NO TE TOMES CHOCOLATE CALIENTE EN CASA. Y no te preocupes por mis monedas. He aprendido mi lección y ahora he iniciado una recogida de monedas que puedo guardarme por si acaso. Están justo en mi escritorio, si quieres venir y contribuir...

Así que te derrumbaste con el brownie, ¿eh? No puedo decir que estoy sorprendido. Deberías haberte visto la cara ayer. Un segundo más en ese ascensor y creo que me lo habrías arrebatado de mi boca.

Es broma Bella.

Atentamente,

Edward A. Cullen
Ejecutivo
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Departamento Comercial y de Producción
(212) 555-8168

PD - Mi cierre no está al revés. Es el tuyo. Por supuesto, el nombre de la empresa se presenta antes que el departamento.

… …

IsabellaSwan
Miércoles, 7 de septiembre 201016:47
Asunto: Re: ¿Chocolate caliente? ¿Brownie? ¿Café?
Para:Edward Cullen

No Edward. Lamento discrepar contigo, pero el nombre del departamento va primero. Todo el mundo sabe eso.

Que tengas una buena noche.

Atentamente,

IsabellaSwan
Artistagráfica
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… …

EdwardCullen
Jueves, 08 de septiembre 20109:12am
Re: ¿Chocolate caliente? ¿Brownie? ... ¿Café?
Para:Isabella Swan

Bella,

Lo siento, no te respondí ayer, pero no vi tu respuesta hasta esta mañana. He estado saliendo de la oficina unos minutos antes durante las últimas dos semanas. Hay algo a las 5:00 que no me gusta perderme.

Espero sinceramente que recuerdes nuestro acuerdo de ayer y nos tomemos el chocolate caliente esta mañana. ¿Qué hora es buena para ti? Puedo pasar por tu mesa o encontrarme contigo en el Starbucks, lo que tú prefieras.

Atentamente,

Edward A. Cullen
Ejecutivo
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PD - No Bella. Por mucho que odie estar en desacuerdo contigo, simplemente estás equivocada en este caso. Primero el nombre de la empresa, y luego el departamento.

P.P.D. - Realmente era sólo una broma el comentario del brownie de ayer. Espero que no te molestara.

… …

IsabellaSwan
Jueves, 08 de septiembre 201016:48
Asunto: Re: ¿Chocolate caliente? ¿Brownie? ¿Café?
Para:Edward Cullen

Rose y yo hemos estado muy ocupadas hoy, sin parar. No sé si te lo dije, pero John Cartwright ha llamado y le gustaría ver algunos bocetos para el proyecto de la Campaña del culito del bebé (lo que es un proyecto del proyecto. Debe ser una cosa de la Costa Este). Así que hemos estado muy ocupadas hoy dibujando todo tipo de traseros de bebés para mostrarles el resultado a los hermanos Cartwright y a su gente para la próxima semana, mientras que James se le ocurre algo más.

Y gracias por la oferta del chocolate caliente / café, de nuevo, pero en realidad, una vez más, no es necesario. No me debes nada. Estoy segura de que puedes hacer algo con esos cuatro dólares de alguna manera. Pareces ser un hombre de recursos.

Atentamente,

IsabellaSwan
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PD - Ya no voy a discutir más contigo. Si insistes en enviarme mensajes de correo electrónico con tu cierre al revés, no hay nada que podamos hacer al respecto.

PPD - No, no me molesté por el comentario del brownie, soy más fuerte que eso (aunque el comentario era totalmente falso). Y yo estaba sólo mirando, ya que había un gran trozo de chocolate atrapado entre tus dientes.

P.P.P.D - Ahora estoy bromeando. No tenías chocolate metido entre los dientes (en realidad te colgaba de la barbilla).

… …

EdwardCullen
Viernes, 9 de septiembre 20109:03am
Re: ¿Chocolate caliente? ¿Brownie? ¿Café?
Para:Isabella Swan

Buenos días, Bella. En primer lugar me gustaría preguntarte, ¿por qué insistes en enviarme mensajes de correo electrónico después de las 16:45? Como te he informado, tengo que salir de la oficina unos minutos antes de las cinco todos los días, pero no me gusta pensar que hay por ahí un correo electrónico tuyo que no he respondido.

Y sí, sé que John Cartwright quiere borradores del proyecto de la Campaña del culo de un bebé. Por lo general, a eso le llamamos "preliminar en bruto", pero los hermanos Cartwright están en una clase propia. (En realidad, creo que son originalmente del estado de Washington o de alguna parte de por ahí...) :)

Lo siento, la mayor parte del trabajo parece estar cayendo sobre ti, ¿pero quién te dijo que te levantaras y tuvieras una gran idea? Hablando en serio, si hay algo en lo que pueda ayudar, por favor házmelo saber,por encima de todo. Y no dejes que Rosalie te haga trabajar tan duro. Esa mujer a veces se olvida de que hay un mundo fuera de esta oficina...

Realmente me haces dudar de mi ingenio, si he de ser honesto. En caso de que no lo hayas notado, estoy pasando un momento muy difícil al intentar convencerte para que te pague por salvar mi vida. Esto realmente no se vería bien en mi vida, teniendo en cuenta que se supone que soy una especie de profesional de la publicidad y del marketing capaz de convencer a un esquimal para comprar hielo, pero sin embargo, ni siquiera consigo que mi compañera de trabajo se tome una taza de chocolate caliente conmigo. Si Dartmouth me pudiera ver ahora, me quitaría de nuevo el título que me concedió hace seis años.

Ayúdame a mantener mi gran diploma, Bella. Se ve muy impresionante en mi oficina.

¿Chocolate caliente?

Atentamente,

Edward A. Cullen
Ejecutivo
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PD - Yo ni siquiera voy a reconocer ninguna de las declaraciones de tu último correo.

… …

IsabellaSwan
Viernes, 9 de septiembre 201016:51
Asunto: Re: ¿Chocolate caliente? ¿Brownie? ¿Café?
Para:Edward Cullen

La razón por la que te envío los mensajes de correo electrónico tan tarde en el trabajo es porque estoy haciendo exactamente eso, trabajando. Lo sé, ¿no es esa la idea? Pero no creo que los dueños de la empresa me agradecieran que estuviera gastando mis días enviando correos electrónicos totalmente ajenos al trabajo. :)

Y la razón de "pagarme" una taza de chocolate caliente no funciona porque, como muchos de los lanzamientos en este negocio, es una gran mentira. Nunca hubo un usurero (o al menos eso espero, por tu propio bien). Te olvidas de lo que hacemos para vivir, vender la mitad de las verdades a las personas y convencerles de que necesitan desesperadamente algo que realmente no necesitan. Hay una gran diferencia entre un deseo y una necesidad. Y aunque quiera realmente una taza de chocolate caliente, creo que estoy mejor sin ella.

Estoy bastante familiarizada con Dartmouth, después de haber sido aceptada allí una vez. Ellos no se llevarían tu diploma (y además, los títulos no son tan grandes).

De todos modos, Rosalie ha llegado tarde hoy, dijo que ella no se sentía bien, y Lauren estaba fuera hoy, así que James y yo hicimos frente a John Cartwright en la conferencia telefónica esta mañana. Fue una larga mañana, por no decir menos. Chocolate caliente no era una opción válida.

Atentamente,

IsabellaSwan
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PD - No reconoces ninguna de mis posdatas porque sabes que son todas verdaderas.

… …

EdwardCullen
Viernes, 9 de septiembre 201020:48
Re: ¿Chocolate caliente? ¿Brownie? ¿Café?
Para:Isabella Swan

Bella,

Tuve la sensación de que me enviarías uno de tus correos tarde, así que estoy revisando mis correos electrónicos del trabajo en casa esta noche (algo que odio hacer, por cierto) y, por supuesto, aquí está, hay un mensaje tuyo. Estoy empezando a pensar que lo haces a propósito...

Me gustaría que me lo hubieras dicho, o que Rose me hubiera dicho si iba a llegar tarde. Me hubiera hecho cargo de la conferencia, no hubieras tenido que estar en ella sola (James no cuenta). Voy a tener que hablar un poco con Em y Rose y ver lo que está pasando con ella. No puedo recordarla llegando tarde desde el día en que comenzó. Juro que la mujer vive en ese lugar.

Para que tu mente esté tranquila, tienes razón, nunca hubo un usurero. A pesar de que lo de Dartmouth es cierto. El título es bastante grande.
¿Fuiste aceptada a Dartmouth? ¿Cómo es que no asististe? Eso hubiera sido interesante, conocerte en la universidad...

Buenas noches Bella. Espero que tú y Maddie os divirtáis el fin de semana.

Atentamente,

EdwardA.Cullen
Ejecutivo
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PD - He decidido reorganizar mi cierre. Si me ridiculizan por ello, el infierno te lo hará pagar.

… …

EdwardCullen
Lunes, 12 de septiembre 20109:01am
Re: ¿Chocolate caliente? ¿Brownie? ¿Café?
Para:Isabella Swan

Buenos días, Bella. ¿Cómo habéis pasado tú y Maddie el fin de semana? Basándome en lo que mi madre me dijo anoche que había hecho, yo diría que es seguro decir que el almuerzo de ayer fue un gran éxito de nuevo.

Así que... ¿Qué tal hoy? Hace frío fuera. Gran día para una buena taza de chocolate caliente. He oído decir que los brownies están excepcionalmente masticables hoy (o eso me informó Emmett, pero como se negó a darme un trozo, no puedo estar seguro). Sólo hay una manera de averiguarlo. ¿Qué dices?

Atentamente,

EdwardA.Cullen
Ejecutivo
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… …

IsabellaSwan
Lunes, 12 de septiembre 201010:07
Asunto: Re: ¿Chocolate caliente? ¿Brownie? ¿Café?
Para:Edward Cullen

Buenos días Edward. Lo siento, no me puse en contacto contigo por tu e-mail anterior, pero no lo he visto hasta esta mañana.

Maddie y yo tuvimos un fin de semana muy bueno, gracias. Hicimos algunas compras el sábado y pasamos la mayor parte de la mañana y de la tarde del domingo con Alice, Rose y Esme. Maddie está realmente loca con ellas, y Rose y tu madre se quedaron con ella durante un par de horas mientras Alice me llevaba a un viaje de compras al infierno. Recuérdame que nunca vaya a buscar "algunas cosas" con tu hermana. Creo que Rosalie sabía lo que estaba haciendo cuando ella se sentó diciendo que estaba "cansada".

Dartmouth. Hmm. Eso es un poco una larga historia, pero básicamente todo se reduce al viejo poema sobre "dos caminos se bifurcaban en un bosque". El que tomé definitivamente hizo diferente toda mi vida, y no importa qué pasara, me gustaría tomar ese mismo camino una y otra vez si me llevara a mi pequeña princesa.

Hablando de Dartmouth, tu diploma no puede ser más grande que el que he recibido de la U. de Washington, mide 8 y medio" x 11". Creo que estás exagerando.

En cuanto al chocolate caliente y el brownie, gracias, pero voy a tomar la palabra de Emmett para ello. Rosalie espera que le dé algunos bocetos para Wheat-A-Bits.

Atentamente,

IsabellaSwan
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PD - Como he dicho antes, no hay temperatura adecuada o no para el chocolate caliente.

P.P.D. - Me gusta tu nuevo cierre. Dartmouth se sentiría orgulloso.

… …

EdwardCullen
Lunes, 12 de septiembre 201016:51
Re: ¿Chocolate caliente? ¿Brownie? ¿Café?
Para:Isabella Swan

Buenas tardes Bella,

Primero de todo, tengo que decir que no, no estoy exagerando absolutamente. Es muy grande. Estoy hablando de algo más grande que el tuyo de ocho centímetros o menos. El mío es por lo menos de once de largo. Estoy dispuesto a enseñarte el mío si me enseñas el tuyo.

En segundo lugar, siento mucho haberte contestado tan tarde, pero mi lunes ha resultado ser muy agitado. Los de Crystal Clear Organics han cambiado algunos de los plazos para su proyecto, y Rose y yo nos hemos pasado casi todo el día luchando para reorganizar las prioridades. Rose debía de estar jugando todavía a eso de "estoy cansada", porque estoy seguro de que se movía más lentamente que las otras veces. Pero nos las arreglamos para conseguir que todo estuviera bastante bien.

En tercer lugar, estoy muy contento de que pasarais un buen rato con las chicas este fin de semana. El almuerzo parece que fue muy divertido. Alice mantiene su pequeño almuerzo del domingo sólo por invitación, y yo no he recibido ninguna durante el último par de semanas. Hace un par de semanas hice algo que la marcó y me está castigando manteniéndome lejos de los huevos escalfados con tocino canadiense. Voy a tener que tratar de caerle bien, me suena que me estoy perdiendo algo. Tal vez entonces tendré la oportunidad de comprar tu chocolate caliente y tu brownie. Y el de la pequeña Maddie también.

Realmente me gustaría poder escribir más, pero tengo que seguir adelante. Lo que me gusta ver empieza en menos de diez minutos, y tengo que conseguir llegar abajo antes de que me lo pierda. Que paséis una buena noche.

Atentamente,

EdwardA.Cullen
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PD - Me alegro de que te guste mi nuevo cierre.
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Miér Ene 11, 2012 6:09 pm
Capítulo 6 – Feliz cumpleaños Bella

La amistad es sin duda el mejor bálsamo para los dolores de la decepción amorosa. - Jane Austen, la Abadía de Northanger

(EPOV)

Isabella Swan era, de lejos, la mujer más obstinada sobre la faz de la tierra de Dios. Estuve seguro de eso cuando me senté en mi escritorio, recostado en mi sillón de cuero y miré la larga cadena de correos electrónicos que nos habíamos mandado en los últimos días. Hice clic fuera de mi bandeja de entrada, cerrando mi portátil con un poco de fuerza más de la necesaria, y me fui a mi ventana. Estaba más que frustrado.

Quiero decir, era sólo una taza de chocolate caliente, por el amor de Dios. Negué con la cabeza rápidamente, tratando de despejar mi mente. Mis pensamientos eran un caos últimamente. Nada de lo que pensaba tenía sentido, nada de lo que hacía tenía sentido. Yo no había salido en las últimas semanas, no había querido salir en las últimas semanas. Yo no quería estar con nadie en las últimas semanas, bueno, casi con nadie. Joder, todo en lo que podía pensar últimamente era en que Bella Swan se viniera a tomar un café conmigo. ¡Un maldito café, por Dios! Me levanté y me acerqué a la ventana, quedándome de pie ante el día oscuro y húmedo de fuera, con las manos en los bolsillos de forma segura. La suave lluvia de la fría mañana de septiembre caía insistentemente contra las ventanas. Al contemplar el exterior, vi mi reflejo mirándome con mal humor, al parecer preguntándole algo al hombre ante él, "¿Quién eres y qué has hecho con Edward Cullen?". Yo no tenía una respuesta.

Un rayo de luz en mi puerta me sacó de mis pensamientos, y me di la vuelta y regresé a mi mesa, mientras gritaba: "Adelante".

Debería haber mantenido la boca cerrada.

"Buenos días Edward". Lauren caminaba lentamente hacia mi escritorio, como si pensara que me estaba dando algún tipo de pista o algo, y llevaba un cuaderno de dibujo con fuerza contra su pecho excesivamente expuesto. Yo reprimí mirarle y rápidamente desvié la mirada de nuevo a mi ordenador portátil.

"Buenos días, Lauren", respondí formalmente. "¿Qué ocurre?"

Lauren pasó a mi lado de la mesa, y se inclinó sobre mí para colocar su cuaderno de dibujo delante de mí. Por supuesto, en esta posición, sus tetas presionaban mi hombro. Di una respiración profunda antes de girar mi asiento con rapidez unos cuantos centímetros de distancia de ella.

"Quería mostrarte el resultado de algunos proyectos para la nueva campaña de EverSoft". Ella hablaba en un bajo ronroneo. "Pensé que podrías disfrutarlos".

Apreté los labios y me alejé de mi ordenador portátil para mirar el cuaderno de dibujo que había colocado en el centro de mi escritorio. Cuando lo abrí, pregunté: "¿Se los has enseñado ya a Rosalie y a Bella? Están al frente de esta campaña y sabes que Rose tiene que ver todos los bocetos iniciales antes de que yo..."

El resto de mis palabras se quedaron atrapadas en mi garganta. El primer boceto, como me esperaba, era un dibujo de un culo, que de por sí no era sorprendente. La última campaña, de hecho, se le llamaba no oficialmente 'campaña del culito de un bebé'. ¿Qué me impactaría a mí el ver el culo que Lauren había esbozado y que al parecer definitivamente no pertenecía a un bebé?

"Lauren ¿qué es esto?". Le pregunté con frialdad. "La campaña es para los culos de los bebés, no de una mujer".

Ella se rió. "Ya lo sé, tonto. Estos se parecen más a... ¿cómo decirlo? ... autorretratos, pensé que podrías disfrutar viéndolos".

"Lauren, yo no tengo tiempo para esto...", le susurré.

"Oh, no tomará mucho tiempo", ronroneó ella de nuevo, acercándose a mí. "Pensaba que tal vez tú y yo podríamos sacar algo bueno con estos dibujos. Tal vez si le echaras un vistazo al real, te inspiraría para que pienses en algo..."

Apreté los dientes. Una vez más, sabía que nadie más aparte de mí tenía la culpa de esa mierda. Hace algunas semanas, probablemente hubiera saltado para bloquear la puerta, sobre todo teniendo en cuenta la racha de sequia autoimpuesta. Pero maldita sea, yo ni siquiera había mirado de esa manera a Lauren desde ese día en la sala de conferencias. Y Dios sabe que ella había estado tratando de llamar mi atención. ¿Cuál era su problema? ¿De cuántas maneras podía dejarle claro que yo no estaba interesada en follar con ella más? ¿Cómo de densa podría estar? Ella había elegido el día equivocado para esta puta mierda, cualquier otro día hubiera tenido suerte en ese momento. Yo era un hombre con una misión y esa misión era hacerme amigo de Bella, no enrollarme con Lauren. Entre el día sombrío fuera y mi creciente frustración por la incapacidad de completar mi misión, yo no estaba de humor para tonterías con Lauren.

"Lauren, por favor, deja mi oficina. Ahora. En el futuro, si tienes algunos bocetos o muestras de las que te gustaría discutir, por favor, muéstraselas a Rosalie en primer lugar. Llevas bastante tiempo aquí como para conocer el protocolo. No necesito ver ninguno de tus trabajos hasta que hayan sido aprobados por Rosalie". Lauren rodó los ojos y sonrió. "Y en este caso, Bella debería verlo primero también. ¿Está claro?". Yo esperaba que hubiera entendido el significado oculto detrás de esas palabras. 'Déjame solo'.

La cara de Lauren pasó de estar blanca a rojo profundo. Una vez que mencioné a Bella, una mueca se formó en su rostro.

"¿Bella? ¿Por qué tengo que enseñarle cualquier parte de mi trabajo a ella? Ella lleva aquí, ¿un mes?"

"El tiempo que está aquí no es la cuestión. Esta campaña entera fue idea suya".

"Sí, y una idea realmente estúpida. No puedo creer que todo el mundo aceptara eso".

Cerré los ojos y conté hasta diez antes de responderle. El que tuviera las narices de criticar la idea de Bella me enfureció hasta el punto en que quería estamparla a ella y a sus tetas falsas contra la pared.

"Independientemente de lo que pienses de la idea" -comencé con mi voz elevándose un par de octavas - "al cliente le encantó, y su opinión es la que importa, y ahora te sugiero que si realmente tienes alguna información valiosa con la que contribuir, vayas a hablar con Bella".

Lauren me miró furiosa. Sus ojos se redujeron en ranuras pequeñas, por lo que su mirada era aún más en forma de serpiente que de costumbre. Con un arranque de genio fuerte, giró sobre sus altos tacones.

"No puedo creer esta mierda. Ahora, de repente, tengo que aclarar mis ideas con ella", murmuró, cogiendo su cuaderno de dibujo. "Sí, claro, voy a reunirme con ella tan pronto como regrese de su descanso para tomar café", se quejó ella con sarcasmo.

Ignoré el sarcasmo y me centré sólo en la última parte. "¿Has dicho que Bella ha ido a por café?"

Lauren respondió con cautela. "Sí..."

Asentí con la cabeza lentamente, tratando de poner mi mejor cara de póquer. "Bien entonces, Lauren, eso es todo", la despedí.

Los ojos de Lauren se estrecharon. Ella me miró con recelo por algunos segundos antes de darse de nuevo la vuelta y marcharse con un sonoro portazo.

Rápidamente recogí mi chaqueta y me la puse, cogiendo mi paraguas y contado hasta treinta antes de salir, rezando para que eso fuera tiempo suficiente para que Lauren se hubiera ido.

"Voy a tomar café", le dije rápidamente a Ángela, mi secretaria, antes de caminar rápidamente hacia los ascensores.

"Pero Edward, ¡tienes una llamada en cinco minutos!", Ángela me recordó.

Las puertas del ascensor se abrieron y eché a correr hacia ellas. "¡Reprográmala!".

Bella estaba pidiendo justo cuando me encontré con ella en el Starbucks. Rápidamente me dirigí hacia ella, mientras que Julie le daba un brownie, y Bella sacaba el dinero. Llevé la mano con rapidez hasta Bella y la dejé caer con suavidad, mientras que con mi otra mano cogía mi billetera de mi bolsillo trasero.

"Toma esto". Le dije notando el pequeño temblor que corrió a través de mí por la electricidad que me dio al tocar con mi mano la suya.

Bella se volvió hacia mí rápidamente, con los ojos muy abiertos y luego empezó a poner cara de desaprobación. Ella negó con la cabeza.

"Gracias de todos modos, pero esta vez me he acordado de mi dinero ". Ella soltó su mano de la mía e intentó entregar el dinero de nuevo a Julie, pero la cogí de la mano de nuevo. Dios, era tan cálida y suave. Completamente diferente a la mirada dura que ella me estaba dando ahora.

Lo intenté de nuevo. "Bella..."

"Edward, no".

Suspiré, exasperado. ¿Por qué estaba siendo tan difícil por una taza de chocolate caliente, por el amor de Dios? ¿Cuál era su problema por dejarme pagar?

"¿Puede alguien pagar ya? Al resto nos gustaría pedir también, ya saben", alguien gritó en tono irritado desde la cola formada detrás de nosotros.

"Edward, vámonos", ordenó Bella. Apreté los dientes. Iba a necesitar las dos manos para sacar el dinero de mi cartera, y a ella sólo le llevaría un instante coger su dinero y dárselo a Julie. Gemí y la dejé.

Bella esbozó una amplia, pícara y triunfal sonrisa, se dirigió a Julie y le entregó el dinero.

"¿Lo de siempre?", Julie me preguntó moviendo sus pestañas hacia mí mientras le entregaba a Bella su cambio.

Volví a centrarme en Bella y asentí con la cabeza. Bella se rió entre dientes y dio un mordisco a su brownie. Jesús, eso nunca lo había visto tan bien.

Nos fuimos a esperar a nuestras bebidas.

"¿Por qué no me dejas pagar?"

Bella se echó a reír otra vez. "Mi padre me enseñó a nunca aceptar regalos de extraños".

"Yo no soy exactamente un extraño".

"Tampoco eres exactamente alguien que conozco desde hace mucho tiempo".

"¿Sabes?, eso me ha dolido mucho, teniendo en cuenta todos los correos electrónicos que hemos compartido durante los últimos días".

Bella rodó los ojos en broma. "¿No has oído hablar de esos personajes peligrosos que acechan en el ciberespacio, pretendiendo ser algo que no son? Por lo que sé, podrías ser una especie de loco asesino con una hacha o algo así".

"Creo que deberías oír en las noticias o en los periódicos si hay algún asesino desquiciado suelto en la ciudad con una hacha".

Ella arqueó bastante una ceja por dos segundos, mientras que continuaba disfrutando de su brownie. "Tal vez sí, tal vez no... después de todo, decenas de cuerpos decapitados aparecen en la orilla del Hudson y no son tan importantes que el hecho de que un determinado joven ejecutivo le regale a su novia una cosa de Tiffany's la noche anterior", dijo sin expresión.

Tiré la cabeza hacia atrás, sorprendido de que ella hubiera visto ese titular en la página de cotilleos de hoy. Estaba a punto de decirle que había estado comprando algo para Esme, cuyo cumpleaños se acercaba, cuando Jim nos pidió que recogiéramos nuestras bebidas. Le cogí las dos, evitando mirarle y apartando mis manos lo más rápido posible. Cuando me volví, vi a Bella que nos observaba con una sonrisa.

Le entregué la bebida, y salimos del Starbucks. La constante lluvia se había convertido en una llovizna, incluso aunque estuviera acabando la mañana. Rápidamente abrí mi paraguas, preparándome para proteger a Bella con él, y viendo que ella no llevaba.

Pero Bella me sorprendió, como ella había hecho permanentemente desde el día en que dobló la esquina en frente de la sala de conferencias hace unas semanas, en lugar de esconderse de la lluvia bajo mi paraguas, se alejó cuando vio que iba a cubrirle. Y en una acción que parecía haber sido instintiva, casi sin pensar, ella inclinó la cabeza hacia el cielo, cerró los ojos y respiró hondo cuando las pequeñas gotas de llovizna cayeron sobre su rostro, con una pequeña sonrisa en sus encantadores labios.

Todo esto duró unos cuatro segundos, pero mientras yo estaba allí, mirándola fijamente, sentí como si hubiera presenciado uno de los momentos más especiales y más puros de mi vida. Ver su culto al cielo nublado, por encima de nosotros, fue probablemente lo más cercano que había tenido a una experiencia religiosa en años.

Después de lo que sentí como años, ella abrió los ojos, y me vio mirándola, un rubor de color rojo llegó a sus mejillas.

"Me encanta la lluvia", trató de explicar en voz baja. "Siento como... si me limpiara. La he echado de menos".

"La lluvia es buena", estuve de acuerdo en ese pensamiento. Y por primera vez en mi vida, realmente lo creía.

Cerré el paraguas y fui, en silencio de nuevo, hacia el edificio con ella. Tuvimos una pequeña charla sin importancia en el viaje en el ascensor, pero durante todo el tiempo Bella se negó a mirarme directamente. Parecía mucho menos cómoda al hablar conmigo cara a cara de lo que lo parecía por correo electrónico toda la semana. No me gustaba eso. Esto no tenía que pasar si íbamos a ser amigos. Los amigos interactuaban más en persona que en el ordenador.

Antes de lo que me hubiera gustado, las puertas del ascensor se abrieron en el piso vigésimo segundo. A mi lado, me pareció oír a Bella dejar escapar un suspiro, casi como si se sintiera aliviada.

"Supongo que te veré más tarde, Edward". Le hablé en voz baja mientras ella salía del ascensor.

"Nos vemos en el ciberespacio", le prometí, sintiendo esa falta del calor extraño que yo sentía cada vez que estaba a pocos metros de mí, y me preguntaba qué podía hacer para hacerme amigo de esa mujer.

El martes por la tarde yo estaba en un estado de ánimo de mierda. Había tenido una carga de llamadas telefónicas, reuniones de producción, comentarios y todo tipo de programación comercial en el último par de días. Yo ni siquiera había tenido tiempo de enviarle un correo electrónico a Bella desde ayer por la mañana.

Sin embargo, yo esperaba - como había sido mi hábito diario - echar un vistazo a Bella en su camino a casa - escondido en mi rincón habitual. Mientras esperaba, me tomé un segundo o dos, una vez más, para examinar la locura en la que se había convertido mi mente en las últimas semanas.

¿Qué demonios estaba haciendo?

¿En qué universo hacer esto tenía sentido, cortar mi día de trabajo todos los días sólo para meterme en ese pequeño rincón y ver a una mujer que al parecer no quería tener nada que ver conmigo, a menos que fuera a través de un ordenador? Y como si eso no fuera suficiente para probar que yo definitivamente era una mierda, esta mañana cuando me desperté, volví la cabeza hacia la ventana y me encontré un día oscuro y lluvioso y en realidad sonreí con mi sonrisa de mierda. Yo odiaba la lluvia, siempre lo había hecho. ¿Quién diablos sonreía cuando veía que iba a ser un día de lluvia?

Bella Swan al parecer lo hacía. Ella sonreía, se relajaba y suspiraba con satisfacción. Y joder si eso no hacía a la lluvia mi mejor amiga ahora.

Pero esa tarde, Bella no pasó por el vestíbulo. De alguna manera, la había perdido, a pesar de que siempre me aseguraba de estar aquí cinco o diez minutos antes, por si acaso. Ella había pasado por mi lado y no me había dado cuenta, sí, eso era posible, o que hoy hubiera dejado de trabajar temprano.

Ahora yo estaba preocupado. ¿Por qué se habría marchado antes de tiempo? ¿Acaso no se sentía bien? ¿Había algo mal con Maddie?

Mientras estaba sentado en un atasco a pocas manzanas de CCW, esos eran los pensamientos que corrían por mi cabeza. ¿Estaba realmente volviéndome loco? ¿Era eso una obsesión más allá de lo normal? Yo ya sabía la respuesta a esa pregunta, pero no pretendía que fuera así.

Por el rabillo de mi ojo, miré todo el camino del metro hasta el edificio cuando una figura me llamó la atención, de forma rápida seguí esos pasos junto con una docena de otras personas. Todas las otras figuras se pusieron borrosas cuando me di cuenta de quien estaba de pie saliendo de la estación, ella bien podría haber sido la única persona en todo la zona.

Bella volvía al edificio con rapidez y con una expresión molesta en su rostro.

Y en algún punto desconocido en esto, de alguna manera yo había sacado mi coche fuera del tráfico y lo había estacionado en una zona de "no aparcar en ningún momento", y ahora caminaba hacia ella.

Bella me vio cuando estaba a unos dos metros de distancia, y se detuvo en seco. Cuando me miró, me di cuenta de que definitivamente estaba molesta.

"Bella, ¿qué pasa?"

Cerró los ojos y los abrió de nuevo lentamente antes de hablar. "El maldito tren, he estado esperando durante cuarenta y cinco minutos y ahora se anuncia que, debido a algo en las vías o algo así, se retrasa. Mierda de retraso. Cuarenta y cinco malditos minutos tarde, y ahora anuncian que está retrasado".

Sorprendido por las veces que ella había tomado el nombre del Señor en vano y el hecho de que ella había dicho "mierda", tardé un par de segundos en responderle.

"Ese es el sistema de tránsito de la ciudad de Nueva York para ti. Es por eso que siempre voy en coche al trabajo".

Ella me sonrió. "Bueno, bien para ti, estoy segura de que la Madre Tierra no quiere que te sacrifiques como el resto de nosotros, ni nada de eso". Oh sí, ella estaba molesta. Movió los ojos lejos de mí, explorando las calles como si estuviera buscando algo. "Ahora tengo que encontrar la manera de tomar el autobús a Brooklyn. Le prometí a Maddie que estaría en casa pronto hoy, y en su lugar voy a ir más tarde de lo habitual".

No tuve que pensarlo dos veces. "Vamos Bella. Yo te llevo".

Sus ojos se movieron de nuevo hacia mí rápidamente, cada vez con mayor sorpresa. "¿Qué? ¡No!, cogeré el autobús".

Dios, esta mujer era muy terca. "Bella, no sabes ni que autobús tomar. Yo me dirigía hacia Dumbo de todas formas ya que iba a pasarme a visitar a Alice esta noche". Una total mentira, pero qué demonios, supuse que era el momento de hacer las paces con mi malcriada hermana en persona, ya que las llamadas de teléfono no estaban haciendo efecto.

Bella, por supuesto, no se dejó convencer tan fácilmente. "No, está bien. Gracias de todos modos. Voy a preguntar a alguien".

Suspiré. "Mira, has dicho que le habías prometido a Maddie que estarías en casa temprano. Bueno, mientras que averiguas qué autobús tienes que coger, y después consigue cogerlo", le señalé la cola de personas situadas en diferentes intervalos a lo largo de los próximos dos edificios, sus ojos se abrieron de nuevo al darse cuenta de que esas eran las paradas del autobús, "vas a llegar más tarde de lo habitual. Además, no tienes paraguas y puedes pillar algo y luego pasárselo a Maddie". Vi una ligera mirada de alarma en su cara. Por una fracción de segundo, me sentí un poco culpable de utilizar tácticas de miedo para convencerla, pero bueno, si funcionaba... "Yo voy en la misma dirección, y en todo caso, me harías a mí y a la Madre Tierra un favor por compartir el viaje conmigo".

Bella me miró, mordiéndose el labio y pareciendo sopesar sus opciones. Por último, y con un poco de mala gana, ella asintió con la cabeza. "Está bien, gracias".

Le sonreí ampliamente y abrí el camino de vuelta a mi coche, abriéndole la puerta y corriendo de nuevo a mi sitio antes de que pudiera cambiar de opinión.

Tan pronto como Bella se sentó, me metí de nuevo en el tráfico. Mirando a Bella, me di cuenta de que estaba sentada lo más lejos posible de mí, casi contra la puerta del lado del pasajero. Parecía nerviosa y tensa.

"¿Sabes?, no tienes que estar tan separada del asiento. Yo no muerdo".

Sus ojos se fueron hacia mí rápidamente, y ella pareció darse cuenta de lo tensa que estaba. Sus labios temblaron por un instante y luego sonrió, descansando un poco. "Lo siento. No quería mostrarme desagradecida. Es sólo que estoy muy ansiosa por llegar a casa esta noche".

"No te disculpes, Bella". Le sonreí. "Te lo prometo. Voy a llevarte a casa con Maddie tan pronto como sea posible".

"Gracias", repitió una vez más. Nos quedamos en silencio durante unos minutos, pero no era un silencio incómodo.

"Bonito coche", exclamó Bella de pronto, mirando a su alrededor. Le sonreí con orgullo. Yo amaba mis coches, y el Audi era definitivamente uno de mis favoritos. De repente me encontré preguntándome cómo se vería Bella en el asiento delantero del Porsche. Eso era raro. Nunca dejaría entra a ninguna chica en el Porsche.

"Gracias. ¿Conducías en Forks?"

La bella sonrisa se volvió melancólica. "Sí, tenía un camioneta. Una Chevy del 68, en realidad. El jefe Swan, mi padre, la tenía para mí cuando me gradué. La conduje hasta el día que me mudé aquí".

Levanté una ceja, obligándome a mantener los ojos en la carretera. "¿Una camioneta? ¿De verdad? Yo no te hubiera imaginado en una camioneta".

Pude ver la sonrisa en la cara de Bella por la esquina de mi ojo. "¿Por qué no? ¿Con qué tipo de coche me imaginabas?"

Frunciendo los labios, pensé en algo. "Yo te hubiera imaginado en un pequeño y agradable Sedán o algo así". Me giré rápidamente para ver su cara. "¿Tal vez un Volvo?"

Bella se rió en voz alta ahora. "Es gracioso porque en realidad es el tipo de coche que me gustaría tener algún día. Bonito y seguro".

"¿Un Volvo? Interesante". Me gustaban los Volvos. Había estado realmente pensando en añadir uno a mi colección, pero mi padre siempre se quejaba cuando llevaba otro coche hasta la casa de Long Island. '¿Otro juguete Edward?', me reprochaba.

Tuvimos algunas pequeñas conversaciones, hasta que cruzamos el puente de Brooklyn hacia Dumbo, y Bella me dio instrucciones de cómo llegar a la casa de piedra rojiza de Sue. Encontré una plaza de aparcamiento justo en frente.

"Bueno, gracias por el viaje. Te lo agradezco mucho". Bella puso la mano en la manivela para abrir la puerta.

"Te espero".

Bella se dio la vuelta para mirarme, con una pierna en el coche y otra fuera. "No tienes que hacer eso. Estoy a pocos pasos de mi casa".

Rodé los ojos. ¿Pensaba realmente que iba a dejarla ir a su casa a pie? ¿Y con una ligera llovizna cayendo? Quiero decir, yo sabía que a ella le gustaba la lluvia y todo eso, pero de ninguna manera. Me di cuenta entonces de que Bella era realmente independiente. Obstinada e independiente y parecía tener algo en contra de ser cuidada.

"Bella, no voy a dejar que tú y Maddie os vayáis a casa bajo la lluvia. Voy a esperaros y luego os voy a dejar en casa y seguir mi camino. Alice probablemente no ha cerrado aún el estudio". No había nada para argumentar con mi tono. Yo también podía ser demasiado terco.

Bella se mordió el labio, parecía que iba a discutir, pero la expresión de mi cara debió haberle hecho pensar que era inútil. Yo no iba a ir a ninguna parte hasta que las dejara de forma segura en su hogar. Ella respiró hondo y salió del coche, hablando entre dientes, "volveré en cinco minutos".

La lluvia cesó de repente, tan pronto como Bella entró en la casa de piedra rojiza, me aproveché de los rayos de sol y salí del coche, apoyándome contra el lado del pasajero esperando a Bella y a Maddie. Era 13 de septiembre, y los días comenzaban a hacerse más cortos y fríos, por lo que tenía que aprovechar cada pedacito de sol y de calor que quedaba en el año.

Bella salió exactamente cinco minutos más tarde, llevando a Maddie en sus brazos. Y tan pronto como mis ojos vieron a la niña, mi corazón empezó a latir el doble de lo normal, y de repente estaba ansioso por tenerla más cerca y mirarle a esos grandes ojos chocolate situados entre esa cara dulce y de caramelo. Pero Maddie no estaba buscándome, su cara estaba centrada intensamente en la de su madre, charlando animadamente sobre algo mientras Bella, pareciendo un poco ansiosa, parecía estar tratando de explicarle algo importante a Maddie en voz baja.

"¿Vale, Maddie?", Bella le preguntó a Maddie rápidamente, apenas a un metro de distancia de mí. Bella miró a Maddie con ansiedad, parecía desesperada para la confirmación de lo que ella le había susurrado al oído. "¿Recuerdas bien lo que te he dicho?"

"Está bien mamá", respondió Maddie rápidamente antes de regresar a lo que ella había estado diciéndole a Bella. "... y entonces vimos a los pingüinos salí y ean blancos y negos, y Juliana dijo ¿podemos llevanos uno? y Sue le dijo que los pingüinos sólo vivían en los zoos y Antica y Juliana le peguntaon si los pingüinos no podían viví en casa y yo les dije que los pingüinos no podían viví en su casa y ella dijo que los pingüinos podían domí en su cama y yo le dije que los pingüinos no pueden domí en la cama, eso podía sé demasiado caliente y ella dijo que... "

En ese momento, Maddie volvió la cara lejos de su mamá y me vio. Y aunque tenía solo cuatro años y sólo me había visto una vez hace unas tres semanas, y aunque no tenía sentido alguno, cuando sus ojos se clavaron en los míos, su rostro se iluminó y mi corazón empezó a latir no el doble de lo normal, sino el triple. Fue una intensa atracción, como si sus ojos fueran imanes capaces de llegar a una parte de mí, de la que no había sido consciente que existía, y tirara de mí con sólo sus pequeños ojos marrones.

"¡Edwood! ¡Edwood!"

Maddie se retorció de los brazos de Bella tan rápidamente que Bella tuvo que soltarla antes de que ella las tirara al suelo. Y al igual que el flash que había tenido hace tres semanas en la oficina, corrió los últimos metros hacia mí tan rápido que yo fui a recogerla y le di vueltas en el aire antes de que yo supiera lo que estaba pasando.

"¡Maddie!"

Podía escuchar la emoción en mi propia voz, aunque no la podía entender. Era absolutamente increíble cómo me sentía de contento al verla de nuevo. Como si algo en mí hubiera desaparecido, algo que no me había dado cuenta ni siquiera que había perdido. Pero ahora que finalmente había vuelto, me hacía mucho más completo.

"Edwood, ¿vienes pa jugá conmigo?", preguntó ella con entusiasmo cuando la coloqué cuidadosamente en el suelo. Su mano cálida y pequeña se deslizó en la mía rápidamente, aferrándose a mí con fuerza, como si temiera que me fuera si me soltaba. "¿Vas a vení a vé mi casa y mis juguetes? ¡Quieo enseñate mi atapa sueños!". De repente, sus ojos ya emocionados se iluminaron aún más cuando una nueva idea se le ocurrió. "¿Vienes a cená con nosotas al pueto pa el cumpeaños de mamá?". Por el rabillo de mi ojo, vi a Bella hacer una mueca antes de cerrar los ojos con fuerza y sacudir la cabeza.

"Maddie, cariño, creo que Edward iba de camino para ver a su hermana Alice".

"En realidad Alice no me esperaba. ¿Es tu cumpleaños, Bella?"

Bella frunció los labios y suspiró con resignación antes de asentir una vez.

"¡Oh po fa Edwood, po fa, po fa! Po fa, ven a comé con nosotas po el cumpeaños de mamá". Se dio la vuelta para mirar a su madre, con su mano todavía envuelta firmemente alrededor de la mía. "Mami, ¿Edwood puede vení con nosotas? ¿Po favó?"

Maddie miró a Bella con los ojos llenos de esperanza, confianza e inocencia, y yo inmediatamente supe Bella no sería capaz de negárselo, porque no había manera de que pudiera negarle nada a la pequeña Maddie en ese momento.

Bella suspiró con fuerza, dándome una mirada nerviosa antes de llevar sus ojos de nuevo a Maddie. "Bueno, él está invitado a venir si quiere, pero probablemente tiene planes ya, cariño".

"En realidad no tengo ningún plan. Me encantaría ir".

"¡Sii!", Maddie se animó, apretándome la mano con más fuerza. Me quedé sorprendido por cómo de caliente se sentía. "¡Edwood viene con nosotas!". Me miró y sonrió.

Bella tomó la mano de Maddie y murmuró algo acerca de ir a pedir prestado un asiento de coche a Sue, y Maddie soltó mi mano de mala gana y se fue con Bella. Mientras se alejaba, Maddie se dio la vuelta.

"¿Pometes que te quedaás?", preguntó ella, con las comisuras de la boca bajando un poco por pensar eso.

"No me iré a ninguna parte, princesa. Estaré aquí mismo cuando salgas", le prometí, y su pequeña boca cambió mientras se metía de nuevo en el edificio rojizo con Bella.

Cuando Bella y Maddie volvieron a salir, Bella parecía que se había relajado un poco, y me sentí mejor al tratar de obligarla a hacerme compañía.

"Entonces, ¿dónde vamos a comer?". Pregunté una vez que habíamos instalado el asiento de Maddie en el coche y lo habíamos atado de forma segura. Bueno, una vez que Bella había instalado el asiento de Maddie en el coche y lo había fijado con seguridad. No tenía ni idea de cómo funcionaban esas cosas.

"¡Pizza!". Maddie exclamó con entusiasmo desde el asiento trasero. Le sonreí a través del espejo retrovisor. "¿Te gusta la pizza, Edwood?, preguntó mirándome a través del mismo espejo.

"Me encanta la pizza. Es una de mis comidas favoritas".

"¡La mía también! Aunque mamá dice que no puedo comé demasiada. Ella dice que tengo que comé alimentos saludables, como futas y vedúas. ¿Te gustan las futas y las vedúas, Edwood?"

"Sí, sí me gustan. Me gustan las fresas y el brócoli".

"A mí también me gustan las fesas y el bocoli que hace mamá. ¿No mamá?"

"Sí, mi amor".

"¿Ves? Mi mamá me hace galletas de fesa y ella me hace sa, sa, sa".

"Salteados, cariño".

"Salteados de bocoli. Y se me hace un montón de otas cosas deliciosas".

"Parece que tu mamá es una gran cocinera", estuve de acuerdo, sonriendo más a Bella. Ella mantenía los ojos mirando en una línea recta, pero podía ver una pequeña sonrisa en sus labios.

"Mamá puede hacé todo. Al llegá a mi casa, mamá puede hacé lo que quieras. ¿Puedes, mamá?"

"Um-"

"¿Qué tipo de pizza te gusta Maddie? ¿Te gusta la de pepperoni?"

"¡El peppeoni es asqueoso! sólo me gusta el queso en la pizza. Aunque a mi mamá le gusta el peppeoni. ¿No mamá? ¿Te gusta el peppeoni Edwood?"

Me reí. "Sí, princesa. Me gusta el pepperoni".

"Entonces puedes compatíla con mamá. Mamá dice que es bueno compatí. Aunque Matthew no compate conmigo en el paque. Me empuja lejos de los columpios".

"¿Quién es Matthew?"

"Matthew es mi amigo del paque donde Sue nos lleva a mí y a Juliana. Pero él me hace cosas a veces".

"¿Qué te hace?". Yo ya no sonreía tanto.

"Él me empuja y me dice que soy demasiado pequeña pa jugá con él y Pete".

Me volví hacia Bella. "¿Sabías tu eso?"

Bella me miró con sus cejas levantadas. "Sue mantiene una estrecha vigilancia de las cosas. Ella me dijo que Matthew puede ser un poco duro a veces, pero Sue se asegura de que no se salga de control".

Me concentré en aparcar el coche en el río mientras hablaba, no me satisfacía el manejo de Sue de la situación como parecía satisfacer a Bella.

Apagué el coche y me volví hacia Maddie.

"Maddie, la próxima vez que Matthew te moleste, le dices que Edward va a tener algunas palabras con él, de hombre a hombre, sobre el respeto a las señoritas".

La cabeza de Bella se giró rápidamente hacia mí. "¡Edward!"

"¿Qué?"

"¡Él es un niño de seis años!"

"¿Y? Tiene la edad suficiente para saber eso".

Bella me miró incrédula durante unos segundos. La miré de nuevo, confundido.

"Sue puede manejarlo, Edward. Maddie estará bien".

"Oh, está bien entonces", acepté a regañadientes. Porque como nunca había tratado con niños pequeños, excepto con Alice, no podía discutir con ella. Pero hice una nota mental para averiguar dónde estaba ese parque. Tal vez podría dar un paseo por allí una de estas tardes...

Caminando hacia el taxi acuático que nos llevaría hasta el puerto marítimo, Maddie se apoderó de mi mano y saltó alegremente junto a Bella a su otro lado. Cuando el taxi llegó, Bella trató de cogerla pero ella se negó a dejar ir mi mano, y Bella finalmente cedió y me permitió llevar a Maddie.

Maddie miró por el alrededor del barco con entusiasmo. "¡Este baco es más gande que el del abuelo, mamá!", exclamó poniéndose de rodillas en el banco y mirando el agua.

"¿Tu abuelo tiene un barco?". Le pregunté con curiosidad.

"Uh huh, a veces me lleva de pesca. A veces el tío Jake viene también".

Miré a Bella, quien estaba sentada al otro lado de Maddie. "¿Tienes un hermano?"

"No, Jake es más como mi… mi mejor amigo... una especie de... "

"Oh", dije. Me preocupé por lo que esas últimas palabras significaban...

"¿Tú tienes un baco, Edwood?". Volví mi atención de nuevo a la muñeca de mi lado, mirándome con ojos muy abiertos y curiosos.

"Sí, mi familia tiene uno. Tal vez un día te podría traer tu mamá a Long Island" - Bella me miró- "con mi hermana Alice o con mi madre Esme, y puedes venir a pescar con nosotros en nuestro barco".

"¿Es tan gande como éste?", preguntó ella con los ojos muy abiertos. Yo no quería presumir que era más grande, y definitivamente mucho más lujoso.

"Es como este".

"Wow. Eso es gande". Volvió sus ojos castaños hacia Bella. "A mamá no le gustan los peces".

Yo me reí.

"Mami, cuando vaya a pescá con Edwood, ¿quies vení con nosotos?"

Bella, enrojecida, rápidamente me miró antes de mirar hacia abajo a su hija. "¿Po favó, mamá? ¿Podemos í todos juntos? ¿Po favó?"

"Claro, Maddie, ¿por qué no?". Bella respondió, pero su expresión facial no coincidía con sus palabras.

Una vez que el taxi de agua alcanzó el puerto marítimo, cogí a Maddie y la saqué del barco con cuidado, poniendo mi mano para ayudar a Bella también. Ella la tomó con cuidado, y por una fracción de segundo, con Maddie segura en un brazo y la mano de Bella en el otro, sentí una extraña cosa, como si en ese momento, el universo estuviera alineado perfectamente, y todo a mi alrededor fuera exactamente como debería ser.

Pero tan pronto como los dos pies de Bella estuvieron en tierra, se soltó de mi mano rápidamente.

Caminamos por el muelle hacia la Pizzería Uno, donde Bella le había prometido a Maddie comer. Yo hubiera preferido llevarlas a uno de los restaurantes más agradables de la zona, pero no quería 'hacerme el lujoso', por así decirlo.

Dos chicas adolescentes andaban en la dirección opuesta a nosotros, mirándome directamente a mí y riéndose en voz baja entre sí. Aparté la mirada y miré a Maddie, y aún así pude oír los susurros. "¡Aydiosmío, Aydiosmío! ¡Es él! ¡Oh. Dios. Mio!". Rodé los ojos.

Un suspiro alto y claro desde el otro lado de Maddie me llamó la atención. Miré a Bella, que se mordía los labios y me miraba.

"¿Puedes hacerme un favor?"

"Claro, lo que quieras", le respondí rápidamente.

"Bueno, parece que, bueno... ya sabes...que atraes mucho la atención, y bueno, Maddie y yo realmente valoramos nuestra privacidad. ¿Podrías, tal vez, hacerte menos reconocible de alguna manera?"

Me quedé allí, sin habla. Eso era definitivamente diferente. Yo nunca había estado fuera, en público, con alguien que quería que yo fuera menos reconocible. ¿Cómo exactamente se supone que debía hacer eso?

En ese momento, pude ver el estante de un vendedor frente a una de las pequeñas tiendas que había allí. Un estante de gorras de béisbol, tazas de "I Love NY", camisetas de "I Love NY", gafas de sol y un montón de mierda turística que se extendía con cuidado sobre el estante. Había un gran letrero que decía: "Recuerdos", colgado por el lateral. Me giré a Bella dándole una sonrisa y rápidamente corrí hacia la tienda. Podía oír los pasos de la pequeña Maddie detrás de mí.

Con cautela, cogí un par de gafas de tonos oscuros y de plástico barato, y una gorra de color azul oscuro de los Yankees. De ninguna manera en el infierno me pondría una con el logo de los otros equipos en cualquier parte de mí.

Maddie me miraba con los ojos muy abiertos mientras me ponía la gorra y las gafas de sol. "El tío Jake lleva una goa como la tuya. La suya es azul también", - frunció las cejas y su pequeña nariz un poco, como si estuviera tratando de encontrar algo mejor - "la suya tiene una gan M en el medio", continuó, señalando a la 'N' y la 'Y' que se fusionaban en el centro de mi gorra.

Tenía en una sonrisa en mi rostro. El 'tío Jake' era probablemente un fan de los Mariners. Esos perdedores nunca habían ganado un título.

"Sí, bueno, tú eres una neoyorquina ahora, princesa. Y aquí, en Nueva York, todo es acerca de los Yankees. Esa gran M no significa nada aquí". Oí un bufido y miré a Bella, que estaba escuchando mi discurso con los labios fruncidos, pero pude ver las esquinas de su boca contraerse.

Poniéndome mis gafas baratas y mi gorra de los Yankees, me volví hacia el estante de regalos. Al ver a una linda gorra de los Yankees de color rosa, la cogí y la coloqué cuidadosamente en la cabeza de la pequeña Maddie, ajustándole el velcro por detrás hasta que le quedara casi a la perfección. Era todavía un poco demasiado grande, colgaba un poco por sus grandes ojos marrones, pero maldita sea, eso la hacía lucir increíblemente más adorable.

"Hay que irse", le dije cuando le empujé la gorra un poco para que no le cubriera sus ojos tanto. "Ahora te ves como una verdadera neoyorquina". Ella se rió hacia mí.

Saqué mi cartera y saqué un poco de dinero para pagar las compras. De repente, una mano delicada y cálida se puso en mi brazo, suave, pero decidida.

"Edward", Bella comenzó en un tono de advertencia, "no puedes comprar esa gorra para Maddie".

"¿Por qué no?". Pregunté confundido.

Bella suspiró. Su frente se arrugó con líneas de preocupación. "Ya sé que no es gran cosa para ti", -hablaba en voz baja, para que Maddie no pudiera oírla- "pero lo es para mí". Ella suspiró de nuevo. "Lo que realmente necesita Maddie, puedo ofrecérselo yo".

"Bella, es sólo una gorra".

Bella me miró por un segundo, pero su expresión no cambió. De repente, ella metió la mano en su bolso, buscando a tientas su cartera.

"Bella para". Ella no me escuchaba mientras sacaba su pequeña cartera y la abría pasa sacar su dinero. "Por favor", le pedí, finalmente poniendo una mano en la suya para que dejara de sacar su dinero. "Por favor, déjame darle este regalo. Significaría mucho para mí".

Entonces ella cerró los ojos, parecía que luchaba con alguna decisión interna. Finalmente me miró, y otra vez me dio esa mirada que me había dado antes, en el taxi de agua, confundida y frustrada a partes iguales, pero también miró renunciando ya. Ella asintió con la cabeza lentamente, y puso su cartera en su bolso.

"¿Qué tienes que decirle a Edward, Maddie?". Bella le decía mientras paseábamos por el muelle.

"¡Muchas gacias Edwood! Me encanta mi goa. ¡Espea a que se lo diga al abuelo y al tío Jake!". Le sonreí, a pesar de que había mencionado al 'tío Jake'... otra vez.

"De nada, princesa, te encaja perfectamente. Quizás naciste para ser una chica Yankee". Oí la risa ligera de Bella. Di un suspiro de alivio porque estaba empezando a soltarse de nuevo.

Hicimos nuestro camino hacia el Uno, esperando estar sentados fuera. Al mirar hacia abajo, a la pequeña princesa que me estaba cogiendo con fuerza mi mano, le quité la gorra para ponérsela bien, con una extraña sensación de éxtasis por el hecho de habérsela comprado yo, y se la coloqué de nuevo en su cabeza, hacia atrás. Unos pocos mechones sueltos de su pelo colgaban a los lados, añadiéndole el factor de «mona».

Maddie se soltó de mi mano un momento para tocar su gorra nueva. "El tío Jake también se la pone del evés", rió ella.

Me puse rígido involuntariamente. Rápidamente tomé su gorra y se la reajusté. "En realidad, ¿por qué no la mantenemos mirando hacia adelante?". Le sugerí, manteniendo mi tono uniforme. Ese tío Jake me estaba empezando a cabrear seriamente.

Maddie se encogió de hombros, moviendo nuestras manos. "Siii", ella estuvo de acuerdo.

La camarera llegó y nos llevó a una pequeña mesa fuera. Ella me miró con curiosidad mientras nos entregaba nuestros menús, pero yo estaba bastante seguro de que no me reconoció, pero sin embargo, me sonrió ampliamente cuando salió para conseguir nuestras bebidas, y me di la vuelta rápidamente. Maddie ya había empezado a colorear con sus colores y con el papel que la camarera le había entregado.

"¿Edwood pintas conmigo, po fa?", preguntó ella con dulzura, mirándome a través de sus largas y oscuras pestañas.

Cogí uno de los lápices de colores. "Claro, princesa, he estado esperando pintar contigo durante semanas". Maddie sonrió ampliamente, y procedió a dibujar y a pintar un dibujo muy interesante, lleno de formas extrañas que no podía reconocer, pero que Maddie me aseguraba que eran perros, gatos y conejos. Con el tiempo, Bella se unió, dibujando perfectas y fantásticas estrellas, nubes y montañas. Cuando llegó la comida, pusimos los dibujos a un lado y miré con éxtasis puro como la niña delante de mí y de Bella se comía dos trozos de pizza. Mientras yo miraba a Bella ella se había cogido el cuarto trozo de la noche, me sonrió burlonamente.

"¿Qué?", preguntó ella. "¿No estás acostumbrado a comer con chicas que realmente disfrutan de su comida?"

Me reí pero no contesté, sorprendido de lo bien que me había leído la mente.

Maddie terminó de dibujar, mientras que Bella y yo terminábamos nuestra pizza, que como no, era una de pepperoni.

Maddie finalmente levantó la vista de su obra maestra. "¡Edwood, mía lo que he dibujado!"

Allí estaban los animales lindos pero deformes que yo antes le había ayudado a pintar, y en el fondo estaban los de su madre. Pero ahora, Maddie había dibujado a tres personas de pie, delante de las montañas, cogidas de la mano. Un hombre cuyo cabello había sido pintado de color marrón y rojo, una niña con cabello castaño largo, sosteniendo su mano, y en su otro lado, tomándole la mano, una mujer con el mismo cabello largo y castaño.

"¡Somos yo, tú y mamá juntos!".

Pude ver, por el rabillo de mi ojo, como se abrían los ojos de Bella, con el último trozo de su pizza colgando en el aire, donde se quedó paralizado en su mano. Tragó saliva audiblemente.

"Maddie".

"Esa es la imagen más hermosa que he visto nunca", le aseguré a Maddie.

"Es pa ti", confirmó con voz alegre, entregándomela.

Se la cogí. "Gracias. ¿Puedo llevarla a casa conmigo?"

"Siii. He dibujado esto pa ti poque ees mi mejó amigo. Aunque no se lo digas a Juliana poque ella se supone que es mi mejó amiga".

Me reí. "No voy a decírselo", le prometí.

Miré a Bella, sonriendo, pero la mirada en su rostro me hizo fruncir el ceño. Ella parecía muy inquieta y pálida. Sin mirar a nadie, se puso su trozo en el plato y dijo: "Creo que es hora de irse".

Después de la amenaza de que todo el mundo en la oficina sabría mañana que hoy había sido su cumpleaños, Bella finalmente cedió y me dejó pagar la cena, siempre y cuando le prometiera que el personal del Uno no le cantaría 'cumpleaños feliz'.

Fuera, el día se había vuelto más oscuro, lo que indicaba que venía el crepúsculo. "Quédate cerca de mamá, Maddie. No te vayas demasiado lejos", Bella gritó mientras caminábamos en silencio hacia el otro lado. Maddie había querido ir a la orilla del río, para ver Brooklyn desde este lado, y Bella había aceptado de mala gana. Parecía ansiosa porque terminara la noche. Era la primera vez en toda la noche que Maddie no estaba a menos de unos centímetros de distancia de nosotros. Y por mucho que me hubiera gustado realmente estar con ella, no podía negar que pasear por el muelle medio a solas con Bella, con la puesta de sol detrás de nosotros, me enviaba una agradable sensación de hormigueo a la espalda.

Sin embargo, las primeras palabras que salieron de mi boca tuvieron que ver con Maddie. "Ella realmente es una niña hermosa". Las palabras no fueron planeadas, fueron un instinto, mientras la veía saltando alegremente, justo por delante de nosotros, hablando un poco con Angie.

Bella se rió entre dientes, manteniendo los ojos cuidadosamente sobre Maddie. "Lo sé", ella estuvo de acuerdo y suspiró.

"¿Qué pasa?"

Ella guardó silencio por un momento antes de responderme. "Es sólo que... me siento bien al ver que finalmente se ha asentado, ¿sabes?". La miré e incliné la cabeza por la cuestión, porque no, no lo sabía. Ella se aclaró la garganta y tragó saliva. "Tuvo un poco de dificultad las primeras semanas después de que nos mudáramos aquí".

Fruncí el ceño, la agradable sensación que tenía se convirtió ahora en preocupación. "¿Ella está bien ahora, no, lo está?"

Bella sonrió. "Sí, lo está. Supongo que era sólo cuestión de acostumbrarse a una situación diferente". Ella exhaló. "Ya sabes, como padre, intentas complacer a tu hijo en todo, pero a veces no puedes hacer eso, no importa cuánto te esfuerces". Ella suspiró de nuevo, casi con tristeza. "Con el tiempo crecerá y comenzará a ver por sí misma que nadie es perfecto, y que... que todos cometemos errores". Ella soltó una ráfaga de aire nuevo. "Incluso sus héroes". La observé con atención mientras caminábamos lentamente, inclinando mi cabeza y tratando de entender qué es exactamente lo que quería decir.

En ese momento, pasamos por un stand de revistas, el propietario estaba bajando las puertas de metal, a punto de cerrar. Vi los ojos de Bella mirando las portadas de revistas que recubrían la pared de la cabina. '¡El millonario tío bueno Ed Cullen (odiaba ese apodo) tiene un bebé con Brit Brit!', dos imágenes aparecían una al lado de la otra, una de Britney con una enorme sonrisa en su cara y una mía con una mirada de sorpresa, debajo del titular. Rodé los ojos y capturé la mirada de Bella. Ella apartó la mirada, pero no antes de que yo le hubiera visto un indicio de desaprobación en su expresión. Incliné la cabeza hacia el lado de nuevo, estudiándola. Ella tenía que saber que era una mentira total. ¿Lo tenía que saber, no?

Bella me miró, sonriendo con sequedad. "No te preocupes. Tu condición de héroe de Maddie está segura. Ella no sabe leer todavía".

Le sonreí. "Bella, sabes que eso no es verdad, ¿no?". Le pregunté, refiriéndome a los titulares. "Nunca he conocido a Britney, y mucho menos he conseguido acercarme lo suficiente a ella como para tener un hijo. No creo que hayamos estado, incluso, en la misma habitación. Y... y el otro día, yo estaba comprándole algo a Esme en Tiffany's, no a otra persona". No estaba seguro de por qué, pero necesitaba que lo supiera.

Bella levantó una ceja interrogante. "¿No te molesta, entonces, si ellos mienten, y que te persigan así todo el tiempo?".

Me encogí de hombros: "Yo sé lo que es verdad y lo que no. Eso es todo lo que realmente importa". Pero así como yo dije esas palabras, me pregunté si eran verdad, porque… ¿por qué había estado tan ansioso por asegurarme de que Bella supiera lo que era cierto y lo que no?

Bella me miraba fijamente, como si estuviera tratando de encontrar algo mejor. "Supongo que es diferente cuando sólo tienes que preocuparte de ti", dijo finalmente. No hubo dureza en su voz, sólo una declaración de un hecho, sin embargo, sus palabras, me dejaron con una sensación de vacío.

"Realmente valoras tu privacidad, ¿no?"

"¿Tú no? ¿No te molesta que todos sepan todos los aspectos de tu vida todo el tiempo? ¿Estás seguro de que disfrutas viendo como todas las personas examinan cada movimiento que haces?"

"A mí... no me importa lo que la gente que no conozco quiera o piense sobre mí, Bella. Ellos no me conocen lo suficiente como para juzgarme".

"Pero sí pueden juzgarte, Edward, te conozcan o no. Ellos juzgarán cada decisión que tomes, cada error que cometas. Y...", sus ojos adquirieron una lejana mirada, como si estuviera recordando algo que la había herido profundamente, "y no sólo te juzgarán a ti, juzgarán a tu familia por las cosas que tú hagas". Ella me miró, con su expresión irónica y casi enfadada. "La gente puede ser muy dañina Edward. Y el que tú pienses que tu propia empresa privada a veces resulta ser la telenovela más emocionante para un público aburrido, mal informado y no deseado, a ellos parece que les da derecho a formular observaciones sobre tu vida. Y cuando lo que ellos piensan y dicen comienza a afectar la vida de tus seres queridos, entonces... entonces te importará lo que digan".

Asentí con la cabeza, sintiéndome de pronto avergonzado. Lo que había dicho estaba, básicamente, en la misma línea de la advertencia que Alice me había estado dando desde hacía años, pero al venir de Bella, parecía más... personal. Como si ella hubiera tenido que vivir algo así alguna vez. Pero Bella Swan no era, según lo que yo sabía, ningún tipo de celebridad, por lo menos no para el público en general. Entonces, ¿cómo iba a saber lo qué era que la gente no supiera juzgar su vida y sus decisiones, tanto las buenas como las malas?

Antes de que pudiera responder, Bella se fue rápidamente corriendo hacia adelante, llegando a Maddie. "¡Madisen Grace Swan! ¡Más despacio! ¡Estás demasiado lejos!". Sin pensarlo, fui corriendo delante de ella, alcanzando rápidamente a Maddie, que estaba muy cerca de la orilla del río. La cogí y la alcé en mis brazos, balanceándola en un círculo para no asustarla.

"Reduce la velocidad, Speedy González, que casi nos provocas a tu mamá y a mí un infarto".

"¿Quién es Speedy González, y que es un infato? "

Me reí cuando Bella nos alcanzó, y en ese momento me di cuenta de lo rápido que mi corazón había empezado a latir.

Bella llegó hasta Maddie, y la puse en sus brazos. "Maddie, no vuelvas a hacer eso de nuevo". Ella abrazó a Maddie más fuerte.

La voz apagada de Maddie respondió desde debajo del pecho de Bella. "Pedona, mamá".

Bella me miró con Maddie aún acariciándola. "Gracias", susurró.

Asentí con la cabeza rápidamente, y luego Bella se dio la vuelta y comenzó a caminar de nuevo con Maddie en sus brazos, pero yo tardé un par de segundos en moverme. Algo que ella había dicho me había sorprendido.

Madisen Grace Swan.

Al principio, cuando Bella llamó a su padre Jefe Swan, había asumido que era su apellido de soltera.

Pero entonces ¿cómo es que el apellido de Maddie era Swan?

Antes de que pudiera pensar más, llegué hasta Maddie y Bella a la línea de la costa. Bella estaba sentada en un banco de madera, mirando a Maddie realizar los movimientos de ballet más complejos que había visto en una niña de cuatro años desde que Alice había tenido esa edad. Yo la miraba, completamente encantado y con incredulidad.

Bella se dio la vuelta. Ella inclinó la cabeza y frunció el ceño cuando me vio todavía en el mismo lugar.

"¿Todo bien?", preguntó una vez que había llegado a ella.

"Sí, todo está bien. ¿Dónde ha aprendido a bailar así?". Le pregunté.

Bella se rió entre dientes. "No por mí, eso es seguro. Sue Collins, su antigua niñera, sabía algo de ballet". Ella se encogió de hombros. "Supongo que contagió a Maddie".

Vi como Maddie hacia piruetas en un círculo elegante, completamente ajena a los transeúntes que la observaban.

"Eso es más que simplemente algo que se le ha pegado. ¿Alice la ha visto bailar?". Le pregunté.

Bella sonrió. "No, no lo creo. Todavía no".

Me senté junto a Bella, mis ojos todavía estaban en la bailarina y en su elegante baile. "Bueno, ella debería verla". Miré a Bella ahora. "¿Sabes que Alice posee un estudio de baile en tu vecindario?". Alice Cullen, aunque apenas tenía veinticinco años, se había ganado la reputación de ser, tal vez, la mejor instructora de ballet en el área tri-estatal.

Una vez tuvo una carrera muy prometedora como primera bailarina, pero ella... bueno, tuvo un accidente que la alejó de eso. Su espíritu luchador, naturalmente, no le permitió hundirse, y desde entonces ella ha usado su talento para instruir a otras niñas con su arte favorito. Un estudio de baile con su instructor era un objetivo muy buscado entre las jóvenes de Nueva York.

Bella rodó los ojos, pero aún tenía la sonrisa en los labios. "Sí, lo conozco".

"¿Y?". Le pregunté, preguntándome por qué, con el evidente talento de Maddie, incluso para alguien con mi ojo no entrenado, Bella no había tratado de meterla en una de las clases de Alice.

"Y", respondió Bella, sacudiendo la cabeza y mirando hacia Maddie de nuevo. Ella vaciló antes de continuar. "Cosas como esa, bueno", se mordió el labio, mirando hacia abajo en su regazo, "yo no puedo en este momento".

Yo la observaba, preguntándome de qué estaba hablando, cuando de repente me di cuenta, y cuando lo hice, me enfadé. No con ella, sino conmigo, por ser tan estúpido, porque eso no era algo que yo había tenido en cuenta. Y me enfadé porque era algo que ella y Maddie deberían tener en cuenta.

"¿Te contó Alice el programa de descuentos para los empleados de CCW?". Otra mentira. Pero las palabras sólo salieron de mi boca.

La cabeza de Bella se disparó. Sus ojos se encontraron con los míos, y me di cuenta que ella no me creía.

"¿Qué programa de descuento?", preguntó con escepticismo.

"Bueno, Alice da un descuento del cincuenta por ciento en su escuela a todos los empleados de CCW y a sus familias".

Bella frunció los labios, todavía dudosa. "¿En serio? ¿Cómo es que nunca he oído hablar de eso?"

"Bueno, tampoco habías oído hablar nunca de la lista de cuidadores de niños hasta que la mencioné", le contesté, pensando rápido.

Bella miró a Maddie para asegurarse de que estaba bien y luego volvió los ojos hacia mí, estrechándolos. "No te creo".

Sin vacilar le respondí: "Pregúntele a Alice tú misma si no me crees". Yo mismo estaba cavando un profundo agujero, pero maldita sea, Maddie tenía un verdadero talento. Bella tenía que ponerla en las clases de Alice. Saqué mi móvil y cuando lo hice, sabía que esto pasaría de dos maneras. Alice le diría a Bella que yo estaba mintiendo, en cuyo caso no tendría ninguna posibilidad de que Bella confiara en mí. O mi otra esperanza, que el don de Alice entrara en acción, que olvidara que no estaba hablando de mí en ese momento, y que estuviera dispuesta a mentir a su amiga por mí. Sí, mis posibilidades no parecían demasiado buenas cuando yo marqué el número de Alice con los ojos cautelosos de Bella intensamente en mí.

"¿Qué quieres Edward?", Alice respondió a su móvil. Ella no me iba a perdonar hasta que le admitiera que haber llevado a Tanya a su casa hace unas semanas atrás había sido una estupidez. Y mientras yo estaba de acuerdo en que había sido estúpido, no tenía la costumbre de admitir mis errores a mi hermana pequeña.

"No cuelgues", le susurré por el teléfono, y luego añadí rápidamente: "Estoy en el puerto con Bella y Maddie".

Eso pareció llamar su atención. Ella se quedó en silencio durante unos dos segundos. "Estoy escuchándote", dijo finalmente.

Me fui directo al grano. Yo estaba ya jodido en ese momento, no tenía sentido retrasarlo. "¿Has visto bailar a Maddie ya?"

"Uh, no. ¿Por qué? ¿Debo hacerlo?". Preguntó Alice, con entusiasmo en su voz.

"Creo que deberías. ¿Cómo es que nunca le has contado a Bella lo del descuento para las familias de los trabajadores de CCW?"

"¿Qué?". Alice respondió. Yo reprimí un gemido.

La mano de Bella de repente salió disparada, alcanzando el teléfono. "Déjame hablar con ella", preguntó. Maldije internamente, pero le entregué el teléfono.

"Alice, hola...", podía oír la voz de Alice en la otra línea.

"Bueno, yo sólo... Yo no..."

Flexioné mi mandíbula, preguntándome lo que Alice le estaba diciendo en la otra línea.

"¿Está segura? Yo nunca... bueno, sólo si estás segura...". Sus ojos se fueron de nuevo a mí, y ya no eran tan dudosos, aunque todavía un poco cautelosos. "Muy bien, hablaremos sobre esto más tarde. Permíteme pasarte a tu hermano de nuevo".

Tomé el teléfono de ella, sin atreverme a respirar. "¿Sí Alice?"

"Le dije a Bella que los empleados de CCW tienen un cincuenta por ciento de descuento. Ella va a traer a Maddie durante la semana para que la puede evaluar".

Dejé escapar un suspiro cuando Bella se levantó para caminar hacia Maddie. Mi hermana siempre había tenido una extraña manera de saber exactamente lo que estaba haciendo. Pero no siempre era una buena cosa, pero en este caso...

"Hablaremos más tarde", me susurró en voz baja por el teléfono. Yo no era estúpido. Sabía que no había manera en el infierno de que Alice no me exigiera más información.

Alice se rió con picardía, casi había olvidado su irritación conmigo. "Oh, ya sé que lo haremos. Te espero hasta que las dejes en casa. ¡Nos vemos hermano!". Ella colgó el teléfono, yo lo cerré y me quejé en voz baja.

De vuelta en mi coche un poco más tarde, cuando estaba llevando a Bella y a Maddie de vuelta a casa, cometí un error enorme.

"¿Cómo sabes que tienes que ir a la derecha por la calle Smith?". Bella me preguntó, dándome una mirada curiosa.

Mis manos apretadas alrededor del volante. "Bueno, ¿vives cerca de Alice, verdad? Y por aquí es por donde yo iría a su casa desde aquí".

"Oh".

Dejé que Bella me dirigiera el resto del camino a su casa.

Maddie se había quedado dormida en el asiento trasero. Un minuto había estado hablando alegremente de lo bien que se lo había pasado esta noche, y cómo no podía esperar para enseñarle a Juliana su gorra nueva de los Yankees, y al siguiente, miré en el espejo retrovisor y tenía la cabeza apoyada contra el asiento que habíamos cogido de casa de Sue, su pequeño rostro se veía feliz y tranquilo mientras soñaba con los pingüinos y los conejos y las gorras de los Yankees y la pizza. Sonreí, girando los ojos de nuevo a la carretera.

Cuando llegamos frente al edificio de Bella, aparqué el coche y rápidamente me fui al otro lado para ayudar a Bella a sacar a Maddie fuera del coche.

"¿Necesitas ayuda?". Pregunté, mirando como Bella ponía en sus brazos a una Maddie dormida.

"Oh, no, ya la tengo, gracias", dijo Bella en voz baja. Asentí con la cabeza, a pesar de que odiaba que ella no me dejara ayudarla.

Nos quedamos allí por unos momentos, ninguno de los dos sabía qué decir.

Bella rompió el silencio. "Bueno, gracias Edward... por esta noche, por el viaje a casa, por... por venir con nosotras a cenar".

Me reí. "Siento si he invadido tu noche en la ciudad con Maddie".

Ella se rió una vez. "No, no me has invadido". Ella dudó. "Mira, disculpa si no he sido la mejor…compañía esta noche, pero los cumpleaños ya no son lo mío".

"Bella, me he divertido inmensamente con tu compañía y la de Maddie. Me lo he pasado muy bien", dije en serio.

Ella esbozó una pequeña sonrisa y miró hacia abajo. "Edward... solo quiero decirte" -hizo una pausa, organizando sus palabras- "puedo ver que Maddie realmente te gusta, y parece que a ella realmente le gustas". Asentí con la cabeza, porque era cierto, por supuesto.

Bella alzó la vista, encontrándose con la mía de nuevo. "Pero... en realidad no deberías decirle que ella puede ir a pescar contigo, o que... vas a ser su amigo para siempre". Ella suspiró. "Tiene sólo cuatro años. Ella se toma esas cosas muy a pecho".

Fruncí el ceño. "Cuando dije que quería que ella y tú vinierais a pescar con nosotros un día, lo decía completamente en serio, y cuando le dije que quería ser su amigo, también lo decía en serio. Seré su amigo", y el tuyo, pensé, "por el tiempo que ella quiera, hasta que se canse de mí. Yo no digo las cosas, Bella, a menos que realmente las sienta".

Bella se mordió un poco el labio, frustrada y confundida de nuevo.

"Mira", continué, "yo sé las cosas que ves y oyes de mí... bueno, es probable que te hagan pensar...", un recuerdo de Bella en el pasillo justo cuando salía de la sala de conferencias con Lauren detrás de mí, pasó a través de mi memoria, haciéndome temblar, "pero Bella, eso no es lo que soy, por lo menos... ya no".

"Entonces, ¿quién eres?". Su voz sonaba frustrada, y la forma en que ella me miró a través de esos profundos ojos marrones me dejó momentáneamente sin habla.

Cuando finalmente encontré mi voz de nuevo, le respondí con honestidad. "Yo... no sé quien soy en este momento". Sus ojos se volvieron hacia abajo, como si estuviera insatisfecha con mi respuesta. "Pero sí sé que quiero ser alguien que pueda estar contigo y con Maddie sin tener que usar gafas baratas y una gorra", terminé.

Bella me miró de nuevo, teniendo en cuenta esa respuesta, antes de que su cara de repente estallara en una sonrisa. "Sí, buena suerte con eso", se rió.

Le sonreí de nuevo, agradecido de que mi respuesta pareciera haber sido suficiente. Por ahora, al menos.

"¿Seguro que no necesitas ayuda?". Le pregunté una vez más, con mis brazos doloridos de llevar a Maddie por ella. Bella era tan pequeña, tan frágil de aspecto, pero al mismo tiempo, yo sabía que podía ser muy fuerte.

Ella sonrió y sacudió la cabeza, sonriendo como si pudiera leer mis pensamientos. "Buenas noches Edward", murmuró en voz baja antes de darse la vuelta y caminar hacia el edificio con Maddie durmiendo en sus brazos. Las miré, desgarrado entre la necesidad de agradecerle a Dios esta noche - porque había sido mil veces mejor que un chocolate caliente en el Starbucks - y la extraña sensación abrumadora de que, tan grande como esta noche había sido, había algo que no tenía que permitir, que Bella y Maddie se alejasen.

Pero no importaba cuales eran mis sentimientos, esa noche, aquí era donde había terminado. "Buenas noches, chicas", le contesté en voz baja. "Y feliz cumpleaños, Bella".
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